Luna de Miel en Kenia-Maldivas IV
Escrito por Amocalabozo
CAPITULO IV
CONOCIENDO A LA TRIBU KIKUYU
Esto no era que te masturbaran y tu tocar una polla. Me había follado, enculado, y amado. Esto tampoco se lo podía decir a Alvaro.
Cuando subí a la habitación, estaba duchándose. Desde la ducha me pregunto,
“Que pasa, ¿han puesto focos de luz en la playa?”, porque ya era prácticamente de noche.
“No, que va, hace rato que me fui de la playa, pero han pasado un chico y una chica buscando gente para unas actividades, y me he apuntado”, le conteste esperando que no preguntara más.
Pero sí, preguntó, y le conté la actividad que era, que me la había empollado de camino al hotel.
“Ah, pues parece interesante, ¿y vas a ir todas las tardes?”, me preguntó.
“Ehh, no, o sí, o no sé, por qué?”, le pregunté.
“Pues porque si vas a las actividades, yo me voy a jugar a pádel que hace menos calor que por las mañanas”, me dijo él.
Algo estaba empezando a no funcionar bien en mi cabeza. No había dicho tajantemente que no, eso es que no tenía claro el no ir.
Me duché yo también, nos vestimos más serios y bajamos al restaurante.
A los postres, como las noches anteriores, Francesco, propuso una serie de juegos en la discoteca, nada del otro mundo, pero se trataba de hacer pasar el rato a la gente. Desde que entre en el restaurante, Francesco me vio y ya no me quitó la vista de encima.
Empezó con juegos sin fundamento, bueno con fundamento, pero muy chorras, una especie de balón – tiro con dos equipos y se iban eliminado a los que les daba la pelota,
Luego el clásico juego del pañuelo.
Eran todos juegos de moverse, de tener actividad, con lo que se bebía mucho y eso era bueno para el hotel.
Y así pasaron las horas, quizás un par de ellas.
Alvaro hacía ya rato que se había puesto a jugar a las cartas, con los amigos de actividades, y yo estaba bailando en la pista, con Rocío y Sole.
Tenía necesidad de ir al lavabo, y así se lo hice saber a las chicas que siguieron bailando. No sabía dónde estaban los aseos, así es que le pregunte a un camarero,
“Hello, can you tell me where the toilets?”
“Sure miss, follow the corridor by the bar, and the first door on the left
Y para allí me fui. Había tres puertas, una que ponía ONLY STAFF, otra de LADIES.
Entre, hice un pis, y me acicalé un poco y salí.
Al salir, sentí como alguien me cogía del brazo, y me metía en la puerta de ONLY STAFF.
“Mi Reina, cuanto te he echado de menos”, me dijo.
No podía ser otro que Francesco, que empezaba a morrearme como si no hubiera un mañana. Pero no solo me morreaba, me metía mano por todos lados. Al poco ya tenía mi tanga en su bolsillo, y me estaba comiendo el coño.
“Para, para que va a entrar alguien y nos va a pillar”, le decía yo.
“Tranquila, mi diosa, aquí no entrará nadie. Además, he cerrado con llave, para que no puedas huir, jajaja”, me dijo.
Pues no se hable más. Tire del vestido para arriba, y me lo saque por la cabeza, era la única forma de que no se arrugara.
Ya estaba desnuda ante él, y la verdad con unas ganas inmensas de que me follara.
Me arrodille, le saque la polla, y empecé a mamársela. Esta vez a mi manera, sin violencias.
Era increíble, después de las cuatro horas follando como se ponía dura como un palo.
“Tú te metes la viagra en vena, ¿no?”, le pregunté.
“No, mi reina, viendo el cuerpo de esta diosa, a nadie le hace falta viagra. De todas formas, en África existen otras cosas, que sustituyen a la viagra, con mucho mejor resultado y nada perjudicial para la salud”, me dijo.
Ahí estaba la explicación, seguro que algún brebaje, alguna pócima, que lo ponía como una moto.
Cuando se cansó de que se la chupara, me cogió en volandas y de pie como estábamos me la metió.
Morreábamos con la polla metida, sin movernos, solo la sensación de estar uno dentro del otro.
Esa sensación estaba muy bien, pero era inevitable que yo empezará a mover mis músculos vaginales, y que Francesco también reaccionara ante ese estímulo.
"Dios, Dios, mi reina, como sabes ordeñar a tu macho”, y se dejaba hacer sin participar mucho.
A mí la verdad, con solo tener la polla dentro, estar abrazada a él morreando, y los movimientos de mis músculos vaginales, me sobraban para ponerme a 10.000.
Pero como él no podía quedarse quieto, me metió dos
dedos en el ano, y se entretuvo en tocar su polla desde mi recto.
Aquello fue demasiado para mí, que afanan dome aún más en el morreo, tuve un corridón impresionante.
Cuando termine de correrme, me dijo.
"Te lo debía, antes no te corriste tu", se refería a la última vez, "y ahora, vamos a correr nos los dos juntos".
Ahora, si, empezó a subirme y bajarme sobre su polla.
Dios, aquello era sencillamente bestial.
Yo no me había fijado, pero había un camastro sobre el que me tumbó y siguió follando e con ganas.
No es que yo hubiera follado con muchos chicos, 10 a lo sumo 15, hay veces que no recuerdas cuantos te follan en una fiesta, pero lo que está claro es que, con ninguno, incluido Álvaro, me acoplaba como lo hacía con Francesco.
Aunque solo estuviéramos unidos por la vagina y la boca, nuestros cuerpos formaban una sola unidad, sintiendo cada centímetro de la piel del otro.
Me follaba con mimo, con cariño, con amor, intentando con su polla descubrir los rincones más inaccesibles de mi vagina.
Así, era muy complicado no estar en un continuo orgasmo, que es lo que me había pasado durante toda la tarde, y me estaba pasando ahora. Era una sensación de placer que empezaba en la boca y bajaba recorriendo los pezones, el estómago hacia el clítoris, y terminaba en lo más profundo de mi vagina. Eran como pequeños calambrazos que me erizaban el cuerpo entero.
"Amor mío, no me dejes nunca, no te vaya, permíteme secuestrarte y formar un solo yo conmigo", me decía Francesco, mientras movía las caderas de forma que su polla al entrar y salir se mi coño iba recorriendo las paredes vaginales.
"Tenemos que terminar, mi reina aquí no podemos estar mucho tiempo" me dijo mientras incrementaba el ritmo de la follada.
Al poco empezó a gruñir y yo a gritar que me silencio morreándome y nos corrimos. Tremendo.
No nos dimos tiempo para saborearlo.
Me puse el vestido, nos dimos un último morreo con un "Hasta mañana" y me metí de nuevo en el lavabo para acicalarme un poco.
Salí y me uní con Rocío y Sole bailando.
"Vaya meada chica", me dijo Rocío.
"Sí había mucha gente", le contesté.
"Ya", dijo ella, "Oye, estas dejando unas gotitas en el suelo que, o es flujo o es semen, aunque me inclino por esto último", me dijo.
Miré al suelo. Joder era verdad. No había pensado en eso y el semen de Francesco estaba saliendo de mi vagina y al no llevar tanga caía al suelo.
"Eh, pues no sé, será sudor", les dije.
"Si, podría ser, pero el aspecto blanquecino me hace pensar que es semen. Seguramente habréis sudado. Francesco salió poco antes que tu del mismo pasillo secándose la frente con un papel. Que, ¿folla bien?", me preguntó.
"Qué fantasía tienes. No hagas bromas con eso, que como llegue a oídos de Álvaro la liamos", le dije.
"Vale cariño, pero ponte tanga, así evitarás esos deslices", me dijo señalando el suelo cada vez con más gotas.
Se rieron las dos a sabiendas de que me había pegado una buena follada con Francesco y seguimos bailando
Al rato vino Álvaro a buscarme y nos subimos a dormir.
Al día siguiente repetimos la rutina de todos los días, chico de masaje incluido.
Comimos, polvo y a las actividades.
Al llegar a la oficina de Francesco, miré para todos lados a ver si alguien me veía, y llamé a la puerta.
Me abrió con una indumentaria de explorador, con sombrero de paja incluido, me dio otro sombrero a mí, y me dijo,
"Hola Amore, gracias por venir. Vamos a hacer un poco de exploración"
"No vengo yo muy preparada para explorar nada", le dije.
Iba con el bikini y las zapatillas de playa.
Nada más abandonar su casa, nos adentramos en la sabana africana, era alta y densa.
Me paro, me quitó el sujetador y el tanga, así como las zapatillas, guardando lo todo en la bolsa de playa que llevaba yo y que ahora llevaba él.
Joder, me había dejado en pelotas, bueno con el sombrero de paja, andando por un sitio que desconocía por completo, y sin tener ni idea de a dónde iba.
Caminamos como 20 minutos hasta que llegamos a un pequeño claro, con una serie de chozas hechas de paja y barro.
"A partir de aquí sigues sola. Es una tribu Kikuyu. A alguno de sus miembros ya los conoces. Son los que os dan la crema en la playa. Dirígete a la cabaña grande del centro. Ah, trae el sombrero", me dijo Francesco.
"Pero...", empecé a decir.
"Haz lo que te ordenó, puta", me dijo.
Yo creo que debí de soltar medio litro de flujo por mi coño. Hasta oírle insultarme y dominarme me ponía cerda perdida.
Al menos esperaba que no fueran caníbales los Kikuyu estos.
Confiaba plenamente en Francesco, aunque tenía las plantas de los pies ya doloridas después de la caminata, por un camino de tierra piedras y ramas.
Aquel poblado parecía vacío mientras avanzaba hacia la cabaña grande que me había indicado Francesco.
Pese a no verse a nadie, yo sentía cientos de ojos observándome desde dentro de las otras cabañas.
La del centro destilaba un olor cada vez más intenso a incienso, aunque no era el típico incienso de iglesia o las varitas que venden para casa. Era un fuerte olor que te envolvía y te llevaba inexorablemente dentro de la cabaña.
Entre y vi una especie de caldero en el centro, del que salía un humo blanco que era el que provocaba el olor a incienso.
"Hello", dije.
No obtuve respuesta, así es que me quedé en medio de la cabaña de pie como un pasmarote.
Escuché una voz.
"Impure white woman. You are here to purify your sexual organs, so that you can be used by the males of the tribe".
Ehhh, ¿de que coño iba el tío este? Bueno evidentemente iba sobre mi coño, ¿que me iban a purificar para que me usaran los hombres de la tribu?
Pero seguía sin ver a nadie allí.
Empecé a oír sonar unos cascabeles. Y ahora sí, entró un tío negro, lleno de plumas por todos lados, que supuse, era el Chaman o el brujo de la tribu. Siguiéndole entraron dos tíos con la cara pintada de blanco. Bueno más que dos tíos, eran dos armarios, también de color, y con unos brazos como mis muslos.
Me cogieron entre los dos en volandas, como quien coge una pluma, y me pusieron sobre una tabla, que como deduje luego hacía las veces de altar, que había justo encima del caldero. Me sujetaron los tobillos, con las piernas totalmente abiertas, mediante unas lianas a unas estacas que había en los laterales, y las manos, igualmente con los brazos abiertos, a otras estacas en la parte posterior.
El chamán, empezó con unos canticos, irrepetibles, y a echar algo en el caldero, que avivaba la humareda y un fuerte olor a algún tipo de hierba que no logré identificar.
Introdujo varias hojas grandes, seguramente de strelitzia alba, una planta africana, con grandes propiedades medicinales, sacándolas casi al momento, y poniéndomelas sobre el cuerpo. Echaban una cantidad de humo increíble, pero no estaban mojadas. Fue con ellas moldeando mi cuerpo, desde la frente hasta los pies.
Con estupor, vi como mi cuerpo, iba absorbiendo esas hojas, o al menos esa fue la impresión que me dio, pero el caso es que luego el mismo humo que salía de las hojas, salía de mi cuerpo y las hojas desaparecieron por completo. De vez en cuando en ese humo se producía un chisporroteo en la parte superior del cuerpo, y el chamán dijo,
“impure white woman, those are the evil spirits that are leaving your body”
Tócate los cojones, encima tendré que darle las gracias.
Los tallos de las hojas que también sacó del caldero, me introdujeron uno en la vagina, hasta lo más profundo que pudo, y otro en el ano, este entero.
También desaparecieron por completo, y de mi coño y mi culo salía un humo, en esta ocasión más negruzco y con un continuo chisporroteo.
“As expected, the impure whore white woman has endless evil spirits in her pussy and ass”, balbuceo de nuevo el Chaman.
Ya decía yo que tenía el coño endiabladamente excitado siempre.
El chamán cogió una especie de cuchara de madera y la lleno con el líquido de una vasija que había al lado, y me la dio a beber. Como es lógico yo cerré la boca, porque no sabía lo que me estaban dando.
“If the impure whore white woman doesn't want to get clean, we have to sacrifice her. Bring the sacrificial knife”
Ostia, esto se ponía feo. Uno de los que había entrado con él en la cabaña, sacó de un arcón un cuchillo de unas dimensiones tremendas, y se lo entregó al chaman.
Quizás era hora de abrir la boca, y lo hice todo lo que pude. El chamán entonces me fue vertiendo el líquido en la boca.
“Seallow it all White woman whore impure”
Si, si, yo lo tragaba todo, descuida señor chaman.
Cuando terminó, gritó en suajili,
“kahaba mwanamke mzungu tayari ni msafi. Wanaume wote wanaweza kumchumbia”.
Que según me dijo luego el cabrón de Francesco, significaba “Mujer blanca puta ya es pura. Todos los machos pueden follarla”.
La verdad es que si todo aquello era una puesta en escena, quedaba de lo mas guay.
Empezó a oirse Ruidos fuera, y empezaron a entrar tios, todos desnudos, colgandoles unas pollas que el que menos grande la tenía era como la del chico que nos daba la crema en la playa, que por cierto, tambien le reconocí entre todos.
El primero en follarme fue el chamán. Sacó de debajo de las plumas una polla el doble que la de Álvaro, en grosor y longitud, y en la misma camilla que estaba, y atada, me enculo primero y luego me follo el coño hasta correrse dentro.
Eso mismo lo fueron haciendo todos, yo creo que usaban el culo de calentamiento y luego el coño para correrse.
No sabría decir la edad del más joven y del más viejo, pero muy, muy joven el joven, y muy, muy viejo el viejo.
Perdí la cuenta en los 20. No se realmente si fueron 20 o 40, aunque por las horas que estuve allí no debieron ser muchos más de 20.
Cuando todos descargaron sus huevos en mi coño, me desataron y el chamán me dio una pequeña botella con un líquido verde dentro y me señaló la salida de la cabaña. Era noche cerrada, y a la salida de la cabaña estaba mi bolsa de playa. Ni rastro de Francesco, así es que me puse el bikini y las zapatillas y emprendí el camino de regreso sola y sin tener ni idea de cuál era.
No me había gustado nada la espantada de Francesco. Entiendo que él tiene sus responsabilidades en el hotel, y que posiblemente se le habría echado la hora encima, pero podía haber encargado a alguna de aquellas pollas con patas que me hubiera acompañado. Pero me había dejado sola a la luz de la luna por un camino que desconocía y escurriéndome semen por los muslos.
Tenía el culo escocido, y el coño súper hinchado, pero no me había corrido en todo el rato, más que nada porque no sabía lo que estaba pasando y no estaba tranquila.
Y encima iba acojonada de perderme y de que me saliera algún bicho que supuse por allí los habría y grandes.
Como a los cinco minutos de ir andando, escuche,
"Amore mío, te han follando bien? ".
Coño, pues al final no se había ido y parece que estaba vigilando mi regreso.
Me volví y le puse a parir. Él se reía de verme tan enfada.
“Mi reina, que guapa te pones cuando te enfadas ", me dijo.
Hice intención de ir a darle un guantazo y me cogió en volandas, se sacó la polla y me la metió.
“Te han follado 38 indígenas, todos los machos de la tribu. No te diré las edades de los más jóvenes, por no causarte un problema psicológico, pero muy jóvenes, y seguro que les ha encantado el coño de la puta mujer blanca”, me decía visiblemente divertido.
Volvíamos andando, bueno andando el, follándome y morreando.
¿Dios que tenía este tío que solo deseaba que me follara?
Yo quería preguntarle que había sido aquello, que había pasado con las hojas y aquel humo, que me habían dado de beber, que había en la botella, pero no me dejaba me morreaba y el propio movimiento del camino provocaba que yo sacará toda la excitación que había tenido en la tarde y me condujera a un orgasmo infinito. Le llene a él del líquido que expulse, y los gritos tuvieron que oírse en el poblado y en el hotel.
Pese a que los dos nos habíamos corrido, seguía con su polla dentro de mí coño, y caminando conmigo encima.
"Hace 20 minutos, te hubiera matado, ahora no quiero soltarme de ti nunca. Que me has dado, ¿alguna pócima de esas?", le pregunté con una voz de ñoña que hasta yo misma me sorprendí.
"Yo me hago la misma pregunta, tengo que confesarte que tengo sexo con muchas clientas, es digamos un plus en el servicio de animador. Pero con todas es un polvo y a correr. Nunca me ha pasado lo que me está pasando contigo", me dijo.
A mí se me eriza a hasta los pelos de las cejas. No le había preguntado que hora era, pero me lo dijo él.
"Son más de las diez de la noche, tengo en el hotel a mi compañera supliéndome, porque yo solo quiero estar contigo", me siguió diciendo.
"Madre mía, las diez, seguro que mi marido se divorcia", le dije.
"Tranquila mi reina, tu Francesco piensa en todo. Ahora mismo está encerrado en la pista de pádel con los amigos así es que tu tendrás tiempo de ducharte vestirte y esperarle en el restaurante antes de que vuelva", dijo.
"Eres un sol. En serio que te voy a echar muchísimo de menos", le dije.
Nos morreamos otra vez y me bajó al suelo, ya llegábamos a las inmediaciones del hotel.
Desde su casa me fui sola para el hotel, pero me dijo,
"A las dos, te espero donde anoche, y no hagas pis antes de ir".
Subí a mi habitación y me duché. Me volvía loca este tío.
Al ducharme me noté los pezones más grandes que lo habitual, no se habían relajado.
Me vestí con tanga de hilo y un vestido de gasa rosa súper ceñido. Tenía la necesidad de que todo el mundo viera lo feliz que estaba.
Esperé paciente a que llegara Álvaro. Por el móvil me había contado lo que les pasaba y que ya les habían abierto.
CONTINUARA
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