Con mi perra el día de Reyes Magos
Escrito por Pandora
Las vacaciones con mi Amo estaban siendo una delicia, no pensé jamás que podría llegar a ser tan feliz como ahora, pues en estos días además de hacer algunas cosas como pareja vainilla, también habíamos podido disfrutar mucho el uno del otro, pues habíamos podido hacer varias sesiones.
Estaba en el salón desnuda sobre el sofá, viendo tranquilamente la televisión el día cinco por la noche, pues todavía quedaba tiempo hasta que me entrara sueño. Recuerdo que mi Amo tenía cosas en el trabajo que no podía aludir, pero sin embargo, yo me sentía bien perra y cachonda, deseosa de que viniera y me usara como el macho que es, como mi macho.
Estando ya algo somnolienta, pasó mi Amo a la cocina a por una cocacola, y al volver a su zona de trabajo me vio plácidamente dormida sobre el sofá, completamente desnuda, con los pezones duros y el coño brillante, pues había sido una perra traviesa y me había estado masturbando poco antes.
Mi Amo se acercó a mí y sin hacer demasiado ruido, se sacó la polla de los pantalones de chándal y abriéndome la boca lentamente, me introdujo su polla de un empujón. No tenía un sueño profundo, por lo que me desperté enseguida, y aunque me costó saber que estaba pasando, poco a poco el sabor que tenía en mi boca me indicaba que tenía que hacer.
Chupaba la punta, haciendo círculos con la lengua en ella, y cada vez que la sacaba, la raspaba suavemente con mis dientes para darle aun más placer. Veía como mi Amo echaba la cabeza para atrás, lo cual hacía que me pusiera más cachonda y que continuara con más ahínco, por lo que me metí la polla hasta el fondo de la garganta, y apretando los labios, conseguí que mi Amo sintiera aún más la mamada.
No quería que acabara tan pronto, quería que me follara como la puta perra que soy, en celo todo el día, siempre dispuesta para él y sus deseos. Mientras no paraba de mover su polla en mi boca, le miré para rogarle con los ojos que me follara, pues a estas alturas de nuestra conexión, casi siempre con una simple mirada, ya sabíamos lo que necesitaba o quería el otro.
Me entendió, pero continuó un poco más la mamada, ya que ahora me cogió del pelo y él fue quien marcó el ritmo, follándome la boca intensamente, sin miramientos, y viendo en el espejo que reflejaba mi culo, como estaba el coño de encharcado. Al final sacó su polla de mi boca, me hizo girar y me la metió de una estocada en el coño. ¡Joder sí! Eso sí era que te follaran con fuerza, pues una vez que estaba dentro no paraba de embestirme con mucha fuerza una y otra vez.
Se corrió abundantemente dentro de mí, rellenando por completo mi coño deseoso de semen, pero fue a por un bote de la cocina vacío, que sentándome sobre él, me obligó a expulsar en ese recipiente todo lo que había descargado en mi interior. Metía mis dedos para poder sacarlo, bombearlo y que cayese sobre el bote.
Una vez que acabé, cogió el bote y con la tapa tapando el bote, se lo llevó de nuevo a la cocina, al volver, simplemente me acarició del pelo, y cogiendo la correa para tirar de ella, me dio un beso apasionado en los labios, de esos que dejan sin respiración a cualquiera.
Perra es hora de dormir, que sólo las perras buenas reciben regalos de los Reyes Magos.
(Poniendo cara de pena) Pero Amo, yo me quiero quedar más tiempo contigo, por favor..
Ya me has oído lo que te he dicho, ahora nos vamos a dormir.
Tirando de la correa, me llevó hasta la habitación a cuatro patas, donde me preparé para ir a la cama. Es verdad que quería saber lo que mi Amo me regalaría, y eso me mantenía los nervios a flor de piel, pero por otro lado, sabía que me encantaría, y que como una perra buena debía irme a la cama.
Me metí en la cama y no tardé más que unos pocos segundos para quedarme dormida, mientras veía como mi Amo se preparaba para ir a la cama. Al día siguiente mi Amo me despertó con un beso dulce y tierno, pues sabía que yo también necesitaba eso, sobre todo si queríamos tener un buen amanecer.
Buenos días perra, ¿qué tal has dormido?
Muy bien Amo, ¿y tú?
Muy bien también, mi perrita estaba encantadora. ¿Quieres ir a ver tus regalos?
Se me dibujó tal sonrisa en la cara, que mi Amo no pudo contener una carcajada sincera de risa, pues le encantaba lo infantil que a veces podía ser, sobre todo con el tema de los Reyes Magos. Le di un beso casto en los labios, y rápidamente me levanté para ir corriendo al salón para ver los regalos.
Llegamos al salón, y mis zapatos estaban llenos de regalos, iluminando mi cara llena de ilusión por descubrir que contenían aquellos paquetes. Mi Amo se sorprendió de tener también regalos, por lo que se acercó despacio, y aunque quizás él no lo quiera reconocer, sé que le encantó ver de nuevo sus zapatos llenos de regalos.
Empezó él abriendo los regalos, entre los cuales había un móvil nuevo (el suyo daba problemas), unas ropas de abrigo, y una pulsera que tenía una llave, que abría otra pulsera que estaba en mi muñeca y en la que estaba grabado su nombre y su pertenencia.
Cuando acabó con sus regalos, yo no me pude aguantar más las ganas de destrozar todos aquellos papeles que envolvían los regalos. Cogí un paquete y al abrirlo me di cuenta de que eran unas pinzas para los pezones, las cuales mi Amo me puso en cada uno de ellos, estimulandolos a través de un dolor placentero.
El siguiente fue una mordaza que dejaba abierta mi boca para su uso, pero que podía convertirse en una que cerraba la entrada. Mientras la colocaba, abrí otro regalo que era un dildo con una ventosa, por lo que sin tener que ordenarlo, la coloqué pegada al suelo, y me la metí en mi encharcado coño.
Por último encontré unos succionadores de pezones pequeñitos, los cuales no me pude poner porque tenía las pinzas, así que los guardé para después. Mi Amo trajo nuestro desayuno, en el cual estaba la leche que saqué ayer de mi coño, para beberla como otro regalo más del día.
¡Dios perra! Ya no me aguanto más ¡voy a follarte!
Asentí con la cabeza, puesto que llevaba la mordaza en la boca. Una vez que llegamos al cuarto, pude ver que tenía la polla bien dura, cosa que me fascinaba en mi Amo. Agarró mi cabeza por el pelo, hizo que le mirase, y él me escupió dentro de la boca. Volvió a bajar mi cabeza, y golpeó su polla contra todas las zonas de mi cara, una y otra vez, me hacía sacar la lengua, y la golpeaba y frotaba varias veces contra su polla.
¿Quieres chupar eh puta? ¿Crees que has sido una buena perra y que te lo mereces? (asentí como pude).
Bueno, si tú crees que has sido lo suficientemente guarra, puta, cerda, etc., entonces te la daré.
Me metió la polla bien al fondo, y la estuvo aguantando ahí largo rato, hasta que mis arcadas llegaron, y entonces me dejó respirar. Estuvo controlando mi cabeza todo el tiempo, a veces más lento, otras más rápido, etc. Sabía que comerle la polla me ponía cachonda, literal, por lo que al bajar mi mano hacia el coño, me vio y paró la mamada.
¿Cuántas veces te he dicho que no puedes tocarte sin mi permiso, perra?
Mmmmm.
Bien, pues por haberlo hecho, te corresponden 30 palazos en el culo, así que vete al potro a colocarte.
No me sentía cómoda cuando mi Amo me castigaba, pero me puse en el potro, y esperé pacientemente hasta que mi Amo llegara. Sentí su mano acariciando mis nalgas, y pronto empezaron a llegar los palazos en mi culo, dejándolo rojo oscuro.
Volvió a meter su polla en mi boca por unos minutos, en los que él volvía a controlar la mamada. Al acabarse sus ganas de mi boca, se puso detrás de mí, y tras meter de nuevo el dildo en el coño, penetró mi culo, hasta hacerlo completamente suyo.
Notaba como me llenaba por dentro, como rozaba todas las paredes internas, dándome un placer indescriptible. Una y otra vez, eran sus embestidas, fuertes y certeras, pues me estaba costando no correrme, pues a la vez que me follaba, me tira de la cadena de los pezones, dejándolos aún más tensos, dando un mayor dolor, pero también placer.
Después de ese tirón, pocos son los segundos, que tras pedirle permiso a mi Amo, me corro como la perra que soy, mojando a mi Amo con mi corrida. Noté como él también se venía dentro de mi culo, y cayó sobre mi cuerpo.
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