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FORCED FEEDING. ALIMENTACIÓN FORZADA. LA DESPIADADA TÍA ISABEL.
Escrito por sumisso

Force feeding, término inglés , traducido alimentación forzada, hace referencia a una práctica en bdsm poco habitual ,en donde la persona dominante controla la alimentación del esclavo – sumiso. Incluso puede humillarlo alimentándolo como crea oportuno. Es una técnica que me apasiona, creía que era un bicho raro pero descubrí que muchas más personas les gusta este tipo de alimentación. Quizás pueda ser por una regresión de edad mezclada con humillación. Puede realizarse a nivel sencillo e incluso bastante cruel como irán comprobando a lo largo del relato. Espero que les guste la historia. En mi caso adquirí el fetiche de forcé feeding y guantes gracias a mi despiadada tía Isabel.



En aquel entonces vivía junto a mi madre y mi tía. Helena era el nombre de mi madre e Isabel el nombre de mi tía. En mi familia parece que había una maldición, tanto mi padre como mi tío fallecieron a una edad temprana, eso provocó que mi madre y mi tía quedasen viudas y de ahí que compartiésemos hogar los tres. Vivíamos tranquilamente y estábamos bien organizados, cada uno tenía sus quehaceres diarios. Mi madre trabajaba en una fábrica y tenía interminables turnos rotativos, cada día tenía un turno diferente. Mi tía se ocupaba de la casa, limpiaba, cocinaba, lavaba…. Y yo me dedicaba a mis estudios, estaba en la universidad estudiando una ingeniería.

En nuestro hogar quien llevaba las riendas era mi tía, quien mandaba, dirigía y ponía las normas en casa. Mi Tía Isabel era la hermana mayor de mi madre, tendría unos 58 años por aquel entonces. Mi madre unos 50 y yo unos 25 años de edad. Mi tía tenía un temperamento descomunal, de ahí que fuese quien mandase en casa. Mejor no contradecirla o desobedecerla porque obtendrías su furia. Respetaba mucho a mi tía Isabel pero también me burlaba mucho de ella y la gastaba bromas pesadas. No sentía ningún tipo de atracción hacia ella, era una mujer que me doblaba en edad y además su cuerpo no me incitaba. Mi tía Isabel era una mujer voluminosa con cuerpo voluptuoso, un cuerpo muy grande y obeso. Un culo enorme, pechos enormes, brazos y piernas carnosas y gruesas. Caminaba lentamente debido a su soprepeso.De ahí que no sintiese ninguna atracción hacia ella.

Recuerdo perfectamente aquel día que surgió mi fetiche tan extraño y que muchos no comprenderían. Ese día íbamos a comer los tres juntos en casa, había días que no lo hacíamos dependiendo de los turnos de mi madre y de los horarios míos en la universidad. Mi tía había preparado una cazuela repleta de verduras variadas. Odiaba aquella comida, detestaba las verduras, hacía años que no las probaba. Mientras mi tía y mi madre comían su plato de verduras yo como un niño escarbaba en el plato removiendo las verduras de un lado para otro, las odiaba y no pensaba probar bocado. Mi madre se dio cuenta y rápidamente se levantó de su asiento dispuesta a prepararme otro tipo de comida que fuese de mi agrado. Yo era su ojito derecho, su hijo consentido, el futuro ingeniero, me consentía todo mi madre. Hoy me libraría de comer aquel detestable plato de verduras, mi madre me había salvado.

Mi tía Isabel se enfureció. Empezó a recriminar a mi madre que me tenía muy consentido, así nunca llegaría a ser un hombre de verdad. Mi madre mientras cocinaba otra comida de mi agrado me defendió, siempre lo hacía. Mi tía empezó a enfurecerse por mi comportamiento tan consentido:

- Tienes suerte que no sea tu madre, te aseguro que te hacía tragar las verduras una por una hasta dejar el plato limpio – Me dijo enfadada por mi comportamiento impropio de mi edad.

- Uhhhhhhh que miedo…. Mira como tiemblo… jajajajaja – Comencé a burlarme de mi tía Isabel de forma irónica. Aquellas burlas hacia ella aumentaron su enfado, pero se contuvo, no quería empezar una discusión. A la vez que yo comía el nuevo plato que me había preparado mi madre, miraba a mi tía con cara sonriente, me había salido con la mía y se lo estaba restregando a la cara a mi tía con mis burlas hacia ella. Notaba la mirada de odio hacia mí en aquel momento.


Pensé que todo había sido una anécdota y mi tía se había olvidado de aquel percance y burlas hacia ella, pero estaba muy equivocado. Al día siguiente, mi madre no venía a comer, tenía un turno distinto y comía en su trabajo. Como muchos otros días me senté en la mesa y mi tía sirvió la comida. Destapo una cazuela repleta de verduras. Quedé desconcertado, había vuelto a cocinar más verduras a sabiendas que las odiaba . Estaba atemorizado sin entender la situación observando la cazuela de verduras. Comenzó a servir verduras y más verduras en mi plato.

- Te aseguro que hoy vas a tragar todas las verduras…. Voy a quitarte las ganas de volver a faltarme al respeto - Continuó sirviendo las verduras en mi plato bajo mi atenta mirada. Estaba dispuesto a levantarme de la silla y marcharme pero mi tía me lo impidió.

- ¡¡Ni se te ocurra levantarte de la silla ¡¡ - Levantó su voz hacia mi enojada. Observé como metió su mano en el bolsillo de su bata. Una bata larga y gruesa que acostumbraba a llevar en casa que parecía muy caliente para protegerse del frio a la vez que estar cómoda en el hogar. Sacó unos guantes de goma largos. Quedé atemorizado sin saber que pretendía. Aquellos guantes largos de goma los había visto en múltiples ocasiones, siempre llevaba sus manos enfundadas en guantes realizando sus tareas domésticas, era una adicta a los guantes de goma. Comenzó a enfundarse sus guantes de goma en sus grandes manos y voluptuosos brazos por encima de la bata, el rechinar de la goma sonaba mientras encajaba su mano dentro de los estrechos guantes de goma.

En ese momento comprendí algo que anteriormente había pasado desapercibido ante mí. En ocasiones me cruzaba con mi tía Isabel por la casa y observaba un olor desagradable, no comprendía que era aquel olor pero hoy averigüe de qué se trataba. Sus guantes de goma estaban realmente sucios, eran unos guantes amarillos ya casi marrones de suciedad. Mi tía siempre había sido muy ahorradora y no cambiaba de guantes hasta que estaban destrozados, de tal forma que aquellos guantes eran apestosos. Eran unos guantes casi marrones oscuros que desprendían un fuerte olor. Terminó de ajustarse los guantes, acercó una silla junto a la mía y se sentó a mi lado. Tenía a la tía Isabel pegada a mí. Agarró un tenedor y pinchó un trozo de verdura, acercó el tenedor con verduras para introducirlo en mi boca como a un niño pequeño. Aquella situación era realmente extraña.

Empujé el tenedor con mi mano apartándolo, las verduras y el tenedor cayeron al suelo y mi tía se enfadó más de lo que ya estaba. PLAAAAAAFFFFFFFFF PLAAAAAAAAAAFFFFFFFF recibí dos severas bofetadas que me cruzaron la cara de lado a lado proveniente de sus guantes. Me abofeteó de forma muy dura, el impacto del guante de su goma en mi cara resonó en la instancia. Mi cara quedo ardiendo debido a sus dos fuertes bofetadas.

- ¡¡ Te he dicho que vas a tragar todas las verduras ¡¡ .Estate quieto¡¡ - Se levantó enfurecida de la silla y observé como se quitó el cordón que anudaba su bata. Comenzó a atarme las manos al respaldo de la silla de madera con el cordón de la bata.. Apretó fuertemente el cordón rodeando mis manos a la espalda y anudándolo a la silla. Me inmovilizó sobre la silla fuertemente. Volvió a sentarse en su silla a mi lado y …. PLAAAAAAFFFFFF PLAAAAAAAAFFFFFF volvió a abofetearme duramente con su mano enguanta en mi rostro mirándome fijamente.

- Me humillaste y ahora lo vas a pagar…. Vas a tragar todas las verduras…. Vas a aprender modales - Metió su mano enguantada en el plato ya que había tirado el tenedor al suelo y agarró un puñado de verduras entre sus dedos de goma. Acercó las verduras a mi boca y levantó la mano con intención de volver a abofetearme:

- ¡¡ Abre la boca ¡¡ - Abrí la boca atemorizado ante su enfado , ya que amenazaba con volver a abofetearme duramente con su guante. Metió las verduras dentro de mi boca hasta el fondo.

- Traga y no me hagas enfadas más o será peor para ti - . Me sentí completamente humillado. El sabor de las verduras era desagradable para mí, pero el sabor de sus guantes apestosos lo eran más. Los guantes desprendían un olor y sabor rancio y los tenía dentro de mi boca junto a las verduras. Apretó con sus dedos empujando las verduras para que tragase. No tuve más remedio que tragar las verduras a pesar de lo poco que me gustaban.


- ¡¡Buen chico¡¡- volvió a agarrar un puñado de verduras entre su mano enguantada y la acercó a mi boca de nuevo. Obedecí y abrí la boca e insertó sus dedos enguantados dentro de mi boca repleta de verduras. El sabor era repugnante, tanto de las verduras como de su guante. Me resistí a tragar de nuevo. Mi tía Isabel se levantó de su asiento:

- Yo te ayudare a tragar todo – Se situó tras de mí y cerró mi nariz con su mano izquierda enguantada y me tapó a la vez la boca con su guante de goma.

- Traga si quieres respirar – No tuve más remedio que tragar todo. Creía que solo estaba asustándome, pero al comprobar como pasaban los segundos y no quitaba su mano de la nariz y continuaba tapando mi boca comprobé que o tragaba o me asfixiaba. Volví a tragar todo y ella quedó satisfecha.

Mi tía Isabel volvió a meter la mano en el plato y volvió a agarrar un buen puñado de verduras. Volvió a meter su mano dentro de mi boca.

- No vas a volver a ridiculizarme delante de tu madre. Mañana volveré a preparar verdura y te lo comerás todo tu solito sin mi ayuda. Me pedirás perdón delante de tu madre y como buen chico obediente comerás todo el plato. – Me recriminó mientras terminaba el plato.


Terminé de comer todo el plato y la tía Isabel satisfecha se quitó sus guantes de goma tirando bruscamente del extremo. Guardó sus guantes en el bolsillo de su bata y me desató.

- Vuelve a burlarte de mí y te aseguro que será mucho peor… ya sabes lo que tienes que hacer mañana - Salí corriendo de la cocina, me sentía completamente humillado.

Aquella tarde no paraba de pensar en lo sucedido, no paraba de pensar en mi tía Isabel, la dureza con la que me había tratado. A medida que pensaba y pensaba me di cuenta que debajo de mi pantalón tenía una excitación sobrenatural, cada vez más. No podía dejar de pensar en mi tía, me venían flashes a mi mente. Mi tía sentada junto a mí con su bata abierta mostrando su ropa interior, sus guantes de goma olorosos y sucios, su mirada enfadada, el sabor desagradable de las verduras, el sabor repugnante de sus guantes marrones sucios… sus bofetadas terribles. Cada vez me excitaba más y más hasta que eyacule sin apenas llegar a tocarme. No comprendía nada de lo sucedido, había sido humillado duramente y sin embargo me excitaba todo lo sucedido. No comprendía nada, mi cabeza estaba confusa. Tomé una decisión, quizás peligrosa, pero era la acertada. Al día siguiente volvería a burlarme de ella y desobedecerla para provocar su enfado y poder repetir aquella situación, quizás lograse comprender algo de todo cuanto rondaba en mi cabeza en aquel momento, de todos los sentimientos que había adquirido mientras me humillaba, la humillación se mezclaba con placer. Debía volver a vivir la misma situación para aclarar mis sentimientos humillantes que había despertado mi tía Isabel.


Al día siguiente nos sentamos nuevamente mi madre, mi tía Isabel y yo en la mesa. Mi tía servía la comida con una sonrisa pícara. Estaba segura que iba a obedecer y pedir disculpas ese día. Sirvió un plato de verduras junto a mí y sonrió mirándome. Mi tía Isabel esperaba que obedientemente comiese todo el plato de verduras y luego me disculpara, ella estaba segura que había aprendido la lección que me había dado y me disculparía. Su sonrisa desapareció al instante con todo lo que ocurrió a continuación.

- Esta basura de comida no pienso comerla – Me levante de la silla y me dispuse a prepararme un buen filete. Mi tía quedo sorprendida y con cara descolocada. No aceptaba la situación, la había cogido por sorpresa mi reacción cuando estaba segura que iba a obedecer. Incluso mi madre me recriminó mis modales, era algo incomprensible en mi tal descortesía. Finalmente comí la comida que me preparé mirando fijamente a mi tía Isabel con sonrisa burlona.

Ahora debía aceptar las consecuencias. Estaba deseando que llegase el día siguiente para que comiese junto a mi tía a solas. Aquel día mi madre tenía turno de mañana y no vendría a comer. Sabía que mi tía iba a estar enojada y volver a castigarme como lo había hecho en la situación anterior. Me equivoqué por completo, no tuve que esperar al día siguiente. Aquella noche estábamos a solas. Mi madre tenía turno de tarde- noche y regresaría entrada la noche. Escuché a mi tía llamándome desde la cocina.

- ¡¡Ven aquí ahora mismo ¡¡ - Me grito levantando la voz. Acudí a la habitación y descubrí a mi tía con varios manojos de cuerdas y la silla de madera junto a la mesa. Me miraba fijamente y terriblemente enojada, como si estuviese poseída por el diablo.

- ¡Has decidido desobedecer y volver a humillarme…. Te aseguro que va a ser la última vez que lo hagas ¡- . me senté en la silla y mi tía Isabel comenzó a atarme las manos al respaldo de la silla con un manojo de cuerdas. Apretó duramente las cuerdas. Esta vez no solo me ato las manos sino también los pies a cada pata de la silla de madera. Se cercioró que estaba bien atado a la silla. Estaba sorprendido, ¿porque me ataba por completo a la silla?, la anterior vez no fue necesario, solo me ato las manos al respaldo de la silla.

La tía Isabel se quitó su bata gruesa quedando en ropa interior y sacó sus guantes de goma largos sucios de color casi marrón. Comenzó a enfundarse sus guantes de goma en sus manos y brazos, escuché el rechinar que producían sus guantes al intentar encajar en sus manos y brazos. Furiosa mientras se ajustaba sus guantes volvió a hablarme.

- Te aseguro que no vas a volver a desobedecerme ni retarme más - . Terminó de ajustarse sus guantes en sus voluptuosos brazos y agarró el plato de verduras que había dejado anteriormente durante la hora de la comida. Allí seguía el plato repleto de verduras. Colocó el plato en el suelo y se situó encima de él. Se inclinó hacia el plato en cuclillas y observé como se quitaba sus grandes bragas. No comprendía que pretendía, era una situación completamente distinta a la anterior. Dejó sus bragas grandes en el suelo y colocó su enorme coño peludo sobre el plato, comenzó a orinar sobre el plato repleto de verduras. Era un grifo abierto, no paraba de orinar dentro del plato, había estado toda la tarde reteniendo sus líquidos y por fin los había soltado.

El plato era repugnante, repleto de todo tipo de verduras mojadas y envueltas en un fondo lleno de líquido amarillo de su orina. Observaba como mi tía Isabel orinaba sin pudor frente a mí mostrándome todo su coño enorme y peludo. Seguía en cuclillas con sus manos enguantadas sobre sus rodillas.

- Tus verduras van a llevar un condimento especial…. Te aseguro que vas a tragar todas y dejar el plato completamente limpio - me recriminó furiosa mientras observaba como terminó de orinar. Se limpió su sexo con su mano enguantada, restregándose de arriba abajo con la goma de sus guantes. Se levantó y colocó el plato en la mesa frente a la silla donde me encontraba inmovilizado. Revolvió las verduras con toda su orina con su mano de goma.

- ¡¡Ahora a comer ¡¡ - Acercó su mano enguantada húmeda de orina y repleta de verduras a mi boca. El olor era repugnante, se mezclaba el olor a verdura, su orina y sus guantes sucios húmedos marrones. Me tapó la nariz presionando con fuerza y al abrir la boca me introdujo el puñado de verduras en mi boca. Tapó mi boca y la nariz sin dejarme respirar con las verduras húmedas dentro de mi boca. No tuve más remedio que tragar todo a pesar de lo repugnante que era.

- ¡¡No por favor tía Isabel, no quiero más ¡¡ - Me quejé ante ella. PLAAAAAAAAAFFFFFF PLAAAAAAAAAAAFFFFFFFFF recibí dos guantazos que me cruzaron la cara. Me abofeteó con mucha fuerza. Quedé completamente humillado y resignado.

- No quiero escuchar una sola queja…. Come y calla - Volvió a agarrar otro nuevo puñado de verduras húmedas de orina y lo introdujo en mi boca hasta el fondo para que tragase. No tuve más remedio que tragar, me tapaba la nariz y la boca.

Terminé todo el plato sin rechistar, incluso me bebí el líquido amarillo sobrante del plato con una cuchara que introdujo en mi boca . Mi tía estaba satisfecha, esta vez me había aplicado un castigo que nunca olvidaría. Acercó su rostro al mío y me amenazó duramente. Agarró mi mandíbula entre sus guantes de goma y apretó mientras acercaba su rostro al mío.

- No vas a volver a desobedecerme ni burlarte de mí…. No aprendiste la lección la última vez…. ¿te crees muy chulo verdad ?... te indicaré tus dos opciones: Mañana comerás todo el plato de verduras, al terminar te disculparas delante de tu madre hacia mí y aceptaras el castigo de comer verdura durante una semana tú solo bajo mi atenta mirada. Segunda opción…. Si se te ocurre volver a desobedecerme…. – La tía Isabel se dirigió hacia un cajón, agarró algo y regresó de nuevo ante mí. Colocó frente a mí un objeto extraño, al principio desconocía que era, pero pude comprobar que era un abre-bocas metálico. ¿ para que servía ? Quedé desconcertado y atemorizado.

- Te colocaré el utensilio metálico metálico en tu boca y … esta vez no orinare en las verduras, cagaré en las verduras y te puedo asegurar que será mucha cantidad. El abre- bocas mantendrá tu boca bien abierta e introduciré cada pedazo de verdura repleta de mi mierda en tu boca. Taparé tu nariz y tragaras una y otra vez. ¿crees que no soy capaz?....¡¡ compruébalo¡ tu decides que opción elegir- . La tía Isabel enfurecida tiró del extremo de sus guantes de goma y se despojó de ellos. Se enfundó de nuevo su bata gruesa y guardó sus guantes sucios en el bolsillo.

- Te lo advierto…. Vuelve a desobedecer y burlarte de mí y te aseguro que estarás una semana entera comiendo verduras mezcladas con mi caca. Lloraras y lloraras y yo las introduciré en tu boca bien abierta con el abre-bocas hasta el fondo con mis guantes para que tragues - . Me liberó de mis ataduras a la silla y me dispuse a salir huyendo de nuevo. Esta vez había sido mucho más estricta.

- Ahora limpia mis guantes hasta dejarlos relucientes y devuélvemelos relucientes – Tendió sus guantes hacia mí y atemorizado comencé a limpiar sus guantes bajo el grifo de agua mientras la tía Isabel se marchaba enojada de la cocina.

A solas en mi habitación comprendí que me gustaba que mi tía me humillase de aquella manera. Era una mezcla de humillación y placer. ¿Sería capaz de cumplir su amenaza si la desobedecía nuevamente? Aquella sería un paso importante, su amenaza era realmente dura, pero desconocía si era capaz de realizarla o solo era para intimidarme. Decidí comprobarlo, me excitaba demasiado sus humillaciones. Volvería a desobedecerla.

El desenlace de lo que ocurrió será tema de otro capítulo si les ha gustado. Puedo adelantarles que al día siguiente cuando puso el plato de verduras en la mesa esperando que lo comiese y después ofreciese mis disculpas…. Tiré el plato al suelo manchando todo el suelo, sonriendo ante la tía Isabel. Ella se levantó y recogió todo el desastre sin decir una palabra.

Aquel mismo día volvió a llamarme desde la otra habitación a voces, acudí de inmediato a la cocina, pero allí no estaba. Busqué y finalmente la encontré dentro del baño de la casa. Entré y ella cerró la puerta con llave quedando ambos encerrados en su interior. Comenzó a enfundarse sus guantes de goma sucios marrones ante mí. Quedé atemorizado al comprobar como dentro de la instancia del baño había colocado una silla de madera y diversos objetos. Había unas esposas de metal, varios manojos de cuerdas, el abre-bocas metálico que me mostro y un pequeño dispositivo o pera de goma que desconocía su utilidad. . Quedé aterrado, ¡¡si que era capaz de realizar su amenaza¡¡.Empecé a temblar, la sonrisa se borró de mi rostro.

- Vas a comer verduras con mi mierda durante una semana…. Te voy a inmovilizar por completo a la silla ,no vas a poder mover un milímetro de tu cuerpo … te colocaré el utensilio metálico que mantendrá tu boca bien abierta y….. ¿ves esa pera de goma ?...es un enema doméstico, lo insertaré en mi culo y saldrá diarrea líquida sobre tus verduras. Te comerás todas día tras día. ¡¡ Esta vez vas a aprender a obedecer ¡- La señora terminó de ajustarse sus guantes de goma largos y me condujo hasta la silla agarrando sus esposas de metal con llave.

Continuará si les ha gustado.

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FORCED FEEDING. ALIMENTACIÓN FORZADA. LA DESPIADADA TÍA ISABEL. es un relato escrito por sumisso publicado el 07-04-2024 21:30:43 y bajo licencia de Creative Commons.

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