Bia Sum de Enrique
Escrito por Enrique
Ya sabía cuál iba a ser mi decisión, no hacía falta que me lo pensara tanto, yo misma me convencía a cada segundo de que lo elegiría para ser suya, mi corazón me lo decía a gritos.
Lo conocí en la web, esa página a la que entraba con pavor y en la que tenía pocos amigos. Cada vez que me escribía era como si electrizara mi cuerpo y prendiera mi sangre con el más intenso fuego.
Me tomaba de la mano para guiarme, a diario, así nos conocíamos más. Me seducía su encanto, su hombría. Días enteros estando juntos, entregándole poco a poco mi pequeño mundo de minúsculas horas, que le ha pertenecido en su inmensidad.
¿Quién imaginaría entonces, al leer aquellos insinuantes versos, que el dueto de nuestras vidas se haría realidad?
Él: Al fin la oportunidad se da
de poseerte una vez más
sin tiempo ni premura
ajustando tus ataduras.
Ella: Al fin el sublime momento,
postrada ante ti
con los ojos vendados,
sintiendo tu presencia,
mi pecho late apresurado...
El sublime momento. Mi entrega, mi elección de ser suya, pertenecerle y servirle a su placer, por mi anhelo y deseo propio.
Hoy late mi pecho apresurado, es nuestro ritual y lo ha dispuesto todo mi caballero, tal y como lo merece su dama.
Un lugar diferente, muy reservado, con luz tenue, en el centro una mesa con un cirio blanco prendido, distintos objetos expuestos, entre ellos un collar, una cadena, una fusta y un dildo. A un lado de la habitación, una cama con sábanas de satín rojo, unas sogas encima y una cinta negra para vendar los ojos.
Voy perfumada, vestida de blanco, telas finas muestran mi cuerpo y las partes privadas bajo su transparencia, llevo una trenza en el pelo y estoy descalza. En las manos una rosa roja y un dije con mi inicial, es mi regalo para Él.
Mi futuro Señor entra a la habitación, me quedo inerte al verlo. Trae puesto un traje negro y camisa blanca con corbata roja y lentes. Su mirada me deja sin habla, sin pensarlo pongo las manos detrás de mí, sacando el pecho lo más posible para que esté complacido conmigo.
Toca mi rostro con el dorso de su mano, sin decir palabra alguna, lo acaricia suavemente, bajando por el cuello, apenas rozándolo, va lentamente dibujando mi figura hasta llegar a mi cintura. Inevitablemente mi cuerpo reacciona ante tales atenciones, los pezones se empiezan a endurecer y mi sexo palpita cada vez más.
Con un leve gesto mi futuro Señor presiona mi hombro dejándome saber que me quiere de rodillas ante Él. Al hacerlo lo miro a los ojos , él me ve y me sonríe, esto me apena y agacho la mirada de inmediato.
Mi futuro Señor se pasea a mi alrededor, tan solo de sentir sus pasos, mi respiración se agita. Me postro con la espalda recta, intentando mostrarle lo mejor posible mi cuerpo. Cada segundo que pasa en silencio, más nerviosa estoy.
De la mesa que está a mi lado, mi Señor toma la fusta, me pongo inquieta de verla entre sus manos. La empieza a agitar, de solo escuchar la fusta cortar el aire, me entremezco, mezcla de angustia y temor, pero a la vez excitación.
Se para frente a mi y levanta mi rostro con la fusta, por fin me dice:
"¿Estas nerviosa?"
Solo asiento con la cabeza, ninguna palabra logra salir de mí.
"Respira profundo, todo estará bien. Pero si tienes dudas, este es el momento, levántate y sal del cuarto, no habrá consecuencias no habrá reclamos.
Si no estás segura, es el momento, ahí está la salida", lo dice mientras señala con la fusta la puerta.
Sin duda alguna y sin temor le dije segura de mí:
"No mi Señor, vengo libremente a entregarme a usted, juro obedecerle
sin reservas, someto a su voluntad mi corazón, mi mente y mi alma.
Juro parecer hermosa a sus ojos y graciosa en sus oídos. Es mi Señor. Es mi Amo. Es mi dueño, soy suya. Mi cuerpo es suyo, mi sexo es suyo,
mi boca es suya, su voluntad es la mía. Sus palabras son órdenes y sirvo a su placer."
Me sonrió al escucharme, se inco frente a mí, puso su mano en mi rostro y me dijo al oído:
"Eso ya lo sabía, mi hembra."
Al decir esto me nalguea fuertemente con su mano dejando un delicioso cosquilleo en mi nalga, haciendo que mi sexo se humedeciera inmediatamente.
Se levanta y toma entre sus manos el collar, se posiciona detrás de mí y lo coloca en mi cuello. Me observa y sonríe diciendo:
"te queda muy bien mi hembra"
Y me hace sonreir inevitablemente.
Baja lentamente el cierre de su pantalón frente a mí, me quedo expectante y sorprendida por el anhelo de lo que pasará.
"Acércarte y compláceme ... tetoncita"
Sin más, busco su verga, sacarla del pantalón es lo único en lo que pienso, ya quiero atenderlo.
Mi boca empieza a saborear a mi señor, excitada, delirante, froto su falo erecto con mis labios húmedos y succiono dulcemente con mi boca. Lame mi lengua cual terciopelo fino, mi Señor está a gusto, complacido, cada chupada le provoca un gemido, adoro sentir sus suspiros de placer.
Intento usar mis manos, pero mi señor azota mis nalgas con la fusta
"Nada de manos mi putita... solo puedes usar tu boca para atenderme"
Y así lo hago, babeo su pene y lo meto hasta mi garganta, lo muerdo suavemente para complacerlo y provocar más y más su lujuria y su deseo.
Lo acaricio con la lengua mientras lo degustó de punta a cabo. Mi Señor me toma del pelo y dirige cada lamido de mi boca con sus manos. Disfruta del placer que le doy.
Después coloca la fusta en mi barbilla y la levanta, me postra en la cama y lentamente amarra mis manos y separa mis pies, dejandome totalmente indefensa a su placer.
Con la fusta sobre mí, recorre lentamente cada centímetro de mi cuerpo, desde los pies hasta mi cuello. Me azota los muslos, mis tetas, cada azote calienta mi piel y la deja ardiendo y cosquilleante, lo hace suave, fuerte, alternando las intensidades, ocasionalmente hace lo mismo con mi clítoris, yo solo puedo gemir con cada azote.
"Mírate, tus muslos brillan con los jugos de tu coño... "
Mientras dice esto toma los líquidos de mis muslos con sus dedos, y los acerca a mi boca.
"Lámelos, limpia bien mis dedos"
Solo puedo reaccionar automáticamente a sus ordenes y disfruto el sabor a puta que tengo.
Sin más me desamarra los pies para voltearme dejándome hacia abajo y levanta mis nalgas con sus manos en mi cintura, dejándome en cuatro y atando nuevamente mis manos y pies.
Sus manos empiezan a acariciar mis nalgas y sin más las azota y las estruja, juega nuevamente con las intensidades, a veces suave a veces duro, siento como las nalgas me palpitan y a cosquillean, causándome un increíble placer.
De repente se detiene, me pongo nerviosa por esuchar sus pasos y no saber lo que hará.
Siento entonces algo frío entrando en mi muy mojado y caliente coño, siento como se abre y el invasor se coloca cada vez más adentro, excitándome cada vez más, y poniéndome al límite, de repente empiezo a sentir nuevos azotes en mis nalgas.
Es el dildo dentro de mí, no puedo soportar más, gimo y grito:
"Por favor mi señor.... deje a esta puta, SU PUTA... correrse."
Él continúa moviendo el dildo y azotando mis nalgas con mas intensidad.
"QUIERO MI ORGASMO PUTA.... CORRETE AHORA"
Mi interior reacciona, me corro con su orden, no puedo detenerme, empiezo a tener espasmos y temblores en todo mi cuerpo. Jamás me había corrido así.
Esto solo confirma mi decisión, ahora más que nunca se que hice lo correcto.
Pero claro... esto es solo el inicio de mi historia.
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