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Mi transformación en una Foca gorda
Escrito por jorgina

Yo era un joven deportista.
Mi físico era envidiable y tenía todas las mujeres que quería. Me gustaba alardear de ello y cierto día, pensé que era el momento de casarme y asentar la cabeza, pero no pude asumir este reto así que cada cierto tiempo iba con unas amigas a pasarlo bien.

Mi mujer, por otro lado, de escultural belleza y tan alta como yo, no era especialmente fogosa en la cama. No le interesaba ser la parte femenina del coito y generalmente se excitaba más cuando me sometía y me ataba. A mí no me desagradaba, pero tendía a querer el poder de la relación.

Con el tiempo, ella llegó a sospechar que tenía otras relaciones y aún que lo sabía, empezó a maquinar una venganza que me llevó al relato que os estoy explicando.

Cierto día que volvía de uno de mis flirteos, cuando llegué a casa de noche, ella me esperaba con la sala en penumbra y con muchas velas como si quisiera jugar sexualmente conmigo. Llevaba un camisón transparente que dejaba ver todas sus curvas y me ofreció una copa con una sensual y cálida bienvenida.

Yo, que estaba un poco bebido, no me importaba una copa más, así que me la tomé y la cogí por la cintura para besarla pero ella se zafó jugueteando y me llevó al centro de la sala donde había una silla y unas cuerdas. Me preguntó si me dejaría atar y le dije que como estaba un poco cansado y lo hacía todo ella, a mí me daba igual.

Así que me desnudó y empezó a atarme por las muñecas y los tobillos y yo empecé a notar un cierto adormecimiento mientras oía unas risitas femeninas donde pude apreciar a alguna de sus amigas. La sala del comedor estaba a oscuras pero me pareció percibir unas sombras de otras personas. La verdad es que a mí, en aquél momento, poco me importaba. Me dormí.
Cuando desperté mi mujer estaba frente a mí con cara de satisfacción y rodeándola, estaban sus amigas de siempre sonriendo burlonamente, mirándome.

-Uh, ¿q-que es lo que estáis haciendo? Venga soltadme. ¿Cuanto rato llevo así atado?
Ellas empezaron a reir como locas y empezaron a decirme cosas que jamás hubiera creído.

-¡Vaya!, nuestra amiga ya se ha despertado. Mirad que mona.
-¿Amiga?-dije enfadado-¿ Por qué me tratáis en femenino? Soltadme si no queréis que me enfade.
-¡Uy que miedo!- Dijo mi mujer- Verás querido- continuó susurrando- y me dio más miedo que nunca.

Tu vida a empezado a cambiar y ya no tiene vuelta atrás. Quiero que te veas en este espejo y lo que vas a ver no tiene nada que ver con lo que finalmente serás.

Acercaron un espejo y me mostraron mi imagen reflejada en él. Casi caigo de la silla si no fuera porque estaba perfectamente atado a ella.

Me ví con barba de una semana y con lencería de mujer. Estaba absolutamente ridículo y las amigas de mi mujer estaban riéndose como locas.

Me enfurecí y empecé a gritarles pero mientras tenía la boca abierta, me la llenaron con unas bragas usadas de alguna de ellas.

-Mmmmpppfffmf- sólo pude oír de mis insultos.
Mi mujer volvió a hablar. – Verás, He invitado a mi madre que tenía muchas ganas de verte así y te va a ayudar.

Me asusté de verdad. Su madre era una mujer que en otro tiempo fue una belleza pero que con el tiempo se volvió además mucho más inteligente y perversa que su propia hija.

Era endocrinóloga y le encantaba investigar en todos los avances biológicos de última generación.

También se acercó y me saludó con una sonrisa malévola.
-Hola cielo- Mi hija me ha dicho que has sido un chico malo y que necesitas un pequeño arreglo en tu vida. ¿Estás preparado, corazón?-

Sólo pude decirle - ¡Mmmpppffpnmfpggg!-, mientras se hinchaban las venas de mi cuello por el esfuerzo.

Tranquilo, amor. – Me dijo acariciando con suavidad mi cabeza. – Ahora te lo explicaremos todo.
En primer lugar, te diremos que llevas una semana dormido – dijo la madre de mi mujer –

Y en segundo lugar- continuó mi propia mujer – Es que mi madre lleva hormonándote toda la semana, desde que te sentamos aquí.

Me quise desatar más iracundo que nunca, pero aquellas locas habían hecho un buen trabajo. Apenas pude moverme un milímetro. Así me dejaron agitándome mientras ellas se iban a la cocina, riéndose y comentando la jugada.

Empecé a gimotear, pero parecía que incluso les hacía más gracia. Así que me dormí de nuevo, esperando que todo fuera una pesadilla. Cuando me desperté según me dijeron, habían pasado otras dos semanas y me habían trasladado a otra parte del comedor.

Observé que unas correas, en lugar de cuerdas ataban mis piernas y mis brazos.

No podía creerlo. Me sentía extraño y mis miembros adormecidos. Me fijé mejor y percibí que la silla donde estaba sentado era como una especie de W.C. que utilizan las personas mayores que no pueden moverse.

Cada vez que tenía necesidad de hacer mis necesidades, debía hacerlas allí mismo delante de todas ellas, riéndose y burlándose de mí.

Una bolsa estaba colgando de un palo como las que ponen en los hospitales y mi mujer me aclaró que eran las hormonas que su madre me estaba suministrando diariamente las 24 horas del día.

Frente a mí había un gran espejo del comedor donde se reflejaba mi pobre imagen. Ya me habían quitado la barba. Es más, según me dijo una de las amigas de mi mujer que era esteticien, me habían depilado totalmente y mi cara era la de un imberbe absoluto, igual que todo el resto de mi cuerpo.

En mi boca habían puesto unas abrazaderas para que no pudiera cerrarla y noté algo extraño en los labios.

La esteticien dijo- Te he puesto un producto que se llama botox en los labios. Ya aprenderás a hablar de nuevo, no te preocupes. Ahora notarás que tus labios se caen pero después para lo que tendrás que decir, te irán muy bien, cielito. – Y se puso a reír junto a todas las demás.

Me caía la saliva porque no podía retenerla. y al mirar hacia abajo me asusté más si cabía: Mis pectorales, eran unas tetas blancas e incipientes que me empezaban a abultar más que mi propio vientre. Después de no hacer ejercicio en todo este tiempo, empezaba a tener barriguita.

Un tubo que estaba engarzado a mi miembro y a una máquina, hacía una vibración extraña. Al ver una de ellas que estaba aterrorizado viendo ese tubo y averiguando la pregunta que no podía formular por mis labios, me dijo:

- Tranquila, no te dolerá nada. Dentro de poco tu miembro se habrá secado y se caerá solito.
- Serás una hembra con un chochito porque te haremos una verdadera cirugía para que no vuelvas nunca más a ser un imbécil.
Me agité, me encolericé, me desmayé y de nuevo, cuando volví a la conciencia, pude verme otra vez.

No sé cuánto tiempo había pasado. Mis carnes fláccidas se desparramaban por la silla, blancas y celulíticas notaba mi trasero como de gelatina, como si me hubiera sentado sobre mullidos cojines de nata. Mis carnes rosadas ocupaban toda la espaciada silla.

Mi vientre me impedía ver más abajo, pero no notaba ningún movimiento allí. Pero mis tetas, y podía decir que eran eso, tetas, eran enormes, rebosantes y blandas, como rellenas de leche tibia que se agitaban un poco cada vez que respiraba angustiado ¿o debiera decir ‘angustiada’?.

Habían pintado mis uñas de un rosa claro y mis dedos como morcillas mostraban lo gorda que me estaba poniendo.
Me repasé en el espejo que tenía al frente y me asusté de verdad. Vi una foca totalmente gorda y celulítica. Me habían teñido el cabello y me habían hecho una especie de permanente con unos rizos como una maruja cualquiera. mi rostro estaba totalmente feminizado, con unos mofletes tiernos y enrojecidos y mis labios exageradamente grandes totalmente maquillados hacían de mí una foca fofa y rellenita. Mis bracitos sin haber ido al gimnasio, eran los de una damisela gordita. Blanditos, fofitos, como de una ama de casa que no hubiera hecho más que estar en casa viendo culebrones en la tele.

Las mujeres que habían salido. Al llegar me saludaron con mi nuevo nombre y todas parecían muy contentas. –Hola Susan. ¿Ya has despertado?

¿Te gustas? – Sonrieron entre ellas – No te soltaremos hasta que no estemos convencidas que aceptas tu nuevo rol dentro de nuestro grupo. Serás nuestra gordita y tendrás que pasar una iniciación en la que varios hombres te follen bien folladita, amor.

La que fue mi mujer, me cogió el rostro entre sus manos y me dijo, besando mis labios rechonchos:
-Nunca hasta ahora me habías excitado tanto, mi amor. Nos lo pasaremos muy bien, ya lo verás.

La miré horrorizado/a. Y empecé a hacerme la idea de lo que me esperaba. Curiosamente en mí apareció una emoción nueva. Pude apreciar un gusto por lo que me estaba pasando y poco a poco comencé a desear sentir más de lo que querían hacerme.

Por fin, un día me decidí a aceptar lo que no podía evitar. Era una foca gorda y convertida totalmente en una mujer de amplias caderas y un trasero enorme lleno de huequecitos de celulitis, con unas cartucheras que sobresalían por los lados de la silla donde estaba sentada.

Se reunieron a mi alrededor y todas, incluidas mi ex mujer y su madre me desataron y me levantaron.

Apenas podía mantenerme en pié. Llevaba demasiado tiempo sin moverme. Me pusieron unas bragas enormes bordadas de color blanco y unos sostenes que parecían barcas, de enormes que eran. Sin embargo, fueron calzados perfectamente en mis senos blanquecinos de nata gelatinosa.

Parecían satisfechas. Una combinación cortita, mostraba mis relucientes muslos grandes y abundantes y parte de mi enorme culo salió con sus bragas a saludar por todo el comedor.

Mis brazos no podía dejarlos caer al lado del cuerpo. Se sostenían en la grasa latiente de mis neumáticos alrededor de mis cuatro o cinco rellenos de cintura.

Las uñas tanto de mis manos como de mis pies estaban delicadamente pintadas de rosa pálido y una cadenita con mi nombre nuevo adornaba mi cuello.

Unos pendientes delicados y dorados estaban colocados en mis orejas que habían agujereado en uno de estos momentos en los que había estado durmiendo.

Estaba maquillada y mis labios ya sin sujetar, podía moverlos para hablar. No me salían las palabras y es que me dijeron que habían intervenido mis cuerdas vocales para afinar mi voz y que fuera de una perfecta mujercita.

Me pusieron unas medias hasta mitad del muslo y unos ligueros. Unos zapatos bien femeninos que pudieran soportar mi peso de gorda y un vestido de flores.

Todas empezaron a aplaudir y a abrazarme para decirme que en la otra sala, me estaban esperando unos hombres para darme la iniciación.

Yo asentí sumisa ya, delante de todo lo que me estaba sobrepasando desde que empezó. Quería saber lo que podía sentir siendo una foca gorda delante de unos tíos que ni siquiera conocía.

Me llevaron a la otra sala y unos ocho hombres de unos treinta a sesenta años, me estaban esperando totalmente empalmados.

Mi mujer y mi madre me dijeron que los habían escogido especialmente para mí. Y les encantaba la idea de dejarme rellenita de esperma por dentro y por fuera.

Me pusieron en medio de ellos y bajaron las luces. Ellas se fundieron en la oscuridad de la sala y pusieron una música tenue y relajante .

Yo sólo podía oír como jadeaban, masturbándose, los hombres que había a mi alrededor. También oía mis propios latidos de excitación totalmente enfebrecida con la idea de ser una mujer para todos ellos. Mi respiración se entrecortó y solté un débil gemido cuando noté las manos de uno acariciar mi trasero y las pollas de otros dos rozando mi vestido.

Pronto empezó todo a mezclarse. Mientras uno me besaba mis labios y llenaba mi boca de su saliva, hurgando con su lengua todo mi paladar , otro me babeaba el cuello dejando un rastro en mi escote y mis hombros.

Me agarraron por la zona de la cintura abombada y rechoncha, me subieron el vestido dejando que mis carnes blandas rebotaran hacia el exterior mostrando toda su exuberancia. Me hicieron temblar las nalgas grandes y esponjosas bajándome las bragas y tratando de introducir sus pollas dentro de mis orificios.

Unos me tumbaron en el suelo y todos empezaron a orinarse encima de mío. mis tetas fueron succionadas tanto como si se tratase de auténticas ubres de vaca que, finalmente pudieron hacer que chorreasen leche a borbotones . Yo era feliz. Ya no quería volver a ser nunca lo que fui antes. Sólo quería quedar bien preñada de esperma, siendo una hembra gorda. Una foca reluciente de grasa y gelatina y un culo enorme de nata por bandera. Me gustaba sentir mis muslos grandes temblando como flanes y mi voz surgir fina y femenina ante los embates de los machos que me follaban una y otra vez, enfebrecidos.

Finalmente me dejaron totalmente llena de esperma y meados por dentro y por fuera. Me habían despeinado un poco pero no me importaba. Estuve horas retozando en el suelo oliendo a macho, mientras mis grasas rezumaban leche y pipi.

Hoy soy una foca gorda y estoy orgullosa de serlo. Me encanta ser amiga de mi ex mujer y de su madre y también de todas sus amigas y hemos tenido tantas orgías juntas que ni me acuerdo del número.

Si deseas follarme, estoy dispuesta. Soy una foca gorda, sumisa y tengo el consentimiento para serlo. Estoy dispuesta y calentita. Besitos dulces, chichiolinos.


Licencia de Creative Commons

Mi transformación en una Foca gorda es un relato escrito por jorgina publicado el 29-05-2023 19:27:19 y bajo licencia de Creative Commons.

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