3 de Diciembre (22 días para Navidad)
Escrito por Pandora
Ya estamos a tres de diciembre, y la verdad es que el tiempo sin darnos cuenta pasa volando. Bueno al menos es viernes, el último día de trabajo de la semana, y aunque me encanta a lo que me dedico, también es bueno tener descansos y desconectar.
Segundo día de regla (por lo general dura tres o cuatro, pero cada mujer es un mundo), y para mí es el peor día con diferencia pues suelo estar con vómitos, malestar, dolor (os ahorraré esa parte)… en fin, un gran día. Sonaba el despertador para ir al trabajo (nunca he odiado más otro sonido que la alarma del despertador), no me gusta madrugar, pero con las pocas fuerzas que tenía me levanté y fui al baño.
Tras arreglarme para ir al trabajo, y comer lo justo y necesario para tomarme el ibuprofeno (pues sino es imposible), y dar un beso de despedida a mi Amo, me fui. En el trabajo todos empezaban a estar como locos por la llegada de las fiestas, que si la comida o cena de navidad, los amigos invisibles, la decoración, etc. A veces me pregunto cómo es que sobrevivimos a la Navidad, pues nos olvidamos de lo verdaderamente importante y lo llenamos con cosas bonitas, pero que no son realmente necesarias.
Por fin había llegado el tan esperado puente de diciembre (sé que no todos lo tendréis, por eso mucho ánimo). Nosotros no nos íbamos a ningún lado, pues yo no me encontraba como para mucho trote, y él sí que tenía que ir el martes al trabajo. Además quedaban cosas por poner por la casa de cara a la navidad, por lo que ya teníamos planes para estar ocupados.
Llegué a casa, me quité los zapatos y me cambié de nuevo a mi pijama, (considero un gran placer el poder llegar a casa y ponerme el pijama, en señal de que no tengo que salir más). Con mi mantita eléctrica y una manta normal para el cuerpo, me puse en el sofá a ver algo en Netflix y esperar la llegada de mi Amo.
La noche empezaba a cerrarse en el cielo, pero ya sabemos que en invierno anochece antes. Fue en ese momento cuando oí la puerta de casa, ya había llegado, lo que me dibujo una sonrisa en la cara. Le vi aparecer tras quitarse los zapatos y el abrigo, y también se le dibujó una sonrisa al verme.
- Buenas tardes nena, ¿qué tal el día en el trabajo? -mientras iba a cambiarse.
- Pues la verdad es que muy bien, aunque ya sabes que con mucho ajetreo, por la llegada de las fiestas -me levanto y voy detrás de él.- ¿Qué tal tú en la empresa? ¿Mucho ajetreo hoy? -doblo la ropa que se quita.
- Pues la verdad es que para ser viernes ha estado todo muy tranquilo, supongo porque muchos estaban con ganas de puente y eso siempre se nota -entra al baño.
- Claro que se nota, quién quiere llevarse trabajo a casa en sus días de vacaciones -me río.
- Cierto, pero bueno siempre hay cosas por hacer, como por ejemplo los proyectos que tenemos tú y yo entre manos -sale del baño.
- No se me olvidan, este puente vamos a intentar darle caña, aunque ya sabes que muchas veces se nos truncan los planes -le abrazo por el cuello, para plantearle un beso de bienvenida.
Me corresponde el beso tiernamente, pues sabe que hoy no es día de hacer cosas, sino que es día de descansar y tomar las cosas con tranquilidad. Me acompaño de nuevo al sofá, y tras dejarme allí, se puso a trastear en la cocina. Trajo un café caliente con miel para mí, y él se puso su coca-cola zero (eso no falla).
Nos quedamos el uno abrazado al otro, y aunque me encantaban nuestros momentos BDSM, estos también me encantaban, y casi que podría afirmar que muchas sumisas estarían de acuerdo con esto. A ninguno nos apetecía cocinar, así que decidimos qué volveríamos a pedir comida de fuera, aunque quizás algo más sano o no.
Miraba de reojo el calendario de adviento, pues hoy todavía no habíamos abierto la casilla del día, y me Amo se daba cuenta de lo que pasaba, pero a veces le gustaba hacerse un poco de rogar. Hoy era uno de esos días en los que si no lo pedía yo, él no iba a hacer nada, por lo que empecé tocando su abdomen.
- Ya sabes que sino pides, yo no te leo la mente -sonríe.
- Quiero abrir el regalito de hoy, quiero saber que es -dije poniendo ojos de corderillo.
- Está bien, ve y ábrelo -me acaricia la espalda para animarme a levantarme.
Me levanto con cierto esfuerzo, los días de regla mis fuerzas se esfuman, como el sueldo cuando lo ingresan en la cuenta y empiezan a cobrarte las facturas. Llegué al calendario y busqué el día tres, no tardé mucho en encontrarlo (un día ya me dediqué a ver dónde estaban los números). Lo abrí con cierto cuidado, y otra vez no deja de sorprenderme, pues dentro había unas sales de baño, un cheque por una cena y película.
Sonriendo se levantó del sofá, me llevó al baño con las sales, y mientras preparaba el agua y las velas, me ayudó a desnudarme. Eso sí, sin pasar por alto el deleitarse con mi cuerpo, viéndolo y tocándolo, pellizcando mis duros pezones por el frío del baño provocando un leve gemido, y acariciando mi culo.
Me metí en la bañera con su ayuda, me dejó música puesta y salió del baño. Muchos os preguntaréis por qué no ha dejado una copa de vino, pero es que no me gusta y no es bueno mezclarlo cuándo estás tomando ciertas pastillas como el ibuprofeno. Tras unos minutos de estar sola, sonó la puerta del baño, y entraba él completamente desnudo, metiéndose en la bañera segundos después y detrás de mí.
Con cuidado me fue masajeando todas las partes del cuerpo, a la vez que yo cerraba los ojos y disfrutaba de los pequeños masajes, recostado sobre su cuerpo. Creo que pocos baños han sido tan relajados como éste, y se agradecía un montón. Cuando el agua de la bañera se estaba quedando frío y ya llevábamos largo rato en el baño, salió el primero, que tras colocarse una toalla en la cintura, me ayudó a salir a mi, secándome el cuerpo y el pelo (con toallas diferentes por supuesto, hay que saber diferenciar).
Una vez secos los dos, salimos del baño, nos pusimos nuestros pijamas calentitos y a juego (a juego sí, no pasa nada por tenerlos), y fuimos al salón. Mientras había estado sola en el baño el había pedido la cena, así que sólo tuve que sentarme a cenar, pues él lo hizo todo. Quizás penséis que por este tipo de cosas él es menos dominante que otros, pero desde mi punto de vista no es así, pues tiene las cosas lo suficientemente claras, como para saber que todo tiene su lugar y que también soy una persona, y más que estoy a su cuidado en todos los aspectos. No sólo es importante el aspecto físico, sino también el emocional, y él sabe que yo necesito esto también, así que me lo da.
La cena fue muy tranquila, charlamos sobre lo que haríamos en las fiestas, a casa de quienes iríamos a hacer las comidas y cenas importantes. Además organizamos algunas meriendas para ver a amigos que hacía tiempo que no veíamos. Hablamos de que en un futuro si sótano daba fruto, podríamos organizar eventos para que la gente se conociera, como una fiesta de Navidad. Pero para eso queda mucho trabajo por hacer.
Acabada la cena, y con un buen tanque de yogur para los dos, nos pusimos una película que debería ser una tradición para todos ver en Navidad (aunque la hemos adelantado un poco), Solo en casa. Muy buena, y para mi gusto, y los años que tiene, está muy bien. Al final de la película, ya medio adormilados nos fuimos a la cama, y ya mañana sería un nuevo día.
Siento la tardanza a la hora de publicar los relatos, pero los tiempos no siempre son fáciles, y hay días que no da tiempo. Pero no desesperéis, quizás la historia os acabe por sorprender, eso nunca se sabe, se lo dejo a la magia de la Navidad.
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