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la esclava de Adam
Escrito por joaquín

A sus 25 años Eva se sentía insatisfecha con su vida. Tenía un trabajo que adoraba, un novio bueno y atento, y en general, llevaba una vida que cualquiera envidiaría.
Nada de eso la llenaba.
Desde que era una joven adolescente tenía fuertes fantasías donde literalmente los hombres la usaban a su antojo. Siempre había creído que eran chorradas de chiquilla y no le había dado la más mínima importancia.
Pero hacía ya unos años que ya no era ninguna chiquilla.
Por supuesto no podía comentar nada de esto con sus amigas ni revelarlo a su novio y futuro esposo, ni tampoco era como si deseara ser usada por él.
En sus fantasías más recientes el hombre, al que siempre veía como un ser informe y sin rostro, había adquirido la apariencia de uno de sus alumnos.
No estaba segura del porqué.
Nunca le habían interesado lo más mínimo los chicos menores que ella. Siempre le habían gustado chicos maduros, guapos, con coche y porqué no decirlo, con dinero. Incluso su novio actual era 10 años mayor que ella.
Pero la primera vez que se imaginó a ese joven meándose encima de ella en el cuarto de baño del instituto, se excitó como hacía años que no lo hacía.
Ese alumno…
Sí, ese alumno tenía nombre.
Se llamaba Adam, un alumno problemático y vago que no le hacía el menor caso en clase, ni como profesora, ni para su humillación, como mujer.
Decidió hacer el amor con su novio esa noche. Necesitaba sentirse suya, sentir que pertenecía a ese hombre en cuerpo y alma.
— ¿Qué te ocurre, cariño? Esta noche no pareces tú.
— Será mejor que rompamos.
No era ni remotamente lo que esperaba escuchar, pero tampoco era como si no supiera que algo iba terriblemente mal en su relación.
— Está bien, recogeré mis cosas por la mañana. Solo espero que seas feliz hagas lo que hagas.
Sí, siempre había sido un buen hombre, demasiado bueno para ella, que necesitaba de un monstruo.
Y ya lo había escogido.
— Adam, ¿Puedo hablar contigo un momento?
— Si solo es un momento… Hasta luego, tío. Luego te alcanzó.
Su amigo se quedó mirando con envidia como se quedaban los dos solos en la clase.
— ¿Y bien? ¿Qué quiere?
— No puedes seguir perdiendo el tiempo. Eres un chico inteligente, solo tienes que esforzarte más.
— Buf, ¿Y para qué? Si es solo eso…
— ¿No tienes interés en nada? ¿Qué piensas hacer con tu vida?
— Trabajar en lo que pueda y Dios me dé a entender.
— O sea, ningún plan. Pues es una lástima.
— Vale, vale. ¿Y qué piensa hacer para remediarlo? Porque no estaríamos hablando de esto si no tuviera algún plan.
Sí, el chico era muy inteligente.
— Estoy dispuesta a darte clases particulares.
— Disculpe, pero no me apetece que venga a mi casa y…
— No, en la mía.
— ¿Tú y yo a solas en tu casa? ¿Qué pensarán los otros chicos?
— Sí tú no se lo dices, yo tampoco. — Aseguró con una sonrisa.
Eva sacó un papel y cuando se apoyó en la mesa para escribir su dirección el chico aprovechó para palmear el culo.
— ¿Y a tu novio? ¿Le va a gustar vernos a los dos?
— No tengo novio, me ha dejado.
— Nunca le ha comentado lo guarra que es.
Sí, al igual que Eva, Adam hacía un tiempo que había notado la verdadera naturaleza de su profe.
Su mano comenzó a recorrer el interior de sus muslos hasta llegar a sus bragas, y estás comenzaron a deslizarse hasta llegar al suelo.
— Date la vuelta y quítate la falda.
Eva obedeció, pero en cuanto se giró miró a la puerta. No estaba cerrada del todo y siempre cabía la posibilidad de que alguien entrará.
— Está bien, si no quieres no pasa nada.
El chico se dirigió hacía la puerta.
— Espera.
Se desabrochó la falda, y cuando notó que el chico no estaba satisfecho, se quitó también la camisa y el sujetador, quedando únicamente vestida con las medias y los zapatos en mitad de la clase, completamente expuesta a cualquier accidente.
Colocó sus manos detrás de la nuca para mostrarse mejor.
— Todos en la clase estamos seguros de que lo lleva depilado.
— A mi novio… mi ex, no le gustaba. Decía que me hacía parecer más niña.
— A quién le importa lo que le gusté o deje de gustar. Ahora te lo vas a depilar.
Lo siguiente era examinar sus tetas.
Comenzó a palparlas y magrearlas para comprobar que fueran naturales.
Eva se sintió como si fuera mercancía a la venta, en un mostrador cualquiera. Nunca le habían tocado los pechos de una forma tan grotesca, pero no pudo evitar sentirse excitada por la situación.
Siguió su culo.
— ¿Eres virgen de aquí? — preguntó mientras lo palmeaba.
— Sí — respondió ella con vergüenza.
Follarse un culo virgen sin preparación alguna es posible. Es doloroso, es sucio, es una salvajada para quien lo recibe, pero es perfectamente posible como bien pudo comprobar Eva.
Su amo le había estampado la parte superior del cuerpo contra la mesa y la penetró.
Sí, era doloroso, pero extrañamente placentero también.
Su cuerpo y su mente aceptaron de buen grado el trató que su amo le estaba dando.
Cuando acabó, colocó delante de su boca una polla manchada de sangre, mierda y semen.
Y la chupó.
No le resultó tan desagradable como creía en un principio, o quizá simplemente hizo caso omiso a la asquerosidad que estaba haciendo porque estaba cachonda perdida.
— Esto será lo que hagamos. Compra esto, y cuando lo tengas, ven a esta dirección donde serás tratada como la perra que eres.
Eva solo pudo verle salir de la clase y suspirar para sus adentros.
También echó un vistazo a lo que tenía que comprar y tuvo que ahogar un grito.
El resto de la mañana la pasó con el culo dolorido y la cabeza en otra parte. La dominaba una sensación de vértigo a lo desconocido como nunca antes había sentido.
Cuando terminó de comprar las cosas que su amo le había ordenado y tras afeitarse el coño, sintió la imperiosa necesidad de ser utilizada de nuevo por él.
Ya que era su profesora, tenía tanto su número de teléfono como su correo, pero no estaba muy segura de si podía utilizarlo. Decidió mandarle un correo a pesar de los riesgos.
“Lo he comprado ya. Me lo mandan en unos días”
“Podía haber ido a un Sex Shop y tenerlo listo para mañana”
“Lo siento. ¿Puedo hacer algo para compensar mi falta?”
“Quiero que…”
Cuando Eva leyó lo que su amo quería que hiciera no se lo podía creer. Era una guarrada tan brutal y tan degradante que el simple hecho de leerlo hacía que le temblaran las piernas.
“Amo, no veo capaz”
“Claro que lo vas a hacer. Porque no eres más que una pedazo de guarra a la que le gusta que la humillen, la usen y la degraden. Pero sobre todo lo vas a hacer porque ahora eres mía y harás lo que me salga de la polla”
“Sí amo. Yo lo haré”
Los juegos con mierda son asquerosos y brutalmente humillantes para quien los recibe.
Las instrucciones de su amo para Eva consistían literalmente en rebozarse la cara con su propia mierda y escribirse en el cuerpo con el resto sobrante “Esclava de Adam”, y luego mandar foto.
La primera dificultad era cagar.
Tenía que hacerlo en el suelo, en mitad del salón. Y tenía lógica, así era mucho más sencillo acceder a la materia prima.
¿Pero habéis intentado cagar alguna vez en mitad del salón de tu propia casa?
Eva se colocó de cuclillas y lo intentó, pero no salió nada.
Sabía que por ahí no iba a ninguna parte.
Necesitaba un laxante, uno bien potente, uno que tenía en el botiquín para el estreñimiento de su ex.
Tres cuartos de hora después comenzó a experimentar los retortijones y demás signos de que se lo estaba haciendo encima.
Se plantó de nuevo en mitad del salón y con solo apretar un poco, se cagó patas abajo.
No había puesto plástico ni nada para cubrir el suelo y tal y como la habían ordenado, mandó la foto de su acto a su amo.
“No te preocupes, luego lo limpias con la boca”
“Sí amo”
Lo siguiente parecía más fácil, pero solo en apariencia.
Meter los dedos en su propia mierda para rebozartelo por la cara no es tan sencillo como parece.
Primero porque da un asco que te cagas.
Y segundo porque resulta absolutamente degradante.
Eva lo comprobó de primera mano cuando a cuatro patas se atrevió a tocar la mierda por primera vez.
Lo hizo sin pensar mucho en lo que estaba haciendo. Simplemente dejándose ir…
Primero con cuidado, luego de forma más grotesca hasta que todo su bello rostro se cubrió de caca.
Y sí, se sacó la foto.
Era repugnante, daba auténtico asco.
La mandó.
“Bien hecho”
“Gracias Amo”
Tocaba pintarse el cuerpo… y limpiar, claro, pero ya pensaría más tarde en ello.
Escribirse “Esclava de Adam” en su vientre con su propia mierda no le resultó tan difícil como lo anterior.
Ni hacerse una foto de cuerpo completo y mandar la foto a su amo.
Sí, objetivamente la foto era un asco. Una mujer rebozada en su propia mierda cumpliendo las fantasías depravadas de un enfermo.
Pero a nadie más que a ellos dos les importaba.
“Estás guapísima”
“Gracias amo”
Ahora quedaba limpiar.
Las ganas de ir a por una fregona eran todas las del mundo.
“Con la lengua” se recordó.
Se arrodilló y se quedó como una perrita delante de su propia mierda.
El olor era asqueroso. Y no quería ni imaginarse el sabor.
Supo entonces que era demasiado.
“No puedo, amo, de verdad que no puedo”
“Sí que puedes porque lo estás haciendo para mi placer. Así que grábalo”
Eva no entendió de primeras porque su amo quería que lo grabase. Eso solo lo hacía todo más difícil.
Pero cuando encendió la cámara lo entendió.
Quería cumplir con él.
Deseaba de verdad hacerle feliz.
El primer bocado fue lo más duro y repugnante que había hecho en toda su vida. Los demás simplemente fueron cayendo uno detrás de otro.
Para el final lamía el suelo como una profesional.
“Joder, menuda guarra me ha tocado. Ya puedes bañarte y tal. Y compra las cosas en el Sex Shop, queremos usarte mañana por la tarde”
“Lo haré amo ¿Puedo masturbarme?”.
Sí, tenía unas ganas locas de hacerlo, pero no sabía si podía o no.
“Sí, pero hazme un directo”
“Sí amo”
Se tiró en mitad del salón con las piernas muy abiertas y comenzó tocarse con ansias. No tardó mucho en correrse y ponerlo todo perdido, pero como una buena cerda, limpió su propia corrida a lenguetazos…
No le resultó difícil encontrar la parcela a la que su amo le había ordenado ir. Se trataba simplemente de una nave a medio construir con un pequeño huerto al lado.
Allí se presentó vestida con un bonito vestido blanco, zapatillas con tacón y una bolsa con las cosas que había comprado.
Llamó al timbre.
Un chico, uno de sus alumnos, se presentó en la puerta para recibirla.
— Hostia puta. Pase, pase.
En realidad todos los chicos de su maldita clase estaban allí.
— Puede quitarse la ropa y los zapatos aquí.
— ¿Qué pensáis hacer conmigo?
— Follarte hasta que se te ulcere la vagina — respondió uno de ellos.
Todos los chicos estallaron en carcajadas.
— Vamos, no ponga esa cara. — Comentó Adam saliendo del interior. — Es normal que una de las primeras cosas que haga un amo con su esclava es que se la follen todos sus amigos mientras aún está de buen ver. ¿O no?
— Sí amo — respondió esta.
Comenzó a desnudarse, a quitarse la ropa prenda a prenda, hasta dejar su hermoso cuerpo al descubierto, delante de todos esos ojos hambrientos.
Se mostró ante ellos, tal y como era, con las manos agarradas en su espalda.
Los chicos deseaban tocarla, pero no se atrevían a moverse.
Fue Adam, su amo y señor, quien se dirigió a ella y le agarró un pecho ante su nula resistencia.
— No muerde.
Le pasó las yemas de los dedos por su coño expuesto.
— Y fijaos que mojada está ya.
Se colocó detrás de ella mientras no dejaba de tener un pecho suyo agarrado con fuerza y comenzó a masturbarla para deleite de sus compañeros.
Los gemidos no tardaron en llenar el silencio del patio.
Para los chicos era una imagen hipnótica.
Una mujer madura pero joven y con un cuerpazo, dejándose hacer eso por uno de ellos y delante de todos ellos.
Y gimiendo.
Se les puso dura a todos los presentes.
Eva no tardó mucho en correrse y sentir la vergüenza de haberlo hecho delante de todos ellos.
Su amo sacó de la bolsa una capucha de sado, de las que te privan de la vista y el oído, provista de de una mordaza dental para mantener su boca abierta, un collar, así como unas esposas, un vibrador y una fusta.
Las cosas que ella misma había comprado.
— ¿Es necesario?
— No es algo que tú decidas.
La duda apenas duró un instante. Sabía del inmenso poder que le daba a su amo al ponerse algo como eso encima, pero entregarse sin rechistar era algo que había decidido.
Este no tardó en colocarla los instrumentos de tal forma que no se los pudiera quitar.
Por supuesto que todo eso era necesario. Ninguno de ellos veía a la persona, solo a un objeto.
— ¿Entonces no puede vernos ni oírnos?
— Ni defenderse. Le podemos echar cualquier mierda en la boca y se lo va a tener que tragar.
Como demostración, tiró de la anilla para ponerla de rodillas con la cabeza levantada y escupió dentro de la boca abierta de su esclava.
Un escupitajo cayendo desde esa altura es algo asqueroso y repugnante, pero a todos ellos les excitó ver como caía y notar como se lo tragaba.
— Escupitajos, corridas, meadas… Incluso insectos o mierda.
Alguno de ellos se preguntó si la profe estaba de acuerdo, pero para entonces Adam se había sacado la polla y la había metido dentro de la boca.
Y comenzó a mear.
Lo notaron por el olor, porque ver, no vieron nada.
— Joder.
— A partir de este momento y hasta que nos vayamos, será nuestro retrete. Así que si alguno tiene ganas, puede empezar ya mismo.
Fue un chico llamado Toni quien levantó la mano y se acercó a ella. Al igual que su compañero de clases metió su polla dentro del agujero y comenzó a orinar.
Al acabar empezó a pajearse, corriendose dentro y poniendo todo el interior de la boca perdido de semen.
Eva no pudo salivar para tragárselo, así que los pegotes aún seguían ahí, a la vista de todo el mundo, algo que les pareció muy divertido a todos los presentes.
Ajena a todo esto, Eva movió su lengua para intentar tragárselo, pero solo consiguió extenderlo más.
Su amo le soltó un azote en el pecho para que se detuviera.
A todos les impresionó el zumbido del aire y el sonido de la fusta azotando su piel.
Eva gritó, o berreó más concretamente.
Le soltó un nuevo azote en su otro pecho y uno más en su vientre.
— Así aprenderá.
Los chicos, 12 en total, fueron metiendo sus pollas dentro de su boca y pajeándose uno detrás de otro.
Para el sexto se podía notar perfectamente todo el semen acumulado dentro de la boca de la esclava, y como está hacía esfuerzos para no tragarse nada.
— Es asqueroso. Parece un puto retrete.
Mencionó mientras escupía dentro de la boca para añadir sustancia al semen.
— Sí, y cuando se lo tragué será como tirar de la cadena.
Para el décimo, la mezcla de escupitajos y semen era ya repugnante y muy abundante.
Casi sentían lástima por la mujer.
Casi.
Eva se tragó todo eso cuando su amo básicamente le tapó la nariz.
Y efectivamente, fue como tirar de la cadena, porque todo lo que había se lo tragó para alegría de los allí reunidos.
— Joder.
Su amo no había terminado.
La empujó de tal manera que se quedó mirando al cielo con el coño descubierto.
Y ahí la azotó, una y otra vez, hasta que la esclava se corrió del gusto.
Sus compañeros le preguntaron si había llegado ya la hora de follársela.
— No por el momento, si os acabáis de correr.
Ató la cadena al collar, la levantó y comenzó a caminar fuera de la parcela.
Eva notó el polvo en los pies. No sabía a donde se estaban dirigiendo pero sí que sabía que estaba dando una vuelta por ahí.
Iba excitada y asustada, no sabía decir si más de uno o de lo otro.
No ver ni oír nada, no saber qué estaba pasando, la asustaba.
Ir así, como realmente era, la excitaba sobre manera.
Su amo se dirigió hacía una perrera cercana. Sabía de buena tinta que se practicaba la zoofilía porque lo había visto de crío.
— Tengo a los perros perfectos para esa perra.
El viejo le ayudó a inmovilizar a Eva.
No le quitaron la máscara.
Adam quería que lo viera todo, pero al viejo le parecía mucho más divertido si no se enteraba de nada.
Lo decidió una moneda al aire.
Eva, privada de sus sentidos, apenas podía comprender que estaba pasando. La habían inmovilizado a cuatro patas y la mantenían abierta de piernas.
Se preguntaba para qué necesitaban los chicos hacer eso…
Fue cuando notó el peso del primer perro sobre ella y una polla diferente a cualquier cosa que hubiera sentido antes cuando se dio cuenta de que ocurría.
¿Cuántos fueron? ¿Veinte?
Básicamente a su amo y su amigo les parecía muy divertido ver como era follada por un perro detrás de otro, como se corrían dentro de ella, o como se acoplaban a ella durante media hora larga sin poder separarse.
Cuando todo acabó, Adam decidió volver con su esclava a la parcela.
Por el aspecto y el olor que desprendía su profe, adivinaron donde había estado.
— Eres un cabronazo. ¿Cómo cojones vamos a meter la polla ahora dentro de ella?
— Tranquis, le quitamos la máscara y os corréis encima de ella.
— Queríamos follarla, tío. Ahora da asco.
— Solo os voy a preguntar una cosa, ¿Vosotros tenéis alguna idea de que mierda se meten las tías en el coño antes de follar con vosotros?
— Seguro que pollas de perro no.
— Eso por que lo digas tú. Bueno, tenéis dos opciones. Os corréis encima o la folláis.
Los chicos se miraron los unos a los otros…
Decidieron correrse encima de ella.
¿Decisión de cobardes? Quizás, pero tampoco podían negar que ver a su profe con el cuerpo cubierto de su leche les excitaba tanto o más que tirársela.
Por fin le quitaron la máscara a Eva, solo para ver a sus alumnos desnudos delante de ella y con la polla en la mano.
Comenzaron a pajearse hasta que el semen bañó completamente su cuerpo.
¿Y qué más quedaba por hacer?
Mearse en su boca, claro.
Después de todo, era el retrete de los chicos.
El vientre de Eva se fue hinchando meada tras meada.
Cada chico puede mear desde medio litro como poco por micción. Esto supone un litro cada dos chicos, cinco litros (o más) para cuando llegó a los diez.
A pesar del peligro a los chicos simplemente les pareció divertido verla como si estuviera embarazada.
Su amo se sentó en una silla que había dentro y se descalzó solo para ordenar que le lamiera los pies.
Y Eva, sumisa a las órdenes de su amo y señor, se acercó a él gateando y comenzó a pasar la lengua por los pies de su amo y señor.


Licencia de Creative Commons

la esclava de Adam es un relato escrito por joaquín publicado el 09-10-2022 12:08:11 y bajo licencia de Creative Commons.

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