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4 de diciembre (21 días para Navidad)
Escrito por Pandora

Sábado sabadete. Al fin había llegado el tan ansiado puente de diciembre, como ya lo dije ayer. Ya sabéis que no nos vamos a ningún lado (como seguramente muchos de vosotros). Hoy toca día de limpieza profunda, pues aunque el resto de los días de la semana se limpie un poco, de vez en cuando hay que hacer una limpieza mayor, y sino seréis un poco guarros (pero como siempre respetamos a cada uno).

Ya era mi tercer día de regla, y aunque para muchas sé que no será así, para mí este día la regla es como si apenas existiera (lo cual se agradece, solo hay dolor y algo de sangrado). Nos levantamos no demasiado temprano, a eso de las once de la mañana, pues los sábados no tenemos porqué madrugar. Incluso algunos fines de semana, hemos podido dormir del tirón hasta bien entrada la tarde. Sé que hay gente que no lo entenderá, pero nosotros somos así y nos gusta, y nos mostramos como realmente somos.

Una vez que nos levantamos, nos vestimos con ropa de estar por casa (de esa que te da igual que se manche), y tras hacer un desayuno medianamente rápido y ligero, nos pusimos a limpiar la casa. Lo típico, no quiero aburriros hablando de como paso la aspiradora o la fregona, creo que aquí ya sabemos limpiar todos.

Menos mal que acabamos para la hora de comer, y como todos los limpiadores sabrán, uno acaba agotado de hacer la limpieza profunda de la casa. Mientras él preparaba la comida (he de reconocer que se le da bastante bien), yo me duchaba rápidamente para poder poner la mesa y que así él pudiera ducharse (hoy no sería una ducha en pareja, como sé que algunos o algunas hubierais disfrutado).

Acabada su ducha y la comida, descansamos en el sofá mientras veíamos la televisión. Ratito que aproveché para hacerme la manicura francesa, que es todo un proceso bastante largo. Acabada la película de “La secretaria” que a él le hacía tanta ilusión ver conmigo, decidimos que era hora de ponernos manos a la obra con las distintas páginas webs que llevamos, y entre ellas ésta.

Muchos piensan que nos dedicamos a esto de forma profesional o que recibimos algo, pues os voy a decir que no. Como ya sabéis desde el primer relato, nosotros tenemos nuestros propios trabajos y esto lo hacemos por amor al arte. Así que a veces no podemos estar tan encima como nos gustaría. Trabajamos durante unas horas, para retocar algunos elementos que aunque no están a la vista son importantes, y para añadir más contenido a nuestra página web. Además de diseñar algunas nuevas ideas para un futuro no muy lejano, si es que la situación nos lo permite.

Se nos pasó el tiempo volando, la verdad es que siempre nos pasaba lo mismo, por lo que pronto se nos hizo la hora de cenar, (más bien se nos pasó). Hicimos unos sandwich de jamón con queso derretido, vamos el sándwich mixto de toda la vida (y para mí el mejor sándwich del mundo, pero para gustos los colores).

Tomándonos el postre me acordé, hoy todavía no había abierto la puertecita del calendario que me tocaba. Empecé a ponerme nerviosa, acto que no pasó desapercibido para mi Amo, pues era muy observador. Sonrió al darse cuenta de lo que estaba pasando por mi cabeza, y eso le dio la idea de ponerme aún más nerviosa.

- ¿Qué te pasa perrita? ¿Hay algo que te inquiete? -decía con una media sonrisa.
- No es nada por lo que preocuparse realmente -me muerdo el labio sensualmente (pues esto es un juego de dos).
- Entonces, sino es nada por lo que haya que preocuparse, quizás deberíamos irnos a la cama. Hoy ha sido un día bastante cansado con tanta limpieza -su sonrisa se ensanchaba por momentos.
- ¿Tan pronto nos vamos a ir a la cama? ¿No cree que se le olvida algo importante Amo? -haciendo un puchero con mi carita de angelito (aunque de eso tengo poco jeje).
- No creo que se me olvide nada, pero ¿quizás podrías recordármelo tú? -tenía una gran sonrisa.

Sabía que había ganado la batalla, que mis ganas de saber lo que escondía el número 4, eran mayores a nuestra pequeña rencilla juguetona que teníamos entre manos. Aunque tuviera muchas ganas, en mi interior sabía que no podía ir a abrirlo hasta que él no me diera permiso, así que me arrodillé delante de él (en posición sumisa)…

- Por favor Amo, deme permiso para ir a abrir el número cuatro del calendario, ya no me puedo aguantar las ganas de saber que es -dije con algo de sonrojo sobre mis mejillas.
- No sé si me lo has pedido realmente bien, yo creo que puedes hacerlo mejor -su rostro se había vuelto serio pero con ese toque de afabilidad que le caracterizaba.
- Sí Amo -me pegué a él, restregando mi cuerpo por su pierna- Amo, por favor se lo suplico, deje que abra el número cuatro.

Le miraba a los ojos (para muchos esto será de escándalo), pues para él era importante el mirar a través de mis ojos, la caída de mis muros de rebeldía para dejar paso a la sumisa que llevo dentro de mí, su sumisa y la de nadie más.

- Puedes ir perrita, pero ya sabes como tienes que hacerlo -volvió a sonreír.
- Sí Amo.

Comencé a quitarme el pantalón bajándolo suavemente por mi culo y después dejándolo caer por mis piernas y revelando mi pequeño tanga negro que poco dejaba a la imaginación. Después fue la camiseta, la cual tras subirla muy despacio por mi abdomen, reveló mis prominentes pechos, para pasar por mi cabeza hasta llegar al suelo, al lado del pantalón.

Solo quedaba el tanga, pero antes de quitármelo me acerqué a él, y tras sentarme a horcajadas sobre sus piernas, contoneé mi cadera moviéndola en distintas direcciones (adelante y atrás, para pasar a los círculos suaves y lentos). Sentía como su polla se endurecía con el contacto de mi coño, pues sólo nos separaban tres finas telas. Apoyó sus manos sobre mi culo, y tras darme varios azotes para calentarme, dirigió el los movimientos consiguiendo calentarme aún más.

Me levanté de sus piernas jadeando por la excitación que me había provocado aquello, lo cual se notó en la pequeña mancha que había en mi tanga. Me lo quité enseñando todo lo que escondía al inclinar mi cuerpo hacia delante. Él sonrió, me dio otro azote y se guardó el tanga en el bolsillo del pantalón.

A cuatro patas fui a por la cesta donde teníamos los regalos del calendario de Adviento, y tras atraparlo con mi boca, lo arrastré hasta los pies de mi Amo. Acarició mi cabeza en señal de que lo había hecho bien. Cogió las orejitas de perrita y me las puso. Pasó su lengua por mi culo y a mí me recorrió un escalofrío de placer, sentirle sobre la piel no tenía precio. Lamió bien la zona, la estuvo lubricando por largo rato, hasta que llegó el momento de meter el plug de la cola.

Mi culo estaba cada vez más dilatado, porque cada vez que me ponía la cola seguía el mismo proceso. Se dedicaba a ensanchar mi agujero haciendo círculos con la parte ancha del plug, hasta considerar que era suficiente y acababa de meterlo. Ya estaba lista para abrir la puerta del número cuatro, incluso llevaba mi collar rosa a juego.

Me acerqué a gatas, lentamente, dejando que mi Amo disfrutara de las vistas que le ofrecía mi culo y mi coño mojado. La puerta estaba ante mí, los nervios podía conmigo, lentamente lo abrí, para descubrir que era… un conjunto de lencería muy finito, y que poco tapaba. Un sujetador que solo tenía un aro con una pequeña tele que quedaba por debajo del pezón, y una pequeña cuerda que pasaba por la parte de arriba del pecho. La parte de abajo eran un par de medias que llegaban hasta la mitad del muslo, que se sujetaban con unas cintas a la cintura.

No daba crédito a lo que estaba viendo, no era algo que yo hubiera escogido para ponerme, pero supongo que su intención era sacarme un poco de mi zona de confort. Bajo su atenta mirada, me fui poniendo las medias sensualmente, subiendo lentamente la tela por mis piernas, hasta engancharlas a las cintas que colgaban de mi cintura. Estiré los brazos para pasar los tirantes del sujetador para ajustarlo a mis pechos, que no tendrán un tamaño descomunal, pero la verdad es que no me puedo quejar de tamaño. Por último, puse el enganche de la parte de atrás para dejarlo sujetos.

Me giré hacia él, veía su cara de lujuria y su gran sonrisa de satisfacción al ver lo bien que me quedaba lo que él había escogido para mí. Volví a su lado a cuatro patas, dejando que mis tetas se movieran levemente por el sujetador. Apoyé mi cabeza sobre su regazo, y el me acarició acarició el pelo.

Enganchó la correa a mi collar, y me dejó atada a la silla en la que estaba sentado, pues él se levantó sin decir palabra, y se fue a la habitación. Tras esperar unos minutos, que a mi me parecieron horas, volvió al salón con algo oculto en su espalda. Cogió mi correa y fuimos al sofá, que una vez se sentó él, dejó en el suelo lo que llevaba a su espalda, un diodo con ventosa (no os penséis que era descomunal, pero la verdad es que tenía un buen tamaño).

- Perra, sé que por dentro estás babeando por meterte esa polla en el coño, eres tan guarra que me encantas -sonrió sabiendo que era verdad.
- Amo, por favor deje que disfrute de esa polla -casi estaba encima de ella.
- No perra, esa no te la vas a comer, quiero que la metas directamente en tu coño -su semblante era serio.
- Si Amo -estaba nerviosa.
- Quiero que te la metas ahora perra -tiró de la correa.

Puse mis piernas a ambos lados de la polla, y estando de cuclillas abrí mi coño, poniendo la punta en la entrada. Empecé a metérmelo despacio, no estaba muy lubricada, por lo que notaba cada paso de la polla por mi coño, con cierto dolor. Poco a poco sentía como mi coño iba lubricando aquella polla, para facilitar el camino, hasta llegar a lo más profundo de mí, pues en esa postura entraba hasta el final.

Cuando ya la tenía dentro, miré a mi Amo, que sonreía satisfecho por haberlo hecho y sin quejarme, por lo que me volvió a acariciar el pelo. Bajó a mis pechos, pellizcando varias veces los pezones, tirando de ellos. Volvió a desaparecer en la habitación, trayendo después mi ordeñador de leche y un aceite.

Se extendió por las manos una pequeña cantidad de aceite, para después masajear mis tetas y llenarlas del mismo aceite que tenía en sus manos. Pellizcó varias veces mis pezones, acabándolos de endurecer a cada tirón que daba, pues sabía que eso cada vez me estaba excitando más, me encantaba que jugara con mis pezones. Les dio algunos azotes, antes de encender la máquina y engancharme en cuestión de segundos los dos succionadores. De nuevo se sentó en el sofá.

- Saca la lengua perra, quiero que babees para mí -sonrió.
- Sí Amo -saqué la lengua, dejando que poco a poco las babas fluyeran por mi lengua hasta caer a mis tetas.
- La verdad es que estás para foto perra, quizás deberíamos mandarla como postal de Navidad a nuestros amigos -manteniendo la sonrisa.
- No por favor Amo, no haga eso -dije con cierta tristeza.
- Perra, ya sabes que no compartiría esto con nadie, eres sólo mía, y menos para que cualquier otro se masturbe con mi perra -dijo con el semblante totalmente serio.
- Sí Amo -sabía que podía confiar en su palabra al 100%, por lo que me relajé.
- Ahora perra hazme una buena mamada de las tuyas, esfuérzate o te castigo. Además quiero que te folles a la vez esa polla, que sé lo que te encanta tener varias pollas a la vez para ti -sonrió.
- Sí Amo -sonreí al ver lo bien que me conocía.

Pasé mis manos por sus piernas, desde sus tobillos hasta su entrepierna. La rocé con mis manos y con mi rostro, para después pasar mi nariz oliendo ese olor tan característico que tenía. Lentamente bajé su pantalón y calzoncillo, saliendo la polla como un resorte guardado a presión, estaba completamente duro, así que me relamí los labios en señal de que me encantaba.

Dejé que saliera un hilo de babas hacia su polla, extendiéndolo con la lengua por la punta con pequeños círculos. Bajé con mi lengua por el tronco de la polla, recreándome en sus pequeñas venas que se marcaban, hasta llegar a los huevos. Mirándole, me metí uno de los huevos en la boca, succionándolo y tirando suavemente de él. Poco después me metí el otro, teniendo los dos metidos a la vez.

Vi como cerraba los ojos por el placer provocado, poniendo sus manos sobre mi cabeza, pero simplemente para acariciar. A la vez movía las caderas follando el coño con la polla. Saqué los huevos de mi polla, y pasando la lengua de nuevo por todo el tronco, llegué de nuevo a la punta, a la maravillosa punta.

Abrí mi boca e introduje la polla en mi boca, inundándola del sabor de la polla de mi Amo. Movía mi cabeza de arriba abajo, al mismo ritmo que movía mis caderas, teniendo siempre claro que no me puedo correr hasta que mi Amo ordene o me de permiso. Noté la presión que empezaban a ejercer sus manos, para meter aún más profunda su polla, dirigiendo la mamada.

- Perra, ahora voy a follarte la boca, así que relaja la garganta de puta que tienes -podía oír la rudeza de su voz, estaba saliendo su parte animal.
- Mmm… -no podía articular palabra con su polla en mi boca.

Agarró mi pelo en una coleta improvisada, tirando de él para sacar la polla y empujando mi cabeza para meterla. Al principio fue bastante lejos, lo cual no era muy difícil, pero rápidamente el ritmo y la profundidad fue subiendo, atragantándome con su polla. Las babas no paraban de salir a través de mi boca y fluyendo por su polla.

Sacó durante unos instantes la polla de la boca, viendo con una sonrisa los hilos de babas que unían mi boca con su polla. Aproveché a coger unas bocanadas de aire, antes de volver a tener su polla en mi boca. Pensé que me acabaría ahogando, aunque me dejaba respirar de vez en cuando. Mis tetas estaban completamente babeadas, pues dejaba caer una buena cantidad entre las bocanadas de aire.

- Perra, voy a correrme en tu boca traga pollas, así que traga todo -dijo totalmente serio.

Asentí con mi cabeza, pues contestar me era difícil con la polla en mi boca. Aumentó la velocidad de las embestidas, notaba como su polla crecía un poco más, estaba a punto de correrse, y yo también, pero me tenía que aguantar. Su semen recorría mi garganta, echaba bastante cantidad, por lo que casi se me escapa su semen, pero lo conseguí.

Notaba sus últimos espasmos de placer, a la vez que me acariciaba la cabeza. Cuando ya estaba más tranquilo y con su polla tranquila, la sacó de mi boca. Quitó la máquina de mis pezones, dejándolos a un lado, y metió uno de ellos en su boca y el otro lo torturaba entre sus dedos. Yo no había dejado de follarme aquella polla, quería correrme, y sabía que el lo sabía.

- Amo, quiero correrme por favor -dije levemente.
- No oigo perra -me dio un azote.
- Amo, por favor le suplico que deje a su perra correrse, lo necesito -dije entre gemidos.
- Córrete perra -tiró fuerte de ambos pezones.

Eso fue lo que me faltaba para correrme, así que me corrí dándole las gracias a mi Amo por el orgasmo que me había dado. Intentaba recuperar la tranquilidad después de eso. Algo más tranquila, me ayudó a levantarme y tras limpiarnos, nos fuimos a la cama totalmente rendidos.

Espero que os haya gustado, y de nuevo siento la tardanza en los relatos. Deseo que os gusten, y ojalá pueda leer vuestros comentarios.


Licencia de Creative Commons

4 de diciembre (21 días para Navidad) es un relato escrito por Pandora publicado el 10-12-2021 14:55:02 y bajo licencia de Creative Commons.

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