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Sometida por Internet
Escrito por Gatita Rosa

Muchas veces me han preguntado cómo puedo vivir mi sumisión en estos tiempos de pandemia, donde las personas no podemos juntarnos unas con las otras. Pues bien, aquí os dejo una de las experiencias que he tenido con un dominante por internet.

Era invierno, una noche bastante fría, y sintiendo en lo más profundo de mí la necesidad de ser sometida, decidí navegar por internet, a ver qué cosas encontraba. Entré en mi perfil, dentro de una red social BDSM, para ver si tenía nuevos mensajes que atender, y para seros sincera, es una tarea bastante mecánica, pues los mensajes siempre suelen ser los mismos, pero aquella noche uno en concreto me llamó la atención.

Era de otro usuario algo mayor que yo, y no decía las típicas cosas que se leen en los mensajes, sino que me preguntaba por cosas que no tenían nada que ver con el BDSM. Os preguntaréis porqué si estoy en una página BDSM, me interesa un mensaje en el que no se menciona lo más mínimo, y es que la razón fue que marcó la diferencia al fijarse en mí como persona y no como una simple sumisa a la que dominar.

Contesté el mensaje respondiendo a aquellas preguntas tan banales que me había hecho, y cansada del día tan agotador, me fui a dar una ducha en la que como siempre, cuidaba de mi depilación del cuerpo, sobre todo del coño, pues siempre me gusta llevarlo lo más limpio posible, nunca se sabe lo que va a pasar.

Al salir de la ducha, vi que aquel hombre estaba conectado y que me había contestado el mensaje, por lo que sin vestirme ni nada, comencé a hablar con él de forma fluida por el chat. La verdad es que era un hombre con bastante sentido común, serio e interesante, y pocas veces se encuentra uno así, así que decidí aprovechar mi oportunidad.

Los días pasaron, y hablábamos todos los días por las tardes y las noches, pues ambos trabajábamos. Nos habíamos contado un montón de cosas, habíamos hablado incluso por teléfono, pero todavía no le había visto, por lo que una noche me sugirió hacer una videollamada. Estaba muy nerviosa, no sabía que tal le resultaría, ni como él me resultaría a mí, pero sabía que quería hacerla.

El sonido de la llamada en el ordenador, me despertó de entre mis pensamientos, haciendo que volviera a la realidad. Sentada en la silla, acepté la llamada con los ojos cerrados, no sé si estaba lista para mirar.

- Hola sumisa.

- Hola caballero (abrí los ojos y le vi, y la verdad es que me gustó mucho lo que vi).

- ¿Qué tal estás?

- Bien, algo nerviosa y ¿usted qué tal? (Me fijé que entre sus manos tenía un collar, del cual no pude apartar la mirada, me quedé completamente embobada).

- Veo que te has fijado en el collar, ¿te gusta?

- Sí, es muy bonito, incluso tiene los colores que me gustan.

- Lo compré especialmente para ti, y sé que me adelanté, pero lo vi en la tienda y no pude resistirme a comprártelo.

- Muchas gracias por el detalle caballero, (re ruborizaron mis mejillas).

- ¿Qué te parece si me das tu dirección, y te lo envío con algunas cosillas más? No te las digo porque quiero que sean sorpresa. (Sonrió pícaramente).

- Mi dirección es… (por razones obvias, elimino esta parte).

- Pues gatita, te vas a sorprender, pero somos vecinos jaja. Así que, ¿qué te parece si dejo la caja en tu puerta, y seguimos por aquí? Por aquello del protocolo.

Yo me había quedado petrificada, ¿cómo era posible que aquel hombre fuera mi vecino, y yo ni lo sabía? Por unos segundos estuve quieta y sin contestar, y le veía como esperaba pacientemente hasta que mi mente y cuerpo quisieron responder.

- Sí, me parece bien. (Estaba más roja que nunca).

- Bien, pues no cuelgues, que ahora vengo. Llamaré a tu puerta, para que sepas que ya he dejado el paquete, y hasta que no hayas oído el timbre, no puedes moverte de la silla, ¿está claro?

- Sí, caballero.

- Bien.

Se levantó de la silla, y desapareció de la pantalla, dejándome con los nervios a flor de piel, esperando a que sonara el timbre para ir corriendo a la puerta e intentar ver dónde iba. Quería saber qué contenía la caja, así que en cuanto sonó el timbre, salí corriendo hacia la puerta, y al abrirla me fijé y escuché si sonaba alguna puerta, pero no se oía nada.

Cogí la caja y me metí dentro, fui a mi habitación, y él ya estaba allí en la pantalla, expectante, y saqué cada una de las cosas: un collar, unas muñequeras, una correa, unas tobilleras, un consolador, una cola y unas orejas de gato rosa.

- Bueno perrita, es hora de que de que aceptes esa caja y seas mía, o de que vuelvas a dejar esa caja en tu puerta y hagamos que aquí no ha pasado nada.

Me quedé pensando por unos instantes cuál sería mi respuesta ante aquella proposición, ¿qué haría? La verdad es que aquel hombre me gustaba, y me había demostrado que realmente era lo que decía.

Cogí el collar , y a modo de respuesta, lo puse sobre mi blanco cuello, provocando que él sonriera, por haber aceptado su propuesta. Lentamente me fui desnudando delante de la pantalla para que él me viera por completo, pues ahora era su posesión. Me quité la camiseta, dejando al aire mis pequeños pechos con mis pezones endurecidos por el frío y la excitación, que me estaba provocando aquella situación. Decidí darle la espalda, para mostrarle mi culo y mi coño a la vez que retiraba el pantalón por mis piernas, dejándolo caer hasta el suelo.

Coloqué las muñequeras y las tobilleras sobre mis muñecas y tobillos, enganchando además la correa al collar. Puse mis orejitas de gato sobre mi cabeza, y a la hora de colocarme la cola, me le quedé mirando sin saber muy bien qué hacer.

- Ahora que has aceptado ser mi sumisa, pasarás a se mi perra y has de saber lo que eso conlleva.

- Sí, por supuesto.

- Sabes contestar mejor, sino podrías llevarte un castigo.

- Sí Amo, disculpe mi error, pero por favor, ¿cómo se pone esto?

- Coge el lubricante que hay en la caja, y pon un poco sobre la parte metálica de la cola, y apoyando tus manos sobre la cama, alza el culo, y mételo.

Con cara de sorpresa me quedé mirando la pantalla, pues nunca había metido nada dentro de mi culo, por lo que aquella cosa me desvirgaría. Al ver su cara seria, entendí que no había otra opción más que hacerlo, así que siguiendo sus indicaciones, empecé hacer presión sobre mi ano, para que aquello entrara.

Molestaba mucho, sentía bastante dolor, pero sus palabras tranquilizadas, me ayudaban bastante a continuar metiéndolo. Una vez dentro, sintiendo esos primeros dolores, respiré varias bocanadas profundas de aire, para poder resistir aquella nueva sensación que la cola me estaba proporcionando.

Tras un par de minutos quieta, me incorporé de la cama y me volví frente a la pantalla, para ver la sonrisa que tenía mi Amo al ver que había conseguido meter el plus en el culo.


Licencia de Creative Commons

Sometida por Internet es un relato escrito por Gatita Rosa publicado el 21-04-2021 00:32:07 y bajo licencia de Creative Commons.

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71 No me gusta0
Comentarios  
Sami
+3 #2 Sami 23-04-2021 12:17
Excelente trama
Dominante Anónimo
+5 #1 Dominante Anónimo 21-04-2021 01:01
Un relato muy realista teniendo en cuenta que muchisima gente realiza estas practicas a través de una cam.
PARTICIPA!! Escribe tu opinión

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