Ana marca a su perra Sara
Escrito por Pandora
Era sábado por la mañana, entraba por la ventana una luz radiante que inundaba toda la habitación.
Con esa luz, su piel parecía de porcelana, era como una pequeña muñeca capaz de romperse en mil pedazos, pero que luego se convertía en una hembra capaz de aguantar todo. Acaricié su pecho suavemente, notando como sus cejas empezaban a arquearse, símbolo de que estaba comenzando a despertarse.
No tenía definidos los planes de hoy a la perfección, porque me gustaba vivir cierta aventura, así que hoy iríamos a algún lugar público, era un día de fuego para ella, en el que tendrá que darlo todo por mí, por complacerme, y siendo sincera, eso me ponía cachonda. Me levanté de la cama, fui al baño, y después de arreglarme, fui al armario para poder vestirme, con una falda y una camiseta de tirantes con un buen escote, y eso sí, que no falten unos buenos zapatos de tacón, con sus rigurosas medias hasta medio muslo.
Me giré hacia la cama para ver si todavía seguía dormida, pero para mi sorpresa, estaba despierta y sentada, mirándome, sin perderse ningún detalle de mi cuerpo. Sonreí, la verdad es que la chica esta, siempre lograba sorprenderme. La hice unas señas para que se levantara de la cama, y se pusiera de rodillas ante mí, iba a darle unas instrucciones, y necesitaba que me prestase atención sin perder de vista su posición.
A: Buenos días perra, espero que hayas descansado bien. –Vi como la boca se le abría en un bostezo, permitiéndome ver hasta la garganta, así que le metí un guantazo que la dejó descolocada-. Hacer eso delante de tu Ama es una falta de respeto, espero que no vuelvas a hacerlo puta.
S: Sí Ama, disculpe mi falta, no se volverá a repetir.
A: bien, ve al baño y aséate, quiero que te depiles bien todo el cuerpo, y que lo limpies con detenimiento. Cuando acabes volverás aquí zorrita. –Se estaba aguantando el siguiente bostezo, lo cual me alegró-.
S: Sí Ama.
Se metió al baño, donde comenzó enseguida a sonar el agua de la ducha caer sobre el plato, y después por su cuerpo. Podía verla desde la puerta, me estaba excitando la situación, como una tigresa que se prepara para cazar a su cordera, así que metí mi mano por mi ropa interior, y me acaricié el clítoris en círculos lentos y muy placenteros. Metí dos dedos dentro de mí, mientras veía como quedaba ese coño rasurado para mí, pero dos me sabían a poco, por lo que decidí meter un tercero, y moverlos rápidamente, dentro y fuera de mí, notaba como mi flujo se resbalaba por mis muslos, hasta que me corrí, mordiéndome el labio para que ella no me oyera.
Me aparté de la puerta, me limpié con una pequeña toalla, y la esperé sentada en la cama, después de haber preparado todas las cosas que mi puta llevaría hoy puestas. Salió del cuarto de baño, se la veía más despierta, se acercó a mí, y al instante se puso de rodillas y me besó los pies, un gesto bonito, que le agradecí con unas caricias en su pelo.
Tiré de su collar y la hice ponerse de pie con las manos encima de la cama, para dejarme una vista plena de ese coño de puta que tiene, y que es todo mío. Cogí un huevo vibrador de mi mesilla, que tenía reservado para algunas ocasiones, y se lo restregué por toda la raja de su coño, viendo como los fluidos empezaban a aflorar se su vagina rosada y apetecible. Entre gemidos, le introduje el huevo en su agujero ya empapado, y del bolsillo me saqué un plug, que lo mojé en sus flujos antes de meterlo en su coño, y ella diera un pequeño respingo al sentirlo.
Le di un buen azote en el culo, con tanta fuerza, que la mano se quedó literalmente marcado en él, y agarrándola del bazo, la volví a colocar recta, apoyada sólo sobre sus pequeños y blancos pies.
A: Vístete, hoy quiero hacer varias cosas, y no quiero perder tiempo con esto. –En cuanto di la orden, vi como buscaba la ropa interior entre lo que había escogido-.
S: ¿Y la ropa interior Ama? –Se acarició la cara después del guantazo que la propiné-.
A: Hoy vas a ir sin ropa interior. Yo decido todo por ti, por lo que no busques lo que no hay. – Se empezó a poner la ropa-. Te voy a decir algo que sólo te diré una vez, una sola cuestión o duda de mis órdenes, hará que nos separemos y no vuelvas a saber de mí, así que acata y obedece, y todo irá bien, no estoy para juegos.
S: Sí Ama.-Ya había acabado de vestirse, cosa que me alegró, no quería llegar tarde a nuestra cita, y antes teníamos cosas que hacer-.
Observé su cuerpo con detenimiento, con esa blusa blanca trasparente y con un buen escote, podía ver ligeramente sus pezones y la forma de sus tetas, además de que la minifalda dejaba poco a la imaginación, cualquier paso en falso, y todo el mundo la vería el coño, y los taconazos que llevaba, hacían a su culo más respingón. Quería jugar con ella, y ver si quiere estar conmigo realmente.
Salimos a la calle, quería comprarle algunas cosas especiales, así que nos dirigimos a un sex-shop un tanto especial, ya que sólo vendían cosas bdsm. Llamamos a la puerta, esperamos a que nos abriesen, y cuando una chica apareció por la puerta, al vernos nos dejó pasar. Era hora de divertirme, así que encendí el huevo que llevaba Sara en el coño, poniéndolo a baja potencia, pero viendo como ella me miraba y se ponía colorada.
A: Desnúdate puta, ahora. –Pude ver la duda en sus ojos, pero como si se acordase de lo que le había dicho se empezó a quitar la ropa-.
S: Sí Ama. –Acabó de quitarse todo menos los zapatos, que cuando iba a hacerlo, con una negación por mi parte se los dejó-.
La miré durante unos instantes más, disfrutando de su cara roja y de cómo se mordía el labio para poder aguantarse los gemidos. Me giré y miré a la dependienta de la tienda que tenía los ojos como platos, y la bocaza abierta, quizás podría divertirme un rato con ella.
A: Hola, buenos días, venía buscando algunas cosas para mi perra, y espero que usted pueda ayudarme. –Se recompuso lo más rápido que pudo y asintió ante mi frase-. Bien, quisiera un cinturón de castidad, pero que no quede nada suelto, un arnés con una buena polla, quiero un potro vibrador, de esos que son más pequeños, y un gancho para la nariz.
La chica se fue corriendo a buscarlo, mientras y miraba con una gran sonrisa a Sara, la cual tenía una cara entre miedo y el placer que la estaba proporcionando el huevo, al cual le subí a máxima potencia, y acercándome a su oído, le dije que todavía no tenía permiso para correrse. Al poco rato llego la dependienta con todo lo que le había pedido, y me enseñó varios de los modelos, de entre los cuales yo escogí los que más me gustaban. Podía notar como la dependienta no quitaba ojo de Sara, y mi plan estaba funcionando. Me puse detrás de ella.
A: ¿Te gusta lo que ves? ¿Querrías estar en su lugar? Puedo ver que estás mojada, y con los pezones bien empinados. Tu cabeza y tu coño desbordan placer, y necesitan tener un alivio, yo puedo dártelo, ahora desnúdate por completo.
Sin que tuviera que decir nada más, la dependienta se desnudó por completo, así que la inspeccioné, llevándome una alegría, al ver que estaba completamente depilada. La verdad es que se notaba que la chica estaba necesitada, y yo me iba a divertir. La puse de rodillas delante del coño de Sara, agarrándola del pelo.
A: Córrete puta, ahora puedes hacerlo. –No esperó y se corrió como la zorra que es, empapando la cara de la dependienta de sus flujos, que cuando me fijé, la muy guarra tenía la boca abierta y la lengua fuera, recibiendo y tragando todos los flujos de mi perra-.
Cerda, quítale el vibrador y el plug a la puta, y ponle el cinturón de castidad que le he escogido.
La solté del pelo, y no le faltó tiempo para levantarse deprisa, traer el cinturón de castidad, sacarle el huevo y el plug, y colocarle y cerrarle el cinturón de castidad. Miré a Sara, tenía cara de no saber muy bien como tomarse aquello.
A: Cerda, quiero que comas sus tetas, y que no pares hasta que yo te lo ordene. Abre tus piernas de guarra, para dejarme ver ese coño de puerca que tienes. –Sin tener que esperar lo hizo, y vi como Sara disfrutaba, aunque quisiera ser ella quien fuera humillada de esa manera-.
Me puse el arnés con la buena polla, y sin tener que esperar, se lo metí de una estocada a la cerda, la cual lo recibió con muchas ganas, porque pude notar que casi se corre. Empecé a mover mis caderas con fuerza y rapidez, tenía que perforarla, quería destrozarla, que se quedara hecha polvo, que no pudiera olvidar este momento. Fijé mis ojos en los de Sara mientras seguía con mis movimientos de cadera, y vi cómo se moría de placer por la comida de tetas que la cerda le estaba dando, sabía que quería tocarse, pero no podía, yo tenía el control y lo disfrutaba.
Dando las ultimas estocadas, la cerda se corrió empapándolo todo, así que saqué la polla de su coño, y la hice lamerla y limpiarla, para después restregarle la cara y el cuerpo por el suelo manchado con sus flujos. Dejé el arnés donde ella lo había puesto, y dejé el dinero del resto en el mostrador, metiendo lo que había comprado en la bolsa, bueno, menos el cinturón que lo llevaba suelto.
A: Puta, coge tu ropa en la mano, y sígueme. Cerda, espero que lo hayas disfrutado, cogeré el pasillo especial. –Ni se movió, estaba en un estado de éxtasis todavía demasiado para ella-.
Llevé a Sara por un pasillo, me sorprendió que no protestara por seguir desnuda, pero en el fondo me alegró que no lo hiciera, estaba aprendiendo. Llegamos a una puerta, llamé y nos abrió un señor algo mayor y descuidado, nos dejó pasar, e hice que Sara dejara la ropa en el suelo, y se pusiera en posición.
A: Hola, buenos días, tenía cita a la una con esta perra para que la anillara y la hiciera un tatuaje, espero que todavía esté en pie nuestra cita, León.
L: Sí claro Ana, sabes que siempre tengo un hueco para ti. Dime que es lo que querías hacer con esta perra y ahora mismo me pongo con ella. Dile que se ponga en la silla por favor.
A: Quiero que la pongas un piercing en cada pezón, y luego le tatúes “Propiedad de Ana” en el coño, en negro simplemente. Además quiero en el lateral del cuello las letras AA con un dibujo de un candado.
L: tu símbolo. ¿Vas tan enserio con esta perra? ¿No quieres pensarlo más concienzudamente? Lisa me dijo que la conociste hace poco en una de sus fiestas, aunque conociéndote bien, buenas razones has de tener, no te tiras a la piscina por cualquiera. Por cierto, ¿qué tal está Juan? Hace tiempo que no le veo, y me han dicho que ahora tiene una perra fija, no puedo creérmelo.
A: Voy muy en serio con esta chica, no a pienso soltar, así que puedes marcármela sin problemas. Pues sí, quien iba a decirnos que nuestro Juan adquiriría una perra fija, pero es una chica que merece la pena, y los dos están muy bien.
L: Bueno, de ti me lo creo, conoces muy bien a Juan. Voy a trabajar, espera aquí, dejaré las cortinas abiertas para que puedas ver todo el proceso.
Se levantó y se puso a ello, mientras yo me quedaba cómodamente en mi sillón. Conocía a León desde hace mucho tiempo, era un hombre muy agradable y respetuoso, y sobre todo que era un maestro en su profesión. Mientras él trabajaba, podía ver la cara de color de mi perra, la cual me producía cierto placer, ahora era mía, completamente mía.
Una vez que León acabó su trabajo, acaricié la cabeza de Ana. La verdad es que lo había hecho muy bien, había sabido aguantar. Pagué a León, y vistiendo a Sara que todavía estaba bastante dolorida, la di un suave beso que parecía que la había hecho revivir. Prometí cuidar de sus nuevas perforaciones y del tatuaje, y después nos fuimos hacia casa, pero al pasar por el cine, pensé que sería una buena oportunidad.
Compré dos entradas, entramos en la sala, y nos sentamos en la parte de atrás, tenía ciertos planes que no querían que fueran interrumpidos. Al empezar la peli, éramos muy pocos en la sala, por lo que al poco tiempo me acerqué al oído de Sara.
A: Cómeme el coño ahora perra. –Ni se lo pensó dos veces, se puso entre mis piernas, apartó mis bragas, y olió el aroma de mi coño-.
Sacó su lengua, la pasó por toda la raja, y la introdujo dentro de mí, produciéndome oleadas de placer, mientras sentirá como la metía todo lo que podía y hacía círculos con ella, a la vez que son su boca succionaba el agujero. Estuvo jugando con mi coño bastante rato antes de que aumentara un poco la diversión. Tirándola del pelo, le coloqué una mordaza, que acababa siendo una polla, para que la metiera en mi coño, y eso hizo. Movía su cabeza hacia delante y hacia atrás, dando fuertes embestidas. En uno de mis movimientos de cabeza por el placer que me estaba dando Sara, vi que a nuestra derecha había un hombre haciéndose una paja mientras nos miraba a las dos.
Sara empezaba a conocerme, así que cuando vio que estaba a punto de correrme, me metió un dedo en el culo incrementando mi placer, y moviéndome fuerte el labio conseguí ahogar un grito de placer. Salió de mí cuando los espasmos de mi cuerpo pararon, y le quité la mordaza para guardarla en mi bolso. Miré de reojo hacia donde estaba el hombre, pero para mi sorpresa ya se había ido, cosa que agradecí, no me apetecía lidiar con él cuando acabase la película.
Cuando acabó la película, nos levantamos, y al pasar por el asiento de aquel hombre, me di cuenta que se había corrido sobre el sillón de delante, y pensé que era normal que hubiera salido corriendo. De camino a casa compré la cena, y una vez en casa pudimos cenar, le cuidé los piercings y el tatuaje y la metí en la cama. Menudo día, pero a partir de ahora serán mejores. Me acosté a su lado, y me dormí.
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