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Vacaciones para cuatro.
Escrito por Wilmorgan

Como muchos, nosotros comenzamos nuestras vacaciones viajando en coche. Y seguro que no seré la única que siente esas cosquillitas y nervios en esos momentos. Pero muchas menos serán quién las sientan literalmente. Es lo que tiene ir de vacaciones a la playa con tu Amo.
Sí, tengo un Amo. ¿Donde estaría la gracia entonces en todo esto? Y esas cosquillas eran ocasionadas por un vibrador a distancia que tenía alojado en mi coñito. Ya no es un viaje tan normal ¿Verdad?
Realmente estaba ilusionada. Pero también nerviosa por lo que pudiera pasar. No iban a ser unas vacaciones relajantes precisamente. Y de bien seguro, que muy duras para mí.
Mi nombre es Silvia. Tengo 26 años. Y como supongo que querréis saber, no estoy mal. No considero que sea perfecta ni mucho menos. Pero sé que soy guapa y estoy buena. Los hombres en ese aspecto te lo hacen saber fácilmente. Morena, con una estatura normal, delgada, pero con buenas curvas. Mi culo es durito y respingón. Y mis pechos… solo diré que llevo un sujetador 95C, más que suficiente para llamar la atención de hombres y mujeres.
Sentado a mi lado está mi novio Carlos. Dos años mayor que yo. Para mí es un chico guapísimo y con buen cuerpo. Y por mucho que me pese, para otras también.
Delante de mí, en el asiento del copiloto, está Paula. Mi amiga tiene 19 añitos recién cumplidos. Nos conocimos en el gimnasio. Es una niña guapísima. Mantiene esa carita de niña buena y un cuerpo de zorrón. Más delgadita que yo, con un culito duro de entrenar, como todo su cuerpo. Sus pechos son una talla menor a la mía, pero como su complexión es más pequeña, resaltan tanto o más que los míos. Tengo que reconocer que es un pivón de mujer. Y lo malo, es que sospecho que Carlos opina como yo.
Conduciendo el coche, Jorge, el novio de Paula. Con 32 años es el mayor con diferencia. Y más comparado con su jovencísima novia. Supongo que a Paula le gustan mayores como la canción. Y no me extraña. Tiene ese atractivo que solo se consigue con la madurez.
Cuando por fin llegamos al apartamento que habíamos alquilado, yo estaba por desfallecer. El vibrador me mantenía excitada, pero no lo suficiente como para culminar. Al menos que lo pusiera a máxima potencia. Pero eso solo lo hacía de vez en cuando, para ver cómo sufría intentando disimular lo que me ocurría. Pues estaría feo que, en un viaje de amigos, yo me corriese en el coche delante de todos.
Cargué con mi maleta vacía. Sí, dentro no llevaba nada de ropa. Mi Amo me había indicado que él se ocuparía de mi vestuario. Algo que me atemorizaba. Y más si tenía que mantener mi secreto.
Mientras hacia el paripé para no abrir la maleta, el muy cabrón no dejaba de jugar con los diferentes modos de vibración. Mis nervios estaban por explotar. Ya tenia bastante con lo de mi ropa, como para preocuparme de que escucharan una vibración en mi entrepierna.
Cada vez que me decían algo o yo abría la boca, la vibración aumentaba. Llevaba ya muchas horas aguantando aquella placentera tortura. Y ya se me estaba haciendo imposible no estallar delante de todos.
Paula no dejaba de enseñarme los minúsculos bikinis que tenía en su maleta, diciéndome que los compartiríamos. Bikinis, en su mayoría tanga y bastante pequeños. Estaba claro que íbamos a dar el cante en la playa. Aunque en ese momento solo me importaba no darlo yo allí delante de todos.
- Venga, vamos a pedir algo para comer. – dijo mi novio.
Aquella frase nos hizo sentarnos a la mesa para decidir dónde pedir la comida. Ya no tenía la posibilidad de dar vueltas por el apartamento esquivando a nadie. Ahora estábamos los cuatro juntos, sentados en una sillas de madera. Y mi juguete pasó a máxima potencia.
Comencé a sudar nerviosa. Mi orgasmo estaba cada vez más cerca. Mis piernas se tensaban. Intenté relajarme y separar los muslos, para disminuir la presión que ejercía el vibrador en mis paredes vaginales. ¡Pero de esa manera se escuchaba más! No me quedó otra que apretar fuerte mis muslos e intentar aguantar sin llegar al orgasmo.
No podía hacer nada para evitarlo. Tenía prohibido ir al baño sin permiso. Por lo que ni siquiera podía entrar a correrme sin testigos.
Notaba como me faltaba poco para llegar al punto de no retorno. Estaba empapada, temiendo que mi corta falda hiciera que mojase la silla.
Por fin se decidieron. A mi me daba igual que comer. En ese momento solo quería comerle la polla a mí Amo y explotar en un orgasmo mientras me atragantaba con ella.
Paula llamó por teléfono. Y yo aproveché para echar una mirada suplicante a mí Amo. Él solo sonrió. Me avisó que serían unas vacaciones muy duras. Y había empezado pronto.
Por lo visto no repartían a domicilio donde estaba el apartamento. Mi novio dijo que iría él, para que Jorge descansara después del viaje.
- Yo te acompaño. Que parece que tu novia tiene mala cara. Le habrá sentado mal el coche. – dijo Paula.
Carlos me agarró de la cintura y me dio un beso bastante pasional, demasiado para los 20 minutos que estaríamos separados.
- Ya os está afectando la humedad del mar. – dijo Paula al ser testigo de aquello.
Paula me dio un beso en la mejilla y me dijo:
- No te preocupes. Que yo te lo cuido.
Agarrando del brazo a mí novio, salieron los dos del apartamento. Sabía que Paula iba a zorrear con Carlos. Le encantaba jugar con él. Ya estábamos acostumbrados. Aunque a mí aún me fastidiaba. Pero eso daba igual ahora mismo.
Según cerré la puerta, me arrodillé. Postrada en el suelo me quité mi camiseta de tirantes y mi sujetador. Bajé mi faldita y mi tanga blanco. Puse este en mi boca y gateando fui hasta el sofá.
Allí estaba Jorge sentado. Le entregué mi tanga desde mis labios y comencé a besar sus pies ya descalzos.
- Estás empapada zorrita.
- Por tu culpa. Has sido muy malo. – le contesté sin dejar de besar sus pies.
- Te avisé que sería difícil para ti. Ya sabes lo que quiero que hagas. Y no te lo pondré nada fácil hasta entonces.
- Lo haré. Se lo diré Amo. Lo prometo. Pero por favor, déjeme que le coma la polla antes.
- Esta bien. Pero sin manos. Y no vas a parar hasta que me corra en tu boca. Y me da igual si Carlos y Paula llegan y te encuentran arrodillada mamando.
- Sí, Amo. Lo que quiera. Lo conseguiré antes de que lleguen.
- O no. A mi me da igual. Yo sé que me correré. Si lo hago con ellos mirando o no, me es igual.

Sabía que lo decía en serio. No me permitiría levantarme hasta que tragase la última gota. No podía entretenerme más. Jorge tenía mucho aguante. Y conseguir que un hombre se corra solo usando la boca no es nada fácil. No lo pensé más. Y según sacó su miembro, abandoné su pie y engullí aquella salchicha que tanto me gustaba.


Licencia de Creative Commons

Vacaciones para cuatro. es un relato escrito por Wilmorgan publicado el 26-07-2022 02:06:54 y bajo licencia de Creative Commons.

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