AVENTURAS Y DESVENTURAS DE V (V)
Escrito por Lena
DEFINITIVAMENTE SUYA
A Ricardo le sorprendió y le asustó la actitud de su madre frente a aquella mujer que se había presentado en su casa, anunciándose como la tía de Roberto cuando él le abrió la puerta. Su mirada baja, su hablar inseguro. No, no era su madre, no era la madre que siempre había conocido.
- ¿Siempre vistes así en tu casa? ¿Con este kimono y sin nada debajo? Bueno, supongo que bragas sí llevarás.
- Sí, señora, es por estar cómoda.
- Bueno, tú sabrás, pero teniendo un hijo de la edad del tuyo, en fin, es cosa tuya.
He venido para entregarte algo de parte de Roberto, pero creo que deberíamos buscar un sitio con más intimidad que este salón.
La curiosidad hizo que pegara su oreja en la puerta de la habitación de su madre, donde se habían encerrado las dos. Atentamente, siguió aquella conversación, que no pudo evitar que le asustara y a la vez le excitara.
- ¿Sabes lo que es esto?
- Sí, señora. Un plug.
- Vaya, te creía más ignorante. Roberto quiere que lo lleves hasta el sábado por la tarde en que te estará esperando en mi casa. Quiere que te lo pongas cuando llegues a casa, después de salir de la escuela y que lo lleves día y noche, hasta el día siguiente, solo te lo quitarás para hacer tus necesidades.
Ya le puedes estar agradecida, se ve que te aprecia, a las otras no nos preparó. Hubieses visto como guitaba Montse y ahora está totalmente viciada a ello, como todas nosotras.
Aquí tienes un paquete de condones para que los pongas en el plug, así siempre lo tendrás limpio.
Supongo que al principio te va a molestar, pero luego irás todo el día salida. Tienes su permiso para tocarte, pero ni se te ocurra buscar algún hombre para calmar tus ardores.
- Pero, señora… El sábado… El sábado me va a …
A encular. Sí, claro, una puta tiene que tener todos sus agujeros disponibles.
- En..Entiendo… ¿A Andrea tampoco la preparo?
- Andrea es aparte, Andrea es su novia, no le hace estas cosas a menos que algún día se lo pida, para esto ya nos tiene a nosotras.
- Te lo debes poner ya. Venga, ya te lo pongo yo, debo estar segura de que te dejo con el puesto. Bájate las bragas e inclínate.
- Ya… Ya lo hago yo, señora…
- Así me gusta. La semana próxima tendrás que venir cada día a mi casa.
Señora… ¿Me va a doler mucho?
- Menos que a nosotras. Con tres o cuatro veces que te dé ya no te dolerá, luego suplicarás por ello.
Se hicieron unos minutos de silencio. Ricardo imaginaba a su madre poniéndose aquello delante de la tía de Roberto y no pudo evitar una erección.
- Señora… Señora…
- ¿Qué te pasa zorra? ¿No te gusta que te toque?
- Sí..Sí..
- Lástima que Roberto me esté esperando en casa, si no jugaría un poco contigo.
Le dio tiempo a ir hasta el salón y sentarse en el sofá antes de que aquella mujer saliera de la habitación.
No fue hasta la hora de cenar, cando ella, sentada en la mesa, se removía en su silla.
- ¿Qué te ocurre mamá? ¿Por qué no te estás quieta?
- Nada. No me ocurre nada.
- ¿Cómo qué nada? Lo he oído todo mamá. ¿No te das cuenta de lo que estás haciendo? ¿Te has vuelto loca?
- ¿Has estado escuchando?
- Sí, he estado escuchando, porque me tienes preocupado. Dejándote hacer estas cosas y justamente por Roberto. No te entiendo mamá. Tú lo odiabas ya ahora…
- Tiene que hacerlo… Y yo… Yo quiero que lo haga.
- ¿Pero te das cuenta de lo que dices? Nunca hubiese imaginado esto.
Fue en aquel momento que sonó su móvil “Llamada entrante de Roberto”
- Sí, Roberto, dime.
- Sí. Sí, lo llevo puesto.
- Sí…
- Gracias Roberto…
Quiere hablar contigo, hijo. Dice que pongas el manos libres para que yo lo oiga.
- ¿Conmigo?
- Sí, hijo.
- Hola Ricardo - Que recordase era la primera vez que le llamaba por su nombre - Quiero pedirte algo.
- Sí, dime Roberto.
- Quiero que controles a tu madre, estos días va a ir muy cachonda y no quiero que busque a ningún macho por ahí.
- Mi madre no hace estas cosas.
- Sé lo que me digo. ¿Vas a hacerme este favor o no?
- Sí,. Si…
- Así me gusta. Al final te nombraré mi secretario - Dijo entre risotadas. - Confío en ti. ¡Ah!, y otra cosa. ¿Sabes conducir?
Sí…
- Pues el sábado será mejor que la traigas tú hasta la casa de mi tía. No creo que esté en condiciones de conducir cundo termine con ella.
Aparcas abajo y la esperas. Será cuestión de una hora.
- Pero… ¿Qué vas a hacer con ella?
- ¿No te lo imaginas? Tranquilo, te la devolveré entera. Bueno, ahora sí que te dejo.
- ¿De verdad vas a controlarme? ¿Tú, mi hijo?
-Sí, mamá. Lo siento, pero no quiero que Roberto se enfade conmigo por tu culpa.
- Yo solo deseo ir con él.
- ¿Seguro? Recuerda que lo he oído todo. ¿Qué te hacía aquella mujer? Te estabas deshaciendo como un sucarillo.
- Me… Me estaba tocando…
- ¿Qué? ¿Tus pechos? No te das cuenta. Te estás convirtiendo en una….
- ¿En qué? Dilo. ¿Pero qué te has creído? - Le gritaba- Eres igual que tu padre, si fueseis la mitad de hombre que Roberto todo esto no habría ocurrido.
Sin embargo, se hundió. Sí, tenía razón. Se estaba convirtiendo en una sumisa, una sumisa viciosa, en nada, ya no era solo Roberto, aquella mujer, si supiese su hijo lo que había hecho con ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Ya no había vuelta atrás para ella.
Notó la mano de su hijo acariciando su brazo en un intento de consolarla.
- No. No me toques. ¿No ves cómo estoy?
- Sí. Sí, lo veo mamá. Solo quiero ayudarte.
- Tú, menos que nadie puede ayudarme. No sé qué me ocurre, solo sé que ya no puedo prescindir de ello.
- Mamá… Ya recogeré yo la mesa. Vale más que vayas a la cama y te desahogues… Llama a Roberto si quieres…
- Sí. Será mejor que vaya a mi cuarto…
Recogió la mesa y se fue a su habitación. Oyó los jadeos de su madre. Imaginaba lo que estaba haciendo, lo mismo que hizo el mientras miraba una foto de ella en la playa, haciendo toples. Mostrando sus hermosos pechos.
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- Mamá ¿Estás segura de lo que vas a hacer?
Nerviosa y temerosa, sentada al lado mientras su hijo conducía hacia aquella casa donde se convertiría definitivamente en la puta de Roberto, una de sus putas, muy por debajo de su tía y quizá de su madre, muy lejos de Andrea.
- Sí… Sí hijo. Lo necesito, no sabes cuanto lo necesito…
Era un barrio humilde, como humilde era aquel bloque de pisos, humilde y viejo.
Aparcó el automóvil y vio a su madre bajar de él, no sin antes besarle la mejilla, y dirigirse a aquel portal.
- Hola, Roberto te está esperando. ¿Aún lo llevas?
- Sí, señora.
- Desnúdate y quítatelo, ya no lo necesitarás más. Date prisa, no le hagas esperar.
Completamente desnuda le indicó, mientras la cogía por un brazo, que fuera con ella.
Allí estaba él, en aquel comedor, pequeño, triste y oscuro. Sentado en un sillón, girado en dirección a la puerta de entrada, desnudo, con su barriga de obeso, sus piernas abiertas, su pene completamente expuesto.
- ¿Puedo quedarme? Me gustaría ver el espectáculo.
- No. Vete, ve a tranquilizar a su hijo, que está esperando, abajo, en el coche.
- Pero…
- he dicho que te vayas. Ya disfrutarás de ella cuando esté bien abierta y viciada.
- Con Montse me dejaste…
- He dicho que te vayas.
- Y tú, zorra, acércate y arrodíllate. Quiero que me la pongas bien dura.
Acarició su barriga, la besó, antes de dirigir su cara hacia aquel miembro que empezaba a cobrar vida. Lo sintió hincharse y ponerse duro en su boca, ahora ya era capaz de tragarlo todo, gracias a las enseñanzas de Montse y así se lo demostró.
- Joder, aprendes rápido, así me gusta.
Le ordenó parar y vio como cogía un preservativo.
- Pónmelo. Tienes que aprender a hacerlo con la boca, como me hacen las otras.
- Sí… Aprenderé…
- Ya lo creo que lo harás, ahora pónmelo, que ya tengo ganas de abrirte el ano.
Le ordenó que se postrara en aquella alfombra llena de manchas, que se postrara y levantara bien sus nalgas.
Un par de palmadas le indicaron que pronto sería penetrada, enculada, convertida al fin en totalmente suya.
- ¡DIOS! ¡CÓMO DUELE!
- ¿Quieres que pare, puta? ¿Quieres que pare y te largas a tu pisito de pija?
- No, no, Sigue, sigue por favor.
Parecía que sus entrañas fueran a romperse. Unas lágrimas de dolor se deslizaban por sus mejillas. Se había maquillado y el rímel de sus ojos empezaba a ensuciar su cara. Sabía que era el precio a pagar para ser suya.
- Entonces no chilles como una cerda degollada, aquí hay un vecindario como en todas partes.
Te vas a acordar toda la vida de quién era la polla que por primera vez desvirgó tu culo. Ahora sí vas a ser mi puta,
El dolor era persistente, aunque remitía, cuando él eyaculó con un rugido grave siguieron unas carcajadas. Se apartó de ella para sentarse de nuevo en el sillón, con su cuerpo sudoroso.
Quedó tendida sobre la alfombra, sin fuerzas para levantarse.
- Ahora vístete y ve con tu hijo, que te está esperando.
- Por favor, Roberto, déjame estar un rato contigo. No sabes cuanto te quiero.
- ¡No me vengas con estas mierdas! Tú estás aquí para que te folle, no eres mi novia. Tu eres mi puta, una de mis putas y yo soy tu chulo. A ver si te das cuenta de una vez cuál es tu sitio ¿Te enteras o no?
- Sí…Sí, AMO.
- Otra mierda de las tuyas. No me llames AMO, ya hay suficientes amos en el mundo. Esto se lo dejas para mi tía. A ella si debieras decirle AMA, como buena fatxa es algo que le encanta,
Venga vístete ya y lárgate. Con esta cara que llevas aún conseguirás que se me vuelva a poner dura. Vete, te quiero aquí el lunes, toda la semana te quiero aquí.
- Deja que me arregle…
- No. Quiero que tu hijo te vea así.
- Pero…
- Hoy no das ni una. No quiero volver a oír esta palabra en tu boca.
- Perdona… Perdona…
- Venga, espabila.
MIENTRAS TANTO
- Hola ¿Me recuerdas?
Naturalmente que la recordaba, la recordaba y seguía sorprendiéndole aquella mujer, ya mayor, con sus cabellos grisáceos y aquel cuerpo aun escultura. Su mirada no se podía apartar de aquellos pezones, que se marcaban en aquel de punto, marrón, ajustado.
Recordaba como ante ella su madre bajaba la cara, como le temblaba la voz. Recordaba la conversación de ellas dos. Lo recordaba todo.
- Sí, claro que la recuerdo, señora.
- No me llames señora, por favor. Solo me llaman así las mujeres, a mí los hombres me llaman de todo menos señora. Pero si quieres puedes llamarme Dolores, mejor aún, Lola.
Roberto me ha dicho que venga a tranquilizarte y aquí estoy, obediente, ya me hubiese gustado quedarme a ver el espectáculo. Hubieses visto como chillaba Montse, la verdad es que me puso muy caliente.
- Pero mi madre…
- A tu madre no le va a pasar nada grave, Roberto sabe lo que se hace, además a ella la he preparado, pronto ya no le dolerá cuando se lo haga, es más, pronto estará suplicando por ello. Bueno, algo si le ocurrirá, se volverá más viciosa y dócil, mucho más dócil, hasta tú lo notarás.
A mí lo único que me jode es no poder estar allí como cuando lo hizo con Montse,
Seguro que a ti también te gustaría verlo. ¿Verdad?
- Yo… Yo no…
- Vamos, dime la verdad, a mí puedes decírmela, no se lo contaré a nadie y menos a ella, si no ya me dirás que es este bulto en tu bragueta ¿O solo es por mis tetas? No me vengas diciendo que nunca has pensado en ella como mujer, hasta te habrás tocado pensando
Ricardo se sonrojó visiblemente.
- Vamos, no seas tonto, es algo natural, estando lo buena que está y encima vistiendo como se viste para estar por casa.
- Bueno… sí… a veces... La verdad.
- Si hasta a mí me pone cachonda. Ahora mismo estoy húmeda imaginando lo que debe estar ocurriendo en mi piso. Además, aprende enseguida, si la hubieses visto comiéndome el coño. ¿A qué esto también te la pone dura? Imaginar su cara entre mis piernas. Mira como estoy solo de recordar aquello y de pensar en lo de ahora.
Con suavidad cogió su mano y la llevo, bajo su vestido, hasta sus mojadas bragas.
- Y tú. Lo mejor que podrías hacer es sacarla antes de manchar tus pantalones.
- Yo… Yo… Señora.
- Ya te he dicho que no me llames señora.
- Perdóname…
- Y no me pidas perdón. Pídeme lo que quieras menos perdón.
Una sonrisa acompañó su gesto, el gesto de su mano acercándose a sus hinchados pantalones.
- Trátame como él trata a tu madre…
. Yo…
- Se nota que solo has estado con jovencitas. Aprende a tratar a una mujer sumisa, como ella, como yo.
- Nunca he estado con nadie,
- ¿De verdad eres virgen? Con lo atractivo que eres. Imagina, imagina que soy ella…
- Aquí nos pueden ver.
- Tienes razón, baja del coche y sígueme.
Le llevó a aquel cuartucho, bajo la escalera, lleno de trastos viejos y bajo la iluminación de la insuficiente luz de una sucia bombilla. Lo había empujado con dulzura, en el único trozo de pared que quedaba libre y más o menos limpio.
Delante de un Ricardo asustadizo, se bajó el vestido hasta la cintura, mostrando unos sorprendentemente, dada su edad, duros.
Acarició su tórax.
- Hijo. ¿No te gustan las tetas de tu mamá?
- Sí… Sí… Mamá.
Los acariciaba, los sobaba, imaginando que eran los de su madre, los de su querida madre.
Lola empezó a suspirar como hacía Victoria cuando le tocaban aquella parte del cuerpo, en ella tan sensible.
La tía de Roberto empezó a desabrocharle el cinturón, y abriéndole la bragueta bajó sus pantalones.
- Mamá… Mamá… No es como la de Roberto…
- Ya lo sé, hijo, pero siempre preferiré la tuya, mi amor.
Pensó; soy la primera mujer que se lleva esta polla a su boca. Pobre criatura, se correrá enseguida.
- ¡Oh, mamá! ¡Oh!
Cogía su cabeza con una mano aún temblorosa cuando eyaculo y vio cómo ni una gota salía de semen salía de aquella boca. Se había tragado toda su leche. Su mamá se la había tragado toda.
- Corre, vámonos. Tu madre puede bajar en cualquier momento.
Así fue. Casi no tuvieron tiempo de arreglar su ropa, salir casi corriendo de allí y sentarse en el coche, como si nada hubiese ocurrido.
Salía del portal a pasos cortos, bajando con la cara manchada de rímel, con movimientos inseguros.
- ¿Quieres que te ayude a llegar al coche?
- No, no hace falta, AMA
- Vaya; veo que te ha enseñado como debes tratarme. ¿Vendrás el lunes?
- Sí, AMA. Toda la semana.
- Así me gusta. Sacaremos un buen rédito de ti.
Se sentó al lado de su hijo, no sin cierta dificultad. Aún le dolía y no solo el ano, sino todo su cuerpo, toda su alma. Sabía que nunca volvería ser la misma, que aquello era irreversible y ya, como su amiga Montse, solo temía el día en que fuese repudiada por él.
- ¡Mamá! ¿No te has visto la cara? Como te vea así, alguien del vecindario no sé lo que va a pensar de ti.
- ¿Esto es lo único que te preocupa? ¿Lo que pensarán los demás? Si me preguntan me inventaré cualquier excusa; el fallecimiento de una amiga o cualquier otra cosa por el estilo. Ahora llévame a casa que necesito descansar.
Fue entonces cuando Ricardo recibió aquel mensaje:
“Ya no hace falta que controles más a tu madre, ahora ya sabe a quién pertenece.
El lunes ya podrá venir sola.
Felicidades, mi tía me ha dicho que no eres maricón JAJAJAJA
A ver cuando me presentas a tu amiga”
- ¿Es de Roberto? Deja que lo lea.
No le dio tiempo ni siquiera a hacer un gesto de protesta que su madre ya le había arrancado el móvil de su mano.
- ¿Qué te ha hecho esta mujer? ¿Qué te ha hecho?
- Una mamada - Lo dijo casi con orgullo.
- Es una zorra, una mala persona y ni se te ocurra presentar a tu novia a Roberto.
- No es mi novia mamá, es mi amiga y va con otros chicos. Pero nunca iría con un tipo como Roberto.
- Lo mismo decía yo….
- Rosa no es como tú, mamá.
- Veremos…
Lo mismo había dicho Montse a ella: Veremos…
FIN DEL EPISODIO.
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