Treinta lunas (4)
Escrito por sumi mia
Esa persona seguía con la lengua, entonces sentí sus dientes clavándose y tirando de los labios internos.
-Joder-Se me escapó.
No sabía si Nabil se lo estaba indicando.
-Es suficiente-dijo la voz de Nabil
Dejó de chuparme, tenía el coño ardiendo y muerto de deseo.
-¿Cómo se siente siendo el plato de una sirvienta, quizás sirviente o un plebeyo?-notaba burla en sus palabras.
-Mejor que dándote a ti de comer-me burlé yo también.
-Llama a unos cuantos sirvientes, diles que vengan aquí-dijo serio Nabil
Escuche los pasos alejándose, me quito la venda de los ojos y lanzó parte de las cadenas por la lámpara para colgarme.
Pegó un tirón y dejé de tocar el suelo.
Estaba a la altura perfecta, para darme en cualquier zona del cuerpo.
Me dio un golpe en el hombro y di vueltas, él siguió dándome, solo me paró cuando los sirvientes entraron.
Les observé, sabía que me estaban viendo el coño, me daba vueltas todo, uno de ellos traía un flogger con pinchos.
Nabil lo agarró y me dio el primer latigazo en el culo, vi las estrellas en ese momento, me ardía.
Luego me dio unos cuantos en la espalda, rompió mi vestido, notaba como la sangre salía.
No me rendiría, había sangre en los pinchos, me dio otro azote más en el culo y paró.
Todos aplaudieron su obra maestra.
Entró una chica con comida, huevos, tomates… sabían que estaban pasados.
-Lanzadlos-ordenó Nabil.
Todos agarraron alguna cosa y me la lanzaron, mientras se reían.
Al escuchar el revuelo que se había armado, subieron algunos soldados y observaron.
Miraron a Nabil como buscando su aprobación.
El les asintió y dos de sus hombres cogieron comida.
Se acercaron a mí.
Uno de ellos me espachurró el tomate en la cara, mientras el otro me restregaba el suyo por el coño.
Nabil se acercó y le quitó el tomate de las manos.
-¿Te entra?-dijo intentando introducir el tomate por mi coño.
Ah, me lo estaba metiendo a presión, apenas entraba.
Finalmente me lo espachurró dentro. Note sus dedos y sonrió a la misma vez que los alejaba.
Necesitaba sentirlos, lamerlos, me estaba volviendo loca.
-Es hora de bañarla,-dijo Nabil
¿Otra vez al patio?, Me soltó de la lámpara y caí de golpe al suelo.
Me agarró del pelo y me llevó abajo a un recinto cercado.
Me tiro a la mierda, al barro… el se salió fuera y cerró la puerta. Había un total de seis que se encontraban abiertas.
Arriba de estas, dos soldados observando.
Vi a los esclavos alrededor del cercado.
-Quien consiga darle más veces con lo que cojáis antes de que llegue a una de las seis puertas, podrá bañar a esta cerda, está totalmente prohibido darle en la cabeza, o en algún órgano-grito Nabil
-¿Se admiten apuestas?-dijo uno de sus soldados.
-Haced lo que queráis-dijo
Intenté correr hacia una de las puertas, pero un zapato me golpeó y caí de cara a la mierda.
Intenté levantarme, mi vestido pesaba y después de haber pasado tantas horas atada, me dolía todo el cuerpo.
Me acabe de romper el vestido para poder correr más rápido, vi como algunos esclavos mearon dentro de un cubo.
Uno tiró una piedra y me dió en la mano, me dolía.
Intenté ponerme en pie y me tiraron los meados.
Empezaron a tirar comida, intenté llegar a una puerta, arrastrando mi cuerpo, como si fuera un gusano.
Siguieron con maldad, tenía mierda hasta en el coño.
Empezaron a escupirme, seguían con las piedras, no veía nada claro.
Los soldados me lanzaron un cubo porque mis dedos casi rozaron la puerta, pero allí me esperaba otro de ellos y me dio una patada en el pecho, piso mi mano.
Creí que iba a romperme los dedos.
Volvió a darme una piedra, esta vez en la cabeza, entonces Nabil y algunos soldados entraron.
Vi cómo detuvieron al soldado de abajo y algunos plebeyos.
Nabil se acercó a mí, junto a un soldado.
-¿Estas bien?-se adelantó más el soldado
-¿Quién te ha pedido ayuda?, Puedo llegar a la puerta sola.-le dije cabreada, refiriéndome a Nabil
-Está perfectamente-dijo su soldado sorprendido.
Intenté llegar a la puerta, pero me pisó la cabeza Nabil, después de unos segundos, quitó su pierna, no sin antes limpiar sus zapatos de mierda, volví a intentar llegar a esta.
Nabil tiro de mis piernas y me llevó al principio de nuevo.
-A mi me parece que no vas a poder llegar-dijo el soldado.
Seguí intentándolo.
Nabil hizo un gesto con su mano y siguieron lanzando cosas, pero esta vez ninguna piedra.
Más gente del pueblo se acercó a ver el espectáculo.
-Joder como tiene que follar-se escuchaban comentarios.
-Que coño que tiene-
-Ojala le vieramos las tetas
También participaban mujeres.
-Mmmm que sucia está
-Le comería el coño-dijo una joven.
Nabil la escucho, indico a uno de sus soldados que la llevaran hasta nosotros.
-Lo siento-dijo ella frente a Nabil.
-Cómele el coño-le dijo a esta.
-Pero está llena de mierda-dijo asqueada.
Me deslice, con suavidad por el suelo, arrastrándome para llegar a la puerta, observé a Nabil, me estaba mirando.
Impulsándome toque la puerta. Había llegado. Le vi venir hacia mí.
Se inclinó.
-Estás aquí porque te he dejado llegar, me estabas aburriendo, ahora limpia mis zapatos con tu lengua en agradecimiento. Sabes que por ti misma jamás hubieras logrado tocarla.-dijo tan tranquilo que me dieron escalofríos.
Estaba molesta.
Cogí saliva y le escupí el zapato.
-¿Solo sabes hacer eso?-me tiró del pelo y me puso boca arriba, me pisó la boca y el coño a la vez.
Llamó a un soldado, mientras pisaba, cuando llegó a su altura, él se apartó, el soldado me agarró y me ató las manos, con sus rodillas piso mis hombros, tapó mi nariz, al abrir la boca, Nabil metió su zapato, me follo, me lleno de mierda la boca.
-No quiero tener que repetirlo-le dijo muy serio a la muchacha.
Esta se acercó.
El soldado no se apartó, pero si Nabil, que observaba.
No podía moverme.
La joven se puso a cuatro patas, todo el mundo estaba expectante.
Sacó la lengua, le daba asco, no quería acercarse.
Pero Nabil le pisó la cabeza y la metió en mi coño.
Se me escapó un grito e intenté apartarme.
-Si te mueves, Nabil será cruel - dijo el soldado.
-Lame - dijo Nabil apartando la pierna
Ella empezó a lamer con ganas y a morder. Me estaba excitando. Pero todo el mundo me miraba. De nuevo intenté apartarme.
-Para - le dijo a la chica.
Se puso en pie, creí que había acabado todo.
-Siéntate en su cara y méala - dijo Nabil. Tenía una voz diferente. Sólo con un ligero cambio de entonación, sin gritar, podía parecer desde dulce hasta terrorífico.
En ésta ocasión sus palabras inundaron de pavor a aquella joven que se arrepentía de haber hecho ese comentario. Su placer se tornó en miedo y quedó casi paralizada.
Se quitó la “juba” (especie de tela de seda que usaban como ropa interior), fabricada por Ladima, una de las esclavas sexuales de Palacio. Se levantó la túnica que le llegaba hasta los pìes. En ese momento mi cara quedó entre sus piernas y pude ver que no tenía vello púbico. Percibí que del pánico, su vulva carnosa ligeramente abultada y que seguro estuvo muy húmeda, estaba totalmente cerrada. Me quedé con las ganas de ver sus labios interiores y como esa humedad deslizaba por unos muslos bien contorneados que incitaban a recorrerlos de abajo a arriba con la lengua.
Presa de las palabras de Nabil le temblaban sus incitantes piernas y cayó a plomo sobre mi cara.
No pude dejar de mirar sus piernas, su culo,...era una joven que excitaba sólo de mirarla. Eso que fue un instante puedo describirlo como si hubiera sido eterno.
Ya sentada y sin tener opción, me restregó el coño apretando muy fuerte, casi no podía respirar.. del mismo gusto que le dio, me meó inconscientemente la cara, sabía sabroso, le metí la lengua más adentro porque me había quedado insatisfecha con tan poco.
Le gustó cómo lo hacía y empezó a mojarse más y más, no pudo evitar follarme y a llenarme de sus fluidos todo el rostro, dándome saltos, no paraba de mover la lengua, aunque tuviera poco aire y no viera nada.
Empecé a sentir latigazos en mi coño, mientras la otra me follaba. Supe entonces que también me había mojado.
A punto de correrse, Nabil la aparto, me agarró del pelo y me subió arriba de nuevo.
Me empujo dentro de la bañera y me arrancó el lob (prenda fabricada por Ladima para cubrir los pechos).
Vinieron unas criadas.
-La quiero limpia en tres minutos-dijo Nabil dándoles una esponja de esparto.
Ellas empezaron a frotar con ganas, rápido, fuerte, hasta por el coño.
Me sacó de la bañera empapada, me llevó a la parte de los sótanos y me encerró una jaula.
-Que tengas un buen resto de día-dijo marchándose Nabil.
Pasadas unas horas, bajo el soldado que me agarró en el cercado.
-Ya te lo advertí-dijo parándose frente a mi
-No necesito tus consejos-le dije molesta
-Nabil se fija mucho en las expresiones y movimientos.-comentó.
-¿Os trata igual que a mí?-dije burlándome
-Es aún peor, contigo está siendo suave
-Claro-dije riéndome
-Deberías retirarte, sabes que no tienes la misma preparación física que nosotros
-¿Que pasa?, ¿Tanto os molesta que os esté pateando el culo?
Me miró con mala leche y empujo mi jaula.
-¡Guardias!, La princesa trata de escapar - gritó
Bajaron varios soldados junto a Nabil.
-¿Qué ha pasado? - nos miró a ambos
-Estaba en mi puesto y escuche ruidos, así que decidí bajar abajo para comprobar lo que estaba pasando-dijo él
-Pensé que te había ordenado ir a los baños, desde allí es imposible escuchar algo.-
-¿Estabas intentando escaparte?-me miro solo a mi Nabil
-Si-le dije sin miedo
-Que un soldado se quede conmigo, los demás marcharos-dijo Nabil
El que parecía de la edad de Nabil se quedó, estaban cruzados de brazos observándome.
-¿Me vas a contar lo que ha pasado?-dijo Nabil cuando escuchó que los pasos se habían alejado
-Trate de escapar - le repetí
-Por tu posición en la jaula y contando con todo lo que llevas hasta hoy, dudo mucho que hubieras llegado tan lejos de un solo golpe. ¿Vas a dejar de mentir?.
-Yo no vendo a los mios, no soy como tú y mi padre, lo único que os separa es el título, eres un tirano.
-Sabes qué hubiera parado, si me lo hubieras pedido. No tengo la culpa de que no sepas cuando has perdido.
-No voy a rendirme, te voy a demostrar..., no, a ti no, a todo el mundo le demostraré lo fuerte que soy, que no me rindo sin luchar, daré lo mejor de mi, creceré, me haré más fuerte y te pateare el culo.
-Todo eso es muy bonito, pero encerrada en una jaula, habiendo sido humillada, utilizada por una chica… ¿Crees que alguien te mirará del mismo modo?, La vergüenza pública, estar entre la mierda…-me sonreía
-Puedo salir de este pozo al que me tiraste.
-Corrijo, no he sido yo, fueron tus actos, ¿Crees que ninguno de mis castigos fue merecido?, ¿Te has parado a observarte?, ¿Por qué ningún plebeyo estaba de tu parte? Nadie me paró, nadie salió a defenderte, todos te apedrearon y de no ser porque yo los pare, te hubieran matado.
-Lo único que quieres es darme a cualquiera como mi padre.
-Conmigo no vale el victimismo Malak, solo estoy corrigiéndote y haciendo que te comportes, que tengas corazón, que no seas una desalmada que piense en ella misma solo. Que seas noble.
-¿Qué ganas tú con esto? - dije molesta
-Quiero jugar contigo, humillarte, destrozarte, hacer todo aquello que haga daño a tu padre, quiero vengarme de él y serás el instrumento.
-Eres la mayor basura que jamás he conocido - dije mientras me reí.
-Sácala de la jaula y llevala con los esclavos-le dijo al soldado
-Sí Señor - dijo serio el soldado.
-Por suerte para ti, no saben quién eres, no sé si recordarán como es la luz del sol, lo que si se es que son humanos aún sin corromper. Quizás puedan enseñarte algo. Aunque antes de eso… agarrala-le dijo al soldado
El soldado hizo lo que Nabil indicó, me sacó de la jaula y me agarró. El desenfundó su sable y me corto un buen trozo de pelo.
El soldado me soltó y fui llorando a recogerlo.
-Los esclavos llevan el pelo corto, llevala con ellos-le dijo al soldado de nuevo.
Iba a lanzarme hacía él, pero me agarró fuerte y me llevó arrastrando donde estaban ellos, intenté resistirme, pero no hacía que se moviera ni un centímetro. Abrió la puerta de las celdas, estaba oscuro y me dejó caer dentro.
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