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5 de diciembre (20 días para Navidad)
Escrito por Pandora

Ya estamos en domingo, y aunque para muchos no sea así, los fines de semana se pasan volando, en un abrir y cerrar de ojos. Menos mal que estamos en un puente y la cosa se alarga hasta dos pestañeares de ojo, porque sino… Los domingos es día de perrear para nosotros, es decir, de no hacer absolutamente nada. Muchas veces nos pasamos la mayor parte del día durmiendo, sobre todo porque somos más trasnochadores, así que por algún lado hay que compensar.

Nos levantamos a la hora de comer porque mi Amo tuvo una llamada de su hermano, para saber a qué hora llegaríamos a la comida, que nos estaban esperando. Rápidamente nos levantamos de la cama, nos vestimos a la velocidad de la luz con una falda, un jersey y unos botines, y él con un jersey y unos pantalones con unas deportivas. Antes de salir de casa, mi Amo se paró ante el calendario de adviento.

- Quiero que abras ahora el día cinco -dijo sonriente.
- Pero llegamos muy tarde Amo, su familia nos está esperando -dije mientras acababa de colocarme mi collar de plata (uno normal).
- Ahora -dijo serio.
- Sí Amo -acercando mis manos a la puertecita.

Abrí la puerta del número cinco, pero antes de que pudiera ver lo que había dentro, mi Amo me inclinó hacia delante apoyando mis manos sobre el respaldo de una silla. Metió sus dedos en mi coño tras apartar el tanga. Gemí ante la sorpresa de aquellos dedos en mi interior, parecía que se movían lento, pero no paraban de estimular las distintas zonas de mi vagina. Además añadió los dedos de su otra mano para estimular mi clítoris, provocando que mi excitación fuera aún mayor.

Apenas me di cuanta de cuando sacó sus dedos de mi interior, y me metió otra cosa, guardando otra en su bolsillo. Me dio un azote en el culo, así que me incorporé, y con una señal me levanté las partes de arriba dejando al aire mis tetas. Tenía la sensación de que habían crecido algo, pero tampoco es que llevara una medida exacta. Puso unas pegatinas en mis pezones y algunas más al rededor de ellos, de las cuales salían unos pequeños cables unidos a una pequeña batería sujeta en mi espalda.

- Ya puedes volver a colocarte la ropa perra, ya verás que bien lo pasamos hoy -sonrió maliciosamente.
- Sí Amo -con cierta incertidumbre en mi voz.
- Vámonos, que no quiero que nos esperen eternamente -dijo serio.

Menos mal que con el jersey ancho no se notaba nada de lo que llevaba en el pecho, aunque todo era muy disimulado. En el coche pude comprobar para qué servía lo de mis tetas, pues me daban pequeñas corrientes eléctricas que sentía como estimulaban mis tetas.

- ¿Te gusta? Esto no sólo estimula tus tetas para la futura leche que me des, sino que también puede producir cierto grado de dolor placentero a mayor intensidad -sonrió.

Aumentó la intensidad de los impulsos eléctricos, lo que provocó cierto dolor placentero en mis tetas mojando el coño un poco más. Este hombre sabía a la perfección como mantenerme excitada constantemente. Volvió a bajar la intensidad de los impulsos, pues habíamos llegado a la casa de su familia, y ellos no sabían nada de nuestros gustos más privados, por lo que actuábamos como una pareja vainilla normal.

Saludamos a la familia y nos pusimos a comer. Lo que yo creía que sería como otra comida más, tranquila y divertida (porque en su familia son muy habladores y encantadores), se quedaba muy lejos de la realidad. A la mitad del primer plato sentí una mayor intensidad en mis tetas, notaba como las estaba estimulado a la vez que me excitaba el coño, pero lo peor, vino cuando en el segundo plato, mi coño comenzó a vibrar, a contraerse, porque lo que había metido mi Amo esta mañana, estaba moviéndose y estimulándome.

Se me escapó un pequeño gemido, lo que hizo sonreír a mi Amo y que su madre me preguntara que si me encontraba realmente bien, porque tenía la cara algo roja. Con una leve sonrisa asentí en respuesta a su pregunta. La tortura se me estaba haciendo interminable, pues a veces la intensidad de ambos era fuerte, pero otras baja, y en ciertas ocasiones cada una llevaba una intensidad diferente. Me acerqué a la oreja de mi Amo.

- Amo, por favor, le suplico que pare, no aguanto más -susurrando.
- No perra, y no tienes permiso para correrte, pero puedes ir al baño a calmarte un poco -sonrió.

Me excusé con su familia y me fui al baño, intentaba respirar relajadamente para bajar la excitación, pero era imposible con la intensidad que sentía por parte de ambos aparatos. Agarraba con fuerza el lavabo, apenas podía tener las piernas rectas para sostenerme en pie, mi Amo quería acabar definitivamente conmigo. Alguien llamó a la puerta y se me calló el alma a los pies.

- ¿Sí? ¿Quién es? -pregunté con la poca voz que me quedaba.
- Soy yo tía, necesito pasar al baño, ¿te queda mucho? -se notaba la urgencia en su voz.
- No te preocupes, ya salgo -respiré hondo.

Tras tirar de la cadena, abrí al puerta para dejar paso a mi sobrina, la cual no se fijó demasiado en mí por la prisa que llevaba. En mitad del pasillo estaba mi Amo, que viniendo hacia mí me abrazó dulcemente. Los movimientos de los aparatos se intensificaron, eso iba a ser mi perdición.

- Quítate el tanga perra, dámelo -dijo con tono muy serio.
- Sí Amo -apenas sin voz.

Apoyándome en él, con cierta dificultad por la excitación, me quité el tanga y se lo di en la mano, mientras él me acariciaba la cabeza. Me gustaba cuando lo hacía, pues lo estaba haciendo bien.

- Ahora vas a correrte perra, quiero que lo hagas aquí mismo. Sé que te mueres de ganas de hacerlo -seguía serio.
- Pero Amo, tu familia puede oírme, y ella estará apunto de salir del baño…-mi preocupación era palpable.
- He dicho que te vas a correr perra, eres tan guarra que lo harás -hizo una bola con el tanga y me lo metió en la boca.

Agarró fuerte mi cintura, y subiendo la intensidad del vibrador de mi coño y de mis tetas, provocó que me corriera en un gran orgasmo. Las piernas me fallaron, pero menos mal que mi Amo me sujetaba por la cintura. La parte interna de los muslos se me empapó con mis propios fluidos de la corrida. Mi Amo apoyó mi cuerpo y el suyo en el mío contra la pared, para sujetarme mejor.

Todo justo a tiempo, pues nuestra sobrina salía del baño y sólo vio que nos dábamos un abrazo mientras mi Amo la sonreía. Nos dijo que hacíamos una muy buena pareja y fue a la cocina donde estaban los demás. Poco a poco me recompuse cuando noté que todo quedó apagado y mi cuerpo se había tranquilizado.

Con ayuda de mi Amo pasé de nuevo al baño y me di un poco de agua en la cara (menos mal que me había puesto maquillaje a prueba de agua). Volvimos a la cocina donde estaban todos, y la verdad es que agradecí que el resto de la comida fluyera con tranquilidad. Mantenía cierto grado de nerviosismo, pues no sabía si mi Amo volvería a hacerlo, y se había quedado mis bragas después de correrme como una guarra en el pasillo de la casa de su madre.

Tras una comida que casi se convierte también en merienda, decidimos que era hora de volvernos, pues queríamos hacer algunas cosillas. Nos despedimos de todos y nos fuimos a casa. La comida había sido intensa, pero no sabía lo que mi Amo tenía planeado para mí en casa. Llegamos, y nada más entrar en casa, oí su voz penetrante y masculina, esa que todo hombre pone y la mujer se derrite (aunque no se quiera admitir).

- A cuatro patas perra ahora, pero antes quítate toda la ropa que llevas -sentía su respiración en mi nuca, excitándome levemente.
- Sí Amo -escapándose un leve suspiro de placer entre mis labios.

Me quité la ropa muy despacio y suavemente, para no quitar ni estropear nada de lo que me había puesto mi Amo antes de salir de casa. Fui doblando la ropa y dejándola a un lado en el suelo, pues él sabe perfectamente que odio el desorden, no puedo ni verlo. Cuando ya estaba completamente desnuda, me puse a cuatro patas, esperando a la nueva orden.

En silencio cogió mi ropa y fue a nuestro cuarto, mientras que las corrientes eléctricas de las tetas se ponían de nuevo en funcionamiento. No podía contener los gemidos de placer, pues después de la intensa comida en casa de su madre, me había quedado muy sensible en todas partes. Mi coño se mojaba por momentos a la espera de lo que pudiese haber planeado mi Amo para el resto de la tarde.

Apareció con mis cosas, me puso la cola, las orejas de perrita y dejó que yo misma me pusiera el conjunto que ayer me había tocado dentro del calendario. Él mismo puso el collar de nuevo sobre mi cuello, eso le encantaba, pues sabía que a él le reafirmaba como mi Amo, y a mi me reafirmaba como su sumisa. Enganchó la correa y me llevó de paseo por la casa.

Me dejó en el salón, con la correa enganchada a una de las patas del sofá, y mientras oía como sus pasos se alejaban de mí, el vibrador que llevaba en el coño se puso en funcionamiento de nuevo. A medida que pasaba el tiempo y no oía ningún ruido, me ponía nerviosa, pero a la vez estaba muy excitada. No podía aguantar los gemidos de placer que salían de mí por la excitación, y por la subida gradual de intensidad de ambos aparatos.

Por instinto de placer, abrí mi boca dejando la lengua fuera como si fuera una perrita. Solo quería correrme, quería poder llegar al orgasmo, pero no sabía donde estaba mi Amo, y no tenía su permiso. Estaba al borde del orgasmo cuando todo se paró en seco, creándome un gran sentimiento de frustración, pero a la vez de alivio, pues la resistencia a abandonarme al orgasmo era casi nula.

Oí de nuevo los pasos de mi Amo, y pude sentir como una de sus manos pasaba por mis muslos empapándose de los flujos que había producido mi coño. Para limpiarse puso su mano en mi boca, bien adentro, y fui limpiándosela con la lengua. Me quitó todo lo que me había puesto, lo del pecho y el vibrador del coño. No fue muy largo el descanso, pues enseguida me estaba untando las futuras ubres con aceite para después enganchar mis pezones a la máquina que me los succionaba constantemente.

- Ya no debe de faltar mucho tiempo para que empieces a dar la leche perra -sonrió.- Tras mucho tiempo empezarás a dar tus frutos.
- Sí Amo -pronunciaba con las pocas fuerzas que me quedaban.
- Perra, no me digas que una puta guarra como tú ya está cansada con sólo esto -rió.
- Amo, lo de hoy ha sido muy intenso, pero puedo aguantar más -sabía que tenía que servirle hasta caer rendida, y eso me gustaba.
- Bien perra, una zorra como tú no puede defraudarme -seguía sonriendo.
- Sí Amo.

Tumbándome boca arriba, abrió mis piernas con cierta rudeza, como animal hambriento con su presa. Sacó su polla dura como una piedra y de una estocada me la clavó entera, haciendo un gritara de placer. Sin esperar tiempo, movió sus caderas dejando caer su peso sobre mí, y metiendo su polla hasta lo más profundo.

Se me ponían los ojos en blanco de placer, cada una de sus embestidas era como un misil en mi coño, el cual no paraba de soltar grandes cantidades del flujo. Creí que me desvanecería por el placer, pero mi Amo me daba azotes que me devolvían a este mundo, aunque resultaban también muy placenteros. Tras un buen rato de embestidas profundas…

- Perra, tienes permitido correrte detrás de mí, no antes… -notaba sus jadeos en mi oreja.
- Mmm -el placer ya no me dejaba articular palabra.

Se corrió inundando todo mi útero, provocando que yo también me corriera intensamente detrás de él, como me había ordenado. Nos quedamos un rato así abrazados, hasta que recuperando fuerzas, salió de mí, me quitó todo y me llevó a la cama. Me invadió el cansancio en cuestión de segundos, y ya no recuerdo más hasta el día siguiente.

Espero que os guste, y por favor, dejad vuestros comentarios.


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5 de diciembre (20 días para Navidad) es un relato escrito por Pandora publicado el 11-12-2021 12:34:09 y bajo licencia de Creative Commons.

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Comentarios  
Andrea MX
0 #1 Andrea MX 10-01-2022 14:08
una buena mezcla magia de navidad y magia BDSM. me gustó leerte
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