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En el hotel de la playa
Escrito por Angelika Jones
En el hotel de la playa
Javier se levantó, se vistió y abandonó la cala. Angélica no entendía la situación, por un lado quería ir, por el otro estaba acojonada.
—Soy María, la pareja de Javi.
Al oír esas palabras de la exuberante rubia se puso roja. Se insinuó a su parejo.
—Soy Angélica —dijo con la voz entrecortada.
—Eres la zorra que se muere de ganas de que le partan el culo. —Angélica abrió los ojos—. Si tuviera un plug aquí te lo pondría. Separa las piernas.
Angélica tenía la respiración entre cortada y le hizo caso mientras esa mujer buscaba en la bolsa. Se giró con un vibrador en las manos.
—zorra, separa los labios y lamelo.
Angélica no sabía porque obedecía, quería complacer. Abrió la boca, empezó a notar como María le acariciaba el clítoris provocándole el primer orgasmo de la jornada.
—Serás una buena perra. Ponte el vibrador, tápate con una toalla y ve a la habitación. Ponte desnuda y de rodillas antes de llamar a la puerta. El Amo quiere que os deje solos durante cuarenta minutos.
Angélica no creía donde se metía, lo que le impactaba es que podía huir y no lo hacía. Antes de abandonar la cala notó como todo en cuerpo le vibraba. Estaba fuerte y le costaba andar.
Llegó al hotel y se dirigió al ascensor. Las puertas se cerraron y ella respiró. El ascensor se paró en el primer piso y subieron unos jóvenes a los que no les producía vergüenza tocarle el culo por debajo de la toalla. Ella no podía levantar cabeza y solo deseaba llegar a la sexta planta. Salió del ascensor y cuando se cerraban las puertas un joven le estiró la toalla. Con la cabeza gacha fue a buscar la puerta.
Una vez la encontró, se arrodilló y llamó. Se alegró de que el pasillo estuviera desértico. El vibrador la estaba matando, llevaba muchos orgasmos y notaba como la humedad recorría la parte interna de los muslos. Oyó como una puerta se abrió detrás suyo y empezó a templar, no giró la cabeza. Le empezaron a masajear el culo y notó como le introducían un plug, por suerte era pequeño.
—Ahora gatearás hasta la pared y volverás.
Al escuchar a Javier se tranquilizó. Empezó a moverse con dificultad. El plug le molestaba, el consolador le producía orgasmos y hacía años que no gateaba. Dio la vuelta y sonrió al ver a Javier mirándola con una sonrisa, y tapado por una toalla que no disimulaba su erección. Llegó a se lado y le besó los pies.
—Para dentro, perrita. Sube a la cama mirando los pies.
«Me estaba controlando y me gustaba, me excitaba. Siempre me había llamado la atención que me dominaran. Subí a la cama y me coloqué como me dijo» pensó y actuó Angélica.
—A partir de ahora solo hablarás si te doy permiso. —Angélica afirmó con la cabeza—. Un gua para sí, dos para no.
—Bup —dijo Angélica y Javier le rascó la cabeza.
—Quiero que digas que te me entregas. Utilizarás amarillo para lo que te da miedo y rojo para lo prohibido. A partir de ahora soy tú Amo —recalcó esa palabra— y tú mi perrita. Puedes coger ropa de María del armario o puedes entregarte y te pondré un collar.
Angélica se quedo congelada, tenía una desviación muy difícil. Se armó de valor.
—Soy suya Amo.
Javier sonrió y le puso una cuerda atada en el cuello. Se sacó la toalla y le bajó la cabeza hasta que se la tragó entera. Angélica tenía miedo de no vomitarle encima.
—Ahora sí que eres mi tipo. Una perrita obediente..
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En el hotel de la playa es un relato escrito por Angelika Jones publicado el 13-08-2020 09:28:54 y bajo licencia de Creative Commons.
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