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Mis inicios de perrita
Escrito por Nenapeke

Me llevo al hotel que teníamos reservado, yo toda colorada por el collar que llevaba, me daba la sensación de que todo el mundo sabía lo que era, una puta, alguien que se dejaba llevar solo por lo que le indicaba su curiosidad y su coño, no me gustaba sentirme así, pero de vez en cuando notaba la cálida presión de su mano, la fuerza que traía en ellas, y ya se me olvidaba todo.

- Necesitaremos algo de champán, en una cubitera con mucho hielo, por favor.

Era raro, no tenía ni idea para qué querría tanto hielo, pero yo no se lo iba a preguntar, ya le dije que me dejaría llevar, que mi curiosidad me podía, pero que no haría preguntas tontas.
Subimos a un tercer piso, era un hotel muy renovado, pero con un toque rústico maravilloso, parecía que nos íbamos a meter en la época árabe, y mientras andábamos por el pasillo, él rebuscaba algo en su bolsillo, hasta que salió una cadenita reluciente, de las de pasear a un perrito, y la coloco en mi collar.
Ya es hora de que seas una gatita obediente, así que no te hagas de rogar.
Tiraba de la cadena y yo le seguía, mis piernas me temblaban, sabía que alguien podría salir de cualquier sitio y verme de esta guisa, pero es también cierto que también me temblaban de la excitación, era increíble, mis piernas comenzaban a mojarse ostensiblemente, hasta que él paró delante de una puerta, la habitación 307.

Bien, este es el momento. Ahora quiero que confíes plenamente en mí, pero, también te advierto, que no pararé por mucho que me lo pidas. Solo si ves que no lo vas a soportar, puedes suplicarme, y yo evaluaré si es necesario detenerse... o no. ¿Quieres decir algo antes de entrar en la habitación?
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, pero sabía que no había marcha atrás.

- No, ya sabes que confío en ti, por favor, sigamos adelante.
- Muy bien... Ahora, coloca tus manos atrás, por favor.

Esposó mis pulgares y colocó una venda azul sobre mis ojos, cegando completamente mi visión.
Mientras que la puerta se abría lentamente, sus palabras resonaron en mis oídos.

- Ahora comenzamos a jugar, perrita... no me defraudes.

A través de tirones de la cadena, puse mis pies en el interior de la habitación. Un extraño olor me llenó los pulmones, como a parafina, que luego identifiqué como cera. Siguió tirando de la cadena hasta llegar a una especie de puf, en el que me obligó a arrodillarme.
Bueno, como te he dicho, ahora eres mi esclava... y quiero que sepas muy bien cuáles son tus cometidos. Ahora me apetece usar tu boca... aunque me gustaría ver antes tu culo, creo que puede ser muy interesante.
Subió mi falda, arrugándola, sobre mi cintura, dejando ver el liguero que me había pedido y mi blanca piel, junto a mi sexo con su vello levemente recortado. Comenzó a acariciar mi trasero, poco a poco, como deleitándose en él, dando unos leves golpecitos, hasta que noté un azote fuerte sobre una de mis nalgas.

- ¡¡Ayy!!
- No te quejes, perrita, es el primero y te prometo que llegarán muchos más.

Se abrió la cremallera del pantalón, tiró de la cadena y puso mi cara sobre su polla que estaba muy erecta, ligeramente mojada, llena de deseo.

- Comienza a chupar, mi esclava.

Abrí mi boca y comencé a darle placer, aunque de una manera torpe. Mientras le mamaba, el seguía azotando mi culo, con fuerza, haciendo que rápidamente me ardiese, cuando mejor le mamaba menos fuerte me daba, pero si no lo hacía bien, notaba como un trallazo marcaba plenamente mis carnes.

- Ya comienzas a hacerlo mejor, aunque voy a darte un buen motivo para hacerlo muy muy bien.

Comencé a escuchar algo que vibraba, supuse que se trataba de un consolador, y lo colocó hábilmente de manera que tocaba solamente mi clítoris, recibiendo este todas sus excitantes vibraciones. Me costaba aguantar ese placer, ¡estaba al límite!

- Vamos a hacer un trato; Te doy hasta tu cuarto orgasmo para hacer que yo me corra en tu garganta. Si no lo consigues, te aseguro que no podrás sentarte en una semana. ¿Lo has entendido bien, esclava?

Asentí con mi cabeza mientras ese dichoso aparato conseguía sacarme ya el primer orgasmo que él noto por mis gemidos.

- Bueno, acabamos de empezar la carrera... creo que debes emplearte a fondo, si no preveo que ese lindo culo blanco se volverá muy rojo.

Comencé a hacerle la felación de mi vida, utilizaba mi lengua, mis dientes, mi boca como si fuera un helado, me estaba comiendo el corneto más exquisito del mundo, mientras me corría por segunda vez.

- Veo que te estás esmerando, ánimo perrita que estas a punto de conseguirlo.

Sus palabras de ánimo consiguieron que me corriese por tercera vez pero lo descuidase a él, cosa que no le gustó a raíz de los azotes que comenzó a darme. Seguí y seguí, y mientras yo ya llegaba a mi cuarto orgasmo... noté que mi garganta se llenó de un líquido espeso y cálido, que tragué en el momento y sin asco ninguno, me sabía a cuatro orgasmos, a cuatro momentos de plenitud en menos de 5 minutos.

- Muy bien, perrita, eso es lo que yo llamo un trabajo efectivo.

Escuche su sonrisa y volvió a besarme, me quitó la falda y me tumbó boca abajo en la cama, mientras le abría la puerta al conserje y recogía el champán de la puerta.


Licencia de Creative Commons

Mis inicios de perrita es un relato escrito por Nenapeke publicado el 12-09-2021 21:31:51 y bajo licencia de Creative Commons.

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