La vaca puta (3)
Escrito por Pandora
Un nuevo amanecer asomaba por las rendijas de la granja, y cómo cada mañana, el gallo anunciaba el inicio del día para todos, incluidos los animales. Hacía ya tres meses desde que mi Amo me había preñado como la vaca que soy, y ya se me notaba la barriga de embarazo, de estar criando a mi ternero en mi vientre.
La verdad es que muchas cosas habían cambiado por aquí, pues aunque seguía siendo una vaca lechera, a la cual mi Amo ordeñaba siempre, también me había metido a jugar varias veces en la pocilga de los cerdos con los cerdos. Al principio todo me parecía un olor repugnante el cual no aguantaba, le suplicaba por salir, pero ahora me gusta mucho estar con ellos, y sentir cómo olisquean mi coño de vaca cerda siempre empapado de flujos.
Me levanté de entre la paja esa mañana, cómo tantas otras mañanas en la granja, y me fui directa a la zona de ordeño de vacas, pues mi Amo estaría al llegar, para enganchar mis ubres a la máquina. A mi Amo no le gustaba que llegase tarde, pues no le gustaba tener que esperar, y yo no quería que mi Amo se enfadara y me azuzara.
Nada más llegar a mi puesto para sacar leche, entraba mi Amo por la puerta para colocarse a mi lado y prepararme las ubres para la máquina, pues antes de engancharme, tenía que masajearas con un líquido especial. Además, como cada mañana no podía faltar mi ración de leche como alimento, por lo que una vez ya estaba enganchada, se sacó la polla para dejarla delante de mi, para que babeara por ella, para que la deseara más aún.
- A chupar vaca -su cara mostraba gran seriedad-.
- Muuu.
No me lo tenía que pedir dos veces, deseaba tanto esa polla que no podía apenas contener mis ganas de tenerla en la boca. Quizás muchos no entendáis mi estilo de vida, que disfrute de esto, pero sin embargo a mí me parece lo más maravilloso que me podía haber pasado.
Babeando como una vaca, dejando que mi saliva caiga de mi boca, me acerco a su polla, y sin mover mis labios, la meto hasta lo más profundo de mi garganta, a la vez que sentía como mi coño palpitaba de placer. Me encantaba el sabor de la polla de mi Amo, era adicta a aquella droga tan fuerte, y no la cambiaría jamás.
Dejaba que las arcadas fluyeran una detrás de otra, no quería despegarme de su polla, pero necesitaba respirar, por lo que comencé a metérmela y sacármela de mi boca una y otra vez. Pasaba la lengua por las venas que se marcaban en su dura polla, y recogía las gotas de líquido que iban saliendo por la punta de su polla, notando todo su sabor en mi boca.
Los movimientos de cabeza eran cada vez más rápido, incluso mi Amo me sujetaba de la cabeza, para que no sólo fueran rápidas, sino que a la vez fueran profundas. Podía notar como se estaba hinchado dentro de mi boca, sabía lo que estaba a punto de venir, por fin mi comida, mi desayuno, mi mayor alimento, su semen. Entre bufidos se corrió dentro de mi boca, echando una gran cantidad, que me atragantaba.
Parte de la corrida se me escapó por la boca, pero cuando acabó mi Amo, no iba a dejar que ni una gota de su semen se desperdiciara, por lo que sacó su polla de mi garganta, y me empujó contra el suelo, para que sacara la lengua y lamiera todo aquello que había tocado su preciado semen.
- Hoy va a venir el veterinario a verte, va a hacerte unas cosas, pero como vaca sabes que no puedes opinar- se reía-.
- Muuuu -sólo podía pensar en complacer a mi Amo-.
- Bien, no tardarán en llegar, y te pondrá una inyección.
Salió del granero para ir a recibir al doctor, pues había oído acercarse a un coche, y no esperaba ninguna otra visita. Yo me quedé entre mis iguales las vacas, pues además continuaba con la máquina pegada a mis ubres, que diría que en estos meses de embarazo me habían crecido, y las ganas de que me montasen habían aumentado considerablemente.
Entraron mi Amo y el veterinario, se pusieron a mi espalda, y el veterinario no paraba de tocar mi zona trasera, hasta que noté que se paró en un punto y me pinchó. Poco después de aquello, recuerdo que todo se volvió negro. Cuando me desperté, estaba de nuevo en mi sitio de dormir, con mi Amo en una silla mientras me observaba, pero del veterinario ya no había ningún rastro.
- Bueno vaca, el veterinario me ha dicho que vas a tener un macho, por lo que tendré que adiestrar bien, pero que esperas otro bebé que es una niña, a la cual criaremos como una vaca como su madre.
- Muuu.
- ¡Shh calla! Además he visto, que te has estado masturbando como la guarra que eres, varias veces, por lo que el veterinario te ha quitado el clítoris, las vacas como tú no se pueden dar placer por sí mismas. ¡Ah! Y también te he cerrado el coño con una cremallera, pues hasta nuevo aviso, sólo seré yo quien te empale y te folle todos los días, ya que no quiero que le pase nada a los bebés.
- Muuu.
- Veo que estás de acuerdo con todo ello, pues ahora ponte como las vacas, pues quiero que me des de beber.
Me puse a cuatro patas como la vaca que era, y él poniendo una toalla en el suelo se tumbó boca arriba, succionando mis pezones con fuerza. Podía notar como a poco la leche fluía de mis ubres hacia su boca, succionaba tan fuerte, que pensé que me dejaría sin pezón, incluso de vez en cuando los mordía y eso hacía que mugiera aun más.
Tenía muchas ganas de tocarme, de masturbarme como la guarra que era, pero ahora ya jamás podré hacerlo, pues nada de mí me pertenece, sino que todo pertenece a mi Amo. El coño estaba completamente empapado en flujos, deseoso de polla, así que como pude saqué la de mi Amo con intención de apagar el fuego que sentía en el coño, pero mi Amo me pilló.
Dejó de succionarme los pezones, y tras darme un par de buenas hostias en las ubres, donde dejó marcadas sus palmas de las manos, fue a mi culo a hacer lo mismo, pero más veces, había perdido la cuenta de la azotaina que me estaba dando ahora. Del peso de las ubres y los empujones con la azotaina, tenía las ubres rozándose por todo el suelo, y manchándose de suciedad.
Por unos instantes paró, sele notaba algo fatigado, y a mí me dolía el culo como pocas veces me ha dolido en ocasiones anteriores que he sido castigada por él.
- Joder vaca, eres tan guarra que a pesar de la paliza que te he metido, sigues aún tan cachonda como antes.
- Muuuu.
- Menuda puta vaca que encontré, me alegro de haberte aceptado aquel día jaja.
Con la polla fuera como la tenía, me folló el coño con embestidas fuertes y profundas, sintiendo que me quería partir en dos, pero me encantaba como me estaba follando. Sabía que me encantaba lo fuerte, lo duro, y que eso me ponía aún más, por lo que con mis mugidos le animaba a continuar follándome de aquella brutal manera, hasta que pude oír en mi oído “córrete vaca”.
Me corrí como la puta guarra zorra vaca que era, me había encantado aquella follada, y mi Amo se corrió dentro de mí, rellenando todo con su semen, el cual sacaría esta noche, y me lo tomaría poco a poco, mezclado con mis jugos. Se levantó y se fue sin decir nada, por lo que me tomé la leche que poco a poco iba saliendo de mi coño, quedando poco después dormida.
Si te ha gustado, deja tu comentario y tu like.
|