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Rica y poderosa
Escrito por dereck

Rica y Poderosa

Cada vez que me pongo al volante de mi BMW de importación pienso en aquellos compañeros de clase que siempre me daban de lado, pobres infelices, que arrepentidos deben de estar de no haberse ganado mi favor en aquella época.

Mi nombre es Raquel, y no, no soy una mujer bella según los cánones de belleza. No me importa. Mentiría si dijera que siempre ha sido así. Hubo una época de adolescente donde me martirizaba sola en casa, mientras mis compañeros, los cuales me veían como un bicho raro, salían de fiesta. Perdían la virginidad y follaban como conejos en cualquier rincón de la ciudad, mientras yo me conformaba con matarme masturbándome en mi cuarto. Pero eso ya pasó. Las mujeres se desgastan usando sus cuerpos, unos cuerpos que por muy hermosos que sean, acaban aburriendo a los hombres sedientos de nuevas aventuras, cuerpos que se marchitan con el paso de los años. Mido casi un metro noventa, a los hombres no les gusta las mujeres altas, a no ser que sean unas modelos rusas de piernas infinitas. No me considero obesa, pero si muy ancha de espalda, cintura y caderas. No tengo una figura esbelta. Quizás mis mejores rasgos son mis dos buenos pechos, acorde con mi tamaño, y mi preciosa melena rizada cuyos bucles azabaches caen por mis hombros. Mi cara es seria, algo robusta. Yo no soy guapa, pero soy rica. Y mas importante aun, soy poderosa. Y con eso me sobra. A mis cuarenta años he logrado escalar a la cima de todo. Soy la directora de una importante empresa de publicidad, y he llegado a donde estoy con mucho trabajo y derribando cuantas puertas he tenido por delante, pasando por encima de muchos hombres, siendo un auténtico tanque al que nadie podía parar. Y ahora, tengo el mundo a mis pies. Aun recuerdo cuando entre a trabajar como una simple becaria. Estaba cansada de hacer fotocopias y llevar cafés. Un día, durante una junta general, me cole en la reunión y solté todo lo que llevaba dentro. El director echaba chispas hasta que llegó la seguridad. Y justo cuando me iban a echar de la sala de reuniones, un viejo accionista cincuentón se levantó y dijo “joder, esta zorra es buena. Dadle un puto encargo y a ver lo que sabe hacer”. No le hizo ninguna gracia al director que me dio un encargo trampa. Debía llevar la campaña de un perfume. Pero el producto llevaba años cogiendo polvo en el almacén del cliente, un potingue asqueroso. Encima me dieron un presupuesto ridículo y apenas tres becarios de ayudantes. Pero mi padre, un agente inmobiliario, siempre me decía “no importa la mierda que vendas, importa el como la vendas”. Organicé una campaña en las redes sociales. Traspase lineras rojas, fue provocativa, descarada, dura. Al poco llegaron las quejas de diferentes sectores de la sociedad y la empresa se vio obligada a despedirme. Pero para sorpresa de todos, fue un éxito, el cliente no solo vendió todo el producto, el perfume fue el éxito de las navidades. Y eso me valió para que regresara a la empresa. Y como se suele decir, el resto es historia.

Por fin llego a mi casa, un buen unifamiliar con jardín y piscina situado en una zona privilegiada y privada de la ciudad. Hoy ha sido un día duro de trabajo, y ahora lo que me apetece es jugar con mis perros. Ellos odian que les llame así, y por eso mismo lo hago, porque puedo hacer lo que me de la gana.

Abro la puerta, y debo haberlos pillado cumpliendo las labores del hogar, o quizás descansando, el caso es que estaban despistados porque vienen raudos a recibirme pero vestidos. Basta una severa mirada mía para que ambos se den cuenta de su error y rápidamente comienzan a desnudarse, primero sus camisetas y luego sus tejanos, quedándose en boxers. Generalmente no preciso de tener que ver sus pollas restregándose por toda la casa, a no ser que quiera jugar con ellos. Pero si exijo que estén siempre en su ropa interior, mostrando sus atléticos cuerpos. Pero hoy quiero jugar. Me giro hacia Fernando, rodeo su cuello con mi brazo, y le planto mis labios sobre los suyos. Yo no soy de las que besa por cumplir ni por cortesía. Si beso es porque quiero sentirme penetrada por la boca, si beso es sucio, húmedo y profundo. Enseguida Fernando responde llevando su lengua al interior de mi boca, siento su barba pincharme en mi cutis, y nuestras babas caer al suelo. Mientras le como la boca, mi mano tienta a Fran y se introduce por su ropa interior. Él está a nuestro lado, contemplando la escena, y ahora sintiendo mi mano agarrando su pene. Lo masturbo frenéticamente para lograr una rápida erección.

Fernando tiene 33 años, es un hombre de espalda ancha y cuerpo escultural, no en vano practicaba culturismo como hobbies. No solo es una perfecta masa de músculos, abdominales y pectorales. Su frondosa barba rojiza le dotan de un aspecto de leñador de las montañas. Lo conocí cuando trabajó en el edificio de mi empresa haciendo unos arreglos, se montó un buen follón entre las becarias que lo contemplaban ensimismadas. ¿Qué opciones tenía una mujer como yo de atrapar a un dios griego como él? Ninguna, de ser una mujer normal. Pero cuando eres rica, los hombres son mas accesibles. Lo convencí para tener una cita, lo lleve a cenar a un restaurante de lujo. No me costó convencerlo para seguirme a mi casa donde nos acostamos, tenía que probar el producto antes de comprarlo. Y estaba a la altura de lo esperado. Estaba bien dotado, a la altura de su cuerpo, pero además follaba rudo, fuerte, como un macho. Me encanta que me den fuerte, que me hagan gritar.

La mañana siguiente tras echar un polvo de una noche siempre es complicada. ¿Cuánto tiempo a de pasar hasta irse? ¿Hay que preguntar por otra cita o solo marcharse? Yo no le di tiempo a reaccionar y enseguida le hice mi oferta. No busco amor, el amor es para los necesitados. Solo busco un hombre que me satisfaga. Le ofrecí el trabajo de su vida, servirme en mis caprichos y darme cuanto placer le pidiera, cuando le pidiera y como se lo pidiera. Por mí, podía tener otras relaciones, no buscaba su amor, pero tenía dos condiciones. La primera que jamás debía verlo con otra mujer, una cosa es que fuera de su trabajo tenga sus relaciones y otra que me las restriegue. La segunda condición es que no debe flaquear, cualquier muestra de debilidad, de cansancio, y está en la calle. Debe entregarse al 100% para mi. Sus dudas se disiparon cuando vio el generoso cheque que cada mes pensaba ingresarle.

Fran es todo lo opuesto. Apenas tiene 23 añitos y era camarero de la zona vip de un exclusivo local de copas. Trabajaba para pagarse la carrera. Y si estaba en aquel sitio no era solo por ser un atento pone copas, si no por su imagen. Rubio, ojos azules, sonrisa adorable, un cuerpo fibroso, todo un príncipe azul. Me encapriche de él como una colegiada. Me resulto difícil, los chicos jóvenes y guapos como él tienen a su disposición cualquier hembra, pero también suelen sentir un fetiche por las mujeres maduras. Comprobé en la cama que no tenía el miembro de mi otro perro, pero lo compensaba con creces moviéndose como un maestro. Casi parece una mujer que sabe perfectamente donde y como tocar, cara de ángel y folla como los ángeles. Tampoco pudo resistirse a la oferta.

Por supuesto cuando ambos se vieron, creció una gran tensión. No les hacía ninguna gracia compartir su particular trabajo con otro hombre. Enseguida corte la pelea dejando muy claro que no aguantaría niñerías, si alguno no estaba conforme podía irse. No obstante, también fomento la competencia, siempre les digo que el primero que me aburra se ira a la calle. Eso los hace mas obediente y esmerados.

Sigo frotando mi lengua viperina con Fernando mientras pajeo a Fran, que a estas alturas ya tiene su polla dura. Me separo un poco de ambos y chasqueo los dedos, como un resorte, los dos terminan de desvestirse dejando su sexo al aire, expuesto para mi. Lo cierto es que disponer de estas dos pollas, de estos dos sementales, es un lujo y un regalo para la vista.

-Fran, sube al baño y prepárame uno. Y la temperatura en su punto, ¡no me falles como la última vez!

Observo a Fran irse escaleras arriba, con ese culito prieto y redondeado. Y me concentro en Fernando. Sabe lo que tiene que hacer. Se sitúa en mi espalda, desabrocha mi vestido y lo desliza por mi cuerpo. Después con mano experta desabrocha mi sujetador, dejando libre caer mis pechos. Por último, se arrodilla para deslizar mis bragas por mis piernas, lentamente, como si de un ritual de adoración se tratase. Justo cuando termina, y pretendía incorporarse, pongo mi mano sobre su cabeza forzando su postura y alzo el pie. Él me mira con desprecio, odia esto, pero no dice nada y comienza a besar mis pies. Noto su lengua deslizarse entre mis dedos, y sus labios tomar cada dedo. Reconozco que no soy fetichista de pies y no obtengo ningún placer. Pero Fernando lo odia, lo considera incluso antihigiénico. Y precisamente, forzarlo a hacer algo que desprecia, me pone muy cachonda. Empiezo a sentir un calor interior a medida que aquel musculoso hombre, cuyo enorme pene cuelga libre, adora mis pies. Lo dejo un buen rato lamiendo como un perrito.

-Basta. Recoge mi ropa. Acaba las tareas. Y luego sube al baño.

Lo dejo y me dirijo al baño. Ahí está Fran, de pie, con sus manos a la espalda, exhibiendo su pene para mí. No le hago caso e introduzco un pie en la enorme bañera. Justo como a mí me gusta, con sus sales, su capa de espuma y el agua muy caliente. Me acomodo y me sumerjo en el agua, me encanta la sensación de desconexión total del mundo mientras estoy en el interior del agua. Vuelvo a ponerme el pie y chasqueo los dedos. De inmediato Fran se introduce en la bañera, toma la esponja, la impregna bien en gel y comienza a lavarme. Desliza la esponja por cada centímetro de mi piel, sin dejarse un solo poro. Es tan delicado como esmerado mientras extiende la fina película de espuma por mi cuerpo. Sus movimientos son firmes y a la par suaves, con giros y hasta caricias. Poco a poco se desliza por cada una de mis piernas, recorre mi espalda, se arrastra por mis hombros. Se toma su tiempo en limpiar mis pechos, y mientras lo hace, noto su pene erecto clavarse en mi piel. Por último lava delicadamente toda mi vagina, casi deslizando la esponja por cada pliegue de mi labio. Justo en ese momento entra Fernando, que observa la escena con gesto agrio. No dice nada y se introduce en la bañera.

Tener a estos dos sementales para mi gozo es un privilegio. En ocasiones me gusta pasear con ellos, exhibirlos. Noto las miradas de las chicas jóvenes, babeando por ellos. Suelen mirarme con dudas, pensando que soy una tia o prima. Entonces es cuando beso a los dos de forma lasciva, les agarro el culo y me aseguro de que las chicas vean como les cojo las pollas. Entonces veo sus miradas mezcla de odio y envidia. Y eso me da un gran placer.

Me tumbo y ellos se recuestan, uno a cada lado y comienzan a besarme el cuello. Los besos de Fran son suaves, con su lengua jugando deslizándose por mi cuello. Fernando besa con fuerza, mordisqueando. Son dos sensaciones opuestas, ambas sumamente placenteras, y lo mejor es recibirlas a la vez. Cierro los ojos, me relajo abandonándome a las sensaciones, con un escalofrío recorriéndome toda la columna mientras siento ambos labios y lengua recorriendo con frenesí todo mi cuello. Me incorporo levemente para que mis dos pechos emerjan de la capa de espuma, y los dos cachorrillos corren veloces a ellos. Son suficientemente grandes para que puedan manosearlos y besarlos al mismo tiempo. Siempre he tenido mis tetas muy sensibles, y el placer que siento es indescriptible. Noto la lengua de Fran golpeando mi pezón, besándolo y jugando. Fernando por su parte clava sus labios como si quisiera sacarme la leche materna. Mientras disfruto de como me comen las tetas, mis manos agarran sus penes. Me encanta agarrar pollas. Por muy chulo y machito que se crea un hombre, en cuanto una mujer le agarra la polla, se deshace y lo tienes a tu merced. Ese poder que ejercemos de empalmarlos y abobarlos lo disfruto. Agarro sus huevos, los cuales uso como pelotas anti estrés. Los masaje delicadamente, noto como lo disfrutan. Hasta que cierro mi mano sobre ellos estrujándolos a consciencia. Gritan. Se lo permito, pueden gritar, retorcerse del dolor, llorar si quieren. Luego abro mi mano y noto su alivio. De inmediato vuelven a su tarea de darme placer en mis pechos. No soy un Ama de sadomaso, no me va el látigo ni esas historias. Solo busco mi placer, y tener el control de la situación es algo que me llena por dentro. Y ejerzo ese control en mis perros. Por eso, cuando se me antoja, vuelvo a estrujar sus huevos y disfruto viendo como se retuercen de dolor. A veces los masajeo con toda la delicadeza y erotismo del mundo, para de inmediato jalar de su piel tanto como puedo. Sus gritos es un placer. Y sus bocas sobre mis pezones mas aun. Tener a estos dos sementales comiéndome las tetas, con sus pollas duras en mis manos, a mis pies y para mi capricho… noto como la humedad se abre paso en mis entrañas y ya no aguanto mas. Me pongo en pie y salgo de la bañera. De inmediato ambos corren en pos de sendas toallas con las que secar mi piel. Los agarro a ambos por sus penes, aprieto para no permitirles que escapen, y salgo rauda del cuarto. Los pobres trotan tratando de no tropezar y caer, a sabiendas de que no les pienso soltar sus miembros pase lo que pase.

Llego al dormitorio. Estoy cachonda y de inmediato empujo a Fran tumbándolo en la cama. Abro mis generosas piernas, situándolas a cada lado del muchacho, y acerco mi coño a su cara, apenas a un centímetro, lo justo para que pueda respirar. De inmediato sabe lo que quiero, sus manos abren mis pliegues de piel para dejar vía libre a su lengua que se introduce en mi interior. Es increíblemente placentero como el muy cabrón sabe comer un coño. Atraigo a Fernando que se coloca frente a mi, en esa posición sus huevos están en contacto con la polla de Fran, se que a ninguno les hace gracia, pero para mi es pura diversión. Rodeo su cuello y vuelvo a besarlo con pasión. Sus manos sopesan mis pechos, pellizcan mis pezones y yo soy penetrada al unísono por dos lenguas. Fernando desata una feroz batalla en el interior de mi boca, nuestra saliva cae derramada por nuestros labios. Abajo es la lengua de Fran la que tiene tomado mi clítoris, frotándolo con agonía. Noto caer mis flujos vaginales sobre mi cara. Y disfruto de la sensación de tener ambas lenguas trabajando por blindarme placer. Me noto mas y mas caliente, aparto a Fernando, y me inclino hasta llevarme la polla de Fran a la boca. No es que me preocupe darle placer a mis perros, ellos me dan igual. Pero se que si obtienen el placer conmigo, tendrán menos ganas de buscarlo fuera, y eso me conviene. Rodeo su capullo con mis labios, mientras mis dedos situados en su tronco, lo masturban con frenesí. Ël es consciente de que no debe correrse antes que yo, y en vista de mi paja, aumenta el ritmo en mi coño, dándolo todo por hacerme llegar al éxtasis. Fernando por su parte lleva su lengua a la entrada de mi ano. No me gusta el sexo anal, pero sentir esa lengua jugosa y húmeda en la entrada de mi culo me excita y me llena de placer. Y así entre los dos, logran que me corra en un maravilloso orgasmo. Mientras aún disfruto del placer, termino de pajear a Fran que se corre. Dejó que lo haga en el interior de mi boca. Noto su cañonazo de semen inundándome. Un segundo chorro, menos contundente y finalmente estrujo su glande exprimiendo sus últimas gotas. Con la boca llena del semen, vuelvo a atraer a Fernando. Él sabe lo que quiero hacer, lo rehúsa, saldría corriendo de no ser porque no puede, y porque en un rápido movimiento mi mano a atrapado sus huevos. Pego mi boca a la suya, se resiste, pero mi lengua empuja hasta entrar en ella y soltar en su boca todo el semen de mi otro perro. El líquido le chorrea por la barbilla y el cuerpo entre arcadas.

Vuelvo a estar cachonda. Me giro esta vez mirando a los ojos de Fran que, aun tumbado, comienza a recuperarse del orgasmo. Levanto mi culo ofreciéndolo a Fernando, que lo ve y se lanza de inmediato. Su orgullo herido de macho toma el control y quiere hacerme daño. Lo dejo. Agarra mis caderas y empuja su fabulosa polla dentro de mi coño sin miramientos. Él quiere hacerme sufrir, pagar mis afrentas. Pero hay momentos en los que me encanta sentirme follada por un semental, que me den con fuerza, sentir ese hermoso trozo de carne en mi interior. Mientras me machaca con brío, tomo la cara de Fran entre las manos y lo beso, sus caricias son dulces y húmedas. Sus manos palpan mis pechos con caricias. En mi culo siento las embestidas de Fernando, sus huevos chocar contra mí en cada acometida. Me da duro, me encanta sentirme tan perra. Y noto como llega un segundo orgasmo, aún mas violento e intenso que el anterior. Fernando, sudando y temblando, no necesita mas señales que mis gemidos para saber que ya puede dar rienda suelta a su placer, y de inmediato noto su chorro caliente inundarme el coño. Ambos gritamos de placer.

Tras unos deliciosos minutos de placer, mi cuerpo va recuperándose. Mientras mis manos juegan acariciando y apretando los testículos de mis machos. Noto como sus penes vuelven a animarse. Ahora podría estrujarles los huevos con tal fuerza que sus pollas caerían flácidas. Pero no me apetece ser mala con ellos. Me levanto y dándole la espalda les digo

-Limpiad todo este desastre. ¡Y el baño también!. Preparadme un té. Luego podéis marcharos, pero no apaguéis el móvil, puede que os requiera esta noche… quizás.. tened esas pollas preparadas para mi por si me apetece.

Y me marcho dejándolos allí.


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Rica y poderosa es un relato escrito por dereck publicado el 05-07-2022 23:41:24 y bajo licencia de Creative Commons.

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