Mi Plaza Soñada XI
Escrito por Tutor
Fueron pasando los días y las cosas fueron volviendo a la normalidad, Martín seguía atendiendo pacientes en la consulta, cada vez más numerosos porque su fama había crecido en la región, no solo por ser un buen médico, sino por sus ya famosos supositorios y como era capaz de enderezar a las muchachas más díscolas.
Por su lado Juana cada vez era mas dichosa. Martín era muy atento con ella y un gran amante, rara era la noche que no disfrutaba de alguno de sus orificios. Como contrapartida Juana sabía que debía soportar la disciplina de su esposo, pero poco a poco había ido encontrando satisfacción en sus azotainas y, no en pocas ocasiones, su excitación durante el castigo la había llevado al borde del orgasmo…
Del mismo modo había aprendido a convivir con Lucía, a quien ahora trataba con mas respeto y todavía no se había atrevido a azotarla…era la criada de Martín y eso le imponía bastante, temía hacerlo y que su marido se enfadase.
El joven doctor se dio cuenta de ello y se dijo para si mismo que tendría que darle una vuelta a la situación.
Pasaron los días y Carmen y Amalia vinieron a la consulta a su “revisión” semanal…la rutina era siempre la misma, primero le contaban a Martín como habían transcurrido sus respectivas semanas, éste sopesaba el castigo que merecían, decidía el instrumento y se lo comunicaba a ellas para que ocuparan su posición apoyadas en la camilla. Acto seguido llamaba a Lucía para que fuera a su despacho de la planta superior y le trajera el instrumento designado. Una vez que la joven criada llegaba con el instrumento, Martín les ordenaba mostrar sus traseros y comenzaba el castigo…
En esta ocasión la elegida fue la correa de cuero y Martín la hizo restallar sobre los carnosos traseros de cada mujer una veintena de veces…el dolor era llevadero para ambas y acrecentaba su deseo…esta vez Carmen fue montada como una yegua y Amalia fue penetrada contra natura ¡ufff como gozaron ambas! ¡Cuánto echaban de menos a su joven doctor!
Mientras se atusaban la ropa para disponerse a salir de la consulta Martín se dirigió a ellas:
¿a que se dedican vuestros hijos Mauro y Jacinta?
La sorpresa se apoderó de ambas mujeres
Ayudan en la casa doctor por?
Me gustaría contratarlos a mi servicio, necesito una criada para mi esposa y un mozo para la casa, cuidar el caballo, llevar a mi esposa al pueblo, hacer recados, …
¿Qué os parece?
Bue…buen…bueno yo…balbuceó Carmen
¿qué ocurre? Inquirió Martín
Que con nuestros hijos aquí no podríamos venir a nuestra sesión…usted comprenda…son nuestros hijos…
Martín enseguida comprendió la situación y les dijo: si ese es el problema a partir de ahora haré la visita a domicilio.
Ya pero en el molino estará mi marido y en la taberna puede entrar el alcalde o cualquiera…
Ya veo…dijo Martín
Está bien…de momento que ellos entren a mi servicio, les pagaré bien, no os preocupéis…vosotras vendréis como siempre y yo me encargaré de que ambos muchachos deban salir durante ese rato a hacer algún recado y mientras pensaré otra solución más permanente.
De acuerdo Doctor contestaron ambas al unísono.
Al día siguiente ambos jóvenes, Mauro y Jacinta, se presentaron en casa del médico. Ambos estaban nerviosos, una mezcla de alegría por el trabajo, miedo por la fama de duro de Martín y excitación por estar con Lucía a la que habían “conocido” en el río.
La joven criada les abrió la puerta y los acompañó al salón que hacía de sala de espera a la consulta. Una vez hubieron tomado asiento, Martín y su esposa aparecieron por la puerta. Lucía hizo ademán de marcharse pero Martín la sujeto del brazo y le dijo: ¡Quédate, Lucía, esto también te incumbe!
Juana estaba un poco descolocada, su marido no le había contado nada y no sabía que hacían allí los dos muchachos.
De pronto Martín se puso en pie y comenzó a hablar:
Juana, querida esposa, te presento a Jacinta, a partir de hoy será tu criada personal…
Juana se mostró gratamente sorprendida.
Ella estará a cargo de Lucía y ambas responderán ante ti. Lucía estará pendiente de la casa y mis necesidades como criada principal y tú, Jacinta, estarás al entero servicio de mi esposa y, obviamente de mi si fuera necesario.
Ssss…sss…ssi señor, titubeó la joven muchacha.
Jacinta en esta casa la disciplina es muy importante, así que si quieres trabajar aquí deberás someterte a la misma. Lucía tendrá potestad para castigarte si lo considera oportuno y mi esposa podrá castigarte a ti y a Lucía cuando así lo estime necesario.
La cara de Juana…y de Lucía… cambiaron al momento…
En cuanto a ti Mauro serás mi mozo de cuadra y encargado del transporte de mi esposa, así como de los recados necesarios en la casa. Tus faltas serán castigadas con azotes con la vara o la fusta del carruaje.
Si ambos estáis de acuerdo yo os proporcionaré comida, alojamiento y una asignación semanal por vuestro trabajo
¿y bien que me decís?
Ambos muchachos se miraron y asintieron con la cabeza
¡No los oigo! Grito Martín
Si, aceptamos dijeron ambos al unísono.
Muy bien Lucía enséñales sus aposentos y sus tareas
Los tres abandonaron la salita y Juana abrazó a su esposo en señal de agradecimiento. Martín la agarro por la muñeca y la introdujo en la consulta…la agarró por la cintura y la depositó de espaldas en la camilla. Acto seguido le separó las piernas y levantó su falda cubriéndole el rostro…ella resoplaba de excitación…su esposo comenzó a juguetear con sus dedos en sus labios vaginales y en su clítoris, haciendo que ella jadeara y se retorciera de placer…cuando sintió que ella estaba a punto de llegar al orgasmo, desenfundó su verga y de un movimiento seco, se la clavó hasta el fondo de sus entrañas…¡Diosss! Exclamó ella, mientras el grueso miembro de su esposo se abría paso por su coño…¡vas a matarme Martín! Exclamó ella…
Juana, Juana, Juana… aun te queda mucho que aprender replicó el mientras aceleraba sus embestidas ¡ahhhggggg! Gritó ella sin poder contener el placer del orgasmo que estaba sintiendo…Martín sintió los espasmos de la vagina de su esposa contrayéndose contra su verga pero no se detuvo, siguió y siguió embistiendo hasta que el también llegó al orgasmo, vaciando su esperma dentro de su esposa…
Al instante el esposo sacó su verga y comenzó a vestirse…pero para su sorpresa su mujer permanecía tumbada con las piernas dobladas
¿Qué haces? Preguntó él
Mi tía me ha dicho que para engendrar debo quedarme así después de que mi marido deposite su semilla en mi
Ja Ja Ja Ja Ja Ja Ja Ja Martín comenzó a reírse mientras le levantaba las piernas y le daba dos sonoros azotes con la mano en su culo desnudo
PLAS
PLAS
Pasa anda y no hagas más tonterías que eso no tiene ninguna base científica
Es que mi tía… intentó replicar…
¿quieres probar la correa que me dio tu tío?
No, no señor contesto ella
Pues pasa y déjate de tonterías que tengo mucho trabajo
Juana se resignó y se bajó de la camilla, se atusó la ropa y se dirigió a la cocina.
Allí estaban los tres muchachos, Lucía les estaba terminando de mostrar la casa. Juana supo que esa era la oportunidad que tanto había estado esperando.
Mauro déjanos solas que tengo que hablar con las chicas. Lucía y Jacinta se miraron, ambas se temían lo peor. Una vez que Mauro hubo salido de la cocina, Juana cerró la puerta.
Bien chicas, tal y como os ha indicado mi esposo, ambas estaréis bajo mi supervisión y seréis disciplinadas acorde a vuestras faltas…mi tía, Doña Magdalena, me ha enseñado la técnica de la mano y la de la zapatilla, para castigos mas severos ya está mi esposo.
Jacinta, tu por ser la mas joven y la recién llegada serás hoy azotada con la mano para que veas como serán vuestros castigos y tú, mi querida Lucía, probarás mi manejo de la zapatilla.
Ambas muchachas palidecieron
La primera en pasar fue Jacinta. La joven esposa del doctor cogió una silla de la cocina y la dispuso en el centro de la estancia. Se sentó y ordenó ponerse a su derecha a la joven criada que aún no se había puesto el uniforme.
Con una señal le ordenó tumbarse sobre su regazo y con suma parsimonia, como si fuera una ceremonia, le levantó el vestido y le abrió las calzas.
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La mano de Juana cayó suave, casi como un azote, pero los nervios de Jacinta hicieron que se le escapara un ayy
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Los siguientes azotes ya fueron mas fuertes…y la muchacha los empezaba a notar…
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Para Juana era la primera vez que propinaba unos azotes y la emoción comenzaba a recorrer su cuerpo. Aun así su torpeza hacía que de vez en cuando golpeara de modo fallido y le dolía la mano
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Lucía seguía atentamente el castigo, por un lado estaba excitada viendo las nalgas desnudas de Jacinta y como las estaban golpeando, pero por otro lado estaba pensando en cuando llegaría su turno…sabía que su joven ama no iba a tener piedad de su trasero.
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Los primeros llantos de Jacinta hicieron pensar a Juana que ya era suficiente…la ayudó a levantarse y le limpió las lágrimas de las mejillas
Venga, venga que no ha sido para tanto exagerada…eso es para que veas lo que te espera si no haces las cosas bien…
Acto seguido Juana se agacho y se sacó la zapatilla, una pieza de cuero negro, tipo chinela, con suela dura, muy fina, que le había regalado su tía…
Mi querida Lucía, vamos a enseñarle a Jacinta que les pasa a los traseros de las descaradas y desobedientes…
¡yo no he sido descarada ni desobediente!
¡y además respondona! ¡te has ganado un extra! ¡Fíjate bien, Jacinta! Esto es lo que pasa si te comportas como ella y sin mas dilación la agarró tumbándola sobre su regazo, esta vez no hubo parsimonia, le tenía ganas y se notaba. Le arremangó el uniforme y su castigado trasero sufrió los primeros y violentos impactos de la zapatilla
ZAS
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Ayyy duele mucho
ZAS
ZAS
ZAS
ZAS
Por favor, señora no más…
ZAS
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Juana era torpe azotando, pero la falta de pericia la sustituía con el ímpetu del golpeo. Las nalgas de la joven criada sufrían un azote tras otro. La chinela dolía de verdad, abarcaba un espacio amplio, era semirrígida y provocaba un ardor y un picor sobre la piel terrible
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Así aprenderás desvergonzada
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Jacinta no podía dejar de mirar muerta de miedo, eso debía doler muchísimo a razón de como se estaba quejando Lucía que no podía contener el llanto…
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Juana entendió en ese momento el placer que sentían su tía o su marido cuando la azotaban…su entrepierna estaba muy excitada.
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Cuando se quedó sin fuerzas decidió parar, las ansias de castigar a Lucía la habían cegado y ahora veía el trasero de la joven palpitando y amoratado…rápidamente cogieron paños mojados en agua fría y se los extendieron a la muchacha…que no paraba de sollozar…el castigo había sido muy duro…
En eso apareció Martín que contempló la escena desde la puerta…
Vaya, vaya, veo que te has estrenado esposa mía…menudo desastre…Jacinta, ve a la consulta y en la estantería de la derecha hay un bote de cristal de color azul ¡tráemelo!
¿Qué vas a hacer esposo mío?
Lo primero arreglar el trasero de Lucía, que no se podrá sentar en días… en ese momento llegó Jacinta con la botella y Martín comenzó a extender su contenido por las doloridas nalgas de la muchacha que seguía en el regazo de su ama. Mientras extendía el líquido reparador, el joven médico metía sus dedos por la raja del culo y le metió furtivamente un dedo por el ano, lo que provoco un leve respingo de la joven, ante la atenta mirada de la esposa.
El liquido elemento pronto comenzó a hacer su efecto reparador y la joven criada fue recuperando la compostura, se incorporó del regazo de Juana y se puso al lado de Jacinta.
El joven doctor las miró y les dijo, descansad un poco y luego poneos a preparar la comida.
En cuanto a ti esposa mía, creo que voy a tener que enseñarte como ejercer tu autoridad…sube al dormitorio y espérame…
Pero eso será otra historia…
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