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Políticamente incorrecto 1.2
Escrito por Wilmorgan

- Vale, vale. Entendido. – contestó él.
Estaba hecho. Miré a mi novia que tenía los ojos como dos faroles y la boca semi abierta. Podía sentir su admiración hacia mí. Se acabaron los menosprecios por su parte. Volvía a ser el hombre, protector y cuidador de su hembra. Volvía a ser su macho. Quien se la follaría esa noche como quisiera y ella lo agradecería gritando a todos los vecinos para que supieran que su macho la estaba reventando. En cuanto llegásemos, le haría chuparme todo el patriarcado de rodillas, lamiéndome mis pelotas opresoras. Volvería a ser mi puta complaciente. Lo había logrado.
- Buen chico. Adelante. – le dije a mi víctima.
- Lo siento chicas. – dijo él.
- Lo siento Sophie. Siento mucho que tengas un novio tan poca cosa. Pensaba tomármelo con más calma, pero no puedo pasar por alto que me desobedezcan. – añadió.
Estaba tan enfrascado en mi victoria, que tardé en darme cuenta lo que había dicho. Casi el mismo tiempo en el que me soltaba un puñetazo directo a mis testículos. Quedé en shock. No podía moverme del dolor. Él empujó la pierna que yo mantenía en su pecho y caí de espaldas al suelo. Lo único que pude hacer fue encogerme en posición fetal, agarrando mis palpitantes huevos. Sin lograr entender qué había ocurrido.
No presté atención a lo que pasaba a mi alrededor. Mi mente se dividía entre el dolor y el desconcierto de aquella traición. Podía ver como ellos se colocaban uno a cada lado, riéndose. Ellas no decían nada. No las escuchaba gritar, ni rogar por mí.
Alguien agarró mis piernas y tiró de ellas separándolas. Cuando quise darme cuenta, tenía a su amigo inmovilizando mis piernas, bien abiertas. Mi novia estaba frente a mí, entre mis piernas, con él. Le dijo algo al oído, vi la cara de estupor de Sofía. Me heló la sangre. ¿Qué le había dicho? ¿Sería ese cerdo capaz de eso? Quedé mirando a mi novia. Mi preciosa y amada Sofía. Todo esto lo había hecho por ella. Aunque no fuera ético, por muy incorrecto que fuese, era porque la amaba. Quería volver a estar bien con ella. A ser su hombre, quien le hacía feliz cada día y cada noche. Pero en su cara solo había decepción. Él me miró, sabedor de lo que pasaba por mi mente, hasta que dejó a mi novia sola y desapareció tras de mí.
No podía seguir mirándola. Alce la vista al cielo y allí estaban. Aquellas enormes tetas perfectas, coronadas con sendos pezones duros que señalaban insolentes al frente. Natalia estaba justo encima de mi cabeza. Y allí estaba él, de nuevo. Volvió a hablar al oído, esta vez a la preciosa Natalia, que asintió mirándome con pena. En ese momento vi como sus tetas se acercaban a mí. Aun confuso, no entendía que pasaba, hasta que el negro de sus mallas me tapó la visión. Con sus rodillas sobre mis bíceps, su entrepierna quedó a unos centímetros de mi cara. Fueron sus manos, no olvidaré el tacto de su piel, las que agarraron las mías. Las llevó hacia sus nalgas que, como un acto reflejo, se pegaron a la tela que las cubría. Entonces bajó, aprisionando mis antebrazos entre sus gemelos y sus muslos. Y mi cara en su cálida entrepierna.
No sabía de qué se trataba aquello, pero noté como mi polla volvía a ponerse dura. Mis testículos aún me dolían mucho. Pero sentir el calor del sexo de Natalia justo en mi boca mientras tocaba su culo a través de la fina tela de sus mallas… era un sueño hecho realidad. Los primeros segundos. Luego necesité respirar, pero no podía. Comencé a ponerme nervioso, intenté patalear, pero me fue imposible. Una sensación de agobio recorrió todo mi cuerpo, centrándose en mi hinchadísimo pene. Estaba a mil, pero me asfixiaba. Necesitaba aire. Natalia alzó un poco su cuerpo, dejando que algo de oxígeno llegase a mí, pero sin soltar mis brazos de entre sus piernas.
- Marcos, Marcos , Marcos. Lo que tú querías, era imposible. No soy yo, eres tú. – dijo él.
- Me hubiera gustado ayudarte. Pero Sophie es demasiado mujer para ti. Él necesita un hombre, uno de verdad. Y yo soy ese hombre. Asúmelo. Cada uno tiene su papel. Tranquilo, después de esto todos podréis elegir vuestro camino. Pero has sido malo. Has desobedecido. Si solo hubieras tocado durante tres segundos… pero… eres un salido al que le pone la compañera de su novia. Tu perversión es la culpable, no yo. Lo siento Marcos. Aunque seguro que acabarás agradeciendo todo esto. – añadió Él.
No entendía nada. Si estaba todo planeado. Solo tenía que hacerse el malote. Intimidarlas un poco y luego salir huyendo cuando yo plantase cara. Bueno, le prometí un extra si antes hacía que Natalia enseñase los pechos. Pero eso era secundario. Ya le había pagado la mitad. Una buena cantidad para que pudiera repartirlo con quien quisiera. Con la tranquilidad de que no les denunciaría. ¿Por qué me había traicionado? ¿Era un violador de verdad? ¿Había hecho un trato con un criminal? ¿Había puesto en peligro real a la mujer que amaba? En ese momento no alcanzaba a comprender lo equivocado que estaba.
- Vamos perritas. Haced lo que os he dicho. – escuché su voz.
Natalia volvió a taparme la boca con su coño. De nuevo ese calor inconfundible a sexo. Podía notar la humedad. Sabía que pronto me faltaría el aire y desearé que se aleje, pero ahora lo disfrutaba. No me dio tiempo a agotar las reservas de mis pulmones. Una patada en mis huevos me hizo soltarlo de golpe entre los muslos de la barbie que me asfixiaba. Natalia se retiró lo suficiente para que viese, entre lágrimas en mis ojos, como mi pequeña Sofí, sostenida por la mano de aquel hombre para no perder el equilibrio, se preparaba para darme otra patada.


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Políticamente incorrecto 1.2 es un relato escrito por Wilmorgan publicado el 03-07-2022 09:52:01 y bajo licencia de Creative Commons.

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