VENGANZA AL VIOLADOR. FEMDOM. HELENA Y CARMEN. CAP 2
Escrito por sumisso
El tiempo se detuvo en aquel frio sótano. Llevaba varias horas encerrado en el sótano, cada hora que transcurría era una eternidad. Al principio intenté escapar, traté de liberarme de las esposas metálicas que mordían mis manos a la espalda, pero era imposible deshacerme de ellas. Estaban demasiado apretadas, deseaba liberarme de ellas por la dureza con que apretaban mis manos, me hacían daño, pero era inviable romper el metal. Traté de arrastrarme hasta la puerta pero la cadena gruesa que rodeaba mi cuello por el collar de animal me impedía desplazarme poco más de un metro. Aunque hubiese conseguido liberarme de la cadena la puerta estaba cerrada con llave y hubiese sido un nuevo problema. Los pies estaban atados y apenas tenía movilidad, solo podía zigzaguear en el suelo.
Mi última opción fue pedir ayuda, quizás alguien me escuchase en el exterior y me ayudaba, pero se habían asegurado mis captoras de una forma muy eficaz que no pudiese articular sonido alguno de mi boca. Las bragas de la Abuela de Carolina estaban introducidas hasta el fondo de mi garganta y eran una talla grande que rellenaba mi boca por completo. Degustaba el sabor sucio de orines y restos de su ano en mi boca. No podía emitir palabra alguna y la cinta americana estaba muy apretada alrededor de mi cabeza y boca para no poder escupir la mordaza.
Mi cuerpo de cintura para abajo estaba completamente dolorido. Tenía el culo ardiendo como un volcán. Sus finas varas de caña eran muy severas, producían un dolor fuerte en la piel que te dejaba marcado y a cada nuevo azote aumentaba el dolor y producían una sensación de quemazón que no desparecía. Mi culo y muslos estaban completamente magullados llenos de marcas de vara.
Transcurría el tiempo y aumentaban las horas y nadie regresaba al sótano. Pensé que quizás me habían abandonado dentro del lúgubre sótano. Una hora… dos horas… tres horas…. Hasta que por fin se abrió de nuevo la puerta. Sentí alivio al observar como regresaban mis captoras, pero este alivio se convirtió en miedo al observar como entraban en el sótano agarrando sus guantes de goma en sus manos y dirigiéndose hacia mí. Comenzaron a enfundarse sus largos guantes de goma en sus manos y brazos a mi lado, mientras intentaba suplicar que me liberasen. No podía suplicar solo observar indefenso como se ajustaban sus guantes de goma y dirigían de nuevo su palabra hacia mí:
- ¿Te gusta abusar de las mujeres verdad ?... Ahora vas a comprobar lo que se siente. – Ambas mujeres se dirigieron hacia un lado del sótano y agarraron una bolsa negra con varios objetos en su interior. Fue Helena quien se había encargado de comprar los objetos que había en su interior en una tienda erótica. Metió la mano en la bolsa y sacó unas pinzas metálicas con forma de trébol. Ambas pinzas estaban unidas por una fina cadena. Agarró una pinza metálica entre su guante y la abrió con su dedo presionando. El muelle de la pinza se notaba duro. Aquellas pinzas se anclaban duramente donde se colocaran. Se acercó hasta mí, se inclinó y colocó una pinza en uno de mis pezones y la otra pinza del otro extremo de la cadena en el otro pezón. Sentí como mordían los muelles mis pezones, pero no fue nada comparado cuando la señora me advirtió lo que podría ocurrir.
- Me advirtieron en la tienda que tuviese cuidado con las pinzas…. Esta palanca se baja y aprisiona la pinza al cuerpo de tal manera que cuanto más se presione la palanca más apretada quedará. Me advirtieron si bajo la palanca hasta el final pueden ser muy dolorosas - Noté como la señora bajó la minúscula palanca anclada a la pinza hasta el final y las pinzas se apretaron a mis pezones de una forma muy fuerte, mordían mi piel con gran intensidad, era la mordedura de una serpiente. Hubiese gritado de dolor si no hubiese estado amordazado. Mi mordaza retuvo mi grito.
- Por tu rostro observo que son bastante dolorosas…. Acostúmbrate a ellas porque no te las voy a aflojar. – Helena se levantó del suelo y me dejó con el dolor de mis pinzas.
Era el turno de la abuela de Carolina, la señora Carmen. Sacó un pequeño cepo de madera. Desconocía su utilidad pero pronto lo comprendí cuando empezó a atenazar mis testículos dentro del cepo. Girando una rosca ,el cepo aprisionaba más y más mis huevos. Deseaba suplicar que no girase más la rosca, cada vez apretaba más. Observé inmóvil y en silencio como continuaba apretando cada vez más el cepo a mis testículos. Temí por mis huevos, creí que iban a reventar pero finalmente se detuvo dejándolos aprisionados provocando un gran dolor.
La señora Helena sacó dos nuevos objetos, de mayor tamaño. Levanté la mirada y observé que eran dos arneses con un pene de goma y varias cintas para colocar en la cintura. Se quitaron sus vestidos quedando semidesnudas a excepción de los guantes, botas y unas medias negras que portaba la madre de Carolina en sus piernas. Una cinta de cuero rodeaba la cintura de las mujeres y otra cinta pasaba por su entrepierna para sujetar el arnés firmemente a su cuerpo. Terminaron de apretar las cintas a su cuerpo dejando bien ajustado el arnés a su cintura.
- Vamos a follar tu culo una y otra vez… tal como te gusta hacerlo a ti…. Comprobaras que no es tan divertido. - La señora Helena fue la primera en inclinarse ante mí. Me colocó de rodillas y pegó su cuerpo al mío por detrás. Untó el pene de goma con lubricante y comenzó a acercarlo a mi ano. Pegó su cuerpo al mío por completo y empezó a introducir su pene de goma anclado a la cintura a mi ano. El pene de goma entraba poco a poco, el dolor aumentaba más y más hasta que forzó con una gran envestida para que entrará por completo. Literalmente vi las estrellas y el universo entero, debido al dolor que me produjo su envestida para introducir su pene hasta el fondo de mi culo. Agarró con una mano la cadena que sujetaba las pinzas ancladas a mis pezones y tiró de ellas aumentando mi dolor mientras empezó a sacar de nuevo e introducir el pene dentro de mí. El dolor era por partida doble, las pinzas me producían un daño terrible mientras tiraba de la fina cadena que las unía con su mano enguantada y a la vez me penetraba una y otra vez con su arnés.
La Abuela de Carolina se destornillaba de risa observando la situación frente a mí. Agarró el teléfono móvil y comenzó de nuevo a grabarme con él mientras se burlaban de mi.
- Ahora no eres tan chulo ¿verdad? … - Me humillaban ambas mujeres mientras Helena continuaba penetrándome. Pasados unos veinte minutos la madre de Carolina estaba agotada del esfuerzo. Cedió su lugar a la señora Carmen. La abuela de Carolina acercó su cuerpo al mío e introdujo su pene duramente dentro de mi ano. Empezó a cabalgar sobre mí duramente una y otra vez. El dolor era intenso y deseaba suplicar y pedir perdón pero amordazado no podía hacerlo. La señora se detuvo, pensé que todo había terminado, pero no era así, iba a empeorar.
- A partir de ahora este es el único placer que van a sentir tus huevos – Desconocía a que se refería, hasta que noté su mano enguantada agarrando el cepo de mis testículos y lo presionó entre la palma de su guante. Al apretar el cepo entre su mano y apretujarlo el dolor aumento terriblemente, mis huevo sintieron una presión brutal. Agarrando el cepo continuó penetrándome con pene de goma una y otra vez más. El dolor era cada vez más intenso.
Ambas señoras se cedieron de nuevo el turno. Me penetraron durante mucho tiempo. Aquel suplicio no terminaba nunca, cuando una mujer quedaba agotada cedía el turno. Dejaron mi culo completamente dolorido y abierto. Se acercaron con el teléfono móvil y lo acercaron a mi rostro para grabar mi cara de tormento.
- A partir de ahora es lo que te espera…. Te follaremos el culo cuando nos plazca…. Vas a ser una puta con el culo muy abierto … te aseguro que se te van a quitar las ganas de volver a abusar de alguna mujer - Me recriminó la madre de Carolina.
Terminé con el ano completamente abierto, escocido y dolorido. Me penetraron de forma interminable cediendo el turno varias veces entre ellas. Terminé con el culo completamente abierto. Decidieron que por el momento era suficiente. Pretendían de nuevo marcharse y dejarme allí encerrado hasta su nuevo regreso. Antes de hacerlo la abuela de Clara agarró de una bolsa un pañal de bebe pero para adultos. Se dirigió hacia mi sonriendo mientras sujetaba el pañal entre su mano enguantada.
- No queremos que ensucies nuestro sótano con tu orina ….. pero una advertencia….. si cuando regresemos el pañal esta mojado tendremos que castigarte…. Agarraremos de nuevo las cañas de abedul y tendremos que azotarte por tu desobediencia…. – Helena empezó a reírse a carcajadas mientras escuchaba la ocurrencia de su madre. Me colocaron el pañal a mi cuerpo y lo cerraron para que no pudiese despojarme de él.
Helena se inclinó hacia mí, me agarró por el pelo entre su guante de goma y dirigió su voz hacia mí pegando su rostro al mío.
- Ya has oído a la señora Carmen…. Si ensucias tu pañal tendremos que castigarte como te mereces….. te prometo que romperé la vara de madera en tu culo para que aprendas la lección.- Ambas señoras se marcharon riéndose hacia la puerta de salida. Tiraron del extremo de sus guantes para despojarse de ellos y abrieron la puerta para salir. Helena se giró y me indicó una última advertencia, más bien una promesa.
- Tu próximo castigo no te va a gustar nada…. ¡¡tenemos una grata sorpresa para ti¡¡ …. Vas a ser nuestro comemierdas….- Desconocía a que se referían, pero pronto lo averiguaría.
Deseaba suplicarlas me quitasen el cepo y las pinzas de metal, no deseaba me dejasen allí con el tormento que producían, pero no podía solicitarlo con mi mordaza. No tenían ninguna intención de quitarme las pinzas y el cepo, iban a dejarme allí soportando el dolor que producían hasta su nuevo regreso. Escuché como cerraron la puerta con llave desde el exterior.
Continuará…. III parte ya publicada en esta web.
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