Tiempo estimado de lectura de 6 a 7 minutos

La isla de Goree (II)
Escrito por Corocota

El látigo vuelve a sonar rompiendo el aire, seguimos remando, y cada vez que baja un poco el ritmo el hombre mayor que va cómodamente en la proa da un latigazo al aire, amenazador y temible, el joven va a popa llevando el timón y disfrutando de las vistas de la pareja de mujeres desnudas que tiene Justo delante, abiertas de piernas moviendo sus tetas al ritmo de los remos. Vamos de dos en dos en los bancos, con las piernas muy abiertas ya que no tiene profundidad el cayuco. A mi me ha tocado al lado de la mujer que se ha quedado sola cuando a su marido le han impedido subir a la barca, y de lo acicalado y limpia que ha subido ahora ya sus tetas brillan en sudor, mientras le caen las gotas por las axilas, el cabello se os pega al cuerpo y por la proximidad podéis oleros, quien os llame cerdos solo os esta describiendo.

No sabes el tiempo que os fuerzan a remar, hasta que llega un punto en que ya ni la amenaza del látigo os anima, desfallecido y agotado prefieres que te den latigazos. Está bien, todos los remos adentro, solo somos un lote de flojos turistas blancos, es fácil imaginar por que los negros tienen un precio de salida más alto en las subastas de esclavos, y el joven pone en marcha el motor, te das cuenta que estáis ya prácticamente al lado de la isla, enfrente del fuerte, donde puedes ver que a modo de presentación hay una serie de postes y cruces en la parte superior, con algún que otro cautivo crucificado, En la playa que hay a los pies del fuerte se pueden distinguir un par de cadenas de esclavos, que desnudos y dirigidos por alguien que les da latigazos, no sabes a dónde van. No tiene pinta de haber nada fingido en esta isla.

Ahora ya con el motor en marcha el aire se convierte en una agradable brisa que seca el sudor en nuestros cuerpos. La isla tiene tres espigones, el de más a la derecha, al lado del fuerte, está reservado a los delincuentes que son traídos a cumplir condena como esclavos, El de más a la izquierda es el amarradero del ferry que trae a los turistas y vosotros os dirigís al más pequeño que está en medio, donde puedes distinguir a un par de figuras que os esperan.

Una vez detenido el cayuco os echan de el haciendo sonar el látigo a unas escaleritas de cemento por el que se accede al muelle. El cayuco se zarandea y tenéis que ayudaros unos a otros, nadie más hace nada por que lleguéis a tierra. El cemento está erosionado por las olas dejando de relieve las piedrecitas que lo conforma y en vuestros pies desnudos se clavan todas. Vais moviéndolos como si pisarais brasas ardiendo, de puntillas, entre gestos de dolor, levantando los brazos como si así pudierais aliviaros. Las dos figuras son un hombre y una mujer jóvenes, de piel oscura y rasgos saharauis, ella lleva unas sandalias de tiras muy finas de cuero, un pañuelo de colores que le envuelve el cuerpo y transparenta un tanga de cuero, una carpeta no muy abultada con un boli, y unas tetas, más bien pequeñas pero firmes y hermosas, Tiene pinta de musulmana, pero no lleva tapada su abundante y negra melena, alguna explicación habrá. El va con pantalones caquis, camisa blanca y botas militares. Parece un guarda de prisiones. Os indican que les sigáis por los 20 metros de afiladas piedrecitas que puede haber hasta tierra. Mientras hablan con los dos hombres que os han traído en la barca, les dan dinero, discuten un poco y al final el cayuco se va. Tierra y agua, ya que al comienzo del muelle hay un abrevadero donde os indican podéis beber. Cosa que hacéis sin esperar a que terminen de decirlo, empujándonos los unos a los otros, frotando vuestros cuerpos apestosos y sudorosos, bebiendo introduciendo la cabeza en el abrevadero como animales. Así, frotándonos todos,, le aprietas la polla en el culo de una de las chicas, cosa que no le importa y sigue bebiendo, para cuando me toca a mi alguien aprovecha para tocarme el culo y queda en la intención de manosearme la entrepierna.

Ya hemos bebido todos y hasta nos hemos remojado un poco para quitarnos el sudor. Está claro que no quieren que nos deterioremos, lo que supondría devaluar a un lote de esclavos, que entre lo flojos y pudorosos que somos todavía, tampoco creo que valgamos mucho. Así mojados nos ponen a todos otra vez en fila y empieza la chica a explicarnos la situación. Ahora no somos personas, no hay derechos humanos para un esclavo, somos una mercancía, una propiedad, ganado, y como tales vamos a ser tratados y usados. En este momento nuestro dueño es el Hotel que ha hecho de intermediario con la agencia de viajes, representado en ella, ella es nuestra ama y dueña mientras nos muestra nuestras fichas en la carpeta, pero eso puede cambiar en cualquier momento ya que podremos ser alquilados, para sacar beneficios de nosotros o incluso vendidos. Cualquier intento de fuga es absurdo ya que las aguas que rodean esta isla están infestadas de tiburones, y además supondría una larga condena una vez capturados, ya que se consideraría robo de una propiedad. Así en fila nos ordena que la sigamos a la herrería para solucionar lo de nuestros collares.

Que excitante, por fin voy a llevar mi collar metálico auténtico de esclavo, y grilletes sin mecanismos que me permitan quitármelos. Somos conducidos a la entrada de la herrería, una habitación bien amplia con una mesa y un par de sillas, y sale un hombre prácticamente desnudo con un delantal de cuero. En francés se entienden y vuelve con unas cizallas que usa para rompernos las cadenas de la cintura. No se preocupa por cierres ni candados. Solo servía para diferenciarnos de algún bañista incauto. Nos va pasando uno a uno a la herrería y mientras esperamos podemos oír los golpes del martillo y algún gemido. Me toca a mí y me conduce sentándome en una pequeña banqueta de espaldas a un yunque, me cierra un collar metálico, un aro numerado del grosor de un dedo que cierra introduciendo un pequeño trozo de metal y en dos sonoros golpes de martillo en el yunque lo aplasta impidiendo que pueda volver a salir a mi espalda. Ya está , ahora soy legalmente un esclavo. Mi ama anota algo en la carpeta y paso a qué me cierren unos grilletes igualmente metálicos en mis muñecas y tobillos, igualmente remachados, aprovecha para unirme los tobillos con una cadena, que curiosamente no lleva candados ni nada parecido, solo con unos pequeños mosquetones que hacen igualmente difícil y si no imposible poder quitármela con mis manos engrilletadas a la espalda, con una simple anilla, que lejos del alcance de mis dedos me resulta imposible quirarme. Tirando de mi collar con una cadena me pasan a la habitación de al lado donde uno a uno nos van uniendo collar con collar, para formar una cadena de cautivos, todos con el culo pegado a la pared, la mirada al suelo ya que hemos aprendido que no hay que mirar a los ojos de nuestros amos, indefensos y sumisos esperando que nos usen.

Ya estamos todos, y haciendo estallar el intimidante látigo nuevamente nos hacen caminar por las calles polvorientas arrastrando las cadenas de nuestros tobillos por el suelo. No podemos disimular el sonido metálico que va a llamando a la atención de los turistas que nos encuentran a su paso. Nos hacen fotos divertidos y excitados, pero nadie se atreve a tocarnos, no se qué aspecto puedo tener pero siento una profunda vergüenza y soy consciente de lo sucio que estoy y solo acabo de llegar a la isla. Nuestra dueña va delante, tirando con una cadena del collar de la primera esclava, el resto nos vamos tirando los unos de los otros, siguiendo obedientes el ritmo que nos marcan

Llegamos a un edificio de grandes puertas negras con un cartel enorme en la parte superior de estas, la Maison des esclaves, la casa de los esclavos, donde pasamos y al cerrarse el portón con un ruido sordo nos sentimos encerrados, sin escapatoria, haciéndonos esperar en la entrada. Un portal enorme, argollas de metal en las paredes, preparadas para retener animales, y donde nuestra ama sujeta nuestra cadena. Así. parados, todos todavía en fila, con nuestras manos engrilletadas a la espalda, esperando, la esclava que tengo delante aprovecha ya que tiene sus manos a escasos centímetros, para divertirse tocándome la polla y los huevos. Al mismo tiempo yo aprovecho para tocarle el coño a la chica que tengo detrás, primero acariciando para después buscar su clitoris, provocando entre una y otra que mi polla se ponga tremendamente dura. Ahora la esclava que tengo delante trata de meterse mi polla entre su culo levantado un poco a ver si mi glande puede llegar a los labios de su coñito. No somos los únicos, por lo que parece poco a poco todos hemos pensado lo mismo. Aparece de nuevo el ama, Al anunciarnos que vamos a estar un par de días o tres prisioneros en la mansión de los esclavos, donde nos empezarán a preparar y a entrenar. Durante siglos todos los esclavos comenzaban su cautiverio entre estas paredes siendo torturados para someterlos a su nueva condición, y nosotros no vamos a ser menos.

Sin más se va por la misma puerta que hemos entrado, no sabemos a donde, con su carpeta bajo el brazo, sin dar más explicación, tal vez a trabajar con otros lotes de esclavos, tal vez a llevar nuestra documentación a la casa del gobernador para hacer oficial el contrato de propiedad con nuestros números de identidad marcados en los collares, tal vez.. ¡¡SCHLAHSS¡¡ un certero latigazo en las tetas de la esclava que inicia la cadena le hace sacudirse y gemir, tratando de protegerse del siguiente girando indefensa su desnudo cuerpo con las manos engrilletadas a la espalda como el resto. No nos hemos dado cuenta pero con el ama había venido una negra, con cara de enfadada crueldad, marcas en su cuerpo de escarificaciones, pelo recogido entre rastas y grumos de barro y un trapo largo, tosco y ocre, artesanal, anudado a la cintura que deja ver que no lleva ropa interior, tetas caídas y sencillas sandalias del mismo cuero del látigo que tiene en la mano. Completamente tribal deja ver que no quiere nada occidental, tiene el aspecto que esperarías de una pastora de cabras del cercano desierto. Con gesto duro, cabreada, casi nos ladra en francés macarrónico el asco que le damos, mezclando palabras con su propio idioma coge el coño de una de las esclavas y le abre los labios para dejar ver su clitoris, asustada le abre las piernas para poder tocarla mejor y la negra le responde pellizcándoselo dolorosamente y escupiéndole en la cara al tiempo que le llama “truie”. Se aparta el trapo anudado a la cintura enseñándole su coño, le tira del collar para que se acerque más, casi para olerlo, para enseñarle que a ella le cortaron el clitoris dejándole una fea cicatriz, “Je suis une vraie femme, tu n'es qu'un animal en chaleur”. Medio entiendes y medio imaginas que sus antepasados fueron usados como esclavos, incluso ella misma lo puede haber sido, y ahora descarga todo su odio en “personne blanche”, le da un latigazo en la cadera a la segunda esclava y se trata de proteger contoneándose, le da un segundo latigazo para que se mueva, todos os movéis para ser obedientes amaestrados. A ti te da un latigazo en el culo que te hace agitarte de dolor sacudiendo tu polla y testiculos. Duele, es el primer latigazo real que sientes en tu cuerpo y duele como un fino mordisco. Te queda el escozor en la piel cuando te deslumbra el sol del patio interior a donde os empuja. Un grupo de esclavos tirando y empujando un enorme bloque de bloque de piedra a latigazos, una esclava crucificada en X entre dos postes, dos esclavas encadenadas a un abrevadero inclinadas enseñando sus partes más íntimas por detrás... nadie sabría distinguir entre esclavos condenados y simples turistas, tampoco nadie va a distinguirte a ti.


Licencia de Creative Commons

La isla de Goree (II) es un relato escrito por Corocota publicado el 07-04-2023 19:01:51 y bajo licencia de Creative Commons.

Ver todos los relatos de Corocota

 

 

3 No me gusta0
PARTICIPA!! Escribe tu opinión

MÁS RELATOS

 Con mi perra el día de Reyes Magos
 Escrito por Pandora

 Historia de una lectora 1
 Escrito por joaquín

 El secreto de Naima (II)
 Escrito por Arwen perra de Nazgul

 Historia de una sumisa 1
 Escrito por joaquín



   ACCESO USUARIOS

   
   
   
   BÚSQUEDA AVANZADA