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la decisión de Laura 2
Escrito por joaquín

José se despertó notando la dulce boca de su esclava comiéndole la polla. Levantó la sábana de la cama para poder observar la cabeza de Laura metida entre sus piernas.
— Trágatelo todo — ordenó un momento antes de correrse.
Había llegado a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era aprovecharse lo máximo posible de la situación por el momento y luego ya vería.
Laura deseaba servirle y obedecerle en todo momento, tanto con su mente como con su cuerpo.
Y José no fue lo suficientemente fuerte como para negarse.
Tras tragarse la corrida de su amo, esperó a que este se diera la vuelta para poder meter su lengua en el agujero de su culo tal y como le habían ordenado.
Su amo no se había lavado, hacerlo era misión suya.
Comenzó a lamer y a restregar su lengua por el culo y el ano de su amo para quitarle toda la suciedad y restos de mierda seca que pudiera haber.
Tras el sucio beso negro, salió de la cama y preparó un par de zapatillas así como una bata. A continuación se arrodilló en el suelo delante de él, desnuda y con la boca abierta.
Su amo introdujo su polla en el agujero y comenzó a mear.
Se sentía bien, se sentía jodidamente bien.
— Vaya, así que tu padre y yo gastamos el mismo número. Quién lo diría. Cerda, ¿A ti te vale la ropa de tu madre?
Sí, Cerda, porque ahora ese era su nuevo nombre.
— Tengo la misma talla que ella, amo
— Es bueno saberlo.
Se levantó, se dirigió al ropero y comenzó a revisar los vestidos de la madre. Eran en su mayoría vestidos formales y de noche. Abrió los cajones donde guardaba su ropa interior para echar un vistazo.
— ¿Tenéis servicio?
— Un hombre para todo, una cocinera y una criada, amo.
— ¿Y van a venir?
— Cuando los llame, amo.
— ¿Qué dinero te han dejado tus padres?
— No lo sé, amo.
Dejó las bragas y los sujetadores a un lado porque por el momento, su esclava no iba a usar nada de eso. Se fijó en la enorme cantidad de zapatos que tenía la mujer.
Cogió unos tacones de aguja, unos que valían por lo menos 300 euros el par.
— A cuatro — ordenó.
Obedeciendo las órdenes de su amo, Cerda se colocó a cuatro patas.
Le clavó el tacón en el culo, como si fuera su cola. El otro debía llevarlo con la boca.
— Que no se te caigan.
Dirigió sus pasos hacía la cocina mientras Cerda le seguía a cuatro patas.
Echó un vistazo a la nevera y escogió algo para él.
¿Y para Cerda?
No sabía.
Parecía una perra de verdad llevando un juguete en la boca para que su amo lo tirase.
Se fijó en el cubo de la basura. Había restos de fruta podrida y de una comida que nadie había sacado.
Sabía que ella se lo comería si él se lo dijera. Y ese poder te corrompe.
Tiró el cubo al suelo.
— Aquí tienes lo tuyo, Cerda.
Laura, sumisa a los deseos de su amo, dejó el zapato en el suelo y ando a cuatro patas hasta meter su cabeza dentro del cubo de la basura.
Y comenzó a comer como un animal, usando solo la boca.
José se sentó en una de las sillas para ver el espectáculo.
Ver a una chica joven y hermosa hacer todo eso bajó sus órdenes le provocaba sentimientos encontrados.
Por una parte le revolvía el estómago.
Por otro lado, la tenía dura.
Cerda no sacó la cabeza del cubo hasta que no quedó nada más que pudiera comer. Estaba hecha un asco, con toda la cara de pringe de comida podrida.
— Tráeme el zapato.
Cerda gateó hasta donde lo había dejado tirado, lo agarró con la boca y se dirigió hacia su amo. Este lo recogió y lo mandó a volar lejos.
— Vamos perra, tráeme el zapato.
Sí, lo hizo.
Gateó hasta el rincón donde este había caído para agarrarlo con la boca y devolverlo a su amo.
— Buena perra.
Recogió un poco de pringe de su rostro con los dedos y se los metió en la boca. Lo hizo hasta dejarla limpia la cara.
— A cuatro.
Comenzó a sobar su coño.
Entendía que debía recompensarla con cierto placer después de lo que acababa de hacer.
Toqueteó y manoseó su coñito groseramente, usando toda la mano, pero para una recién desvirgada como Laura, simplemente con recibir las atenciones de un hombre era suficiente para que se mojará y se corriera.
— Mira como me has puesto la mano, pedazo de guarra.
Se limpió la corrida con el pelo limpio de la chica.
Cogió el zapato y le metió la puntera por el coño para masturbarla.
Laura se abrió aún más de piernas para él, de tal forma que tuviera acceso completo. Comenzó a gemir y al cabo de un tiempo se volvió a correr.
— Límpialo con la lengua.
Sacó la lengua y empezó a lame el cuero del zapato pringado de sus jugos vaginales. Cuando su amo se sintió satisfecho del resultado, agachó la cabeza para hacer lo mismo con el suelo de la cocina.
— Sígueme.
Amo y esclava, esta a cuatro patas, se encaminaron a la habitación de ella.
Al igual que en la habitación de sus padres, su amo abrió los cajones de su ropa interior y revolvió su armario.
Sacó de él su uniforme del instituto.
— Lo guardó como recuerdo, amo.
— Te lo vas a poner, con medias blancas, nada de ropa interior y algún zapato de tu madre. Te vas a hacer dos coletas en el pelo y bueno, ya te maquillare yo mismo. Ahora vete a lavarte y apañarte.
Le quitaron por fin el zapato que tenía clavado en el culo y que todo este tiempo había estado ahí.
Laura obedeció los deseos de su amo. Se limpió, se bañó, se vistió, se calzó con los zapatos que había usado durante los juegos y se hizo las dos coletas.
Parecía toda una putilla cuando se contempló en el espejo.
Cuando bajó para estar al lado de su amo, este le estaba esperando al lado de diez hombres a los que no conocía de nada.
Por su aspecto parecían trabajadores de la zona, inmigrantes todos ellos.
— Ven a mi.
Laura caminó a su lado simplemente por pura inercia.
— Es muy guapa la blanquita.
— Súbete la falda. Quieren verte.
Obedeciendo, llevó sus manos al dobladillo de la falda y se la subió, mostrando su coño a todos los presentes.
— Abrete la camisa y ponte de rodillas, es hora del maquillaje.
El maquillaje en cuestión consistía en una corrida detrás de otra en su rostro, en su boca y en sus tetas.
Tras correrse los diez, uno detrás de otro, su cuerpo quedó completamente lleno de goterones de semen.
Incluso la ordenó lamer del suelo los restos de semen que se habían caído a él.
— Estás preciosa — mencionó su amo cuando todo terminó.
El día aún no había terminado para ella.
Cuando el semen de su cuerpo se secó, acompañó a su amo en un recorrido por la ciudad en autobuses.
Laura pudo notar las miradas de todo el mundo fijas en ella.
No era de extrañar.
Primero por su aspecto, segundo por su olor.
Olía muy fuerte a esencia de macho.
Acompañó a su amo a un puti club ubicado en un polígono industrial.
— Buenas, necesito instrumentos para adiestrar a mi esclava.
— Aquí tenemos todo lo que necesite, caballero. Aceptamos efectivo y servicios.
— Efectivo, aún está muy tierna para un lugar como este. Imaginé, la desvirgué ayer.
El hombre iba a comentar algo sarcástico, pero se detuvo en seco cuando vio la cara que estaba poniendo la chica. Además, no es buena idea ser grosero con alguien que te puede prestar una preciosidad con esa.
— Gran suerte la suya. Pase por aquí.
Laura caminaba a su lado, temblando de miedo.
A pesar de que ya había hecho muchas cosas, todo eso la superaba de mucho.

Según el contador de visitas, la primera parte tiene más de 32.000 lecturas, pero siendo sincero la sensación que tengo es que no lo lee nadie. Ni comentarios, ni me gustan, ni mensajes privados a mi correo. Nada.

Y es una pena.


Licencia de Creative Commons

la decisión de Laura 2 es un relato escrito por joaquín publicado el 06-01-2023 11:55:57 y bajo licencia de Creative Commons.

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