La visión de Juan con su perra en casa
Escrito por Pandora
Me desperté por la mañana sintiéndome un hombre completamente distinto, ahora volvía a tener una propiedad fija y eso me estaba encantado,
aunque hacía mucho tiempo que no tenía algo así, con lo que tenía mucho en lo que pensar. Me levanté de la cama, me puse unos pantalones y me fui al sofá del salón, ayer había quedado bastante exhausta y quería dejarla descansar un poco más.
La verdad es que desde ayer, no podía quitarme de la cabeza como serían esos labios carnosos sobre mi polla, seguro que debían sentirse de vicio. Se me estaba poniendo dura otra vez, me sentía como un crío en su pubertad, todo el día cachondo. Oí como sonaba la cama, y debía ir a comprobar si mi nueva perra se había despertado, ya que quería darle su nuevo desayuno, completamente lleno de nutrientes para una zorra como ella.
Al llegar a la habitación, vi como tenía los ojos abiertos y los mofletes ligeramente enrojecidos, seguro que estaba recordando la noche anterior, y como ahora era mía, haciendo que sintiese mi polla a punto de reventar, esta chica misteriosa iba a acabar conmigo. Por un momento vi asomar en sus preciosos ojos, dudas sobre lo que había pasado, y no podía permitirlo, si dejaba que esos pensamientos continuasen, se me escaparía de las manos. Me puse en medio de la habitación.
J: Traigo tu desayuno pequeña zorrita, ven aquí y arrodíllate.
Se fueron todas las dudas, y como si tuviera un resorte en el cuerpo, se levantó de la cama corriendo, y se puso de rodillas delante de mí. Abrió la boca y sacó la lengua, como lo había hecho ayer, y me encantaba que enseguida se pusiera tan servicial, tan puta deseando la polla de su Amo. Hoy quería comprobar cuán buena era con esa boquita de guarra que tenía, así que cogí una cuerda y le até las manos a la espalda, impidiendo que pusiera usar las manos mientras me la mamaba, así que le acaricié el pelo para tranquilizarla.
De tener tanto tiempo la boca abierta, se le estaba escapando la saliva de la boca, que caía en forma de ríos por sus tetas, y continuaban bajando hasta llegar al suelo. Mi polla estaba que no aguantaba más encerrada en el pantalón, por lo que la saqué y la masturbaba lentamente, mientras veía en sus ojos como su deseo de poder chuparla crecía en sus ojos.
J: Así va a ser tu nueva vida, me perteneces tú y tu placer. Ahora eres mi propiedad, y espero que te guste tanto como a mí.
Cogí su cabeza y se la metí directamente en la boca, se sentía como en el paraíso, esos labios eran increíbles, y su forma de mover la lengua me estaba llevando al cielo. Esta puta si que sabía chupar bien la polla, por lo que dejé que ella llevara el ritmo. Lo hacía lentamente, se movía despacio para poder saborearla bien, y una de las veces que la sacó de su boca, la rozó con sus dientes y lamía, que pensaba que me corría. Decidí que ya estaba bien, que ahora sería yo quien tomaría el control, por lo que la volví a agarrar del pelo, eché su cabeza hacia atrás y le escupí en la boca porque me apetecía, y quería ver lo que hacía con ello, y la muy puta se lo tragó sin pensárselo, así que le metí la polla en lo más profundo de su garganta.
Se sentía tan increíble, que no podía parar de perforar su garganta con mi polla, me sentía en el cielo, y a pesar de que notaba sus arcadas, no bajaba el ritmo, ya que veía como la guarra disfrutaba de ello y se mojaba más. Sin poder aguantarme más, me corrí abundantemente en su garganta, directo a su estómago, nada podía salirse, respiré profundamente para recuperar, mientras ella me la limpiaba con su boca.
J: Espero que tu desayuno te haya gustado pequeña.
L: Sí Amo, me ha encantado.
J: Ahora te vamos a lavar, como a las buenas perras, para estar lista para mi.
L: Sí Amo.
Enganché la correa que tenía a su collar, tiré levemente de ella para que se pusiera en marcha, pero vi que intentaba ponerse de pie, y eso era imposible, las perras como ella van a cuatro patas, así que le di un buen azote en el culo, para ponerla de nuevo de rodillas
J: Las perras van a cuatro patas zorrita, no lo repito más. -poniendo una cara bien seria, esto no era una broma, y tenía que aprender-.
L: Sí Amo.
Ahora ya podíamos ir al baño, necesitaba lavarla, estaba hecha un Cristo, y al final, una sumisa siempre es el reflejo de un Amo. La metí en la bañera y con una seña la indiqué que era el momento de hacer sus necesidades, necesitaba que perdiese la vergüenza conmigo, y así podríamos empezar con buen pie. Las dudas volvieron a sus ojos, pero entonces pude ver como su coño empezaba a brillar de nuevo, así que respiré tranquilo, al ver que empezaba a mear. Sentía que poco a poco todas sus barreras iban cayendo, y que todos los músculos de su cuerpo se iban relajando, dando paso al puro placer, al dejase llevar por su Amo, a disfrutar de lo que realmente era, una perra, mi perra.
La sonreí a modo de premio por haber hecho ahí mismo sus necesidades. Puse la mano en su chorro de pis, extendiendo el líquido por todo su cuerpo, y queriendo comprobar cuán guapa era se lo puso en la boca y lo lamió, era una completa guarra, y no dejaba de sorprenderme, me encantaba que lo fuera. Me reí al verlo, estaba muy satisfecho, más que satisfecho de mi nueva propiedad.
Era hora de bañarla, con lo que templé el agua de la ducha y la lavé como si fuese un perro, quería humillarla y hacerla ver y comprender cuál era su nueva posición, su nueva vida. Necesitaba hacerla mía por todos sus agujeros, debía marcarla bien como su macho, toda ella me pertenecía, así que con la misma ducha le hice un enema.
Ella al principio se tensó, fue toda una sorpresa para ella, por lo que acariciandola el pelo, conseguí que se tranquilizara y relajase.
J: Vamos a lavarte ese culito, no te preocupes pequeña, pronto habrá pasado. Es solo agua tibia en tu interior, que luego expulsarás, y repetiremos hasta que el agua salga limpia.
Me llevó cierto tiempo limpiarla con cuidado, y tenía que acariciarle bastante la cabeza para que se mantuviera tranquila. Cuando acabé, limpié los restos que quedaban encima de ella, y como premio levanté su cabeza tirando de la correa, y la di un beso suave. Tiré de la correa de nuevo, esta vez hacia delante, y la saqué de la ducha, para llevarla al salón, me alegro comprobar que no que no intentaba ponerse de pie, sino que continuaba a cuatro patas. Todavía era algo lenta, pero con el tiempo estaba seguro de que la perrita lo haría mejor. Me senté en el sofá, su baño me había dejado algo cansado, y ella había sido muy obediente, así que tendría que darle un buen premio.
J: Espero que te este gustando tu nueva vida perrita.
L: Sí Amo, me encanta.
J: Hoy estás siendo muy obediente, te mereces un pequeño premio. Súbete a esa mesita, ábrete de piernas para mí, y deléitame hasta que te corras zorra.
Vi como obedientemente se subía a la mesita, abría sus piernas para mí, y me deleitaba con un buen espectáculo, viendo como se masturbaba. No tardó mucho en correrse, y no apartó su mirada de la mía en ningún momento, y eso me encantó. Quería saborearla, recordar a que sabía ella.
J: Deja que saboree tu mano,con tus flujos de puta.
Se acercó a mí, olí su mano y la saboreé pasando la lengua por ella, y vi como se ruborizaba el ver que la miraba intensamente, con hambre, al hacerlo. Se recostó en el suelo a mi lado, mientras le acariciaba la cabeza, cerró los ojos y se quedó completamente dormida. Yo sin embargo, me quedé pensando en todo lo que iba a hacer a continuación, cuando despertase.
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