Caminos
Escrito por malvado diplomatico
La boca de mi diosa es un manjar, su blanca faz contrasta de manera muy erótica cuando se pinta sus carnosos labios de ese color oscuro que me subleva, sabiendo yo que la reina de mi castillo cuando lo hace, tiene muy perversas y negras intenciones hacia mí.
Su dulce saliva, que puedo decir de su saliva, es dulce como la miel, delicatessen para paladares exigentes, húmeda caliente, fuente de innumerables placeres cuando me la da picara con su voraz lengua, irresistible para mí, ya sabe ella entonces que me tiene a sus pies, matadora, cuando golosa, la expande por mi miembro erecto y juguetea delicada con la puntita de su lengua recorriéndolo en toda su extensión.
Me faltan palabras para describir, cuando se tiende toda desnuda en nuestro lecho y mimosa me pide un masaje en su espalda, ella sabe que puedo pasar horas solo admirando su figura, caliento mis manos y las unto del aromático aceite que conseguirá darle ese brillo y suavidad, comienzo a recorrer sus níveos brazos con delicadeza, rozando solo la base lateral de su pecho, le tentación es fuerte, pero mi diosa me ha pedido un masaje, continuo por la base de su cuello, que tantos y placenteros momentos nos ha dado, gimiendo suavemente , ronroneando como una gatita, no pares.
Pero debo seguir recorriendo todos sus caminos y comienzo a bajar masajeándola, ansioso por llegar a sus redondas y turgentes nalgas, detenerme con placer en cada una de ellas, abrirlas suavemente y rozar con mis dedos levemente ese oscuro objeto de deseo, ella, sabiendo de mi sufrimiento, a veces se siente generosa y lascivamente sube un poquito su pelvis para que pueda gozarlo y admirarlo, un escalofrío de placer me recorre toda la espina dorsal.
Pero yo, dispuesto como estaba a recorrer todos sus caminos, date la vuelta, le dije y entonces me perdí en esa deliciosa vereda que separa sus pechos maduros y gozosos, su olor era abrumador, olía a hembra caliente poderosa, sus pezones, negros, poderosos se erguían altivos, desafiantes, pidiendo su momento de placer.
Pero yo quería bajar, saborear las mieles de su vientre, perderme en su ombligo, aspirar sus aromas su esencia en tan delicada copa, promesas de perdición y placeres salvajes.
Yo quería disfrutar de todos sus caminos, quería seguir bajando, quería explorar la deliciosa gruta de las locuras, yo quería separar esos labios pecaminosos, quería saciar mis sed, mis ansias de saborear tan delicados y fragantes jugos, beberme su esencia de mujer, saborearla gozarla, quería luchar contra sus muslos, pétreos, duros, de diosa griega, quería jugar con sus delicados pies, admiración de fetichistas empedernidos, pero ese camino que separa tan admirables pechos, me dijo, no, hoy serás solo para mí, y yo gozoso de aspirar el aroma que despedía ese camino en forma de V que separa tan deliciosos pechos, allí me quede dormido, gozoso, feliz y soñando con todos los caminos que una dama tiene para gozo de su amante, allí me quede dormido con sus olor a mujer a hembra poderosa, a diosa, a mi diosa.
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