Tiempo estimado de lectura de 5 a 6 minutos

La guarra se emputece (final)
Escrito por Pandora

Desperté en una cama diferente a la de la noche anterior, ¿cuánto tiempo había estado durmiendo? Que alguien parase ese sonido tan horroroso que no paraba de sonar. Buscando de dónde procedía, vi mi teléfono, ¡era mi jefe!

- Hola jefe, puedo explicar mi ausencia... -se apagaba mi voz al escuchar su fuerte respiración, se notaba que no estaba muy contento.

- ¡NO ME JODAS, NI TE MOLESTES EN VOLVER POR AQUÍ! ¿QUIÉN COÑO TE HAS CREÍDO QUE ERES? ¡QUEDAS DESPEDIDA!

De un golpazo colgó el teléfono, y yo simplemente me quedé con la cara desencajada, mirando al vacío mientras las lágrimas caían por mi mejilla. De repente sentí unos brazos que rodearon mi cuerpo, y sin pensarlo, me di la vuelta y escondí mi cara en su cuello, aspirando su aroma tranquilizador, y dejando que mis lágrimas brotaran sin control.

- Perrita, no lo necesitas, sabes que yo te cuidaré y mantendré. En el fondo sabes que yo soy el único que te puede hacer feliz y cuidar de ti... - me susurraba al oído.

- Tiene toda la razón Amo, el resto del mundo sólo me odia o me hace daño, con él único que soy feliz es con usted. Hágame suya para siempre, no quiero separarme de usted, quiero ser su perra, su puta, y todo.

- Claro que sí mi puta, vas a ser mi esclava, ahora mismo lo forjamos para siempre.

Tras acariciarme y consolarme, se vistió y ayudó a limpiarme y ponerme mi nuevo conjunto. Pasó por mis piernas un tanga negro de encaje, y una pequeña falda blanca, y por mis brazos un sujetador negro de encaje y una camiseta trasparente, apenas tapaba nada. Los tacones eran bastante altos, y una diadema con orejas de perrita. Para coronar el look, me puso un plug con cola de perra.

- Amo, no puedo ir así por la calle, ¿qué dirá la gente?- roja por la vergüenza al decir aquello.

- ¿Qué importan los demás, si a mí me hace feliz que vayas así?- dijo con cierto tono cariñoso.

- Es verdad Amo, sólo me importa usted -sonreía como una colegiala.

- Así me gusta puta.

Salimos de la casa y vi dónde estábamos, todas las chicas iban como yo, agarradas de las correas por sus Amos , lo que me dejó totalmente sorprendida. Mi Amo enganchó el collar a la correa mientras sonreía, y tiró de ella para empezar nuestro camino.

Llegamos a una pequeña tienda, bastante acogedora, donde me hicieron pasar a una sala sola, y sólo podía escuchar susurros entre mi Amo y otra persona, que por la gravedad de su voz, diría que es un hombre, y efectivamente lo era.

- Ponte bien sobre la camilla puta -Eso me dejó sorprendida, pero lo hice porque allí estaba presente mi Amo. - Pon tu pelo en un moño.

Me rodeó el cuello con un fino collar de metal, el cual selló por mi espalda, me puso algo nerviosa, pero al mirar a mi Amo, me di cuenta de que todo aquello era perfecto. Me hizo tumbarme, y entonces me puso un cinturón de castidad, adornado con un gran candado, del cual mi Amo custodiaría la lave.

Mi Amo pagó y salimos de aquel antro para ir directos a la playa. Hacía un gran día, por lo que me apetecía mucho estar allí. Echando un vistazo a las personas que estaban a nuestro lado, me di cuenta que todas ellas estaban desnudas, por lo que mirando a mi Amo con cierta rojez en mis mejillas, entendí que debíamos desnudarnos, así que lo hice.

- Bueno, ahora ya eres mi puta esclava para siempre, y vamos a vivir aquí, donde no nos tenemos que esconder de nadie, ya que este es un pueblo reservado sólo para parejas BDSM.- Me moría de la vergüenza.

- Sí Amo, es todo una gran sorpresa pero me encanta.

- Bien, sabes que ahora ya no puedes escapar de mí, por lo que tus agujeros estarán reservados sólo para mí, sólo tu boca será usada por otros hombres, y con mi permiso previo puta, ¿lo has entendido? -Dijo con mucha seriedad.

- Sí Amo, lo he entendido perfectamente.

Miré hacia uno de mis lados, y vi cómo un Amo estaba azotando a su perra, la cual no paraba como de graznar de placer a través de la mordaza. Eso me estaba poniendo cachonda, y sin ser consciente me relamí los labios, cosa que no pasó desapercibido para mi Amo, sabía lo que andaba mirando, y sabía que me habría fijado en la polla de aquél hombre.

- Puta, ve y ofrece tus respetos, chúpale la polla hasta cuando él quiera.

- Si Amo.

Sin esperar más, fui a cuatro patas por la arena hasta llegar a la polla de aquel hombre, que estaba bastante morcillona. Él sonrió mientras miraba a mi Amo, y no dijo nada cuando me introduje esa polla en mi boca y ponía los ojos en blanco por el placer que es estaba dando.

Chupaba con insistencia, quería la leche de aquella polla que estaba tan buena, no podía desperdiciar ninguna gota, así que trabajaba con las manos y la boca, haciendo distintas velocidades de movimiento de cabeza. Después de un rato, noté como la polla se hinchaba aún más, por lo que dejando de azotar a su perra, la cual ya tenía el culo muy rojo, agarró mi cabeza, follando mi boca sin miramientos.

Estuvo unos minutos follándome la boca sin parar, me dolía un poco la mandíbula, ya que su polla era muy ancha, y tras unos momentos, se corrió abundantemente en mi boca, dificultado que tragara todo. Por poco no lo consigo, pero logré tomarme todo, y para mi sorpresa, se meó encima de las dos.

Fui al lado de mi Amo, el cual me meó también encima, para remarcar su territorio, y después nos bañamos en la playa. Tras pasar ahí gran parte del día, tras la comida, mi Amo decidió que nos iríamos a casa, por lo que recogimos la ropa, y sin vestirnos nos pusimos en camino a casa, que no quedaba muy lejos de la playa.

A mitad de camino me hizo poner de rodillas en medio de la calle y chuparle la polla, lo cual yo sin dudarlo y sin preguntar, se la chupé con muchas ganas, necesitaba la polla de mi Amo, que era la polla por excelencia para mí. La gente nos miraba pero no decía nada, incluso hubo una pareja que se masturbó mirándonos desde la otra acera.

Antes de que pudiese conseguir la corrida de mi Amo, me dio la vuelta, y tras quitarme el cinturón, me metió la polla hasta el final, sin decir palabra, aunque él sabía de sobra que mi coño estaba completamente encharcado por mis flujos. Me follaba con fuerza, hacía tiempo que no me corría, por lo que sin poder aguantarlo me corrí sin su permiso.

Él se corrió segundos después, mientras me azotaba el culo con fuerza como castigo a haberme corrido sin su permiso. Sacó su polla, y tirando fuerte de la correa me tiró al suelo, y me llevó arrastras hasta casa, mientras que las piedrecitas se clavaban en mis pezones.

- Eres una puta, yo que sólo me preocupo por ti, y tu que haces lo que te da la gana.

- Lo siento Amo, fue sin querer.

- Eso no me vale zorra, ahora recibirás el verdadero castigo. Y a la siguiente te abandono a tu suerte, yo sólo quiero perras buenas, no putas cualquiera.

Me puso un bozal con una mordaza en su interior, me azotó el culo hasta casi hacerlo sangran. Decoró mis pezones con agujas y mi cuerpo con cera, que estaba muy caliente, y me hacía retorcer de dolor. Me dejó atada a una cama....

Tras aquel castigo que duraron días o semanas, la verdad es que no lo sé, aprendí la lección, y nunca volví a disgustar a mi Amo, era lo más importante para mí, no podía perderlo. Ahora era completamente feliz, no necesitaba nada más que a él.


Licencia de Creative Commons

La guarra se emputece (final) es un relato escrito por Pandora publicado el 11-07-2021 20:17:36 y bajo licencia de Creative Commons.

Ver todos los relatos de Pandora

 

 

90 No me gusta0
PARTICIPA!! Escribe tu opinión

MÁS RELATOS

 De chica a esclava 3
 Escrito por Pandora

 El inicio de mi vida como perra de mi Amo
 Escrito por Pandora

 Traicionado y esclavizado
 Escrito por Jorge Jog

 Cape, su mami y la perversa abuelita
 Escrito por malvado diplomatico



   ACCESO USUARIOS

   
   
   
   BÚSQUEDA AVANZADA