Tiempo estimado de lectura de 14 a 17 minutos

A correazos se aprende.la estricta señora carmen (2)
Escrito por sumisso

CAPITULO II: LA LETRA CON SANGRE ENTRA

La siguiente semana tras recibir el castigo de la señora Carmen fue una semana muy tranquila, excesivamente serena. La señora llevaba razón, iba a aprender a obedecer y había aprendido la lección. No realicé ninguna tontería o acto vandálico o más bien comportarme como un delincuente. Ni siquiera rondó la idea por mi cabeza. El principal motivo es que mi culo me dolía horrores, la idea de sentarme en una silla no era viable, estaba magullado y dolorido. Me puse incluso unas pequeñas esponjas en mi culo para amortiguar el roce del pantalón con el culo, aquello me aliviaba. La situación era ridícula, llevaba esponjas suaves dentro de mi pantalón para evitar el roce con la piel de mi magullado trasero.

Obedecí por completo las dos instrucciones de la señora. Traté a mi madre con exquisita educación y no me acerqué a ninguna de mis amistades, ya que lo tenía estrictamente prohibido. La semana como he indicado fue muy aburrida, no podía ver a mis amigos y no tenía nada que hacer. Pasaba horas en casa sin hacer nada. Mis poco apropiadas amistades, la calle y problemas eran todo para mí y ahora no podía hacerlo. El dolor de mi culo me recordaba que debía de obedecer.
Volví a ver a la señora Carmen dos días después. Ese día mi madre lo tenía libre en el trabajo y regresó con la señora Carmen a tomar una taza de café a casa. Nada más ver a la señora Carmen, sentí un cumulo de sensaciones y sentimientos. Mi primer sentimiento fue respeto hacia ella, había conseguido que aprendiese a respetarla. Sentí temor, recordaba, su castigo. Mi segundo sentimiento fue rencor, una especie de odio hacia ella, por el dolor que había sentido y era la culpable de que todavía llevaba mi culo envuelto en esponjas. Todos los sentimientos se mezclaron en mi cabeza y me excité, no comprendía porque me excitaba al ver a la señora Carmen, no comprendía mis sentimientos hacia ella. Era demasiado pronto para conocer que sucedía en mi cabeza respecto a la señora Carmen, estaba muy confuso, pero me atraía.
Salude muy educadamente tanto a mi madre como a la señora Carmen. Mi madre sonrió, estaba muy orgullosa de mi, había notado mi cambió, comenzaba a ser una persona con educación y respeto hacia los demás. Mi madre fue a la cocina a preparar café y me quedé a solas con la señora Carmen en el salón.

- ¿Qué tal está señora Carmen?- La pregunté educadamente.

- Muy bien querido…. ¿ y tú culo cómo está ?- Me preguntó ella a la vez que tocó mi culo suavemente para comprobarlo. Notó las esponjas dentro de mi pantalón para amortiguar el dolor. La señora sonrió.

- Veo que todavía no se ha curado, ¡¡ buen truco el de las esponjas ¡¡ - Me felicitó y se sentó en la mesa junto a mi madre cuando regresó.

Ninguna de las dos mujeres, ni mi madre ni la Señora Carmen volvieron a dirigirme la palabra. Ahora no había preocupaciones hacia mí. Ambas disfrutaban de la compañía de la una con la otra sin prestarme atención. En un momento de la conversación entre mi madre y la señora Carmen surgió la idea de que ambas fueran al teatro, a la señora Carmen la encantaba y hacía mucho que no iba, desde que falleció su marido. Ambas decidieron ir a cenar y al teatro. Mi madre sonreía y disfrutaba de la vida desde que yo había dejado de comportarme como un inepto y no me metía en problemas.

Recibía mensajes de mis amigos por mi teléfono móvil. Hacía ya dos semanas que rehuía de ellos con una excusa . Había cumplido la orden de la señora Carmen al pie de la letra. Mentí a mis amigos y les dije que mi madre estaba enferma y no podía ir con ellos durante una temporada. Se lo creyeron, por supuesto no sabían la verdadera razón y por suerte aquel día no recibieron las fotos que demostraban la verdad, hubiera sido muy humillante para mí. Mi mejor amigo Emilio, insistió que debía ir el próximo viernes a su cumpleaños, lo celebraría en una conocida discoteca que acudíamos a menudo. No podía decirle que no, además ese mismo día mi madre y la señora Carmen acudirían al teatro. Ninguna de las dos me prestaba atención, no se enterarían que faltaba en casa y me había ido con mis amigos “ delincuentes “ . Llevaba ya dos semanas comportándome debidamente, mi cuerpo necesitaba salir, disfrutar con mis amigos.

Aquel día se torció todo, parecía un gran día pero no fue Así. La señora Carmen recogió a mi madre en casa. Vestía muy elegante, nunca la había visto así. La señora Carmen portaba en su cuerpo un vestido completamente negro hasta las rodillas, unas medias negras y unos zapatos de tacón. Hacía frio esa noche, llevaba un pequeño gorro o boina de lana en su cabeza y unos guantes de piel muy elegantes. ¿Qué obsesión tenía aquella señora con los guantes? Me recordaron sus guantes de goma rojos que utilizó aquel día durante mi castigo.

- ¡¡ Qué guapa está señora Carmen ¡¡ - La dije educadamente piropeándola. La señora sonrió y me tocó suavemente la cara con la piel de su guante.

Ambas mujeres se fueron a cenar y luego al teatro. Mi madre hacía años que no salía a la calle a disfrutar. Debido a mi cambio de comportamiento y su amistad con la señora Carmen ahora era posible. Según salieron por la puerta yo comencé a vestirme dispuesto a ir al cumpleaños de Emilio. Pensé que no notarían mi ausencia, y hubiera sido así si no hubiese ocurrido algo inesperado que trastocó todo lo planeado.
Aquella noche fue estupenda con mis amigos. Reíamos y no parábamos de beber y fumar hierba. Estábamos todos bastante borrachos y contentos por nuestro reencuentro celebrando el cumpleaños de Emilio. En un momento de la noche apareció otro joven, el cual me debía dinero del pasado. No le presté atención, ya que yo había cambiado, ya no era el mismo de antes, al menos eso pensaba. Mis amigos comenzaron a provocarme y reírse de mí, indicando que no era el mismo. El delincuente que era antes se hubiese acercado a pedirle el dinero que me debía a esa persona. Mis amigos se reían, burlaban y me llamaban gallina una y otra vez. Finalmente borracho incitado por mis compañías me acerqué a ese otro joven y todo terminó en tragedia. Comenzamos a pelarnos y finalmente la seguridad de la discoteca nos retuvo y avisaron a las autoridades. Acabamos detenidos.

A la mañana siguiente mi madre y la señora Carmen tuvieron que ir a la comisaría de policía a recogerme y pagar la fianza. Habíamos vuelto al principio de todo, volvía a ser el mismo delincuente que antes, volvía a dar los mismos problemas, no había cambiado en absoluto. Aquel día tras pagar la fianza mi madre proveniente de sus ahorros, volvimos a discutir, nos gritamos, la insulté. Volví a ser el ser despreciable que era antes. Mi madre se fue llorando a su habitación, todo era como antes. Me quedé a solas con la señora Carmen y ocurrió algo inesperado. Comencé a gritarla y faltarla al respeto a ella también, pero salió de mi boca un sentimiento que llevaba mucho tiempo guardado. La recriminé que todo era por su culpa.

- ¡¡Todo esto es por tu culpa ¡¡ . Me castigaste y luego te marchaste. No me prestaste atención. ¿no eras tan estricta…? Me diste unos azotitos y creías que todo iba a cambiar. Eres una farsante, me rio de tus castigos, no eres capaz de enseñar a obedecer a nadie. Me rio de tus ordenes … “ no faltaras al respeto “ me dijiste y todo solucionado…. Eres una puta vieja gorda que no eres capaz de castigar a nadie - La grité y solté todo cuanto llevaba acumulado en mi interior durante varias semanas. Necesitaba de su atención e incluso deseaba sus castigos para ser otra persona, pero ella no me prestó atención. La insulté y falté al respeto como nunca antes lo había hecho. Me desahogue y expulsé todos mis sentimientos.
La señora Carmen se quedó petrificada al oír cuanto salía de mi boca. Comprendió mis sentimientos y a la vez quedo decepcionada y completamente enfurecida por mis actos. Había vuelto a la casilla de salida, era el mismo de antes.

- ¡¡ Me he equivocado contigo ¡ pensé que habías cambiado… pero veo que no es así. ¿Quieres ser castigado de verdad ?... Muy bien, lo has conseguido. Vas a conocerme realmente, recibirás el mayor castigo que puedas imaginar. Te aseguro que no volverás a desobedecer, mentir o faltar al respecto ni a tu madre ni a mí. Has conseguido enfurecerme de verdad, te voy a enseñar modales para siempre…… Mañana tú y yo vamos a hacer un pequeño viaje. Descansa…. Porque lo vas a necesitar… no sabes lo que te espera…. – Sentenció la señora enfurecida y se marchó de la casa dando un gran portazo.

Estaba decepcionado conmigo mismo, con mi madre, con la señora Carmen. Arrepentido de mi comportamiento, a la vez extrañado, había contado cuanto sucedía en mi mente, necesitaba a la señora Carmen para cambiar mi comportamiento, ella me había hecho recapacitar pero luego se había olvidado de mí sin prestarme atención. ¿Que querría decir con un pequeño viaje? Pronto lo averiguaría.

La señora llegó a su casa enfurecida. Comenzó a preparar una maleta. Rebuscó algunos objetos que tenía escondidos desde hace tiempo y que ya no usaba. Todos aquellos objetos los había utilizado con sus esclavos hace años, era el momento de sacarlos del armario y quitarlos el polvo acumulado. Preparó su maleta con los objetos que iba a necesitar, objetos de castigo, cinta americana, esposas, su correa marrón, sus guantes rojos… y unos cuantos objetos misteriosos que de momento no revelaré. La señora sabía perfectamente a donde debía acudir. Era propietaria de una casa antigua, donde hace años acudían su marido y ella a pasar el fin de semana. Disfrutaban de la tranquilidad de aquel lugar y daban rienda suelta a su relación sadomasoquista. Ella era terriblemente sádica y el masoquista. Había llegado el momento de volver a acudir a aquella casa situada en un recóndito pueblo. La señora Carmen iba una vez más a convertirse en aquella Ama despiadada que había sido. Nunca antes se habían burlado de ella, insultado, menospreciado, faltado al respeto de aquella manera. Iba a ser muy dura con aquel delincuente, que era yo.

Al día siguiente acudí a casa de la señora Carmen tal como me había indicado. La señora estaba cargando en el maletero su pesada maleta. Tenía un coche pequeño y viejo pero suficiente para el viaje que íbamos a realizar. ¿A dónde íbamos? me preguntaba en mi interior. La señora estaba vestida de forma elegante, la misma ropa que el día anterior para acudir al teatro. Había estropeado aquel momento de disfrute de mi madre y la señora, había estropeado todo. No hablamos nada durante el viaje, ella conducía y ambos íbamos en silencio.
Tras un pequeño viaje llegamos al lugar indicado. Un pueblo fuera de la mundanal ciudad. Tranquilo y con pocos ruidos. Entramos en una pequeña casa, se notaba que era vieja y necesitaba una reforma. Aquel lugar era un sitio muy especial para la señora Carmen. Descubrí una pequeña casa, con un salón acogedor y una chimenea. Había dos habitaciones situadas a ambos lados cerradas por una puerta. Mi curiosidad me inundo y abrí la primera puerta. Era un dormitorio, tenía polvo, hacía mucho tiempo que nadie acudía a aquel lugar. Abrí la segunda puerta, pero estaba cerrada con llave.

- ¿Que hay aquí, porque está cerrada la puerta ,señora?- Pregunté educadamente. Hacia dos horas que no intercambiamos una sola palabra.

La señora sacó un manojo de llaves y abrió la puerta. No me respondió, estaba muy enfadada conmigo, no me dirigía la palabra. Notaba su ira en sus ojos. Observé una habitación casi vacía. Un armario cerrado en una esquina y un objeto que llamó por completo mi atención. Era un caballete de madera maciza, hecho a mano con troncos de árboles. Quedé impresionado al observar semejante objeto y no comprendía su utilidad.

- ¡¡ Ayúdame a moverlo al centro de la habitación ¡¡ .- Me ordenó con voz dura y enojada. Entre ambos conseguimos desplazar el pesado objeto al centro de la habitación. Miré a la señora en busca de respuesta, pero no la obtuve, seguía enojada y mucho conmigo.

- ¡¡ Desnúdate ahora mismo y colocaré sobre el caballete ¡¡ - Me ordenó levantando la voz. Obedecí al instante mientras la señora se marchó de la habitación. Me desnudé por completo y me coloqué sobre el caballete pesado de madera de roble. Era muy grande, apenas llegan mis pies al suelo y mis manos quedaban colgando. La señora Regresó unos minutos después. Quedé impresionado y desconcertado, se había quitado su ropa. Iba vestida con sus medias negras de ligua hasta los muslos, un sujetador negro y sus zapatos de tacón. Agarró su maleta y comenzó a sacar objetos de ella. Sacó varios candados, esposas y cuerdas.

Comenzó a atarme a aquel caballete. Estaba diseñado para inmovilizar a cualquier persona. Mi abdomen quedaba situado sobre una tabla horizontal y mis pies y manos quedaban colgando. Agarró mis manos y las estiró hasta el extremo de las patas del caballete. Colocó una esposa sobre un agujero del caballete y la otra esposa sobre mi muñeca. Cerró fuertemente mi mano anclándola al caballete con llave. Sacó otro juego de esposas e hizo lo mismo con mi otra mano. Quedé sujeto de manos recostado sobre la maciza madera. Mis pies apenas llegaban al suelo, quedaban de puntillas sobre mis dedos. Colocó unas cintas de piel rodeando mis tobillos y los ancló al caballete con dos gruesos candados uno en cada pie. Quedé encorvado y estirado de puntillas sobre el utensilio de madera, era incomoda la posición. En poco tiempo quedé inmovilizado subido sobre el caballete, ahora conocía su utilidad.

La señora sacó de su maleta sus guantes de goma de color rojo. Ya los conocía de su anterior castigo. Estaban muy usados y sucios incluso malolientes. Comenzó enfundarlos en sus brazos voluminosos. El ruido de la goma chirriaba ya que la quedaban muy apretados. Estiró del extremo y poco a poco fue introduciendo sus manos. La señora tal como he indicado en varias ocasiones era muy voluptuosa, grandes y carnosos brazos, la goma entraba con dificultad en sus grandes y obesos brazos. Terminó de ajustarse los guantes y se dirigió frente a mí.
Quedé completamente inmovilizado sobre el caballete, no podía moverme un milímetro. Una vez inmovilizado fue el momento en que la señora me hablo tras muchas horas sin dirigirme la palabra.

- ¿No he sido suficientemente dura contigo ?... Eso me reprochaste. Ahora voy a serlo, vas a desear no haberme enfurecido. – La señora salió de la habitación un momento para regresar unos minutos después. Regresó con sus bragas negras en las manos. Se había quitado las bragas y se acercó a mi sujetándola entre su mano roja enguantada. Quedé impresionado y atemorizado al comprobar como estaban realmente sucias. Desprendían un fuerte hedor.

- ¿Te acuerdas que te dije ?..... A una boca sucia…. Bragas sucias. No vas a volver a insultar – Observé como acercó sus bragas a mi rostro. Estaban completamente sucias con restos marrones de la suciedad de su ano. Estaban mucho más sucias que la vez anterior, esta vez estaban marrones por la parte que pegaba a su culo. Observaba restos de caca de su culo en sus bragas. ¡¡ eran muy humillantes ¡¡ .

Su mano izquierda enguantada se dirigió a mi nariz y cerró mis fosas nasales apretando con fuerza entre sus dedos. No tuve más remedio que abrir la boca para respirar y comenzó a empujar sus bragas sucias dentro de mi boca. Noté como apretó con su dedo con más dureza para que entraran dentro de mi boca. Volvió a presionar hasta meterlas bien profundas dentro de mi boca. El sabor esta vez era mucho más fuerte, un sabor repugnante a suciedad del culo de la señora Carmen. Estaba completamente enojado, no dudó en forzar la sucia mordaza dentro de mi boca de forma abrupta.

- Te lo advertí. Si volvías a faltarme al respeto la próxima vez tu mordaza iba a ser peor. Este es un pueblo tranquilo y cualquier ruido se escucha a distancia. No voy a permitir que molestes a nadie, voy a asegurarme que estés bien calladito. - Sentenció la señora mientras sacó de su maleta una venda blanca larga y su cinta americana de color gris. Comenzó a envolver mi boca con la venda blanca de tela y presionar duramente para que quedase muy tensa y pegada a mi boca. La venda quedó muy apretada, me impedía poder escupir la mordaza y aprisionaba su mordaza dentro de mi boca. Me apretaba la mandíbula. No paraba de degustar el sabor apestoso a su suciedad dentro de mi boca. El sabor era desagradable, se aseguró de humillarme con rotundidad. Posteriormente colocó la cinta americana sobre la venda y comenzó a pegar la cinta en mi boca y cabeza. Dio muchas vueltas asegurándose que no se despegara. Era imposible quitarme la mordaza. Descubrí que no debía ni intentarlo, ya que al mover la lengua solo saboreaba más y más de su sabor fuerte dentro de mi boca.

La señora se colocó frente a mí en el caballete. Observé el voluptuoso cuerpo de la señora medio desnudo. Sus grandes muslos y brazos quedaban al descubierto, solo portaba sus medias negras sujetas por una fina tira a su cintura. Su coño quedaba al descubierto, se había quitado las bragas para usarlas de mordaza. Su coño era muy grande y peludo. La señora se colocó a pocos centímetros de mi rostro donde estaba inmovilizado en el caballete. Sacó su teléfono móvil y me lo enseñó:

- La última vez me apiadé de ti y no mandé las fotos a tus amigos delincuentes. Hoy será diferente…. – Me mostró como guardaba en su teléfono los contactos de mis amigos, ya que me quitó mi teléfono en el primer castigo y los copió. Seleccionó a mis amigos y todas las fotos guardadas que me hizo aquel día. Le dio a enviar y pude comprobar como esta vez sí que envió todas y cada una de las fotos en donde salía atado, inmovilizado, amordazado y con el culo morado. Ahora sí que había perdido a mis amigos para siempre, cuando viesen las fotos sería el hazmerreír de por vida. La señora no se detuvo y escribió un texto donde indicaba que nunca más volviesen a buscarme. Ahora ella mandaba sobre mí y tenía prohibido ir con ellos. Las consecuencias eran las de la foto. Les indicó para finalizar que no me llamasen, atado y con sus bragas en la boca no podría contestarles.
La señora estaba siendo muy estricta conmigo. La ofendí mucho con mis palabras el día anterior. Ahora si iba a castigarme de verdad. La señora salió de la habitación para dejar su teléfono móvil en el salón y regresó de nuevo. Cerró la puerta con llave quedando encerrados ambos dentro.

- Bien….. Ahora estamos tu y yo solos aquí encerrados. No hay teléfonos, no podrás gritar, no podrás escapar…. No tengo prisa. Voy a darte una lección que no olvidaras nunca. Voy a azotarte tal como te prometí si volvías a faltarme al respeto. Voy a azotarte mucho tiempo. Vas a recibir 100 correazos duros. Esta vez no valdrá tu truco de las esponjas en el pantalón. Voy a romperte el culo a correazos como nunca antes lo había hecho a nadie. ¡Te lo mereces ¡. El dolor será insoportable, pero tu calladito aguantaras hasta que te propine los 100 correazos. Vas a llorar como una perra , pero a mí me da igual. ¡¡ Prepárate esto va a ser muy largo¡¡. ¿Soy una farsante y no te castigué debidamente?... Eso me reprochaste. Aquí lo tienes. – Sentenció la señora mientras sacaba de su maleta su correa gruesa de cuero con tachones de goma.

La señora se colocó tras de mi donde me encontraba inmovilizado y amordazado en el caballete y de pronto recibí su primer correazo. ZAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSS . Esta vez fue muy dura conmigo. Azotó con fuerza sin reprimirse, descargó su pesado brazo sobre la piel de mi culo. Aquel dolor ya le conocía, era su correa sobre mi piel produciendo un calor intenso. ZAAAAAASSSSSSSSSSS cada azote era más doloroso que el anterior, mi piel comenzaba a calentarse poco a poco y cada azote era un brasero sobre mi piel . Aquello solo había comenzado. El dolor poco a poco fue aumentando. Recibí los primeros diez correazos y esta vez sentí un verdadero dolor. La señora solo llevaba diez correazos y mi culo estaba dolorido. Su dureza e intensidad fue mucho mayor que mi primer castigo.

- Te aseguro que esta vez vas a aprender la lección. Va a ser insoportable el dolor que vas a sentir. Desearas que pare, lloraras y lloraras… pero yo no me detendré , es más….. puedo hacer contigo lo que quiera.. ¿100 correazos?.... quizás sean muchos más.- La señora cerró su correa entre sus guantes de goma rojas y la levantó para volver a azotarme duramente.
ZAAAAAAAAAAASSSSSSSS ZAAAAAAAAAAAASSSSSSSS

Comencé a sentir el verdadero dolor de sus correazos. Llevaba 20 correazos y mi culo ardía en llamas. Azotaba con fuerza, estaba siendo muy estricta conmigo. La siguiente tanda de 10 correazos fue aumentando el dolor, ahora sentía su verdadero castigo.

ZAAAAAAASSSSSS ZAAAAAAAAAASSSSSS

Treinta correazos llevaba. Ahora si comencé a llorar tal como prometió la señora Carmen. Quedaban demasiado hasta 100. Deseaba suplicar y pedir perdón por mi comportamiento el ultimo día, pero era inútil, no podía articular palabra alguna. Degustaba el sabor detestable de su caca en mi boca en mi mordaza apretada.

- ¡¡ ya estas llorando. Si solo hemos comenzado¡¡. - La señora se sentó en una pequeña silla que había en aquella sala y sacó un cigarrillo de la maleta. ¿La señora fumaba ?.. quedé sorprendido. Había tanto que no sabía de la señora. Comenzó a hablarme muy duro mientras fumaba cómodamente en la silla.

- ¡¡Te crees muy duro y crees que puedes insultar a quien quieras ¡¡. Faltar al respeto a tu madre, a mi…. Una y otra vez. Hoy se termia tu chulería. Vas a recibir tal castigo que se te van a quitar las ganas para siempre. Te prometo que esta vez vas a ser muy obediente…. No aprendiste la primera vez…. No te preocupes si es necesario a partir de ahora te azotaré todos los días. Voy a ser una pesadilla para ti. – La señora estaba casi terminando su cigarro y se levantó de la silla. Se acercó a mí por detrás y noté como apagó el cigarro sobre la piel de mi culo.

Deseé gritar, el dolor fue insoportable. La señora se aseguró de apagarlo en mi culo. Su mordaza amortiguó mi dolor. No se escuchó nada. Solo tragué más y más caca de su sucia mordaza.

- Bien, continuemos, todavía te quedan muchos correazos. No fui lo suficientemente dura contigo… eso dijiste . Esta vez voy a ser muy dura contigo , vas a aprender a obedecerme … poco a poco voy a azotarte cada vez más fuerte…. Vas a lamentar tus palabras y faltarme al respeto de nuevo- . La señora Tras apagar su cigarrilo en mi culo, quedando completamente dolorido, agarró la correa de nuevo entre su mano roja enguantada.
ZAAAAAAAASSSSSSS ZAAAAAAAAAAASSSSSSSSS ZAAAAAAAAAAAAAAAA


La azotaina comenzó a ser muy dura. El dolor se apoderaba de mí. Cada nuevo correazo invadía mi cuerpo, me quemaba, quería gritar, pero no era posible. Habíamos llegado a la mitad de los correazos prometidos. Deseaba suplicar que hubiera aprendido la lección, pero no podía por más que lo intentaba, no articulaba palabra alguna. La señora comenzó a balancear su correa frente a mí, pretendía asustarme y lo había conseguido sobradamente. Mientras balanceaba frente a mí su correa volvió a hablarme de forma muy severa:

- Llevamos la mitad…. Ahora empieza lo verdaderamente doloroso. ¡¡ Te prometí que llorarías como una perra¡¡… ¿ Querías que sea dura contigo?, ¿ yo tuve la culpa?... eso dijiste…. – La señora furiosa continuó azotándome. Acertó por completo, mis lágrimas cania de mi rostro, era muy dolorosa su azotaina. Lloré de dolor y de impotencia. Inmovilizado y recibiendo correazos sin poder decir nada, ni quejarme, ni gritar, ni desahogarme, solo recibir correazo tras correazo. Mis llantos la daban igual a la señora. Noté su rostro poseído, volvía a ser la mujer dominante de hace años, la mujer sádica, había dado rienda suelta a su interior escondido. Había muchos motivos para castigarme duramente, las faltas de respeto, los insultos, la chulería, los problemas que causaba…. Y sobre todo comenzó a disfrutar de nuevo disciplinando a quien se lo merecía.
Llevábamos 80 correazos, quedaban 20. Me parecía un sinfín de correazos. Mi culo no deseaba un solo azote más, era terriblemente doloroso. La señora se detuvo y sonriendo volvió a hablarme. Estaba frente a mí, veía su cuerpo medio desnudo, su coño peludo, su enorme culo, su fuerza, su cuerpo voluptuoso. Me excitaba y no comprendía porque, me dolía todo el cuerpo pero me excitaba contemplarla. Empezaba a reconocer que me gustaba que me castigase, me lo merecía, me había doblegado y comenzaba a sentir algo extraño hacia la señora.

- Últimos 20 correazos. Te voy a enseñar una forma especial…. A mí me encanta y a ti no te va a gustar nada te lo aseguro. – Me explicó misteriosamente que iba a utilizar una forma diferente. Me lleno de curiosidad. ¿ cuál sería aquella forma que tanto la encantaba ?. En un momento lo averiguaría.
La señora se colocó a un lado del caballete, no se colocó detrás como habitualmente hizo, sino a un lado. Se inclinó hacia mí y noté su guante como atenazaba mi pelo. Tiró bruscamente con mucha fuerza sujetando mi pelo y levantándolo en el aire. El dolor fue terrible, creía me arrancaba el pelo. De esta forma sujetó con su mano izquierda enguantada mi pelo manteniendo mi cabeza en el aire. La goma atenazaba mi pelo y no resbalaba, me tiraba con mucho dolor de mi pelo. Cerró su mano derecha que portaba la correa y a la vez continuó el castigo en esa posición.

ZAAAAAAAAAAAASSSSSSS . La azotaina comenzó a ser insufrible, era muy dolorosa. Ahora mi dolor era doble, el correazo y su tirón de pelo. Deseaba que terminase pronto para que liberase mi pelo, pero todavía quedaban bastantes correazos. Sujeto por el pelo en el aire continuó descargando su correa, cada vez quedaban menos correazos para llegar al final pero cada vez era más insoportable el dolor. Ahora si lloraba como una perra tal como me prometió, a lagrima suelta en silencio entre mi mordaza. Ningún vecino pudo alertarse de ningún grito ya que no pude emitir sonido alguno, permanecía en silencio. Cada vez que intentaba gritar para desahogarme me encontraba el sabor detestable de sus bragas completamente sucias de orines y excrementos.
ZAAAAAAAASSSSSSSSS ZAAAAAAAAAAASSSSSSS

- ¡¡ Solo quedan 10 ¡¡. Siempre han sido mis preferidos…. Me gusta escuchar el chasquido sonoro en toda la habitación…. Utilizar mucha fuerza. Esta vez no vas a poder ponerte ni esponjas en tu culo para aliviar tu dolor, va a ser muy intenso…. Te vas acordar de este día varias semanas - . La señora me aterró con sus palabras.
ZAAAAAAAASSSSSSSSS ZAAAAAAAAAAASSSSSSS

Liberó mi pelo entre sus guantes y caí rendido de dolor. Solo me había azotado 5 veces, quedaban 5. Pensé que quizás se había equivocado o se la había olvidado la cuenta, pero no era así. La señora no cometía aquella clase de errores. Se sentó en la silla de nuevo y encendió un nuevo cigarrillo. Giré la cabeza y la contemplé fumando plácidamente con las piernas abiertas donde mostraba todo su coño peludo enorme a mi lado.

- Esta vez va a ser diferente, vas a cambiar por completo. Te vas a convertir en una persona educada, servicial, trabajadora….. no darás el mínimo problema a tu madre….. ¿sabes porque estoy tan segura ?... porque a partir de ahora me voy a ocupar de ello. Te voy a vigilar cada día, vas a sentir mi aliento sobre ti a cada momento. Vas tener mucho cuidado con tu comportamiento ya que estaré allí pegado a ti cada día, vas a pedirme permiso incluso para ir al baño. – La señora echó el humo de su cigarrillo mientras hablaba tranquilamente pero de forma dura sentada en su silla al lado mío.

- ¿Sabes que sucederá cuando cometas el más mínimo error? – La señora azotó con su correa sobre la palma de su mano enguantada para que escuchase el chasquido. Comprendí perfectamente su advertencia.

- Te azotaré una y otra vez, día tras día si es necesario. Odiaras esta correa, veremos si se rompe antes la correa o tu culo…. Vas a ser muy obediente te lo prometo - La señora terminó de fumar su cigarrillo y se acercó con el resto diminuto de cigarrillo en su mano enguantada. Deseaba suplicar o gritar… Noo noooo nooooooooo, sabía que iba a hacer, apagarlo en mi culo.

El dolor fue insoportable y muy doloroso. Mientras lloraba agarró de nuevo mi pelo entre su mano izquierda levantando mi rostro en el aire y descargó los últimos cinco correazos con una dureza inusual.

- ¿No era suficientemente dura contigo ?... eso dijiste…. Vas a conocerme de verdad. De ahora en adelante correazos y más correazos, lo que te mereces – La señora terminó su azotaina y me dejó el culo completamente dolorido, magullado, morado. No podría sentarme en semanas. Fue realmente cruel conmigo. Ahora si conocía a la señora Carmen y de una forma que no entendía me había enamorado de ella. Deseaba con toda mi alma sus castigos.

- ¡¡No he terminado contigo¡¡ . Hoy no te va a salvar nadie… estamos en un pueblo a solas… tu quietecito y calladito y nadie te va a oír. Vas a aprender a obedecerme, va a ser un día muy largo para ti - . Me dijo enojada. Comenzaba a conocer su crueldad, iba a ser una verdadera pesadilla para mí ese día.

La señora enojada salió de la habitación y me dejó allí encerrado, atado y amordazado completamente dolorido. Lo que os voy a contar no pude verlo en aquel instante, pero la señora tras de la habitación, se sentó en el salón de su vieja casa y se sintió reconfortada. La Ama sádica que llevaba dentro había despertado, hacía tanto tiempo que no sentía aquella sensación. Comenzó a masturbarse con sus guantes de goma rojos que tanto adoraba mientras pensaba en todo lo sucedido y estaba por suceder.

Para cualquier comentario: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Si les gusta continuará…





Licencia de Creative Commons

A correazos se aprende.la estricta señora carmen (2) es un relato escrito por sumisso publicado el 25-03-2023 14:12:00 y bajo licencia de Creative Commons.

Ver todos los relatos de sumisso

 

 

4 No me gusta0
PARTICIPA!! Escribe tu opinión

MÁS RELATOS

 Me convierto en la perra de papá (3)
 Escrito por Pandora

 Amo Joven (2)
 Escrito por eliregina

 AVENTURAS Y DESVENTURAS DE V (III)
 Escrito por Lena

 Femdonia
 Escrito por Slipper



   ACCESO USUARIOS

   
   
   
   BÚSQUEDA AVANZADA