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Ama y sumisa
Escrito por Sonia VLC

Me llamo Vanessa, estoy en la universidad, tengo 25 años, con una obsesión en mi cabeza. Ser una puta. Puede parecer sencillo ¿no? Pues créanme que no lo es. Puede que sea, que por mucho que me gustaría serlo, soy algo tímida. Mi cuerpo me pide hacer cosas que mi mente no me deja. Pero eso cambió desde hace unos dos meses.

Me di cuenta de que no podía dejar a un lado mi fantasía, pero que yo sola nunca me atrevería a hacerla realidad. Lo normal es que hubiera buscado un chico, que fuera mi novio y que compartiera esa fantasía. Pero nunca encontraba uno con el que atreverme a dar ese paso. Por lo que una noche, de esas calientes, en la que mi cabeza dijo que tenía que dar el paso, entre en internet y envié un email. No entraré en detalles, pero él me contestó. Y desde entonces soy su sumisa. Obedezco todo lo que él me pide que haga y a cambio, yo aprendo a ser una buena puta y sumisa, aunque ni siquiera le conozca en persona. Él me dio valor para empezar con mi adiestramiento.

Han cambiado muchas cosas en mi vida desde entonces. Ahora ya tengo la reputación de facilona e incluso, mi tan deseada, fama de puta, en mi universidad. Poco a poco me la he ido ganando a pulso, siempre siguiendo las órdenes de mi Amo. Y entre muchas otras cosas, una amiga y compañera, que después pasó a ser mi rival con los hombres, ahora es mi Ama también, asegurándose de que cumpla todas las órdenes de mi Amo. Para mí fue muy duro someterme a ella, pues como os digo, no nos llevamos bien. Ahora ella me tiene siempre a sus pies y pude dar rienda suelta a su venganza contra mí.
Para que podáis imaginarme bien. Soy una mujer normal, linda de cara, con unos ojos preciosos según me dicen. Mido 1.70 y de comprensión normal, con buenas caderas, donde puedan agarrarme para poder clavármela con fuerza. En cambio, mis pechos son más bien pequeños, es lo que menos me gusta de mí. No es que sean minúsculos, pero me encantaría tener dos buenas tetas para que todos me mirasen por la calle, pero bueno, ahora lo hacen. Mi Amo se ha asegurado de que mi manera de vestir cambiara. Superando mi timidez, ahora siempre luzco sensual, por no decir como una zorra. Y si no lo hago, Eli, que así se llama mi Ama, se encargará de “recordarme” mi compromiso con mi Amo y lo soVerónicaona con algún castigo hacia mi persona, generalmente, humillante.

Quizás debiera empezar mi historia desde el principio, pero he decido contaros solo el final. Quién sabe si en un futuro, deba contaros como pase de ser una niña buena con ansias de ser una puta a serlo realmente.
La historia que nos ocupa es sin duda la más importante. Pues hoy es mi examen final para graduarme como puta sumisa. No creo que sea cosa del destino que coincida con mi graduación en la universidad, sino simple capricho de mi Amo. Como os digo, ya he acabado todos los exámenes de mi carrera. Dentro de unos días será la celebración. Pero para mí queda el examen más importante.
Mi Amo me había dicho que tendría que pasar tres pruebas en la universidad. Por lo que fui allí como un día más, aunque no tuviera clase alguna. Lo hice vestida como me ordenó. Un simple vestido veraniego, corto, muy corto. De los que no te puedes agachar sin enseñarlo todo, ni siquiera andar rápido con él. Muy a mi pesar, pues como os dije tengo bastante complejo por mis pequeños pechos. El vestido tenía un gran escote, tanto que dejada ver mi sujetador morado, aunque tampoco se hubiera disimulado, pues la tela era blanca y fina, por lo que pude comprobar que mi tanga a juego se transparentaba en la escasa falda del vestido. Unos zapatos de tacón de vértigo terminaban de darme un look, que, aunque este mal decirlo, era muy sexy, tirando a zorra. Justo lo que yo deseaba ser.
Llegue al campus de la Universidad, atrayendo las miradas de todos los estudiantes que aún tenían que ir por faltarles algún examen. En la puerta estaba Eli, perfecta y hermosa como siempre. Y que, supongo siguiendo las órdenes de mi Amo, Verónica resplandeciente con unos leggins de cuero negro que le marcaban absolutamente todo, podía ver claramente sus labios vaginales, así como su tanga. Junto con una blusa escotada de color rosa, bastante transparente por cierto y subida sobre los tacones de unas botas altas. Daba la sensación de comerse el mundo. Ella era la encargada de mi examen, pues yo no sabía en qué consistían las pruebas. Me acerqué a ella y a pesar de que habían por lo menos 5 o 6 estudiantes por allí, me arrodillé en el suelo y le dije:

- Buenos días Ama.
- Buenos días perrita. Vamos al baño que tengo que maquillarte.- me contestó.

La seguí por los pasillos de la universidad hasta uno de los baños. Según entramos extendió por el lavabo todo lo que usaría y empezó maquillarme. Lo hizo de espaldas al espejo, para que yo no viera el resultado, pero por la cantidad de productos que usó, debía Verónicar como una puta barata. Cuando terminó me ordenó arrodillarme de nuevo y besar sus botas. Lo hice, dejando marcado el pintalabios en ellas y manteniéndome en esa posición me dijo:

- Tu primera prueba, para mí es demasiado suave, pero bueno, el Amo lo quiere así.- lo dijo dando a entender, lo que yo ya sospechaba, que mi Amo también la tenía a ella a sus pies. Me sentía celosa, pero me gustaba saber que aquel hombre pudo con la inquebrantable Eli, como hizo conmigo.
- Debes buscar a tu querida amiga Verónica y dominarla. La llevarás al aula 29, que estará vacía. Yo estaré vigilando, si me parece que no eres lo suficiente dura con ella, se lo contaré al Amo y suspenderás.
- Si Ama, no se preocupe, la dominaré como usted hace conmigo.- le dije.
- No te creas tanto perrita, tú nunca serás como yo. Otra cosa, aparte de humillarla y vejarla, debes darle la virginidad de tu culo. Es una orden expresa de tu Amo, por eso te lo ha mantenido así este tiempo.- me dijo Eli.

Esa era la razón de que nunca me hubiera ordenado hacer nada con mi culito. Él sabía que era virgen por ahí. Tenía ganas ya de probarlo, aunque tengo que reconocer que yo ya había experimentado, no había pasado de hacerlo con mis dedos. Por lo que me daba un poco de miedo y sobretodo no sabía con qué iba a hacerlo.

- Pero Ama Eli, ¿con que debe….- no continué, pues entró una chica al baño.

Al verme allí, de rodillas ante Eli y cómo íbamos ambas vestidas, sin olvidar, como yo debería Verónicar por el maquillaje. La chica se quedó sorprendida al vernos. Tardó un poco en continuar su camino al baño, pero finalmente lo hizo y mientras ella caminaba esquivándome por estar en medio del paso, Eli me instó a continuar.

- Sigue perra. ¿Qué ibas a preguntarme?
- ¿Con que debe desvirgarme el culo?- le dije muerta de vergüenza, pues aquella chica tuvo que escucharlo sí o sí.
- Eso es parte de tu prueba. Tú misma debes conseguir algo con el que hacerlo. Y debe ser de mi gusto, nada de cositas pequeñas como un rotulador. Algo que de verdad te deje el culo abierto y dolorido.- sentencio Eli.
- Si ama, así lo haré, conseguiré algo que sea de su total agrado.- le contesté sumisa, sabiendo que aquella chica me estaría escuchando.
- Pues venga, sal del baño a cuatro patas y corre a cumplir con tu primera prueba.- me ordenó Eli.

Obedeciendo su orden, salí rápidamente del baño a cuatro patas, mientras ella me sujetaba la puerta. En el pasillo había dos chicos, que empezaron a reírse en cuanto me vieron con tal humillante acción. No les miré, me daba mucha vergüenza. Ya en el pasillo me puse de pies y corriendo me alejé de allí. Error. Ese vestido, como había dicho, no era para correr.

- Ese culito blanco.- dijo uno de ellos.
- Por qué no vuelves a cuatro patas y nos lo enseñas bien.- dijo el otro.
- Gracias chicos, pero no puedo. Quizás otro día.- les contesté yo.

No les pude hacer caso, tenía orden de mi Amo de ser simpática y obediente con todos los hombres de la universidad, pero tenía que cumplir algo más importante. Lo primero era conseguir algo con lo que Verónica me desvirgara. ¿Pero qué? En este tiempo había reunido un buen arsenal de juguetes eróticos por orden de mi Amo. Pero esta vez, él mismo me pidió que no llevara ninguno a la universidad. Pensé y pensé, pero no se me ocurría ningún objeto con la forma y tamaño adecuado para tal propósito. Que podría usar para que Verónica me diera por el culo…… Un pepino!. Algo muy típico en cuanto a consoladores caseros se trataba. Pero estaba en la universidad… la cafetería!. Allí daban comidas para alumnos y profesores, es posible que tuvieran. Pero… como iba a comprar un pepino en la cafetería de la universidad. Pues con mucha vergüenza, pero debía intentarlo.

Me dirigí hacia allí. Había una fila de gente para pedir, supongo que café o algo así, pues por la hora que era, sería lo normal. No un pepino…
Esperé en la fila nerviosa, mientras la gente me miraba y cuchicheaba, supongo que por el maquillaje que Eli había decidido ponerme y mi corto vestido. Eso hizo que me pusiera más nerviosa, tendría que pedirle un pepino a la camarera, con auténtica pinta de putón. Si ya era raro de por sí, aquella mujer seguro que adivinaría que para comer, no era. Llegó mi turno y nerviosa le dije.

- Buenos días. Verás…… necesito un pepino… para un trabajo de una asignatura…- si la excusa era mala, mi voz titubeante no ayudaba.
- ¿Para un trabajo? No vendemos pepinos, esto es una cafetería no un mercado.- contestó ella secamente, mirándome de arriba abajo.
- Ya lo sé. Pero lo necesito de verdad. Seguro que tienen para hacer la comida. Yo le pago lo que cueste.- le dije casi rogándole.
- Sí, ya se te ve muy desesperada por un buen pepino. Voy a ver si tienen en la cocina.- me contestó con ironía.
- El más grande que tengan, por favor.- le dije casi chillando antes de que entrase en la cocina.
Ella me miró riéndose. Era muy humillante, pero tenía que asegurarme de que no me diera uno pequeño y Eli no estuviera contenta. Al poco volvió, riéndose aún más. Seguro que lo había estado comentando con sus compañeros de la cocina, burlándose de la zorrita que venía pidiendo un pepino bien grande. Traía dos en la mano, de buen tamaño ambos, sobretodo uno de ellos, que parecía más bien un calabacín que un pepino.
- Este es el más grande, pero me parece demasiado incluso para ti.- me dijo con recochineo.
- Por eso te he traído esté otro. Suficiente para aliviarte.- dijo ella sin poder aguantar la risa.

Yo lo pensé un segundo y le dije:

- Gracias, me llevo los dos.
- Que vicio tienes niña, búscate un novio rápido.- dijo ella muerta de la risa.
- ¿Qué le debo por ellos?- le dije yo, tremendamente humillada, intentando acabar con aquello pronto.
- Nada, nada, en cocina me han dicho que te los regale. Como es para una urgencia… ¡Jajaja!- .
- Muchas gracias.- le dije cogiendo ambos pepinos con mis manos.

Esta vez no corrí, quise hacerlo pero recordé lo corto de mi vestido. Por lo que tuve que salir despacio, escuchando a aquella mujer como seguía riéndose a carcajadas.
Ya fuera de la cafetería, intente meter los pepinos en mi bolso, pero eran demasiado grandes para que entraran en él. El bolso tampoco es que fuera muy amplio, me lo había comprado por orden de Eli y como ella decía era de putilla de carretera. La verdad que fuera daba esa pinta y si veías lo que había dentro lo confirmabas. Pues solo llevaba mi cartera con mi documentación y algo de dinero, mi móvil y un montón de condones, por lo que pudiera pasar en mi examen. Cogí mi móvil y llame a Verónica, para saber dónde estaba y quedar con ella.

- Hola Verónica amor. ¿Dónde estás?
- Hola nena, estoy justo entrando en la uni.
- Necesito que vayas al aula 29. Tengo que contarte algo y pedirte tu colaboración.
- Claro, sabes que sí. ¿Qué te pasa, algún problema?
- Ahora te cuento. Espero que lo entiendas y que me ayudes.
- Que si tonta, por ti lo que haga falta, ya lo sabes.
- Date prisa. Besito.

Verónica era mi mejor amiga. Lo sabía todo de mí o casi todo. Y ahora le contaría mi secreto más íntimo. No se me ocurría ninguna otra forma de conseguir poder dominarla. Necesitaba su colaboración. Pero no sabía si ella aceptaría. Si bien es cierto, que entre nosotras ha habido “algo”. Nunca ha pasado de unos cuantos besos o algún toqueteo suave en sus enormes tetas. Pero claro, siempre de fiesta, después de que el alcohol nos desinhibiera. Pero ahora era diferente, en frio y en la universidad. Ya no me parecía tan fácil conseguirlo.
Fui hasta aquella aula, con un pepino en cada mano. Dando el espectáculo con mis pintas por media universidad. Mi mirada siempre en el suelo, para evitar ver las caras de la gente con la que me cruzaba, hasta que por no mirar, choque con algo. No era algo, era alguien, Os (Oscar), un buen amigo, que siempre había intentado conseguir algo conmigo, pero yo nunca había terminado de dejarme.

- ¡Vanessa, que… guapa vas!- me saludó
- Hola Os, gracias.- le dije nerviosa.
- ¿Dónde vas con eso?- me preguntó refiriéndose a los pepinos evidentemente.
- Es para un trabajo.- le dije repitiendo la estúpida excusa.
- ¿Un trabajo? Si tú ya has acabado la carrera, dentro de nada serás la arquitecta más guapa de todas.- me dijo él, adulándome como de costumbre.
- Gracias amor. Es para una muestra de nuevos alumnos. Tengo que enseñarles como encajar formas cilíndricas en sitios difíciles.- le dije, sin llegar a mentirle del todo.
- Ammm. ¿Y puedo ir yo a esa clase?
- No, no. Además tengo prisa. Luego nos vemos.

Le dejé con la palabra en la boca, solo me faltaba que se quisiera apuntar a mi “clase” particular con Verónica. Por fin llegué al aula de mi primer examen. Allí estaba Verónica, guapísima como siempre.
Para que sepáis como es mi gran amiga Verónica os diré que es una linda chica de mi edad. Simpática y risueña. Aunque le sobra algún kilito, tiene un cuerpo precioso y quizás por ese poco sobrepeso que tiene, posee unos enormes pechos que me tienen loca desde hace años. No es que yo sea lesbiana. Me encantan los hombres, pero he de reconocer que algunas mujeres también me excitan. Y Verónica y sus grandes tetas han sido muchas veces cómplices de mis juegos nocturnos en mi cama. Y ahora, gracias a mi Amo. La tendría a mis órdenes. Si conseguía convencerla claro.

- Hola Verónica cariño, que ganas de verte.- la saludé.
- Hola Vanessa, que…… bien te ves… - me dijo con algo de duda - me tienes nerviosa ¿qué te pasa?
- Tengo que contarte algo muy importante para mí y necesito que me entiendas y que me ayudes.
- Claro tonta. Lo que este en mis manos hacer, lo haré.- me contestó.
- Gracias amor. Eres la mejor.
- Bueno dime, que eso que tanto te preocupa.- me preguntó intrigada.
- Sabes que llevo un tiempo un poco diferente ¿no?- le dije.
- ¿Un poco? Ya te lo he dicho muchas veces, que te estas volviendo una tremenda zorra, mírate como vienes ahorita, pero sabes que yo te quiero igual. Si a ti te gusta no soy quien para juzgarte.- me dijo mi amiga, siempre tan comprensiva.
- Pues ahora te contaré la verdad, podría mentirte con alguna excusa, para que hagas lo que necesito, pero eres mi amiga y no te mereces eso.- le confesé.
- Te lo agradezco Vanessa. Ahora dime, que te pasa.

Se lo conté todo. Lo de mi ansia por ser una puta. Como conocí a mi Amo y que todo lo que he estado haciendo ha sido bajo sus órdenes para conseguir mi propósito de ser una puta sumisa. De que hoy era mi examen como puta y que constaba de tres pruebas. Me sinceré del todo y ella pareció entenderme. Era la mejor. Por eso la amo tantísimo.

- Es increíble nena. Muy fuerte. Pero la verdad que es excitante. Yo también he tenido la fantasía de ser una esclava a los caprichos de un hombre. Pero nunca he tenido valor de hacerlo realidad. Te admiro amiga. Eres una valiente.
- Gracias. Muchas gracias por comprenderme. Sabía que tenía que decirte la verdad. Que sería lo mejor para que hicieras lo que necesito.- le dije.
- ¿Y que necesitas de mí? No me digas que tu Amo quiere que sea su esclava también.- me dijo ella, yo creo que con la esperanza de que yo respondiera que sí.
- No, él no quiere que seas su sumisa. Él quiere que seas la mía.- le dije soltándolo rápidamente para que no se me fuera el valor que había reunido.
- ¡¿Cómo?!- me preguntó desconcertada.
- Sí, amor. Necesito que seas mi esclava ahora mismo y que cumplas mis órdenes. Es la primera prueba de mi Amo. Y no puedo fallar ¿me ayudarás? ¿Por favor?
- Sabes que quiero lo mejor para ti. Pero… no se… eres mi amiga… una mujer… ¿qué tendría que hacer?
- Obedecerme. Simplemente.- le contesté.
- ¿Y qué me harías?- me preguntó nerviosa, aunque yo creo que también excitada.
- De todo. Te dominaré, tendremos sexo, te humillaré, más o menos lo que me ha hecho Eli a mí este tiempo.
- ¿Eli? ¿La odiosa de Elizabeth?- me preguntó sorprendida.
- Si amor. Es mi Ama y yo soy su esclava. Pero no nos desviemos. ¿Lo harás?- le pregunté.
- Mmm… Sí. Eres mi mejor amiga y necesitas un favor. Además, tengo que reconocer que me has puesto un poco cachonda con todo esto. Ya sabes que a veces, cuando bebemos y nos ponemos cariñosas… siempre he tenido esa fantasía contigo. Ahora puedo hacer realidad dos de mis fantasías. Tengo que ser valiente como tú.
- Gracias Verónica, te amo. Ahora, desnúdate.

Ella me miró con duda. Sabía que tendría que hacerlo, pero que fuera tan directa la asustó. Tardó unos segundos, pero sacándose la blusa por la cabeza, me dejo ver aquellos preciosos pechos escondidos en un bonito sujetador blanco. Me miró y me guiño un ojo, en señal de complicidad. No podía aceptar aquello, era mi amiga y la quería. Pero ahora era mi esclava y mi Amo quería que fuese dura con ella. Le di una bofetada en la cara, que sin ser muy fuerte, la dejo desconcertada.
- ¿Pero que haces?- me dijo confundida.
- No te equivoques Verónica, eres mi amiga y te quiero como una hermana, pero ahora eres mi esclava, no me mires, la mirada al suelo y llámame Ama Vanessa.

Ella me miraba raro, no sabría decir si asustada por haber aceptado aquello o excitada. Bajó su mirada al suelo y me dijo:

- Lo siento Ama Vanessa. No volverá a pasar.
- Así me gusta. Ahora fuera el resto de la ropa, quiero ver ese cuerpo llenito que tienes.- le dije, entrando en papel de dominante.

Ella siguió desnudándose. Cuando la tuve en ropa interior pude apreciar que tenía un cuerpo bonito. Tenía barriga pero no era algo desagradable a la vista. Llevaba unas braguitas también blancas, que sin ser muy sexis eran bonitas.

- ¿Qué haces con bragas? Las zorras como tú llevan tanga. Date la vuelta.- le ordené.
- Lo siento Ama Vanessa. Me siento más cómoda con bragas pero no volveré a ponérmelas si no le gustan.- me dijo ella, tremendamente sumisa para mi sorpresa.
- Ya es tarde, ahora lo arreglo.- le dije.

Con ella de espaldas a mí, dejando su grande y bonito culo a mi vista. Cogí sus bragas por la goma y tire hacia arriba con todas mis fuerzas, haciendo que la tela se la metiera en la rajita de su culo y posiblemente, también en su otra rajita. Ella se quejaba, pero poco, parecía no molestarle demasiado que la tratase así su mejor amiga. Manteniéndola levantada así, le solté un primer azote en sus descubiertas nalgas.

- ¡Ayyy!
- No grites. Dime: gracias Ama Vanessa y cuéntalos.- le dije, soltándola después otro azote.
- Uno, gracias Ama Vanessa.- dijo Verónica, para después yo volver a darle otro azote en la otra nalga.
- Dos, gracias Ama Vanessa.- repitió ella.

Así estuve hasta que llegué a 10. No me gustaba el dolor, pero debía hacerle de todo para que mi Amo y Eli estuvieran contentos. Tenía el culo rojo por mi mano. La cual a mí me dolía. Por eso Eli usaba su zapatilla de deporte para azotarme a mí. Le desabroché el sujetador y se lo quité, todavía no podía verlas, pero pronto tendría esas amadas tetas a mi disposición.

- Date la vuelta tetona.- le ordené.

Ella obedeció y se dio la vuelta dejándome a la vista sus dos enormes pechos. Eran preciosos, redonditos y grandes. Llevé mis manos a ellos y acaricié por primera vez la piel de esas tetas de ensueño, era muy suave. Las levanté con mi mano y pude notar como pesaban. Eran muy diferentes a las mías, que son mucho más pequeñas. Me divertiría con ellas. Dejé caer sus tetas para ver cómo se movían al estar liberadas. Acaricié sus pezones, que ya estaban duros. Verónica estaba excitada, perfecto. Los pincé con mi dedo y se los estiré. Ella dio un pequeño gritito, pero no se quejó. Tiré de ellos hacia arriba, elevando sus tetas que quedaban colgando de sus pezones. Su cara era una mezcla de dolor, vergüenza y yo creo que placer. En esa posición los hice botar, subiendo y bajando de sus pezones. Tenía que dolerle, pues sus pechos pesaban y junto con el movimiento, podía ver como sus pezones se estiraban. Dejé descansar sus tetas a su altura normal, pero sin soltarla. Ella me miró y yo sonriéndola, le pellizqué ambos pezones a la vez. Ella aguantó todo lo que pudo, pero al final tuvo que gritar. Yo me reía en su cara. Mi amiga querida, lloriqueando porque la tenía bien cogida de sus pezoncitos. La solté y como premio de consolación por el dolor que la había hecho pasar, llevé mi boca a sus tetas y suavemente lamí, primero su aureola, haciendo círculos con mi lengua y finalmente sus pezones, que se pusieron aún más duros.

Verónica disfrutaba ahora de mis lamidas, para mí, hacer aquello era un sueño hecho realidad. Siempre había soñado con tener esas tetas en mi boca y ahora no podía contenerme. Dejé de lamer para chuparlas como loca. Era como si quisiera mamar de aquellos enormes pechos. Sus pezones se alargaron con mis succiones. A mi amiga parecía que la estaba poniendo bien cachonda y llevó sus manos a mis pequeñas tetas. Aunque a mí me gustaba, no podía dejarla que creyera que podía tocarme a su antojo. La di un pequeño mordisco en su teta.

- ¡Aaauuu!- gritó ella.
- Eso te pasa por tocar sin permiso. ¿Pero qué te crees? Que soy tu novia. No zorrita, soy tu dueña y yo decido cuando puedes tocarme.
- Perdón Ama Vanessa. Pero me has puesto muy caliente.
- ¡Calla zorra y bájate las bragas a las rodillas!- le ordené.

Ella me obedeció, dejando sus bragas blancas en sus rodillas. Yo volví a agarrarla de sus pezones y tirando de ellos, hice que me siguiera dando pasitos ridículos para evitar que sus bragas cayeran de donde yo la había ordenado que debieran estar. La hice andar como diez pasos mientras tiraba de sus pezones, solo por verla humillada. Estaba gozando de mi poder sobre mi amiga. Aunque yo me sintiera sumisa, con ella me gustaba ser la que mandaba. Iba a disfrutar de mi primera prueba. Tirando hacia el suelo de sus pezones hice que se arrodillara a mis pies.

- Bésame los zapatos perrita.- le ordené.

Ella me miró extrañada, pero después de unos segundos, llevó su cara al suelo y besó primero uno y después el otro. Yo me senté sobre una mesa y levanté un poco mis pies.

- Ahora la suela pequeña puta.- le dije.

Ella cogió mi pie con sus manos y con cara de asco le dio un tímido beso. Yo apoyé mi otro zapato en su teta derecha y clavándole, sin hacerla mucho daño, el tacón en ella, le dije:

- Bésalo bien, como si fuera un helado.
- Pero Vanessa, están sucios.- me contestó para que me apiadara de ella.
- Ya lo sé, he andado mucho con ellos para este momento. Y que no se te vuelva a olvidar llamarme Ama, puta tetona.- la regañé, mientras apretaba más mi tacón contra su pecho.

Ella tuvo que superar su asco y empezó a lamer la suela de mi zapato con su bonita lengua. Me gustaba verla así. Lamiéndome la suela del zapato, con sus tetas al aire y sus bragas en las rodillas. No me había fijado todavía en su coñito, la muy guarrilla lo llevaba tan depilado como el mío. Otra zorrita que le gusta llevar la rajita como una niña.

- Chupa el tacón, como si fuera la polla de un tío.- le dije.

Esta vez no puso ninguna pega y levantando un poco más mi pie con sus manos, se metió mi tacón de 8 centímetros en su boca. La muy guarra movía la cabeza como si de verdad estuviera haciendo una mamada. Estaba claro que mi amiguita la santita sabia chupar rabos. Cuantas cosas iba a aprender de ella esa mañana.

- Vale zorra. Que no vas a conseguir sacar leche de ese tacón. – le dije para humillarla un poco más.

Ella se detuvo, y sujetándome el pie frente a su cara, me miró esperando una nueva orden.

- Descálzame y dame un masaje en los pies que me duelen de andar con estos zapatos.- le ordené.

Ella lo hizo presta. Me quitó ambos zapatos y mientras empezaba a masajear uno, yo con mi otro pie toqueteaba sus pechos, intentando coger con mis deditos sus pezones. La verdad que Verónica sabía dar un buen masaje de pies. Levanté mi pie de su pecho, para que lo masajeara y ella misma posó el pie que tenía en sus manos, sobre su teta y se dedicó a masajearme el otro. Me gustó ese detalle, pero no podía dejar de putearla. Por lo que en vez de juguetear con sus tetas como había hecho antes. Me dediqué a darle pequeñas pataditas con mi pie libre, viendo cómo se hundían mis deditos en sus grandes pechos.
Estaba en la gloria. Pero debía continuar con su dominación.

- Bésame los pies mi amada perrita.- le dije.
- Encantada, Ama Vanessa.- me dijo con una sonrisa en su cara.

Empezando con el mismo pie que estaba masajeando lo fue besando suavemente. Primero por el empeine y fue bajando dándole besitos cariñosos hasta que llegó a mis dedos. Chupó cada uno con deleite y cuando acabó con el último empezó a besarme la planta del pie. Yo aproveché para apoyar mi pie en su cara, aplastando su naricilla. Ella no se quejó y siguió besando para luego pasar a lamerlo como había hecho con la suela de mi zapato. Cuando pensé que era suficiente le quité el pie de la cara y le di el otro. Ella repitió exactamente igual su humillante tarea. Aunque parecía no importarle, pues tenía una bonita sonrisa en su cara. Parecía disfrutar con su sumisión hacia mí. Tenía que pasar a mayores.

- ¿Ves esos dos pepinos que hay en la mesa, junto a mi bolso?- le pregunté, quitándole el pie de la cara.
- Sí, Ama Vanessa.
- Pues ve a cuatro patas y tráemelo como la perra que eres.- le ordené.

Se dio la vuelta sobre sus rodillas y apoyando sus manos en el suelo empezó a gatear con las bragas en las rodillas. Tenía una visión perfecta de aquel culazo que pronto seria mío. Al igual que el mío, terminaría siendo de ella. Llegó hasta la mesa y cogió ambos pepinos. Se dio la vuelta y de rodillas, se quedó mirándome. Entendí que no sabía cómo debía traer aquello si tenía que volver a cuatro patas.

- No me mires así. Te he dicho que como una perra. ¿Cómo traen las perras los juguetes a sus amas?- le dije.
- Con la boca, Ama Vanessa.- me contestó.
- Pues venga, hazlo.- le dije.

Ella me miró incrédula. Yo sabía que no podían caberle en la boca ambos pepinos a la vez. Pero quería ver como lo intentaba. Al final se decidió por hacerlo. Se metió el más grande en la boca, el cual le ocupaba entera su pequeña boquita. Era imposible que entrase el otro. Se lo sacó y me dijo:

- Ama Vanessa, no me caben los dos a la vez, son muy gordos.
- Te he dicho que te lo metas en la boca, dímelo con él dentro.- le dije, para verla humillada intentando hablar con el pepino en su boca.

Ella me volvió a mirar con cara de pena, pero yo tenía que hacerme la fuerte. No le quedó más remedio que meterse de nuevo el pepino en la boca e intentar repetir aquella frase.

-Ama , no eh abe o do a a ver, on mu odos.- fue lo que salió de su boca llena.

Yo me empecé a reír. Era muy divertido verla de rodillas hablando como una estúpida.

- No te he entendido nada. Repítelo.- le dije.
- Ama , no eh abe lo do a vez, on mu godos.- volvió a repetir mi mejor amiga.
- ¡Jajajajaja! Pues si no te caben los dos en la boca, tendrás que buscar otro agujero donde metértelo para traérmelo.- le dije yo entre risas.

Me volvió a mirar como si no me entendiera, pero ambas sabíamos a que me refería.

- Vamos zorra, hazlo y podrás elegir en que agujero metértelo. Como tenga que ir yo, te aseguro que te lo meteré en el culo y de golpe.- le dije para atemorizarla.

No le quedó más remedio que llevar el pepino más pequeño, pero de buen tamaño y ponerlo en la entrada de su coñito. Me miró a los ojos, no sé si desafiante o buscando el morbo de saber que estaba haciendo aquello y empezó a empujar aquella gran verdura hacia dentro de su chochito. Su cara cambio, no llevaba ni la mitad pero se notaba que era grande para su coñito.

- Vamos, mételo bien que no quiero que se caiga.-le dije

Ella empezó a hacer un movimiento de mete-saca. Supongo que para que su agujero se acostumbrara a tan gran huésped. Aunque se controlaba de no gemir, estaba claro que aquello la estaba dando placer. Con ese método consiguió meter ¾ partes del pepino dentro de ella. Debió pensar que ya era suficiente para mantenerlo dentro, pues soltándolo, puso sus manos en el suelo y empezó a venir hacia mí.
No llevaba ni la mitad del camino cuando el pepino cayó al suelo, visiblemente manchado con sus flujos.

- Ves como tienes el coño muy dado de sí. Si no fueras tan guarrilla… vamos métetelo otra vez o te lo meteré en el culo.- le dije.

Manteniéndose a cuatro patas, cogió el pepino y empezó a metérselo desde atrás. Esta vez no necesitó mucho tiempo, por lo lubricado que estaba, sus ojitos brillaban de excitación. Con él dentro, volvió a reanudar el camino hacia a mí. Justo cuando llego a mis pies volvió a caérsele al suelo.

Continuara.......m


Licencia de Creative Commons

Ama y sumisa es un relato escrito por Sonia VLC publicado el 13-07-2021 23:35:13 y bajo licencia de Creative Commons.

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