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Totalmente controlado
Escrito por Slave

Un día contrataron a Rosanna como mi nueva jefa. ¿Qué clase de nombre es Rosanna? Desde ese maldito día ella nos está encima como nadie. Todos los procedimientos que yo había desarrollado en los últimos cinco años no parecían ser lo suficientemente buenos. Tuve que comenzar a llegar más temprano y a retirarme más tarde. Más que en desarrollar nuevas ideas o crear nuevos sistemas, mi trabajo parecía estar concentrando sólo en resolver emergencias.

¿Cómo describirla? Ciertamente ella no es mi tipo. Yo he trabajado antes para algunas mujeres un tanto insoportables, pero lo que hacía un poco llevadera la situación era que se trataba del tipo de mujeres a las que yo me siento atraído. No es el caso de Rosanna...., a mí generalmente me gusta las mujeres con cuerpo de modelo, es decir, flacas y de cintura minúscula. Rosanna más bien se parece a una modelo de un cuadro de Rubenesque, es decir un tanto entrada en carnes. Se viste con ropas que se pegan a sus "generosas" curvas y, de tanto en tanto, "accidentalmente" roza su cuerpo contra el mío o me apoya parte de su cuerpo cuando simula darme alguna sugerencia en mi trabajo. Yo creo que piensa que con esas actitudes va a lograr que yo me empiece a sentirme atraído hacia ella, pero está completamente equivocada.

Ella está convirtiendo en una pesadilla mi vida laboral y mi vida en general. Hasta he considerado la posibilidad de renunciar pero la actualidad del mercado laboral me asusta un poco. Después de conducir por una hora y quince minutos, finalmente llegué a casa. Gracias a Dios. Busqué mis llaves mientras me aproximaba a la puerta. Debería haberme imaginado que algo andaba mal cuando encontré la puerta sin llave. Debido a mi estado mental, consideré la posibilidad de no haberla cerrado por la mañana. Tiré el portafolio y abrí una cerveza mientras me dirigía a mi dormitorio. Nada hacía suponer que mi vida cambiaría a partir del momento que toqué el interruptor de luz de mi habitación.

Casi escupo la cerveza cuando vi que, recostada sobre mi cama y mirándome fijamente, se encontraba Rosanna. Sí.....Rosanna. Ella sabía que me iba a tomar por sorpresa porque sólo sonrió sin decir ni una palabra. Cuando el shock inicial se fue desvaneciendo, pude comenzar a darme cuenta cuál era la verdadera situación.

Rosanna no vestía con la ropa ajustada con la que solía verla en el trabajo. Esta Rosanna era muy diferente. Estaba recostada de lado, con la cabeza apoyada sobre la mano. Mis ojos se clavaron inmediatamente en el vestido de satén azul fuerte que se había puesto. El satén se pegaba a cada una de sus curvas.....curvas que en la oficina no me llamaban en absoluto la atención pero que, en ese momento, comenzaban a producir algún cosquilleo entre mis piernas. Cuando vio que la estaba explorando con la mirada, ella abrió ligeramente las piernas. El vestido se acomodó para revelarme una gran rajadura entre sus grandes muslos. Mientras sus piernas se seguían moviendo sugestivamente, ella intentó reprimir una sonrisa al darse cuenta que tenía los ojos clavados allí.

- ¿Te gusta lo que ves? -ronroneó.
- Yo...ehh....yo.....ehhhhh.... -yo tartamudeé.
- Exactamente lo que yo pensaba. He observado como mirabas a las mujeres de la oficina que visten blusas de satén y llegué a la conclusión que el satén es tu fetiche favorito.

Frotó a lo largo de la tela que cubría su cadera provocando el sonido de su mano al deslizarse. Yo no estaba seguro si la piel de gallina que se provocó en mí al sentir ese sonido fue tan notable como para que ella se diera cuenta, pero sin duda advirtió cuando inspiré profundamente. Balanceó sus piernas a un lado de la cama y se sentó. Cuando cruzó las piernas sus ojos adquirieron un brillo muy sugestivo.

- Ven a mí, Gerardo -me arrulló con su voz.
- ¡Fu...fuera de mi dep...departamento! -tartamudeé, tratando de convocar a una resistencia que rápidamente se iba desvaneciendo.

Los pensamientos volaban en mi mente. ¿Cómo supo ella mi fetiche con el satén?. Nunca se lo dije a nadie, ni a mis amigos más íntimos. ¿Cómo podía, así de repente, esta mujer que me estaba arruinando la vida y a la que seguro había empezado a odiar, estar provocándome una excitación tan grande? Si ella no era mi tipo. No me sentía atraído hacia ella. Y, sin embargo, mis pies... paso a paso....uno tras otro...me iban llevando hacia ella.

Deslizó la mano sobre su pierna, pasó por el muslo y la depositó en su amplio seno. Ese movimiento provocativo se grabó a fuego en mis ojos. Colgado sobre su escote tenía un amuleto con extraños símbolos grabados en él. Movió el amuleto entre sus dedos, sabiendo que yo observaba fijamente. Antes de poder darme cuenta, yo estaba parado frente ella con los ojos clavados en su escote.

- Tú me quiere s -ronroneó. Traté de negarlo pero todo lo que podía hacer era seguir mirando fijamente.
- Tú me quieres más de lo que hayas deseado jamás a alguna mujer -continuó.

Había algo extraño en sus palabras. No era sólo lo que ella estaba diciendo, que minutos antes hubiera considerado absurdo, sino que la manera de decir esas palabras iban convirtiendo paulatinamente mis pensamientos.

- Yo soy tu Diosa... tu Diosa de Satén. Me obedecerás en todo lo que te pida y en todo momento.

Mientras hablaba, hábilmente me iba desabrochando el pantalón y sacaba mi verga totalmente excitada. Envolvió su mano con parte del satén de su vestido y me tomó completamente el miembro viril. Lentamente comenzó a acariciarlo. La presión de su mano y de la resbaladiza tela satinada provocó el efecto exacto que ella estaba buscando......una completa y total excitación y la pérdida total de la voluntad.

No se cuánto tiempo pasó, pero en el preciso momento en que sentía que me dejaba llevar en un viaje sin retorno, ella se detuvo.

- Abre los ojos, Gerardo -me ordenó. Mis ojos se abrieron de golpe respondiendo a su orden. Su mano envuelta en satén todavía seguía aferrando mi verga, pero inmóvil.
- En un momento, Gerardo, yo voy a soltar tu verga. Voy a darme vuelta y me voy a recostar sobre el borde de la cama. Cuando lo haga, tú verás el satén de mi vestido pegándose a las curvas de mi culo. Esa vista será demasiado para que puedas resistirla. Bajarás completamente tus pantalones, colocarás tu verga sobre mi culo y comenzarás a empujar. Tu verga se deslizará sobre el satén provocándote nuevos niveles de placer. La fricción que sentirás será demasiada y comenzará a debilitar tu mente. Tú me dirás cuando estés a punto de acabar y entonces yo te seguiré diciendo lo que habrás de hacer.

Ella rodó como había dicho y comenzó a amoldarse el satén del vestido sobre su culo y frente a mi cara. Tenía razón.....no pude resistirme a lo que veía. La necesidad de rozar mi verga contra la tela era tanta que era en lo único que podía pensar. Ella era la mujer más deseable del mundo. Tan sexy.....tan seductora.....me parecía lo más razonable obedecerle y dejar que ella pensara por mí.

Mientras me bajaba completamente los pantalones, quedé hechizado con la forma de su culo pero principalmente con los destellos de luz que emitía el brillo del satén que lo rodeaba. Me incliné y coloqué mi verga sobre ella y lentamente comencé a moverme hacia adelante. Mi mente vagaba entre pensamientos dedicados a su belleza y a su poder. Cada movimiento intensificaba mi predisposición para obedecerle y servirla. Podía imaginar su pícara sonrisa, sabiendo exactamente que era lo que estaba sucediendo en mi mente. Naturalmente la velocidad de mis movimientos aumentaba a medida que el placer se intensificaba. Coloqué mis manos bajos sus pechos y sentí como electricidad al tocarlos.
Todos los recuerdos referidos al mal día que había tenido se fueron convirtiendo en pensamientos destinados a obedecer y servir a esa Diosa......no podía esperar el momento de comenzar a hacerle la vida más simple en la oficina. Podría servirle el café, conseguirle el almuerzo.....podría frotar sus pies por las tardes......podría hacerle todo tipo de recados........ podría...... frotar........frotar.......frotar......

- Sigue frotando esclavo Gerardo -ella maulló- Rózate contra tu Diosa. Comienza a sellar tu destino.
- Estoy a punto de acabar, mi Diosa -jadeé.
- Mi orden para que puedas acabar será la primera de todas las órdenes que obedecerás por el resto de tu vida...... ¿has entendido, Gerardo?
- Siiiiiiiiiiiii....... Mi Diosa.

No más escucharme, ella balanceó su culo una vez más y lo empujó hacia atrás para aplicar más presión.

- ¡Acaba ahora y serás mío!

Resistirme no era una opción. Mi cuerpo reaccionó como si la orden la hubiese dado mi propio cerebro. Exploté con todo sobre su culo con una potencia hasta el momento para mí desconocida. Mi cuerpo se convulsionó en fuertes sacudidas. Cuando la reacción se fue apaciguando, ella giró la cabeza y yo la miré con un amor totalmente renovado.

- Ahora, limpia todo con tu lengua, Gerardo.

Una hora atrás, el sólo pensar de estar lamiendo mi propio semen me hubiese revuelto el estómago y me hubiese provocado arcadas. Pero escuchar la orden de la boca de mi Diosa lo convirtió en una de las cosas más agradables de pensar y de hacer. Moví la lengua sobre el satén que cubría su culo y comencé lentamente a lamer. Podía percibir el calor de su cuerpo a través del vestido. Su olor a humedad se convertía en excitación y deseo por ella.
Cuando terminé de limpiar todo, ella se dio vuelta.

- Ahora este lado -fue todo lo que dijo.

A comienzos del día yo odiaba a esa mujer y hubiese hecho cualquier cosa por alejarme de ella. Ahora, mi único propósito en la vida era lamerle el coño hasta que pudiese llegar al orgasmo. Mi lengua presionaba contra el satén, penetrándola lentamente. Mi aliento caliente hacía que ella apretara sus muslos contra mi cabeza. Me tomaba del pelo a medida que iba excitándose cada vez más. Ningún dolor me detendría. Mi única misión era complacerla. Se había convertido en lo más importante. Cuando ella explotó de placer, mi cuerpo provocó el mejor orgasmo que yo pude tener en mi vida. ¿Cómo podía ser?

- Gerardo, -ella ronroneó- tu vida ahora ha cambiado. Yo te he escogido y te he convertido en mi esclavo. ¿A quién debes servir, Gerardo?.

Las palabras luchaban por salir rápidamente de mi boca:

- A tí, Mi Diosa.

- Buen chico -dijo en forma seductora- He notado como en la oficina tu tratabas de evitarme. Bien, eso no ocurrirá más. Todos los días, cuando llegues a la oficina, te reportarás ante mí. Yo siempre llevaré algo de satén o de seda. Tú te desvestirás y te frotarás contra esa indumentaria para reforzar mi control sobre tí. Algunas veces serán mis medias, ....... otras veces será mi blusa.......... y algunas otras será mi falda. ¿Has comprendido mis órdenes esclavo Gerardo?

- Siiiiiiiii......Mi Diosa -contesté con el tono monótono que lo hace alguien que no puede pensar por sí mismo.
- Cuando yo requiera tus servicios te llamaré o te mandaré un mensaje de texto diciéndote: "Gerardo, necesito que hagas algo para mí". En cualquier momento que escuches eso, dejarás todo lo que estés haciendo, sin preocuparte por lo importante que fuera y vendrás corriendo a mi oficina. Una vez allí, te desnudarás y vendrás gateando hacia mí. ¿Has entendido, Gerardo?

- Siiiiiii.......Mi Diosa.
- Buen chico. Ahora comienza tu nueva vida, dulce Gerardo.

Mientras me decía esto último, ella se dio vuelta y levantó su culo, ofreciéndomelo nuevamente.

- Ahora ven y machaca sobre Tu Diosa. Déjame profundizar mi control.....


Licencia de Creative Commons

Totalmente controlado es un relato escrito por Slave publicado el 29-06-2022 22:31:24 y bajo licencia de Creative Commons.

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