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Luna de Miel en Kenia-Maldivas II
Escrito por Amocalabozo

CAPITULO II
CONOCIENDO A FRANCESCO
Por la mañana Alvaro me dijo que tenía paseo en caballo, que cuando terminara iría a la playa. Desayunamos y subí a la habitación a coger la bolsa de la playa. Un instinto inexplicable, me hizo comprobar, que llevaba 20 euros en el monedero.
Me reuní con Sole y Rocío, y las tres fuimos a la playa, más o menos al mismo sitio del día anterior. Los chicos de la crema, llegaron casi a la par que nosotras, aun no nos habíamos quitado ni los sujetadores.
Lo hicimos, y ellos empezaron con su tarea. A mí me buscó el del día anterior. Me saludó y empezó a untar crema. Yo me repetía que no podía pasar de eso, que tenía que ser fuerte, y no caer en la tentación, y lo conseguí hasta que sus manos se deslizaron por mis ingles, pasando muy deliberadamente por debajo del elástico del tanga. En ese momento, me derrumbé saque los 20 euros, se los día, y la escena del día anterior se repitió, con squirting incluido.
Había sido débil no lo siguiente.
Al rato llegó Álvaro. Nos vio a las tres en toples. No me dijo nada, supongo que el verles las tetas a las otras dos, le compensaba el que yo las enseñara.
Estuvo allí con nosotras bañándose y charlando hasta la hora de comer en que repetimos lo del día anterior. Todo, hasta el polvo con Álvaro.
Yo me bajé nuevamente sola a la playa.
Al momento de estar tumbada apareció Francesco con un vaso en la mano.
"Hola preciosa clienta. Te he visto muy sola y he pensado que te gustaría tomar un combinado fresquito. Combate muy bien el calor y la humedad", me dijo.
Yo intenté con una mano taparme las tetas, mientras le agradecía el detalle y pensaba si lo de la humedad, habría ido con segundas o no.
"No tienes que esconder esos bonitos pechos. Estoy acostumbrado a ver mujeres así, no me asusto, y las tuyas son de las mejores que he visto", me dijo.
Estoy segura de que el rubor me enrojeció toda la cara.
"Eso se lo dirás a todas", le dije por decirle algo.
"No, jaja, lo digo porque es cierto. ¿De donde sois?", preguntó.
"De Madrid. Tú italiano, seguro", le dije.
Francesco no era especialmente guapo, era de los chicos que resultan atractivos. Alto, yo diría que 1,90 y un cuerpo machacado de gimnasio donde no se veía un solo gramo de grasa.
Y eso si, muy simpático y con mucha labia.
"Sí, tengo 35 años, soy de Cerdeña, estudié Técnico Superior en Animación Sociocultural y Turística, y me puse a hacer las prácticas en un hotel que casualmente tenía varios hoteles aquí, en Kenia. Después de dos años allí siendo eventual, me propusieron venirme a África con un contrato fijo, y un sueldo más que interesante. Por entonces ya hablaba italiano, español e inglés, y aquí aprendí el suajili, y el alemán y este resort buscaba animadores, me presenté y aquí estoy ", me dijo.
" Fascinante sin duda, menudo cambio de Italia a África ", le dije.
" Sí, al principio se nota mucho. Luego te acostumbras, como todo. ¿Y tú?, de luna de miel, supongo", me dijo.
"Así es, soy Lucía, tengo 29 años, si, de luna de miel, y sin duda una vida menos excitante que la tuya. Soy administrativa en una empresa de construcción, y poco más", le dije. Estaba empezando a sentir mucho calor.
Hacía ya un buen rato que había dejado de cubrirme las tetas con las manos y veía las miradas más o menos descaradas de Francesco a mis pezones. La verdad es que cuando me excitaba eran un escándalo, no me los había medido nunca, pero yo creo que llegaban a los tres cm., y ahora sin tener que estar excitada, estaban a tope.
Sin saber porqué, mi vista se dirigió hacia el paquete de Francesco. Vi un bulto de considerable dimensión debajo de su pantalón corto.
Ahora aumentaban mis calores, era urgente darse un refrescante baño.
"Bueno, me voy a dar un baño, empiezo a tener calor", le dije.
"Si, está pegando bien el sol. ¿Y tu marido no te acompaña en la playa?, preguntó
" Por las tardes se echa la siesta, dice que le alimenta más", le contesté.
"Los españoles y sus siestas, jajaja. Bueno, yo también tengo que preparar actividades para mañana, así es que me voy a mi oficina, ha sido un placer esta charla contigo", me dijo levantándose y se fue hacia una casita al lado del hotel, que supuse era su guarida. Tenía un buen culo, jajaja.
Estuve un rato en el agua refrescándome. Me encantaba el agua. No era una gran nadadora, me defendía, pero el baño era muy relajante.
Cuando salí, me sequé un rato al sol y me subí para la habitación.
Ducha, cena, disco y a dormir.
Al día siguiente, en la playa se repitió la escena de los dos días anteriores. La verdad es que me estaba costando un dinero que me pajeara aquel chico, pero lo hacía tan bien, que daba el dinero por bien empleado.
No sé porqué, no les comenté nada a Rocío y Solé de mi charla la tarde anterior con Francesco, tampoco había mucho que contar, así es que paja, baño, comida, polvo con Álvaro, y a la playa otra vez.
Y otra vez apareció Francesco, esta vez con dos combinados.
"Hola, linda madrileña, ¿me permites compartir este combinado contigo?, me dijo.
Sonreí al verle,
" Si claro", le dije echando la mano para coger uno de los vasos.
Francesco me cambió al otro vaso,
"Este es para mí, está muy cargado, jajaja", me dijo.
"Ahyyy, borrachín", le dije riéndome.
"Bueno, hay que buscarse alicientes, y un buen combinado siempre ayuda. ¿Y que tal van tus vacaciones?", me preguntó.
"Bien, después de la semana en Nairobi y después de tanto safari y tanto animal, esperaba con ganas el relax de la playa", le dije.
"Ya, me hago cargo, ¿y cuantos días te quedan aún aquí?, me preguntó.
" Pues tres días, bueno, cuatro con hoy", le contesté.
"Genial, aún te queda tiempo de relajarte", me dijo.
"Eso espero", le dije.
Sin saber muy bien porqué, había puesto las piernas al estilo indio, con lo que Francesco tenía una visión diáfana del final de mis glúteos y del comienzo de mi vulva.
Y no le pasó desapercibido. Empezó a mirar a la zona, aunque la visión de arriba a abajo no era todo lo buena que él quería, así es que se tumbó boca abajo enfrente mío, y ante mi sorpresa puso su barbilla sobre mis tobillos. Ahora sí que lo tenía a escasos 20 cm. Y de frente.
"Podría morir así", me dijo.
"¿Así?, ¿Cómo?", le contesté.
"Viendo la raja de mi diosa, e imaginando lo que habrá debajo del tanga", me dijo sin cortarse un pelo.
Instintivamente, intenté cerrar las piernas, algo imposible con su cabeza encima de mis tobillos.
"Permiso", dijo avanzando una mano hacia mí entrepierna, pasando un dedo por debajo del tanga, y corriéndolo hacia un lado, dejando mi coño al aire.
Di un respingo más por el contacto de su dedo con mi coño, que por el hecho en sí.
"Lo que imaginaba, un coñito de diosa", dijo mientras deslizaba un dedo por la vulva arriba y abajo.
Yo miraba para todos lados por si había alguien contemplando la escena.
"Vamos a mi oficina", me dijo levantándose, cogiéndome de una mano y levantándome a mí también.
Cuando estaba de pie, me quitó el tanga, guardándolo junto al sujetador y el libro en mi bolsa de playa que él se colgó de un hombro.
No sabía porqué, pero le dejaba hacer. Solo le miraba con cara de ternera a punto de ir al matadero.
Empezamos a andar los apenas 50 m. que nos separaban de su oficina. Yo totalmente desnuda y el con su mano izquierda por mi culo, entre las piernas, y sentí como un par de dedos entraban en mi vagina.
Esto era surrealista. Estábamos a la vista de todo el mundo, y lo más flipante es que él me dirigía con sus dedos metidos en mi vagina para donde tenía que ir, como si de unas riendas de una yegua se tratara. Me sentía usada, humillada, expuesta, deseada….
Entramos en su oficina, cerrando la puerta tras él. Dejo la bolsa de la playa en una silla, me saco los dedos de la vagina, y me puso de frente a él.
“Abre la boca”, me dijo.
La abrí, y me metió los dedos que acaba de sacar de mi coño en ella.
“Chúpalos, lame tu flujo que mana a raudales tu puto coño”
Vaya había cambiado el coñito de diosa, por tu puto coño.
Chupé sus dedos. Era la primera vez que tenía contacto con mi flujo, al menos con su sabor, y por supuesto con cualquier otro flujo. Tenía los dedos corazón y anular de Francesco, metidos casi hasta la campanilla.
Por sus movimientos, vi que se estaba desprendiendo de los pantalones, y en cuanto lo hizo, cogiéndome de los hombros, me obligó a arrodillarme delante de él, y de su polla. No era una polla espectacular, más pequeña y delgada que la del chico de la playa, aunque sin duda más grande que la de Alvaro.
Me la metió de un golpe en la boca, toda entera, hasta mas allá de la campanilla, provocándome una arcada inmensa, seguida de un vomito descontrolado.
“Joder, que asco”, gritó Francesco al verlo.
Me cogió del pelo, y me soltó una bofetada, que aún me duele.
“No sirves ni para mamar una polla, puta”, me dijo.
No sabía que había sido de aquel chico educado y galante, que ahora me usaba como realmente, eso, una puta.
Me cogió del pelo y poniéndome a cuatro patas, empezó a restregarme la cara por le vómito.
“Vamos puta, que quede bien limpio. Lámelo todo”, me decía sin parar de restregarme la cara por el suelo.
El lamer mis propios vómitos, solo iba a provocar nuevos vómitos, pero Francesco, sabía lo que hacía, y en cuanto estuve lamiendo lo que podía con la cabeza hincada en el suelo, noté que me cogía por las caderas, ponía su polla en mi ano, y de un empujón me la metía entera.
“Ahyyyyy”, grité.
Joder me dolió. No es que no hubiera hecho nada por el culo, pero meterme todo aquello de golpe sin ningún tipo de lubricación, duele.
Me empezó a encular con todas sus ganas, yo no paraba de gritar, y de intentar cerrar el culo.
“Así, zorra, lucha. Cierra el culo me da más gusto y te lo rompo mejor”, me decía Francesco fuera de sí. Oía el ruido de su móvil, haciendo fotos o video. Este me iba a arruinar la vida, y el culo.
Me sacaba la polla, y mi ano quedaba unos instantes abierto, que el aprovechaba para escupirme dentro.
Yo seguía lamiendo, dando arcadas, y echando más vómito. Aquello era un sin parar. Todo aquello le ponía loco a Francesco, que no paraba de darme con ganas azotes en el culo mientras me enculaba. Después de estar más de 20 minutos así, empezó a rugir, y moverse aún más rápido, hasta que note, como descargaba en mi culo.
“Toma, puta española, leche italiana para tu culo de zorra”, me decía con voz entrecortada Francesco.
Aun mantuvo un rato la polla dentro de mi culo,
“Voy a grabar como queda tu culo abierto por mi polla, y a ver si se ve mi leche dentro”, me dijo.
Al final, la sacó. Yo me quede en la posición que tenía y me dijo cogiéndome de los pelos, y levantándome,
“Vete al baño que está ahí, y lávate la boca y la cara”, me dijo.
Me metí en el baño, avergonzada, y con el culo dolorido. Me lavé la cara y la boca, hice pis, y volví a salir.

CONTINUARA


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Luna de Miel en Kenia-Maldivas II es un relato escrito por Amocalabozo publicado el 07-06-2022 18:46:50 y bajo licencia de Creative Commons.

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