Mi amiga Marta. 4
Escrito por Maria
MI AMIGA MARTA 4
Marta, Martita, siguió con el diario íntimo de su ex. Descubrir ese secreto le producía una morbosa satisfacción, aunque también me había comentado que albergaba algo con respecto a mí, al mostrarme los papeles del pobre infeliz:
Al día siguiente, temprano, Santi me llamó por teléfono. Les habíamos proporcionado una experiencia encantadora, dijo con su voz poderosa. Y luego me dio su veredicto: "A Elena y a mí, nos gustaría ser dueños de Marta".
Me sorprendió el comentario contundente, hablado con tanta calma a través de ese teléfono. ¿Qué implica eso exactamente? Apenas pude evitar que mi voz temblara cuando pedí aclaraciones. "Bueno, es realmente simple", dijo, "¿Te importaría que tu esposa se convirtiera en nuestra propiedad?"
Lo hizo sonar casi como una propuesta de negocios. No supe que decir. ¿Qué tan serio era esto? ¿Y la propiedad? ¿Era eso lo que quería Marta? Guardé silencio y esperé a que se explicara con más claridad.
Finalmente dijo: “Escucha, solo queremos que ella sea nuestra. Es sencillo. Pero no necesitas separarte de ella, divorciarte o algo así. No querríamos eso. Lo que quiero decir es un trato".
"Así: siempre que nos apetezca, tu esposa debe venir a nuestro hogar para ser utilizada. O podríamos follarla en tu casa, como hicimos ayer”. Recuerdo cómo mi corazón dio un vuelco. Esto no solo preocupaba a Marta. Pensé que ella, bien podría estar de acuerdo con ese trato. Después de todo, ¿no fue por ese motivo que ella comenzó todo este asunto y esta relación?
Pero, ¿y yo? Todavía tenía mis dudas sobre compartir su hermoso cuerpo. Así que finalmente respondí: "Pero escucha, incluso si Marta estuviera de acuerdo con tu extraña propuesta, ¿en qué lugar me deja a mí eso?"
Hubo un breve silencio. Luego la voz de Santi se escuchó de nuevo: "Le preguntaré a Elena qué piensa. Le gustas. Te devolveremos la llamada”.
En cuestión de minutos estaba de nuevo al teléfono. "No te preocupes", dijo, "encontraremos formas de divertirnos contigo también". Ningún problema.
Aquel trato marcaría inevitablemente nuestro futuro. Aunque a mí, también me atraía fuertemente Elena, no cabe duda que Marta era mi estrella polar, la luz de mi destino, mi amor idealizado y romántico. Pero, ¿y ella? ¿Iba tan por delante de mí? Santi podía ser ese caballero que habitaba en sus lóbregos sueños eróticos. Y más allá, Elena, esa mujer irresistible, esa Señora capaz de arrasar con todo, capaz de generar un magnetismo sin parangón. Especialmente para Marta, tan ansiosa de explorar el mundo de Saphos, pero también para mí, si, así es.
Por supuesto, sé que ellos nunca han albergado ningún deseo de complacernos. Lo sabemos. Santi lo había dejado muy claro, ya durante esa fatídica llamada telefónica. Esto tenía que ver con su placer, no con el nuestro. Para Marta y para mí era tomar o irse. Pero se lo concedimos. No pudimos resistirnos a tal arreglo, dado el fuerte atractivo de fusionar la fantasía con la realidad. Y una vez experimentada, esa fusión se convirtió en una aleación irrompible. Nos engancharon con eso y ahora somos adictos.
¿Qué nos ocurrirá? Marta aceptó ser suya, ¡de ellos dos!
Cuando Marta terminó su lectura, me adelantó que yo estaba más próxima a conocer el misterio secreto que me reservaba. Eso sí, la pausa era el momento de nuestros placenteros besos. Y ambas nos sumergimos con toda nuestra pasión, como tod@s podéis imaginar. Vaya con Marta, Martita...
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