6 de diciembre (19 días para Navidad)
Escrito por Pandora
Quizás este día para algunos signifique mucho, el día de la Constitución Española, y quizás para otros no signifique nada. Para mí es un día cualquiera de fiesta en el que me puedo levantar tarde, sacar la pierna por el lateral de la cama y al sentir el frío fuera de las sábanas, volver a meterla. Eso es otro de los grandes placeres de la vida.
Ya eran las cuatro de la tarde cuando abrí los ojos. Me giré en la cama, acercándome a mi Amo que seguía durmiendo plácidamente. Queriendo ser algo traviesa, empecé a acariciar sus pectorales y bajé hasta su abdomen. Cuando fui a bajar a su polla, me agarró la muñeca suavemente y al levantar mirar su cara, sonreía traviesamente.
- Buenos días perra, veo que hoy te has levantado con ganas de jugar -sonreía ampliamente.
- Buenos días Amo -sonreía también.
Me dio un beso tierno en los labios, a la vez que subía sus manos hacia mis tetas. Las masajeaba y amasaba tranquilamente, para después pasar a pellizcar los pezones (algo que le encanta por si no lo habéis notado). Bajó sus manos a mis muslos, qué acariciaba haciendo pequeños círculos en su interior. Instintivamente moví mis caderas intentando que sus manos llegaran a mi coño, pero él siempre las movía para acercarse y alejarse en el momento preciso. Me estaba poniendo bastante caliente, creándome esa necesidad de él que siempre me creaba.
- Creo que hoy mi perra querrá abrir pronto su regalo del calendario -seguía sonriendo.
- Sí Amo, ¿podría ser? -sonreí con cierto grado de ilusión marcado en mi cara.
- Primero, vamos a hacer algunas cosas perra -volvió a su semblante serio.
- Sí Amo.
Nos levantamos de la cama, y dando un golpecito en mi pierna, entendí que debía ir a cuatro patas. Se metió en el baño y yo fui detrás de él. Puso la ducha con agua caliente, me levantó y nos metimos juntos a la ducha (la que estabais esperando). Nos limpiamos el uno al otro, haciendo hincapié en aquellas zonas más importantes... Aclarados los cuerpos, puso sus manos sobre mis hombros e hizo presión hacia abajo, haciendo que mis rodillas se doblaran y mi cara quedara a la altura de su polla, que se empezaba a notar su dureza. El agua no paraba de fluir por nuestros cuerpos, dándonos esa sensación tan relajante, y yo no podía dejar de mirar su polla. Quería comerla, necesitaba hacerlo, dejar que su semen fluyera por mi garganta como lo hacía el agua por mi cuerpo.
- Perra lame la polla -dijo con autoridad.
- Sí Amo.
Saqué mi lengua y atrapando la polla ligeramente con la mano derecha, pasaba la lengua desde la parte gruesa de la polla hasta la punta, por los distintos lados. Sentía como si fuera un polo de helado el cual lamía constantemente para que no se derritiera, aunque no siempre a la misma velocidad.
- Abre tu boca perra, es lo único que necesito ahora -la autoridad en su tono había aumentado.
- Sí Amo -excitándome ante aquellas pocas palabras.
Cogió mi pelo, y acercó mi cabeza a la pared. Lo único que separaba mi cabeza de la pared eran sus grandes manos (me encantaban esas manos). Abrí la boca, saqué la lengua y sin tardar mi Amo insertaba su polla en mi boca. Me folló la boca una y otra vez, dejando pequeños tiempos en los que cogía grandes bocanadas de aire y soltaba el sobre de de babas sobre mis tetas. Sentía como su polla me perforaba la garganta una y otra vez con cada embestida, provocándola veces ciertas arcadas bastante fuertes. Tras un rato de dejar mi boca a su total disposición, dio sus últimas embestidas antes de correrse, apretando su polla contra lo más profundo de mi garganta.
- Muy bien perra, lo has hecho muy bien -acarició mi cabeza.
Gracias Amo -sonreí.
- Ahora te limpiaremos un poco antes de salir -me correspondió la sonrisa.
Me limpió con extremada lentitud, deteniéndose en mis tetas, las cuales masajeaba sin parar, para después darlas unos azotes. Bajó a mi entrepierna claramente mojada, y no solo por el simple hecho de estar bajo el agua. Metió dentro de mí dos dedos, los cuales movió con rapidez, arrancando gemidos de placer de mi garganta. Apoyé mis manos sobre sus hombros para sujetar mi cuerpo, y antes de llegar al orgasmo paró en seco. Odiaba esa sensación de frustración, pero sabría que mi cuerpo ya no era mío, sino que era suyo, y que podía hacer con él lo que quisiese. Pasó el agua por mi cuerpo e inconscientemente rocé con mi propia mano mi coño, que fue visto por mi Amo. Como comprenderéis no le hizo gracia, y yo pude sentir como mi cuerpo se ponía en tensión en cuestión de segundos. Su semblante se volvió totalmente serio, su parte juguetona ahora no existía, y solo quedaba su parte dominante.
Salió de la ducha y del baño, apareciendo casi segundos después con el collar y la correa. Cerró el collar sobre mi cuello, enganchó la correa y tiró de ella para hacer que le siguiera. No quería añadir más tensión a la situación, por lo que antes de dar cualquier tipo de paso, me puse a cuatro patas y seguí a mi Amo. Andamos por el baño, el cuarto, el salón, y nos quedamos parados delante de una puerta que hasta ahora yo nunca había abierto. Giró el pomo de la puerta, y a mí se me puso la piel de gallina, pues antes de poder ver el interior me tapó los ojos. Sentí como tiraba de la correa, por lo que empecé a moverme hacia delante.
- Levanta del suelo perra -notaba su tono de voz serio, imponente.
Me puse de pié, sabía que ahora mismo mi Amo no quería oír ninguna palabra que viniera de mis labios. Estaba ciertamente nerviosa, entendía que merecía un castigo, pero el no saber cual sería y el no ver, no dejaban que me tranquilizara. Noté como su mano pasaba por mi espalda para empujarme levemente, porque después tiró de mi brazo y sujetó mi muñeca a algo. Repitió el mismo proceso para mi muñeca derecha, pero en mis piernas primero las separó, y después sujetó cada uno de mis tobillos a algo. Estaba de pie, sujeta contra algo y dando mi espalda a la puerta. Mi respiración estaba bastante agitada, tenía los nervios a flor de piel.
- Bien perra, sabes el error que has cometido ahora, y has de recibir tu castigo por eso -su voz cada vez era más grave, estaba disfrutando esto.
- Sí Amo, siento mi error, no volverá a ocurrir. Acepto mi castigo -respiré homo para intentar tranquilizarme un poco.
- Tu castigo serán treinta azotes en cada nalga, con lo que yo quiera usar -acarició suavemente mi culo.
- Si Amo, lo acepto -volví a respirar hondo.
Sentía sus caricias constantes sobre mi culo, temía el momento en que empezasen los azotes, por lo que respiraba entrecortadamente. Los primeros días azotes de cada nalga fueron con la mano, y no solo fueron por la nalga, sino por parte de mis muslos también. Habían parado los azotes, momento que aproveché para coger varias bocanadas de aire. Esta vez sentí algo distinto en el primer azote, como una cuerda que se estampaba contra mi culo a una buena velocidad ¡era un látigo! Llegaron los siguientes diez azotes, mi culo ardía y dolía muchísimo, cada latigazo era un suplicio. Ya solo quedaban diez más, tenía que aguantar, no quería decepcionar a mi Amo de nuevo. Algo duro aterrizó en mi culo, como una pala de madera de las que se utilizan en la cocina. Mis ojos estaban llorosos, estaba a punto de decir la palabra de seguridad cuando los azotes cesaron.
Desató mis tobillos y muñecas, mi culo ardía y no encontraba las emociones correctas para esa situación, pues por dentro de mí todo estaba hecho un lío. Tiró de mi correa, me puse a cuatro patas y fui por donde la correa me guiaba, que entendí que era fuera de la habitación, porque oí una puerta cerrarse detrás de mí. Me destapó los ojos y al principio me costó un poco acostumbrar mis ojos de nuevo a la luz. Pude ver mi culo reflejado en el espejo de la entrada, lo cual me asustó de lo colorado que estaba. Se sentó en el sofá, y yo me quedé a cuatro patas por temor a que me doliera al apoyarlo.
- Perra espero que hayas aprendido la lección, por muy guarra que seas, no puedes tocarte ni rozarte sin mi permiso -dijo serio.
- Si Amo -me tragué mis lágrimas.
Se levantó y me abrazó entre sus brazos, provocando que mis lágrimas salieran sin cesar, sin control. Gimoteaba como una niña, y él se dedicó a susurrarme cosas en mi oído y a acariciarme el pelo suavemente. La noche era visible ya por la ventana cuando consiguió mi Amo tranquilizarme del todo, me puso boca abajo sobre sus piernas y aplicó una crema fría sobre mi escocido culo. Calmaba bastante y él lo hacía tan suavemente que a penas notaba el roce de su piel con la mía, lo cual era de agradecer.
- Lo has hecho muy bien perra, estoy orgulloso de ti -sonrió levemente.
- Muchas gracias Amo -sonreí también.
- Hoy abriré por ti el día del calendario -se levantó del suelo y fue a por ello.
Me había dejado en el suelo, sobre una manta y boca arriba, para tener una primera plana de la situación. Vi que sacaba del calendario un vibrador para el clítoris y sin hacerme esperar, se acercó de nuevo a mí, No quería más torturas por ese día, pero el tenía el control sobre mi cuerpo, que por ello es mi Amo. Abrió mis piernas lentamente, concierta amabilidad, y encendiendo el vibrador lo puso sobre mi clítoris.
Iba a acabar conmigo, mi cuerpo temblaba ante la fuerte estimulación del vibrador, aunque fueron mayores los temblores cuando sentí los dedos de mi Amo entrar en mi interior y acariciar mi punto g. Gemidos guturales se escapaban de mi garganta, solo quería abandonarme a él, y a su perfecto movimiento de dedos acompasado con el vibrador. Estaba llegando al cielo, pero no podía correrme, no quería cometer otro error, pero todo mi ser se tranquilizó cuando oí las simples palabras de mi Amo.
- Córrete perra, ahora -serio y dominante.
Me corrí con un fuerte espasmo y un gran orgasmo. Mi cuerpo temblaba por el placer y mi mente había volado a un lugar muy lejano fuera de mi cuerpo. Pocas veces me he corrido antes como esta vez. Ya no recuerdo más sobre la noche, pues creo que el cansancio superó extremos hasta ahora no explorados para mi. Supongo que mi Amo e llevaría a la cama y me dejaría descansar, o quizás no. ¿Quién sabe?
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