Tiempo estimado de lectura de 8 a 10 minutos

El perro gay (2)
Escrito por Pandora

No quería irme de su lado, tras aquella follada me sentía unido a él, sintiendo la necesidad de seguir ahí, pero tenía que marcharme a casa, era posible que mis padres estuvieran preocupados por mí. Le di un casto beso en los labios, lo que provocó que él me rodeara con sus fuertes brazos y yo me derritiera en ellos.

Nuestras pollas chocaban y se rozaban, aquello me estaba volviendo a excitar, a hacerme sentir pleno, pero tenía que irme sí o sí, así que con un empujón lo dejé tendido sobre la cama y me marché. Fue entonces cuando recordé que no había venido en mi coche, y pude oír como abría la puerta, pero dio la casualidad de que por allí pasaba un taxi, así que lo cogí.

Lo primero que hice fue ir a por el coche, el cual recogí en el parking de la discoteca de la noche anterior. Miré el móvil y tenía un par de llamadas de mi madre, pero ninguna de mis amigos, lo cual me daba rabia, pues no les preocupé lo más mínimo. Llegué a casa, me sentía agotado y no quería hablar con mis padres, por lo que sin hacer mucho ruido me fui directo a la cama.

Intenté dormir, pero mi cuerpo se calentaba poco a poco recordando las imágenes de lo que había pasado hace unas horas, y el saber que todavía tenía su semen en mi culo no ayudaba. Movía aquel objeto que había puesto en mi culo sin llegar a sacarlo del todo, mi polla estas ya casi completamente dura, por lo que no pude resistirlo más y agarré mi polla con mi mano.

Lentamente me iba acariciando la polla, cerrando los ojos y disfrutando de aquel momento. Pequeños gemidos se iban escapando de mi garganta, mientras en mi cabeza no paraban de repetirse las imágenes de como aquel hombre me había atado y me había follado. Aceleré el ritmo, quería correrme, no quería esperar más, por lo que poco después llegó mi corrida esparciéndose entera por todo mi pecho y abdomen.

Intentaba respirar profundamente para recuperar un poco la compostura y coger fuerzas para irme a limpiar el semen, pero no me di cuenta de lo cansado que estaba en realidad, por lo que sin darme cuenta me quedé completamente dormido sin darme cuenta.

Horas más tarde me desperté porque mi mejor amigo me llamaba al móvil, la verdad es que al ver la llamada pasé de él, pues no se había preocupado por mí hasta ahora. Pero me sentí algo mal cuando el móvil dejó de sonar, así que me decidí a llamarlo…

Hola tío, ¿qué tal estás? -cuando cogió el teléfono-.
Hola cabrón, pues bien, estaba echando una siestecilla mañanera.
Tío, ayer te desapareciste de la nada, tu ex estaba muy preocupada por ti, ¿que pasa, te fuiste con otra piva a follar? No dijiste nada.
Jajaja tío, esa tía me importa una mierda. Estaba muy borracho así me que fui con alguien a pasar la noche en su casa.
Bueno, que misterioso estás, ya me contarás más después. La pandilla vamos a quedar para tomar unas cervezas en la plaza, ¿te apuntas?
No me apetece tío, además he de hacer unas cosas para mañana.
Venga tío enróllate.
No puedo de verdad, en otra ocasión será.

El día pasó sin mayor novedad, por la tarde me puse hacer cosas para la clase de mañana, pues a mis padres no les importaba mucho que saliera, siempre y cuando mantuviera un nivel académico bueno. Me olvidé de que no me había limpiado la corrida, por lo que se podría decir que la llevaba todo el rato encima.

Ya cerca de las ocho, mi madre se acercó a mi habitación, y llamó a mi puerta. Sabía que era ella por su forma de andar, era algo característico suyo.

Pasa mamá. (Pasó a mi habitación)
Hijo, necesito que bajes a la tienda a por unas patatas para cenar antes de que cierren. Sé que estás ocupado estudiando, pero tu padre mañana tiene algo importante, y yo tengo todas las cosas en el fuego.
No te preocupes mamá, que yo voy a la tienda y te lo traigo.
Gracias hijo, espero que ayer te lo pasaras bien -mientras vía en su cara como afloraba una sonrisa picarona-.
Sí, me lo pasé bien.
Me alegro hijo, sabes que para cualquier cosa puedes contar conmigo, ahora ve por favor a por las patatas.

Me cambié del pijama a una camiseta y a un pantalón sencillos, además de coger una chaqueta ya que el sol se había ido y podía hacer frío. Bajé al coche y salí pitando para la tienda, pues no quedaba mucho tiempo para qué cerrasen. Aparqué y casi corriendo entré en la tienda, cogí las patatas y estando en la cola no podía creer lo que veían mis ojos.

El cliente que estaba por delante de mí era él, hacía tan sólo unas horas que había follado mi culo, y ahora me lo encontraba aquí. Quise hacerme el loco, y fingir que no lo había visto, pero sentía en mi interior y en mi culo que necesitaba más de él. Al girarse para colocar su compra en bolsas me vio, y sonrió de oreja a oreja, sin que yo pudiera evitar hacer lo mismo a modo de saludo.

Cuando acabó se fue al parking que estaba un piso más abajo, por lo que entendí que se iría, dándome cierta tristeza dentro de mí. ¿Pero qué estaba pensando? Tenía que ir a casa con las patatas, para que mi madre acabara la cena. Al acabar de cobrarme sonreí a la cajera a modo de despedida y me fui hacia el coche. No había ningún otro coche, así que metí las cosas en la parte de atrás del coche, y justo cuando cerré la puerta…
Sentí que alguien me empujaba contra el coche, me tapaba la boca y rozaba su polla contra mi culo, una y otra vez. Estaba nervioso, a ciencia cierta, no podía saber quien era él que estaba detrás de mí aprisionándome contra el coche…

¿Me has echado de menos en estas horas? -Al oír su voz mi cuerpo se relajó al instante.
Mmmmm -quité su mano de mi boca- casi me metes un susto de muerte.

Me dio la vuelta en cuestión de segundos, con suma facilidad, como si fuera una simple peonza. Se acercó aun más a mi cuerpo, me olió y sonrió…

Parece que sí me has echado de menos perrita, hueles a haber estado jugando con tu cuerpo.
¿Qué? No sé por qué dices eso… -sentía como restregaba nuestras pollas, la una contra la otra-.
Sí que lo sabes muy bien.

Se lanzó a mi boca como un lobo hambriento de su presa, mientras que metía su mano a través de mi pantalón de deporte y mis calzoncillos. Sonrió al descubrir que todavía llevaba puesto el objeto que me había puesto esa misma mañana, y se abalanzó sobre mi polla semierecta, acariciándola una y otra vez.

Pequeños gemidos se escapaban de mi garganta, pero eran ahogados por él, uno detrás de otro. Me llevó hacia el maletero, lo abrió y me sentó en él.

Tengo que irme por favor, me están esperando… -mientras se me escapaban gemidos al sentir como su aliento se cernía sobre mi polla-.
Ahora no puedo dejarte marchar, esta mañana me empujaste y ahora quieres huir de mí -cerró sus labios sobre la punta de mi polla y creí que me correría, pero presionó para que no lo hiciera-.
Por favor…

Siguió chupándome la polla con hambre, yo no quería que parara, aquello estaba siendo un éxtasis total para mi cuerpo. Justo cuando me iba a correr, paró en seco, dejándome completamente perplejo.

Nos vemos esta noche en mi casa, quiero enseñarte algo. Mas vale que no faltes, te estaré esperando a las diez.

No me dio tiempo ni a contestar, se marchó apresuradamente, y yo me tenía que ir a casa. Llegué rápido para que mis padres no notaran demasiado que había estado tardando mucho. Cené con cierta prisa, me preparé y al salir por la puerta mi madre me dijo…

Mañana tienes clase, no vuelvas tarde.
Sí mamá.

¿Qué mosca le había picado al preocuparse ahora tanto por mí? Ellos sólo querían ver siempre mis buenos resultados, y el resto les daba igual. Cogí el coche y en poco tiempo me planté en su casa, con grandes deseos de estar con él, y de seguir por donde me había dejado, pero también guardando cierta distancia, pues algo me retenía, o eso pensaba yo.

Llamé a su timbre, enseguida me abrió y pasé a su casa. La verdad es que no estaba nada mal, por la mañana con las prisas no me había dado tiempo a fijarme que era una casa tan buena. Por la espalda sentí un escalofrío…

Desnúdate, ahora.

Tenía tantas ganas de que me tocara que la verdad sin casi pensarlo, me desnudé para él, cayendo poco a poco en sus pequeños juegos para llevarme a un mundo oscuro lleno de intensos colores, pero yo todavía no me daba cuenta de eso. Me agarró del pelo, y echo mi cabeza para atrás…

Veo que vienes con ganas de jugar -aferró mi polla con su mano, y la movió suavemente.
Mmm por favor, no pares -¿cómo había salido aquello de mi boca? ¿Qué me estaba pasando?-.
Si eso quieres…, tú mismo lo has pedido.

Me llevó de nuevo a su habitación, no era una casa demasiado grande, pero tampoco podríamos decir que era un piso convencional. Al poco de entrar, me caí, pero me quedé apoyado sobre la cama, la cual era muy cómoda, mientras él hacía ruido por detrás de mí.

Cogió mis muñecas, y llevándolas a la espalda, las esposó, dejándome inmovilizado. La cosa no acababa ahí, pasó un antifaz por delante de mis ojos, no podía ver nada, todo estaba negro y oscuro, además de que la habitación estaba completamente en silencio.

Para, ¿qué crees que haces? -tenía cierta tensión recorriendo cada parte de mi cuerpo-.
Jugar, y tú mismo has accedido, o ¿es que la perrita se está arrepintiendo? -se podía oír una leve risa-.
Esto no lo quiero…
Pero tienes la polla bien dura, y el cuerpo no miente -mientras volvía a agarrarla y masturbarla, haciendo que se me escaparan pequeños gemidos-, ¿por qué no pruebas y juegas conmigo? Quizás te guste, y luego no quieras parar.

Otro gemido vino a mí, y él se lo tomó como un respuesta afirmativa a su pregunta, lo cual era así, porque con aquel hombre sentía cosas que no había sentido con otras personas, probar no me mataría… o eso pensaba yo.

Agarrándome suavemente del pelo, me llevó de rodillas hacia algún sofá, pues cuando nos paramos pude oír cómo se desplumaba en uno. Nunca había probado lo de quitar la vista, agudizaba mucho mis otros sentidos. Tras un breve sonido de algo que parecía una cremallera, pude olerlo, ese olor fuerte pero dulce, un olor que me llamaba a acercarme, así que guiado por el olfato, poco a poco me acerqué, hasta rozarlo con mis labios.

Al instante supe que era, y lentamente, queriéndole hacer sufrir un poco, pasé la lengua desde la punta hasta la base, notando como estaba algo morcilla, pero no completamente dura. No paraba de lamerla, y de vez en cuando, juguetear brevemente con la punta para desesperarlo. Quería apartarme un poco, pero al moverme, sentí como algo golpeaba en mi culo, ¿me había dado contra algo? Entonces volví a moverme y entonces oí cómo algo cortaba el viento y se estampaba contra mi culo.

Perrita se buena, y continúa lamiendo.
¿Me has pegado? -me estaba empezando a molestar, ¿quién se creía para pegarme?-.
Mmm no, sólo te he corregido algo que no quería que hicieras, un par de azotes creo que serán suficientes.
No quiero esto.
No me digas que la perrita va a llorar y a salir corriendo como una nena. Además, tanto no te ha desagradado verdad?.

Pensándolo bien, había sido todo una sorpresa, y quizás fuese eso lo que más me alarmó. Sentí cómo moría su polla por la comisura de mis labios, intentando abrir mi boca, y viendo si continuaría o no con aquel juego. Abrí la boca, no me pensaba rendir tan fácilmente, el cabrón sabía como manipularme, pero me las pagaría.

Disfrutaba de cada centímetro de su polla, de sus venas marcadas, y del sabor que constantemente revolucionaba mi paladar. Lo había lentamente, torturándolo suavemente su polla, quería que sufriera, pero eso no entraba en sus planes, pues sentí como aprisionaba mi pelo, y empezaba a mover él mi cabeza sobre su polla. Una y otra vez me la metía hasta el fondo, sólo podía limitarme a dejar bien abierta la boca, lo cual hacía que al sacarla para dejarme respirar, las babas nos unieran.

Escupía babas sobre mi cuerpo, producía demasiadas a costa de la follada de boca que me estaba dando, pero que incrementaba con el movimiento de mi lengua, una y otra vez, además de la succión que marcaban mis labios.

Joder perrita, veo que no se te da mal mover esa lengua, seguro que no es tu primera polla ¿verdad? -se reía-.
Mmmm.
No puedo oírte con tanta polla en la boca, te encanta chupar polla ¿verdad?
Mmmm.
Oh, no seas tan remilgado, puedo ver cómo tienes la polla a punto de explotar, y eso que sólo me la has mamado. Vas a ser una putita fantástica.

Cuando por fin soltó mi boca, y pude respirar, iba a contestar, pero en un par de movimientos rápidos, me echó encima de la cama. Movió la cosa que me puso por la mañana, tras haber descargado su semen en mí, y no paraba de moverla, produciéndome un gran placer y gemidos incontrolables.

Mira qué perrita estás hecha.
No me digas eso -todo avergonzado-.
¿Seguro? -mientras acariciaba mi polla-.

No podré aguantar mucho más, el placer que siento es enorme, tener los ojos tapados me hacía sentir mucho más. Su mano no paraba de masturbar mi polla, con cierta fuerza, y entonces la sentí…. Mientras masturbaba mi polla quitó lo que había en mi culo, y metió su polla hasta el fondo, arrancando de mi garganta varios gemidos.

Me cogió por las axilas y pegó mi espalda a su pecho provocando que su polla entrara aún más dentro de mí. Podía sentir como sonreía, y entonces me quitó el pañuelo que cubría los ojos, provocando que me viera en el espejo, mientras él me penetraba por el culo. Veía como mi polla seguía el movimiento de nuestras caderas.

Estaba llegando, aquello iba a explotar y no podía aguantar más tiempo el placer que me estaba provocando. Sólo pensaba en correrme y en el placer que me estaba dando aquel hombre, pues lo que quería conseguir lo había conseguido, era suyo.

Exploté en un gran orgasmo, a la vez que sentía como él explotaba, inundando mi culo de su semen. Me sentía completamente lleno y extasiado, por lo que me quedé sin fuerzas y caí sobre la cama, sintiendo su peso sobre el mío.

Entonces sonó el timbre…

PD: Si te ha gustado por favor, deja tu comentario para animar a continuar con la historia…


Licencia de Creative Commons

El perro gay (2) es un relato escrito por Pandora publicado el 10-04-2021 23:47:34 y bajo licencia de Creative Commons.

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Comentarios  
Jeanette
0 #3 Jeanette 28-09-2024 23:44
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Gerardo
+2 #1 Gerardo 24-04-2021 15:18
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