De chica a esclava 3
Escrito por Pandora

Un silencio sepulcral se cernía sobre la sala, sólo se podía oír las distintas respiraciones de los que allí estábamos, y en mi interior no daba crédito a las palabras que habían sido pronunciadas por mi propia madre.
¡Ella asesinó a mi padre!, acababa de reconocérselo a aquel hombre que ya lo sabía, pero sobre todo, ¡me lo había confesado a mí!, su propia hija. ¿Por qué? ¿Por qué lo había matado? ¡NO ENTIENDO NADA!

No sabía quién era aquel hombre que me había secuestrado, me retenía contra mi voluntad y me violaba a placer. Podía sentir la mirada de mi madre intentando encontrarse con la mía, para mostrarme su arrepentimiento, su dolor, pero era incapaz de dirigirle la mirada, estaba dolida, no quería volver a saber de ella. Dentro de mí sentía que aquel hombre había ganado, me había destrozado por dentro y por fuera, y me había separado completamente de la única familia que me quedaba.


Deja que se lo explique yo por favor, concédeme ese último favor. –Él se limitó a asentir con la cabeza y mi madre prosiguió.- Tu padre tenía un hermano gemelo, que provenían de una gran familia de mafiosos con mucho poder. Era la mano derecha de tu abuelo, y en principio era él quien debía heredar el mando, con su hermano gemelo como mano derecha. Un día tu padre y yo nos conocimos en un pequeño lugar, donde comenzamos a vernos a escondidas de su familia, y más tarde, cuando su familia lo supo, salimos hasta el día en que nos casamos. Tu padre viajaba mucho por causa del trabajo, pero un día nos enteramos de que tú venías al mundo, así que quisimos cambiar todo, y empezar de cero.

–Se quedó pensando-.
-Continua mujer, que la historia no tiene desperdicio. –Comenzó a reírse ampliamente.-
-Ahí tu tío nos ayudó mucho, él se encargó del negocio y nosotros nos dedicamos a criarte y cuidarte. –

Se le resbalaban algunas lágrimas- Cuando eras algo mayor, tu tío vino a casa a cuidarte para que nosotros pudiéramos salir, y cuando volvimos te oímos gritar. Al abrir la puerta, nos lo encontramos encima de ti intentándote violar, y nos dimos cuenta de que no estaba bien. Intentamos huir, pero no nos lo permitió. Un día, me llamó al móvil y me dijo que si tu padre no moría, unos delincuentes vendrían a por ti, y te llevarían para siempre, y el simple hecho de que te apartaran de mi lado, me rompía el corazón, así que una noche lo envenené.

-Nunca os perseguía nadie, eras muy ingenua y te lo creíste. Mi hermano era el único capaz de separarme de ella, y de volver a toda la familia contra mí, por lo que tenía que quitarle del medio.

–Se le notaba divertido- Prepárala.

Quien me tenía sujeta la cabeza, me desató de la silla, y llevándome a la fuerza hasta un potro, me dejó atada él, y lentamente vi cómo se acercaba quien ahora sabía que era mi tío. Se colocó detrás de mí, no sabía lo que iba a hacerme, pero por la cara de miedo y susto de mi madre, podía adivinarlo. Oí que desabrochaba el cinturón, abría su bragueta, y sin tardar mucho, sentí como me penetraba violentamente en el coño.

Me dolía, aquella vez estaba siendo más bruto que de costumbre, una y otra vez sentía sus embestidas, mientras se reía al profanar mi cuerpo delante de mi propia madre, la cual no paraba de llorar y retorcerse en la silla, mientras yo cría que perdía el conocimiento por el dolor. En ese momento, un cubo de agua fría, hizo que volviera en mí, y para mayor satisfacción suya, me agarró del pelo para que mi madre viera mi cara.

Mientras me follaba y tiraba del pelo, con la otra mano, no podía evitar azotarme el culo con violencia, haciendo que de mi garganta salieran gritos de dolor, que sólo provocaban que mi madre llorara más. Después de un rato, tiempo que a mí se me hizo eterno, con un par de estocadas intensas, se corrió dentro de mí, llenándome de grandes cantidades de semen.

-Mi perrita, es hora de que descansemos, seguro que mañana ya te encuentras mejor. Ya verás lo guapa que estarás cuando tengas a mi hijo, y esas tetas estén llenas de leche para amamantarnos. –Masajeaba mis tetas-.
-Eres un perturbado, ¡jamás tendré a tus hijos! –No le escupí por miedo a un castigo mayor que el de la última vez-.


-Tranquila, aprenderás a amarme, aunque sea a la fuerza. –Metió su polla dentro de mí-.

Se colocó bien a dentro, y nos ató las caderas juntas, para que no me pudiera separar de él en toda la noche. Me daba asco aquel hombre, encima resultaba ser mi tío. ¿Qué habrá hecho con mi madre? ¿Por qué tiene que pasarme esto? Intentando aclarar mi cabeza, caí pronto rendida en los brazos de Morfeo.

Mientras tanto…

En los sótanos de la casa, aunque podían considerarse las mazmorras de un castillo, mi madre se encontraba desnuda, ante un grupo de hombres deseosos de follarse a una mujer, hacía tiempo que no lo hacían. La ataron a un potro, la pinzaron los pezones, y la pusieron una mordaza de aro, para que no pudiera cerrar la boca, no podían dejar que se negara a mamar todas sus pollas hinchadas. Uno de ellos, se colocó directamente en su boca, follándosela con fuerza, y sujetando la cabeza con sus manos, otro enganchó la cadena de las pinzas de los pezones a un gancho para que quedaran bien tirantes, y con un flogger, azotó su espalda durante mucho tiempo.

No querían perder tiempo, así que el que estaba en su boca se pasó a follarla, y el siguiente entró en su boca mientras el otro par de hombres restantes, se masturbaban mirando la escena. Iban cambiando unos con otros, no querían perder la oportunidad de follársela bien. Uno de ellos, sin querer perder oportunidad, teniendo ganas de mear, la meó por todo el cuerpo, y el resto, siguieron su ejemplo, incluso el que estaba con la polla enterrada en su garganta, meó ahí mismo, ignorando las arcadas de mi madre.

Después de no se sabe cuánto tiempo, mi madre había perdido el conocimiento, por lo que aquellos hombre se corrieron dentro de ella uno detrás de otro. Al acabar, la desataron y la quitaron todo. Un par de ellos la cogieron, y saliendo de la casa, fueron andando hasta el acantilado, por el cual arrojaron su cuerpo al mar.

Al recuperar un poco la conciencia, mi madre intentó ver a aquel hombre con la luz de la luna, pero apenas podía distinguir nada.

-¿Quién eres? ¿Por qué me has salvado? –Tosió un poco más.


No recibió respuesta alguna de aquel hombre, simplemente por el agotamiento, cayó rendida en un sueño profundo, y esperemos que reparador. Continuará…