Vacaciones para cuatro 6
Escrito por Wilmorgan
Según salimos del apartamento, Paula me entregó su bolsa de playa para que fuese yo quien la llevase. No pesaba mucho, por lo que en un principio no entendí ese gesto como otra manera de putearme. Ilusa de mí.
El paseo hasta la playa fue menos de cinco minutos. Y a mí se me hizo una eternidad, teniendo que bajar el vestido cada pocos pasos para no quedar con todo a la vista. El escote también fue un problema. Ya que, si mis pechos casi sobresalían sin movimiento, al andar mis tetas botaban amenazando con salir. Como solo tenía una mano libre por llevar la bolsa de Paula, era toda una odisea controlar que mis intimidades quedasen en eso.
Según pisamos la arena del Mar, Jorge le hizo quitarse el vestido a Paula. Debajo llevaba un bonito bikini tanga amarillo. Le quedaba fenomenal. Apretaba sus senos, ya de por sí firmes, luciendo como una modelo.
En cuanto está hubo soltado el vestido sobre la toalla, Jorge la cogió en brazos y salió corriendo hacia el agua como un niño deseoso del mar.
Era impactante ver a ese hombre en esos momentos. Ese Amo estricto y severo, dejaba ver su lado más jovial, casi infantil. Jugaba con ella levantándola sobre el agua y dejando caer. Se besaban y se dejaba ahogar por ella. Casi parecían una pareja real. Dos novios enamorados, en lugar de un Dom y su sub.
Yo me encontraba en mi primera encrucijada. Carlos me animaba para acompañar a la pareja en el agua. Intenté convencerlo de que no me apetecía, pero no había manera. Intentó quitarme el vestido como había hecho Jorge con Paula. Mi desesperación era total. En eso llegó Paula saltando completamente mojada sobre su espalda.
- ¡Vamos al agua! – dijo ella.
- Eso intento, pero tu amiga no quiere.
- Venga ven tú. Verás como le da envidia cuando nos vea jugar. – contestó ella, cogiendo de su bolsa una pelota hinchable.
Paula saltó de nuevo sobre la espalda de mi novio y al grito de: ¡arre caballo! le hizo llevarla hasta el agua con Jorge.
Sobre mi toalla había dejado un bikini. Me había salvado la vida mi pequeña sumisa. Después de todo, era una perrita fiel.
No sin poco esfuerzo conseguí ponerme el bikini debajo del vestido. La braga llevaba dos cordones para atarlos en la cadera. Con lo que tuve que atarlo ya con el vestido levantado. A unos metros de dónde nos pusimos había dos chicos. Diría que más o menos de mi edad. Por supuesto no quitaron ojo de todo el proceso mientras me lo ponía. No estaba segura si habrían visto algo.
Sus risitas me estaban poniendo nerviosa. Era imposible que hubieran visto lo que llevaba escrito en el pubis. O eso deseaba yo. Seguramente me habían visto el culo al subirme la braguita. Me daba igual. Era tipo brasileña que tapaba poco más que un tanga. Me lo iban a ver todos. Me quité el vestido y dejé que mirasen lo que quisieran. Coloqué el sujetador, dejando bien parados mis generosos pechos y salí hacia el agua contoneando mi culito.
- ¡Ves! La envidiosa que no puede resistir que tenga dos hombres para mí. – dijo Paula al verme.
- No puedes con uno, vas a poder con dos. – contesté con ironía.
Un pelotazo en la cara fue su contestación.
- Chicos contra chicas. Vosotras tenéis que coger el balón. – dijo Jorge, arrebatándome la pelota sin darme cuenta.
El juego empezó, pasándose ellos la pelota y nosotras intentando alcanzarlo. Pero pronto fue solo una excusa para tirarnos encima del que tuviese la pelota en ese momento.
Como todo ese día, la cosa se fue calentando. Cada vez había más tocamientos por debajo del agua entre nuestros cuerpos que con el balón.
Estábamos las dos subidas en Jorge. Ella por delante, con sus piernas abrazando su cintura. Y yo a su espalda imitando a mi amiga. Intentábamos alcanzar la pelota que sostenía por encima de su cabeza.
Era mucho más alto, pero nosotras tampoco es que pusiéramos mucho interés en alcanzarlo. Mis manos estaban más pendientes de acariciar el pecho de mi Amo. Paula directamente tenía una mano bajo el agua, supongo que mimando el tiburón que había entre sus piernas. Carlos esperaba a que le pasara la pelota, mientras veía como su novia colgaba literalmente del cuello de su amigo.
Por fin Jorge le lanzó la pelota y no me quedo más remedio que ir a por ella y soltar a mí Amo. Carlos la puso tras su espalda y cuando fui a intentar quitársela me agarró de la cintura llevando mi cuerpo al suyo y me besó.
- Estás tremenda con ese bikini. – me dijo.
- No sé si te gusto yo o la ropa de Paula.
- Me gustas tú, con su ropa. – me contestó riendo.
- Claro, claro. Como que no se te van los ojos mirando su culo. – le dije para hacerle rabiar.
- Claro que no. Ella es la novia de Jorge y tú la mía. No la veo de esa manera.
No sabía cómo tomarme esa frase. O era la mentira piadosa que todo hombre le dice a su pareja. O si de verdad pensaba así, estaba en un problema. No pude seguir pensando en ello, pues sentí una dureza dentro de su bañador rozándose con mi bikini.
- Me pones a mil. – me dijo al oído.
- Cariño…que estamos jugando los cuatro. – le dije yo, intentando que desistiera.
- ¿Tú crees? Yo creo que ellos están jugando solos.
Miré y Paula seguía subida a Jorge mientras se besaban. Él tenía sus manos presumiblemente agarrando su culo, pues el agua les tapaba. Por los movimientos de ella sobre él, bien parecía que estaba siendo follada en el mar. Normal que Carlos quisiera lo mismo.
No era propio de Carlos tanto deseo sexual. Mucho menos en público y con amigos delante. Yo me había quedado muy caliente con lo vivido en el apartamento. Y bajo el agua no podría ver mi pubis. ¿Por qué no hacerlo?
Sumergí mi mano y acaricié aquello que había crecido dentro de su bañador. Él me besaba dejándose hacer. Con mi calentón latente, no necesite mucho más para bajar su bañador y liberar a Willy. Quizás no fuese tan grande como una orca, pero a mí me parecía inmensa en ese momento. Realmente estaba muy necesitada de un buen polvo.
Maldecía la estúpida pelota que Carlos mantenía sujeta tras su espalda, porque no podía usar sus manos para tocarme. Ahora sí que quería sus manos jugando con mi sumergida rajita. No pude aguantar más y eché a un lado mi braga para apuntar con su arpón a mí agujero.
Con la punta de su polla enfilada , me dispuse a apretar la pierna contra su cintura para ser embestida como tanto deseaba. Entonces, justo en ese momento. De nuevo ella…
Paula apareció por detrás de Carlos y le robó la pelota.
- ¡La tengo! ¡ Buen trabajo en equipo Silvi! Ahora la tenéis que conseguir vosotros. – gritaba mientras chapoteaba como una niña.
Carlos se apartó de mí y se subió el bañador avergonzado. El agua nos tapaba, pero quedaba claro porque estaba tan distraído. Yo, otra vez frustrada, volví a colocar el bikini, no fuese que algún pececillo lo confundiese con su cueva.
Fui nadando hasta Paula, dejando que mí culo sobresaliera por encima del mar. Al menos que mi novio viese lo que se estaba perdiendo por distraído.
- Que estabas haciendo guarrilla. – me dijo Paula a una distancia que no nos escuchaban ellos.
- ¿Tú que crees? Yo también tengo necesidades.
- Para que me tienes a mí, tontita. – me dijo dándome la pelota.
Paula me agarró de las caderas y se acercó mucho a mí. Pensé que me iba a besar, pero no podía hacerlo delante de Carlos. ¿O sí? Ella era capaz de eso y de más. Y lo fue de más.
Asustada pensando que me comería la boca allí mismo, no me di cuenta de que sus manos estaban soltando los lazos de la braga de mi bikini. Cuando noté como la tela corría entre mis piernas ya fue tarde. Estaba desnuda de cintura para abajo y los chicos venían a robarme la pelota.
Se la pase a Paula para evitar que Carlos se acercase a mí y descubriese mi desnudez bajo el agua. Mi novio fue a por ella, que dándose la vuelta puso el culo en pompa para que Carlos no llegase a la pelota.
Tuve que ver cómo mi novio acercaba su paquete, el mismo que segundos antes estaba bien duro y listo para follarme, al culito en tanga de mi amiga. Y yo, sin poder hacer nada por miedo a ser descubierta.
Continuamos así un rato. Paula me pasaba la pelota y yo la devolvía rápido para que Carlos no se acercase a mí. Ella aprovechaba para frotarse con mi novio siempre que podía, sabiéndose impune por mi situación. Jorge fingía que jugaba, pero solo disfrutaba del espectáculo que el mismo había orquestado.
- Bueno ya es hora de salir un rato ¿No? – dijo mi Amo.
Todos coincidieron con él. Menos yo, que no podía salir con el chichi al aire. Paula se encaminó a la orilla con la parte inferior de mi bikini. La muy puta me dejaría allí. Por suerte cuando estuvo casi fuera, volvió a buscarme.
- ¿Pensabas que me había olvidado de ti, Amita?
- La verdad pensé que serías tan zorra de dejarme así. Pero veo que eres una buena perrita.
- Sabes que si, Amita. ¿Quieres que te devuelva esto? – dijo enseñando mis braguitas.
- No juegues conmigo. Dámelo.
- No, no. Yo las he quitado y yo debo arreglarlo.
Cualquier excusa era buena para meterme mano. Lo que menos me importaba era ser acariciada por ella bajo el agua. Con el calentón que tenía, cualquier roce en mis bajos era bienvenido. Me dejé hacer.
Comenzó a acariciarme los glúteos suavemente. Desde detrás de mí, paso su mano entre mis piernas recorriendo con un dedo mis labios vaginales. Yo me derretía en sus manos. Poco a poco fue penetrándome con un dedo desde atrás. Yo miraba a la orilla, viendo a mi Amo y a mi novio sentados en la toalla, mientras mi sumisa me masturbaba entre olas. Estaba en la gloria. Hasta que note como se liberaba la presión del sujetador del bikini. En un segundo estaba la prenda en el agua. Y un segundo después en las manos de Paula.
- No seas zorra. Dámelo. – le dije mientras seguía masturbándome.
- Las zorritas están más guapas calladas. – contestó ella, usando una de mis frases más célebres.
- Te voy a matar Pau. – dije entre jadeos.
- ¿Ves a los chicos? Se van al chiringuito. Jorge va a invitar a tu novio a unas copas. Y me ha dicho que me quede a tu cargo. Si te portas bien y eres una buena zorra, recuperarás tu bañador.
Sacó el dedo con el que me tenía presa y salió corriendo. Intenté perseguirla tapándome los pechos con las manos. Pero pronto llegó donde el agua no me cubría y no pude seguir sin que toda la playa viese que estaba completamente desnuda.
Vi como Paula caminaba por la orilla contoneándose como una sirena con piernas recién estrenadas. Fue directa a los chicos de antes. Vi como me señalaba. Los dos jóvenes se pusieron en pie y se encaminaron hacia el agua. Maldita sumisa rebelde…
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