Culos enrojecidos V
Escrito por Erothica90
Tal y como os comentaba en el relato anterior, Alegría fue una verdadera alegría para todos nosotros, y muy especialmente para mi amada y sumisa Merche. Esta, como ya sabéis, pasó por una experiencia familiar y sexual muy dura en su más tierna infanto-adolescencia, y siendo una cría se tuvo que hacer muy adulta y soportar años muy duros con su primer dueño-esposo. Pero la llegada de Alegría, con su juventud, su ignorancia de tantas cosas "del norte", su inmensa felicidad, y sus enormes ganas de jugar, aunque se mataba a estudiar y trabajar, sirvió para que Merche tuviese en ella una amiga joven, no atada a nada, con la que compartir montañas de cosas y compartirlas además, con alegría y sin tapujos. Volvió a sentirse viva, joven, y risueña.
Y solo dos meses después de su llegada a España, compartieron también su preñez. Merche estaba embarazada de John de 12 semanas, y Alegría estaba embarazada de mí de unas 5 semanas. Como Sinnombre, su hermana, tenía una hija mía de casi dos meses, la locura se desató en nuestras instalaciones, y los actores y actrices porno, así como nuestros amigos y visitantes usuarios, nos lo pasábamos muy de puta madre.
Teresa nos consiguió una maestra con el título aún calentito para Alegría, no tardaron en follar las dos, pero se llevaban muy bien y no solo ellas, sino que como teníamos varios actores y actrices extranjeros, les daba clases de español y se quedó a vivir en el complejo y dar clases de español. Y a unas pocas personas con cultura básica, incluyendo a Alegría, les daba clases de la mayoría de las materias. Nunca serían universitarias, pero tampoco ignorantes.
Alegría se hizo una salvaje ninfómana, no paraba de inventar chorradas sexuales y Merche la apoyaba en sus locuras. Las dos se fueron inventando nuevos juegos, nuevas variantes sexuales que luego los fueron introduciendo en el cine porno, con gran aceptación de los propios actores y actrices y sobre todo, de las agencias de distribución porno, que vieron aumentadas las ventas y los beneficios para todos. Se rompía la monotonía y los usuarios del porno lo agradecían. Y esto nos fue cambiando un poco toda la idea del complejo sexual de nuestro entorno.
Mientras las chicas, Merche y Alegría, preparaban nuestra boda a tres, Merche intentaba convencer al párroco del pueblo para que su boda conmigo fuese real y eclesiástica, ya que cumplíamos todos los requisitos legales y religiosos. Nuestra unión con el pueblo era cada vez más estrecha. No solo hicimos la alameda que ya conocéis, sino que ayudamos, en agradecimiento al párroco, a la reconstrucción del altar mayor y el retablo. Y la ampliación y modernización de la piscina pública. La gente ya nos aceptaba como vecinos suyos con toda normalidad.
Cuatro parejas porno, dos de ellas con hijos, se habían instalado en el pueblo. Dos chicas montaron un bar precioso con terraza interior y exterior. Y al ver la vida relajada que llevaban allí, otros actores y actrices quisieron instalarse, aunque luego fuesen diariamente a la ciudad para "trabajar su sexo". Así que llegamos a un acuerdo con la alcaldía para rehabilitar varias casas abandonadas y hacer no solo viviendas, sino pequeños apartamentos individuales. Dábamos vida al pueblo y nuevos niños para su colegio. Incluso iniciamos conversaciones para una biblioteca escolar y pública a la vez.
Pero Alegría quería experimentar. Se estaba convirtiendo en una pervertida actriz porno de primera. No solo no se negaba a hacer lo más aberrante que se le pidiese, sino que era ella quien pedía ir más allá. Incluso preñada era azotada y castigada, orinada, follada en dobles y triples penetraciones. Y había solicitado que se le aplicasen succiones de vacío en tetas, pezones, vagina y ano. Y largas agujas en sus tetas. Le pidió a su futura esposa Merche que fuese ella quien se lo hiciese, y que yo no estuviese en el rodaje. El médico autorizó parte de la solicitud, se estudió que pudiese hacerse con todo el material un par de pelis, dado el tema y la duración y se preparó el estudio y actores.
Pero antes quise hablar con las dos y nos reunimos en el salón:
- Queridas, no seré yo quien me ponga en medio de las dos para impediros hacer lo que queréis hacer, pero quiero hablaros con mis sentimientos y mi amor a las dos. Tú Merche, eres una Ama top, y tú Alegría, te estás convirtiendo en una sumisa terrible. Las dos os amáis tanto o más que yo os amo, pero dentro de vosotras hay tanta atracción por vosotras y por cumplir vuestros vicios, que tengo miedo a que las dos os lastiméis.
**Tú Merche, vas a parir en 5 o 6 meses y en otras 6 semanas parirás tú Alegría ¿de verdad estáis las dos seguras que no os haréis daño a vosotras y a los bebés? Vais a hacer unas tomas de sexo sadomasoquista duro ¿estáis seguras que vuestros cuerpos y vuestras mentes están preparadas para esos actos y esas escenas a tope? O simplemente queréis demostraros quien de las dos está más loca, quien es la que puede llegar más allá? Porque yo tengo muy claro que las dos os dejaríais desollar vivas.
Se hizo un momentáneo silencio. Las dos maravillosas mujeres se miraron entre ellas, me miraron a mí y Alegría habló:
- Miguel, he llegado a un mundo desconocido para mí, a una sociedad cultural que me llama y que deseo quedarme para siempre. Os he conocido a vosotros y estoy conociendo vuestro negocio del sexo. Quiero formar parte de este mundo sexual, sé que puedo soportar los dolores de los golpes, y lo que para muchas mujeres se llamaría perversiones y humillaciones. Pues bien, quiero pervertirme y humillarme a tope. Quiero hacerme un nombre en este mundo del sexo y quiero saber hasta dónde puedo llegar ¿acaso no tengo derecho a saberlo y además, siendo castigada por mi esposa?
- (Merche) Sabes bien cariño que conozco milímetro a milímetro cada parte del cuerpo. Su piel, sus nervios, tendones, músculos, venas y arterias. Desde mi adolescencia he sido golpeada y enseñada a soportar los golpes y el dolor. Y luego he sido enseñada a provocar esos dolores a través de mis golpes, solo te pido Miguel que confíes en nosotras. Sé dónde golpear el cuerpo de Alegría para provocarle dolores terroríficos sin provocarle lesiones. Sabes que muchos golpes provocan terribles dolores solo durante unos segundos, solo en el tiempo del impacto. Las dos sabemos que le voy a hacer daño, pero nuestra amada Alegría quiere sufrir y yo quiero hacerla sufrir. Alegría confía en mí ¿Quieres también tú confiar en mí, en nosotras?
Y terminando de decir esto, se levantó del sillón, se acercó a Alegría, le separó las piernas, se arrodilló ante ella, y agarrando con sus manos su cabeza, la inclinó y se dieron un beso, luego otro, y otro más... hasta que Merche primero y Alegría poco más tarde, se corrieron las dos. Se quedaron abrazadas, con su respiración muy agitada, mientras en el suelo se iba formando un pequeño charco. Merche levantó la cabeza y apenas se separaron las dos, se oyó con firmeza la voz de Alegría que le decía:
- Te quiero esposa mía. Pégame con fuerza, demuéstrame que me quieres haciéndome sufrir. Soy tuya, soy vuestra, soy inmensamente feliz con vosotros y quiero ser vuestra familia. No te preocupes Miguel, amado mío, estamos seguras que hacemos lo correcto, lo deseado por nosotras.
- Yo también te quiero Alegría y me alegro de tenerte aquí y entre nosotros. Ven conmigo, las dos estaremos ahora y siempre juntas.
Se levantó Merche del suelo, tendió su mano a Alegría y esta, con los ojos llenos de lágrimas de satisfacción y amor, se dejó llevar hasta la cueva por quien iba muy pronto a ser su esposa, mientras yo, el esposo de las dos, las veía avanzar juntas, cogidas de la mano, sonrientes y mirándose a los ojos.
Mientras las dos desaparecían por las escaleras hacia las cuevas del sótano, antiguo refugio de la guerra como todos sabéis, yo llamé a Sinnombre y le dije que su hermana Alegría y mi amada Merche iban ya a pegarse, y le pregunté si deseaba verlo. Dado que ella aceptó, fuimos al despacho y conecté todas las cámaras y las pantallas y comprobé el zoom. Nos sentamos cómodamente, cogí una botella de coñac para mí y de anís para Sinnombre, pero antes llamé a Macarena, la enfermera, para que estuviese preparada.
Yo conocía de sobra a las dos mujeres, mis próximas esposas, y estaba convencido que esas dos crías se iban a lastimar. Estaba totalmente convencido que no solo Merche le daría una soberana paliza a Alegría, sino que luego lo compensaría recibiendo ella otra de Rubén, un gallego musculoso, experto Amo formado en la imperial Gante. Porque si no era así ¿para qué Merche le había dicho que se preparara para una sesión sado? Y si no quisiera recibir muchos golpes, le habría dicho a Ingrid que fuese ella. Ingrid no le haría demasiado daño, estaba enamorada de Merche, pero Rubén sí le pegaría como sabía hacerlo, era un profesional reconocido y no jugaría.
Alegría apareció en escena con los ojos vendados, una capa roja por encima de sus hombros que la tapaba toda, y unos taconazos de 15 cm sin plataforma. La arrastraba Rubén de una cadena sujeta al cuello. Apareció Adela vestida solo con un sujetador y tanga de cuero, mínimo tamaño, abiertos, con los labios bien visibles y los pezones anillados con unas pesas colgando de ellos. Altas botas negras de increíbles tacones. Quitó la capa de Alegría y apareció totalmente desnudo su cuerpo café con leche.
La condujeron hasta una cruz de san Andrés de brazos articulados. Le quitaron el collar del cuello, le pusieron unas muñequeras de cuero acolchadas, le hicieron poner los pies en unos pequeños huecos de la parte inferior de la cruz donde se podía apoyar los pies, y se los ataron. Así podría estar más tiempo atada sin peligro para sus articulaciones, y máxime, cuando la cruz era articulada y sus brazos podían estar en varias posiciones, no solo fijos. Pero la venda no se la quitaron de los ojos.
Tal y como la ataban a la cruz, bien abierta de brazos y piernas, veíamos cómo su cara iba cambiando. Ya no tenía la sonrisa relajada de minutos antes. Como a tantas personas, cuando nos quitan alguno de los sentidos tan esenciales para el ser humano, nuestro cerebro se empequeñece, se aísla, y el miedo, el temor a lo que me podrá pasar nos llega al alma. Alegría estaba atada, su incipiente barrigón de preñada y sus tetas, estaban aplastadas sobre las maderas... y no sabía por dónde le llegarían los golpes, ni cuando, ni con qué.
Su sentido de la orientación había sido sabiamente anulado por su querida Merche, ya que las personas que allí había, no hablaban, pero percibía los sonidos sin saber de quién eran, ni donde estaban situados cada uno, ni cuántos eran, ya que habían dos hombres con cámaras y ella no lo sabía. Y aunque había pactado ser solo golpeada por Merche, ya no estaba segura de nada, puesto que no se había pactado estar ciega, aislada, vendada... y lo estaba.
Y vimos también cómo mi amada Merche aparecía por una falsa puerta vestida para la ocasión. Una peluca corta rubia paja, que no llegaba a los hombros. Un corsé de ballena extraordinariamente ceñido con cordón rojo, que sacaba sus tetas y las levantaba. Y ahí sí tenía razón Merche de operarse las tetas, porque 115 o 120 cm de contorno encima de esos corsés, en lugar de sus 97 cm, marcaban potencia.
Un tanga partido de cuero negro que sacaban a relucir sus preciosos labios exteriores y dos lacitos rojos en los laterales. Largas y semitransparentes medias negras con amplio liguero negro con líneas rojas. Y unos zapatos de salvaje tacón de 18 cm con plataforma de 5 o 6 cm. Los ojos muy marcados en negro y los labios granate oscuro. Solo un poco de color en las mejillas.
Pero lo que más llamó mi atención, fue la paleta pentagonal de cuero con tachuelas que llevaba en su mano derecha, la que el primer día usó con Alegría y tanto dolor le provocó. Mientras andaba hacia ella, se golpeaba suavemente la paleta contra su muslo derecho, y apenas llegó hasta la cruz y el cuerpo de nuestra amada Alegría, su brazo se movió inesperadamente y un brutal golpe cayó sobre su glúteo derecho. El grito de Alegría, más que grito alarido de dolor, resonó en la cueva, y la pobre Sinnombre, al oír ese grito de su hermana, dijo en voz alta:
- Hoy le hará dolor, hoy le hará daño, se lo prometió ayer y Alegría se rió.
Moví el zoom y desde luego, el rostro de Alegría no era de alegría precisamente. Bajo el antifaz se deslizaban unas lágrimas. Ella no pudo adivinar cuando llegaría Merche a su lado. No veía nada, y los ruidos distorsionaban los taconazos, y tampoco pudo pensar que Merche le pegaría nada más llegar a su altura, sin avisar. Pero los golpes siguieron cayendo en el cuerpo de Alegría.
Los impactos se mostraban perfectamente, porque como he dicho antes, entraron en la cueva dos hombres con cámaras que se movían constantemente para poder filmar, aparte de las cámaras fijas, primeros planos. Toda la filmación se ajustaría luego para hacer cine porno sadomaso.
Diez fuertes golpes con la paleta, marcaron el cuerpo de Alegría en glúteos y muslos haciéndola gritar de dolor en cada impacto. Luego cogió un látigo que era una imitación, menos dolorosa que el látigo inglés, y otros diez golpes marcaron su espalda. Los gritos fueron más suaves y eso me extrañó, porque tanto Merche como Alegría se habían prometido dureza y no gritar. De lo primero ya veríamos, y de lo segundo, los gritos salieron en el primer golpe. Merche sabía dónde y cómo pegar, y su amada iba a gritar.
Después de esos golpes que se estaban marcando muy bien en su cuerpo, Merche pasó a la otra parte de la cruz y acarició el rostro de Alegría y esta, sin previo aviso "la escupió", aunque sin pegarle en su cara. Cosa que nos extrañó a todos porque jamás lo había hecho. Fue Sinnombre quién posiblemente acertó:
- Mi hermana está muy enfadada, los ojos vendados y los golpes, le han dolido mucho.
Eso pensó también Merche, quién sonrió y le hizo una señal a Rubén, que se sacó la polla del pantalón negro de piel que llevaba puesto, y acercándose al cuerpo de Alegría, levantó un poco su polla ¡y empezó a orinar sobre su cuerpo! No sé si fue por el escozor de la orina, por la humillación de sentirse orinada frente a las cámaras por vez primera, o por qué, su cuerpo empezó a convulsionarse y de su boca salieron los peores insultos posibles contra su esposa en 1.001 idiomas. Merche besó suavemente sus labios, sonrió, se acercó a la mesa y dejando el látigo, cogió la temible y flexible caña de bambú.
Todo iba sucediendo lentamente, Merche no tenía prisa. Cogió la vara de bambú, extendió su brazo y midió bien la distancia. Tres o cuatro veces lo hizo y cada una de las veces rozaba esa espalda unos momentos. Y de repente, levantó la mano hacia atrás y dando su cuerpo un pequeño giro, el brazo se adelantó y la caña impactó de forma brutal un poco por encima de su culo. El grito de Alegría fue terrible. Solo le dio cinco golpes en su espalda, pero con los golpes anteriores y la orina, esos cañazos fueron muy dolorosos, incluso se notaron unas pocas gotitas de sangre.
Se apartó y dejó que Adela y Rubén desatasen a Alegría y le diesen la vuelta, mientras Merche se iba a un rincón, se bebía un buen y largo ron con azúcar, y se fumaba un cigarrillo. Alegría, todavía con los ojos tapados, fue nuevamente atada a la cruz con los talones de los pies insertados en los huecos inferiores. Ahora, toda la parte frontal de su cuerpo se ofrecía a las cámaras, notándosele perfectamente su barriga de preñada.
Terminó mi amada su vaso de ron y apareció de nuevo ante las cámaras que seguían grabando. Se acercó a Ale y de nuevo la besó en la boca, en las tetas, lamió sus pezones y su mano derecha jugó con su coño, y nuevamente Alegría volvió a correrse. Hizo una señal Merche con la mano y Adela le trajo un extractor de aire grande que adaptó a su pecho derecho. Alegría lo notó y sabiendo lo que era, gritó:
- Eso no cabrona ¡que estoy preñada y mis tetas aún no están llenas de leche!
Pero con una maravillosa sonrisa, fue abriendo la espita y el aire que tenía la bomba en su interior fue desapareciendo, mientras los primeros planos mostraban como su teta iba creciendo considerablemente. Los gritos de la pobre Ale eran terribles. Pero más terribles fueron cuando otra bomba de vacio se colocó en el pecho izquierdo, el aire fue desapareciendo también, y ese precioso pecho café con leche fue llenando el interior de la bomba, mientras los gritos de su dueña llenaban la cueva.
Movió Merche con sus dos manos las bombas para asegurarse que estaban firmemente sujetas por el vacío creado, y se giró hacia Adela, que con una sonrisa de complicidad, le proporcionó una tercera bomba, esta vaginal. Los gritos e insultos de Alegría eran brutales:
- Hijaputa, eso no ¿es que quieres hacerme abortar con esa maldita bomba?
Pero nuestra amada esposa no se arrugó. Abrió la espita del aire y en pocos segundos se adaptó a los labios externos vaginales, que empezaron a deformarse y crecer hasta que se pegaron a las paredes de la bomba. Lo estaba haciendo lentamente, pero los estaba dilatando y deformando al máximo con deseos de producir dolor. Y Alegría gritaba sin parar. Las tres bombas estaban perfectamente colocadas y las dilataciones eran extremas. Al mismo tiempo, Rubén ajustó los brazos articulados de la cruz y se quedó con los dos brazos en alto, y sus piernas juntas con el succionador vaginal en medio.
Retrocedió Merche un poco para ver su obra de arte y sonriendo, se acercó al cuerpo, y de repente llenó totalmente de aire el pecho derecho, y ahora sí el grito de Alegría fue intensísimo por la diferencia rápida de presión. Le quitó la bomba y se la dio a Adela, y realizó la misma operación con el pecho izquierdo. Y ahora Alegría no gritó. De sus ojos salía un enorme torrente de lágrimas que se veían fluir bajo el antifaz. Merche volvió a retroceder unos pasos para ver como los pechos de su amada Alegría habían perdido su tersura, su tamaño natural, habían crecido desmesuradamente y estaban ligeramente deformes.
Dejó la bomba vaginal tal y como estaba, y Adela le trajo otras dos pequeñas bombas que Merche instaló en sus negros y grandes pezones. Y los dos pezones perdieron su tamaño y su forma cónica al ser succionados. Los dos se adaptaron cruelmente a la bomba y ya debidamente colocados, Merche palpó sus aún anormales pechos y le hizo una señal a Adela, que cogió una bandeja de la mesa y se la acercó a Merche.
Hice zoom con la cámara fija y vi que estaba toda llena de agujas. Cogió una de ellas, de 12 cm, y todas agujereadas en su parte superior, y masajeando su teta derecha, lentamente, cruelmente, con ganas de hacerla gritar, le fue clavando esa aguja hasta la mitad. Y Alegría gritó nuevamente.
Y a todo esto, su hermana Sinnombre, vino hasta mí, me sacó mi durísima polla de mi pantalón y se la metió en la boca, y en pocos segundas toda ella estaba clavada hasta su garganta. Los dos estábamos extraordinariamente excitados, y Sinnombre se calmaba a sí misma y a mí, porque mientras me hacía esa mamada, se estaba masturbando.
Y Ale no solo gritó una vez, sino dos, tres, cuatro... hasta diez veces, ya que Merche clavó cinco agujas en cada una de las tetas y de vez en cuando, tiraba de las bombas de succión de los pezones provocándole un dolor terrible. Se mareó un poco y como le gustaba el ron con miel con azúcar, la propia Merche se lo preparó, se lo dio a beber y se bebió todo el vaso. Luego se acercó a Alegría, acarició su rostro, la besó innumerables veces y ¡por fin!, le quitó el antifaz.
Las dos se miraron intensamente a los ojos de cada una. Era increíble el dolor que una había provocado, y el dolor que la otra había soportado. Alegría bajó su cabeza, vio sus tetas perforadas, las bombas de succión en sus pezones, e intentó ver la vaginal, pero solo podía ver el propio aparato, no sus efectos que sí notaba con profundo dolor.
Y para nueva sorpresa suya y de todos nosotros, Merche retrocedió con sus taconazos nuevamente, unos dos metros, y fue despasando los cordones rojos que anudaban su corsé de ballena. Adela se acercó a ella y cuando terminó de quitárselo se lo dio. Y mientras Adela dejaba ese corsé en la mesa, Merche, con cara inexpresiva todo el rato, alzaba sus brazos y cruzaba los dedos de sus manos encima de su cabeza. Y como todos estábamos absortos mirando a Merche y la cara de auténtica sorpresa de Alegría, no vimos cómo Adela se acercaba al cuerpo de Merche llevando ¡una larga aguja!
Y con esa aguja empezó a pinchar el cuerpo de Merche ¡y empecé a sudar! Se estaba provocando un dolor a su cuerpo para que luego, al ser azotado, que seguro iban a hacerlo, el dolor se multiplicase, ya que la piel estaría ya dolorida por los pinchazos. Incluso Alegría le gritó:
- ¡No hagas eso mi amor, no lo hagas, tú eres la Dómina y yo tu esclava!
Pero Adela seguía perforando la piel de mi amada por detrás y por los lados apareciendo diversas gotas de sangre. Cuando terminó y se apartó, mi amada no se movió. Siguió con las manos cruzadas sobre su cabeza. Y vi a Rubén venir con un látigo terrible que yo mismo había comprado unos meses antes en Amsterdam, un Knut, de origen mongol, de unos 50 cm, de siete tiras delgadas de cuero con un nudo en cada una de las puntas de las tiras. Rubén era fuerte y profesional, y acercándose a la espalda de Merche, levantó su brazo mientras las dos mujeres se miraban a los ojos.
Y el látigo cayó sobre la espalda de Merche, el culo de Merche, los muslos de Merche, los laterales del cuerpo de Merche casi pegando a su preñada y ya gruesa barriga. Su cuerpo se tambaleaba, cada golpe le provocaba un dolor inmenso sobre ya el anterior dolor de las agujas clavadas. Y fueron cayendo los golpes... ocho... nueve... diez... Merche estuvo a punto de caer, su cuerpo estaba ya inestable, pero aguantaba cada golpe ¡y sin proferir ni un solo grito!
Pero el espectáculo aún no había terminado. Rubén dejó el látigo sobre la mesa, al mismo tiempo que Adela se acercaba a Merche con la bandeja de las agujas que había insertado en las tetas de Alegría. Y vimos como Adela, cogiendo agujas de la propia bandeja, las iba clavando en las tetas de Merche, la misma cantidad y la misma disposición de las agujas que Alegría tenía.
Merche no se movió en absoluto. Con rostro inexpresivo iba soportando el dolor de cada una de las agujas clavadas en sus tetas. Cuando Adela terminó, vi algo que me puso muy nervioso, tan nervioso que en ese mismo instante me corrí en la profunda garganta de la madre de mi hija África, de Sinnombre. Y es que Rubén había cogido una caja para descargas eléctricas. Y me imaginé hasta donde la locura de esas dos mujeres podía llegar.
Como he dicho antes, las agujas tenían en su cabeza un pequeño agujero. Rubén cogió un delgado pero potente hilo de cobre, y lo fue pasando por los agujeros de las agujas clavadas en las tetas de Alegría, de las diez agujas. Y luego, con otro cable, lo fue pasando por las diez agujas en las tetas de Merche.
Las dos mujeres se miraron a los ojos, las dos mujeres sonrieron, aunque Alegría no disimuló una mueca de dolor. Y la voz de Merche se oyó potente:
- Alegría, mi amor, sabes bien que estoy enamorada de ti, sabes bien que somos esposas, sabes bien que las dos somos las esposas y sumisas de nuestro Amo, pero también has aprendido en este tiempo que llevas con nosotros, que hay un proverbio que dice: "Quien bien te quiere, te hará llorar". Llora pues conmigo mi amor, porque las dos vamos a sufrir juntas.
Y cogió la caja eléctrica, con los cables de las dos ya insertados de las propias manos de Rubén. Y se oyó la voz de Alegría:
- Yo también te quiero esposa amada ¡Suframos unidas!
Y sufrieron juntas. Merche conectó la corriente y sus cuerpos sufrieron un estremecimiento. Fue subiendo poco a poco, muy poco a poco la intensidad, y las dos empezaron a gritar al pasar del punto 3 al 4. Y siguió subiendo. Las cámaras no solo lo grababan todo al mínimo detalle, sino que reproducían también, como el botón del cuadro de mandos pasaba de un punto al otro. Alegría, muy castigado ya su cuerpo, no pudo más y se desmayó. Merche se tambaleaba también y como aún estaba recibiendo las descargas eléctricas, rechazó la ayuda de Adela. Desconectó la caja y se apoyó en la mesa al dejarla allí, respirando profundamente.
Ella misma se acercó al cuerpo de Alegría y le fue quitando los cables que dio a Rubén. Cada una de las agujas, cada una de las bombas de vacio incluyendo la vaginal, y luego, ella misma se fue quitando sus cables y sus agujas. Se acercó a Alegría, que ya se estaba despejando, y se fundió con ella en un maravilloso abrazo, lleno de cariño y amor.
Y así, después de más de dos horas de sudores y dolores, se terminó la sesión, la grabación, y la apuesta que se habían hecho las dos. Y que quedó entre ellas.
Macarena, la enfermera, con Rubén y Adela, desataron a Alegría y la ayudaron a caminar, hasta depositarla en una camilla en un rincón de la cueva para limpiarla, curarla y desinfectarla para que luego pudiese darse un buen y relajante baño curativo. Merche se sentó, se tomó medio largo vaso de ron con miel, y encendió un cigarrillo. En ese momento entré yo en la cueva, me arrodillé a sus pies, la acaricié y besé, y le pregunté cómo se encontraba. Me sonrió débilmente, pero solo me dijo:
- Perdóname cariño, sé que no debo fumar por el embarazo, pero lo necesito. Ve y ayuda a Alegría. Yo en cinco minutos estaré bien. Ella es novata en esto.
Alegría estaba hundida. Nunca había practicado sexo porno sadomaso real, solo las ficciones para vídeos, y su amada Merche le demostró ese día, que en el bdsm real y auténtico, el dolor no era fingido. Ya se lo había enseñado antes Merche, pero ahora, por un tema entre las dos, lo tenía patente en el cuerpo, en el cuerpo de las dos, solo que Merche sabía dónde se metía y Alegría no. Le di un beso mientras la limpiaban.
Y efectivamente, las dos, a pesar de todo lo que pasaron decían estar bien. Posiblemente el anormal era yo. Les preparé el jacuzzi con unas sales curativas, nos bañamos los tres y mientras lo hacíamos, las dos se comieron unos sandwiches, y algo que Alegría casi impuso en el menú doméstico ¡un buen y caliente tazón de chocolate!
Cuando salimos del baño, fuimos a la cama y Macarena y Sinnombre, les volvieron a curar el cuerpo, pero cuando terminaron, tanto Merche como Alegría se habían quedado dormidas. Así que Sinnombre, tranquila ya por el estado de su hermana, y yo, nos relajamos de nuestros nervios anteriores pasados, divirtiéndonos en su cama y siendo felices una noche más.
Pocos días más tarde, ya montadas las tres películas que se hicieron de todas estas escenas, se enviaron a varias distribuidoras, y para nuestra sorpresa, nos ofrecieron mucho más dinero del esperado, y solicitaron más pelis, más vídeos de estas dos fabulosas switch. Y nos sugirieron editáramos más cine duro como ese que tan real "parecía" ¡Como si no fuese real! Pero eso sí, fabulosamente pagado.
Las dos mujeres estaban muy felices, follaban constantemente, y al mismo tiempo preparaban nuestras bodas triples.
Cinco meses más tarde, Merche parió su hija con John que llamamos Yohanna. Y siete semanas más tarde, parió Alegría su primera hija, mi segunda hija, que llamamos Amor. Y dos meses más tarde, los tres contrajimos matrimonio. En una iglesia inusualmente llena de actores y actrices porno, Merche y yo nos casamos en sagrado sacramento.
Luego, el cura se ausentó discretamente, y de la sacristía salió una maravillosa y esplendorosa novia de piel café con leche, vestida totalmente de blanco, como Merche, que era Alegría. Teresa nos casó (así lo afirmamos todos) a los tres, y el notario, que estaba allí con su esposa, nos aportó una serie de papeles que reafirmaba ese extraño vinculo matrimonial entre los tres. Y Alegría se garantizaba así, ser una más de nuestra triangular y rara familia, con todos los derechos legales.
Y nuestras tres primeras hijas, se comportaron de maravilla.
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