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Ludo mentis
Escrito por sumisso

Todo cuanto me sucedió me recordó a una antigua película japonesa llamada “ R “ . Para aquellos que no la habéis visto, os resumiré muy brevemente su argumento. Un hombre acude a una especie de burdel buscando una fantasía sadomasoquista. Desea ser sometido por mujeres. La dueña del burdel hace un pacto con el protagonista y le concede su deseo. El protagonista japonés desconoce las consecuencias que pueden traer su pacto, pronto las descubrirá. Es perseguido por mujeres en cualquier momento de su día, puede ser en su trabajo, en un restaurante e incluso delante de su familia. Una mujer se aparece ante él y le castiga duramente, le azota fuertemente y le humilla sin importar el ambiente donde se encuentran o quien halla a su alrededor. El hombre empieza a vivir una pesadilla de la que no puede salir, sucede día tras día los encuentros con dominatrix que le castigan sin parar, él no puede hacer nada para evitar los importunos encuentros que ahora le están arruinando la vida. No hay vuelta atrás en su pacto.

Abrieron una especie de burdel muy extraño en la ciudad donde resido. El cartel indicaba que realizaban todo tipo de fantasía, las hacían completamente reales fueran cuales fuesen. Uno de los días que había terminado mi jornada de trabajo, decidí pasarme, no tenía nada que perder y deseaba con todas mis fuerzas poder hacer realidad una fantasía que siempre me había perseguido. Me detuve frente a la puerta del extraño club y observé su letrero “ Ludo mentís “ . Fantasía en latín significaba. Me adentré a su interior y me llevé una gran decepción. No era un club o burdel como tal. Era una habitación exotérica regentada por una extraña mujer vestida con una túnica oscura.

La extraña mujer exotérica me preguntó sobre mi fantasía que quería hacer realidad. No lo dudé un instante, la relaté de memoria mi fantasía que tantas veces había invadido mis pensamientos. Mi fantasía extraña y masoquista consistía en ser secuestrado, permanecer en cautiverio, encerrado por una mujer cruel que me castigue duramente, me humillase y fuese completamente déspota conmigo. Soy una persona que habla mucho, así que me extendí, la indiqué a la exotérica mujer que deseaba descubrir mi lado masoquista, llevarlo al límite a manos de una mujer despiadada que me castigase y humillase a sus antojos. La extraña mujer me preguntó como deseaba que fuese la mujer de mi fantasía. La contesté que no me importaba, no me fijó en su aspecto físico sino en su interior, una mujer dominante, perversa, cruel, déspota.

Hablar es muy fácil y gratis, así que incluso exageré como deseaba que fuese mi fantasía y la mujer, conté como deseaba ser castigado en secuestro por una mujer sádica, recibir castigos, humillaciones e incluso vejaciones, como si se tratase de una película de terror, pero los instrumentos no fuesen armas, sino utensilios de castigo. Influenciado por películas de terror de los años 80 y 90 relaté como una mujer con guantes en sus manos me castigaría sin piedad.


- ¿Estas completamente seguro que desea realizar esa fantasía?, podría llegar a ser terrible - Me preguntó la extraña señora a la vez que dio su opinión.

- Por supuesto que sí, es lo que anhelo desde hace muchos años – Sentencie afirmando mi respuesta.

- Así se hará realidad - . Invocó la mujer levantando las manos en el aire.

Tras realizar un pequeño ritual la mujer me pidió una desorbitante suma de dinero, era el precio de la fantasía. Dude un instante incrédulo, pero me dejé llevar, era mucho dinero, podría incluso comprarme un automóvil nuevo, pero deseaba realizar aquella fantasía toda mi vida y no quería desaprovechar la oportunidad. Saqué un cheque de mi cartera y se lo di a la misteriosa mujer.


Unos días más tarde recibí una extraña carta por debajo de la puerta. Abrí el sobre donde ponía “ Ludo mentís “ , en su interior solo había una dirección. No había nada más escrito, solo una dirección localizada a las afueras de la ciudad. ¿Cómo sabían dónde vivía ?, eran unos expertos aquellas personas que regentaban aquella empresa de fantasías. Sorprendido e intrigado me dirigí al lugar indicado en la carta. Era una urbanización de lujo, con enormes casas con amplios jardines y terreno dentro de las parcelas. Fui mirando todos los números de las casas, una a una y tras recorrer todas, encontré la que buscaba, era la última. Era completamente diferente a las demás casas, era la más antigua, una casa muy antigua con un amplio jardín descuidado y lleno de malas hierbas.

Me acerqué a la puerta de la entrada, una enorme verja de metal custodiaba el paso. Había un letrero en la puerta “ Ludo mentis “ . La verja metálica estaba entreabierta y me adentré a su interior. Recorrí un amplio jardín repleto de mala hierba y llegue a la puerta principal de la vivienda. La puerta estaba cerrada y no había forma de llamar. Rodeé la casa en busca de alguien o de algo. En la parte trasera de la casa había unas escaleras de mármol que se adentraban por debajo de la casa hacia una planta subterránea. Descendí las escaleras y me encontré con una enorme puerta de madera. Empujé y se abrió, me adentré completamente intrigado de lo que podría encontrar en su interior.

Quedé decepcionado, no había nada interesante en su interior, solo un lúgubre sótano, paredes descorchadas, suelo de cemento y un par de muebles en un extremo compuesto por un arcón de madera y un armario viejo. Recorrí la mirada hacía el amplio sótano y me percaté de una gruesa cadena de metal medio oxidada que colgaba de una viga en el centro de la habitación. Mi curiosidad me adentro hacia el sótano, deseaba contemplar que había en el interior del arcón y del armario. Estaba a punto de abrir el arcón cuando escuché pasos a mi espalda.

Una enorme mujer apareció en la entrada del sótano. Una mujer de edad madura, entre 55 – 60 años de edad. Aspecto físico grande y voluptuoso, nunca he sido bueno calculando la edad ni el peso, pero aquella mujer pesaba 120 kilos seguro. Su estatura y voluptuosidad la daban un aspecto grande. Me fijé en su cabello completamente negro hasta los hombros, su cara regordeta y una mirada fulminante. Rostro muy serio, sin ápice de sonrisa o simpatía. Pequeñas arrugas en su rostro y en la frente delataban su edad. Los organizadore de la empresa habían acertado por completo, aquella mujer provocaba miedo, era como salida de una película de terror, solo quedaba felicitar a los organizadores de mi fantasía.

La señora entro al interior del sótano, cerró la pesada puerta de madera y sacó un manojo de llaves cerrando la puerta desde el interior. Quedamos encerrados dentro del sótano la señora y yo. Se guardó las llaves en uno de su bolsillo de un vestido negro que llevaba hasta las rodillas. Me fijé en su vestimenta, un vestido negro corto hasta las rodillas, sin mangas que dejaba al descubierto sus grandes y carnosos brazos. Tan solo uno de sus brazos era más grande que mis muslos. Me doblaba en tamaño, era muy grande y voluptuosa. Debajo de su vestido portaba unas medias negras que terminaban en unas grandes botas marrones con pequeño tacón.

Comencé a presentarme ante la señora. Comencé a hablar y hablar sin parar debido a mi nerviosismo. La señora hizo caso omiso de mis palabras como si no existiese y de su otro bolsillo del vestido saco unos grandes guantes de goma gruesa. Eran unos guantes bicolores verdes y amarillos de los que se usan para fregar. Comenzó a enfundarse los guantes, primero en una mano, escuché el chirrido de la goma encajando en sus dedos y brazos carnosos. Los guantes eran más pequeños que su voluminoso brazo, encajaban con mucha dificultad y producían un chirrido a cada tirón al intentar enfundárselos. Terminó de ajustarse un guante y comenzó a introducir su mano en el otro guante. Me percaté que los guantes la quedaban muy pequeños, oprimían su mano y brazo, daba la sensación de que podían reventar en cualquier momento, pero estaba equivocado, ella deseaba llevarlos ajustados para tener facilidad de movimiento en sus manos.

Se acerco lentamente hacia mí, no sabía si debía huir para seguir la corriente del juego de la fantasía o estarme quieto, daba igual mi reacción, la importante fue la suya. Se acercó hasta a mí y me soltó una tremenda bofetada que casi me tira al suelo. La goma de su guante choco fuertemente contra mi cara, me dejó la palma de su guante marcada en mis rostro de la fuerza que utilizó. PLAAAAAFFFFF resonó su guante al chocar en mi cara en toda la habitación. La señora se colocó tras de mi sin apenas darme tiempo de reponerme y noté como introdujo su mano enguantada por detrás de mi pantalón. Metió su mano deslizándola a través de mi culo, noté la goma fría de su guante y pronto agarró mis testículos desde atrás, escuché un pequeño crujido de la goma de su guante atenazándolos y retorciéndolos sin compasión. Criiiiccccck

- AAAAAhhhhhhh-…. AAAHHhhhhhhh – Me quejé del fuerte dolor mientras su mano agarraba y estrujaba mis testículos muy duramente. Su otra mano sujetó mi pelo y tiró bruscamentel dejando mi cara inclinada hacia atrás. Continuaba quejándome del dolor de mis huevos estrujados mientras me obligó a andar despacio hasta colocarme debajo de la cadena gruesa de metal que pendía del techo.

- Desnúdate o te rompo los huevos – Me ordenó mientras apretaba un poco más. Si, si, ya voy, intentaba decir lleno de dolor sin apenas poder articular palabra por el dolor de mis testículos. Me quité la camisa a duras penas por el dolor y posteriormente el pantalón, luego mi ropa interior y me quedé completamente desnudo agarrado por los huevos y por el pelo con un dolor terrible.

- Ya está, ya está … - La confirmé deseando que soltará mis testículos a punto de explotar de la presión. La señora misteriosa retorció de nuevo mis testículos aumentando mi dolor y recibí un manotazo de sus guantes en ellos con mucha dureza. El golpe me hizo inclinarme al suelo retorciéndome, apenas podía moverme. Aprovechó mi debilidad y sacó unas esposas metálicas que colocó sobre mis manos a la espalda. Cerró fuertemente las esposas hasta cerciorarse que quedaban muy apretadas a mis manos, tanto que mordían mi piel y me provocaban dolor.

En ese momento era un completo muñeco a su merced, de rodillas con un dolor de huevos muy intenso que me impedía poder moverme, había retorcido y golpeado mis testículos con gran dureza. A su merced, hizo conmigo lo que quiso, me esposo las manos a la espalda y las sujetó a la gruesa cadena que pendía del techo. Abrió el misterioso armario situado a un lado de la habitación y agarró unas tobilleras y varios candados. Mis manos esposadas quedaron ancladas a la espalda sujetas por la gruesa cadena metálica que pendía del techo. Mis pies fueron sujetos con unas tobilleras a la altura de mis tobillos y las cerró con un candado anclado a una argolla que había en el suelo. No me había fijado en las argollas del suelo, pero pronto averigüé su utilidad. Me ató las tobilleras al suelo con candados para que no pudiera escapar de esa situación. En apenas unos minutos estaba inmovilizado, esposado, sujeto a la cadena del techo y mis pies anclados y separados al suelo en unas pequeñas argollas. La posición era incomoda, en cuclillas con la cara pegada al suelo y mi cuerpo levantado por los brazos anclados a la cadena. Estaba completamente inmovilizado. Comencé a asustarme, la fantasía era mucho más real de lo que yo esperaba, aquella mujer era realmente severa.

- Hoy me has alegrado el día. ¿esta es tu fantasía, estúpido?... te aseguro que la voy a disfrutar mucho más que tú. Voy a causarte mucho dolor, más de lo que imaginas - Me recriminó la señora. Era la primera vez que articulaba una frase completa. Su voz era muy seria y dura, no daba lugar a replicas.

- Esto yo…. Bueno… eh… ya sabe, que se exageran las fantasías cuando se narran – La contesté para que no fuera tan severa, estaba realmente asustado ante la potencia de su secuestro.

- Hablas demasiado, ¡¡habrá que ponerle remedio¡¡, voy a cerrar tu apestosa boca de cerdo - Me recriminó mientras se dirigía hacia el armario y agarraba un rollo de cinta de embalar gris y una tira gruesa de goma. Quedé desconcertado, no sabía que pretendía, pero pronto averigüé sus intenciones. Se colocó tras de mí, se bajó sus bragas por debajo de su vestido y las deslizó por sus piernas con medias de liga, sacándolas por sus grandes botas marrones. Se sentó sobre mi espalda dejando caer su peso y acercó sus bragas por detrás hasta mi boca. Olfateé un fuerte hedor, unas grandes bragas negras, completamente sucias, olían a orines y excrementos.

- Abre la boca cerdo – Me ordeno la señora.

Me negué, no deseaba ser amordazado y mucho menos con sus grandes bragas completamente sucias y mal olientes. Noté la goma de su guante atenazando mi nariz ante mi negativa de abrir la boca. Apretó pellizcando con dureza mis fosas nasales, pasados unos segundos no tuve más remedio que abrir la boca para respirar, aunque no me dio tiempo a exhalar aire, me encontré sus bragas negras dentro de mi boca. Sus dos dedos enguantados las empujaron dentro de mi boca, eran tan grandes que no entraban, pero continuó forzando con sus dedos para que entraran en el interior de mi boca. Deseaba indicarla que se detuviese, me estaba asfixiando, pero no podía con las bragas dentro de mi boca, ella continuó forzando más y más las bragas para que entraran por completo. Realizó un último esfuerzo con sus dedos enguantados y las empujó hasta mi campanilla. Comencé a sentir arcadas, estaban realmente sucias y sabían fatal a orines y excrementos. Era lo que deseaba la señora, humillarme con su mordaza y a la vez silenciarme. Dejó de pellizcar mi nariz y respiré exhausto, llevaba tiempo sin respirar. Inhale aire como un pez que le arrojan al mar tras haber estado fuera del agua durante unos minutos.

Colocó la gruesa goma en mi boca, la que había agarrado junto a la cinta americana Era una goma de unos diez centímetros de ancho y a la vez guasa que la colocó sobre mi cabeza, la deslizó por mi rostro hasta llegar a mi boca, al ser tan elástica atenazaba mi boca impidiendo pudiese escupir mi mordaza. La misión de la goma era presionar mi boca para que no pudiese escupir su mordaza. No conforme, se aseguró con la cinta americana y pegó un extremo en la comisura de mis labios y comenzó a dar vueltas sobre mi boca y cabeza sobre la goma elástica. Una vez dio muchas vueltas con la cinta americana cortó con sus dientes el extremó y se aseguró quedase bien pegada. Estaba completamente amordazado. Intenté gritar, pero la mordaza era terriblemente eficaz a la vez que humillante. Al intentar gritar solo degustaba el hedor de sus bragas y no conseguí emitir sonido alguno, estaban muy al fondo, casi en mi garganta y solo me provocaba arcadas. Era una mordaza terriblemente eficaz. Intentar gritar significaba saborear su suciedad y provocar arcadas. No volví a intentar gritar, era completamente inútil intentarlo. Ahora era como si me hubiese quedado mudo sin habla.


- Quietecito y calladito……. Eres tan estúpido que no pensante en una cosa…. ¿cuánto durará tu secuestro? – Me pregunto sin esperar respuesta, ya que no podía hablar. Me paré a pensar lo estúpido que había sido, llevaba razón, no había descrito cuanto tiempo deseaba que durará mi cautiverio.

- Ahora puedo castigarte como desee, provocarte el dolor que me apetezca y sabes que…. ¡¡ Nadie sabe que estas aquí ¡No podrás escapar y nadie te escuchará! ¿cuánto tiempo puedo tenerte así ?, es una buena pregunta, puede ser días, semanas, meses o quizás no salgas de aquí…. Todo dependerá cuanto me divierta contigo. Voy a hacer realidad tu fantasía, aunque quizás se convierta en una pesadilla que no puedas despertar. – Me recriminó con un tono duro sin lugar a bromas.

Me había equivocado por completo en mi fantasía, estaba completamente asustado. Deseaba suplicar piedad y anular la fantasía, pero ya era tarde. La señora se dirigió hacia el armario y realizó varios preparativos. Se dirigió de nuevo hacia el lugar donde me encontraba esposado y encadenado, agarrando unas pinzas de metal grandes que había obtenido de su armario de madera.

- ¿Ves estas pinzas ?, las fabriqué yo misma. Las bauticé “las destroza pezones “. Son muy dolorosas, aprietan los pezones fuertemente, tanto que los esclavos gritan cuando las llevaban un rato puestas presionando. En tu caso…. no podrás gritar amordazado, las vas a llevar puestas varias horas… hasta que llores y como es tu fantasía deseada a mí me dará igual, lloraras de dolor, pero no te las quitaré, llora cuanto quieras que las vas a llevar puestas varias horas, el dolor será insoportable, pero las aguantaras. - Me recriminó llena de ira hacia mí. Era verdad, era lo que había deseado, ahora debía atenerme a las consecuencias.


Colocó las pinzas metálicas en mis pezones, primero una recibiendo un fuerte dolor. Acto seguido la otra pinza sujeta con una fina condena a su gemela. Intenté grita por el dolor, pero solo tragué más y más fluidos sucios y rancios de su mordaza. No se escuchó una sola palabra. No tuve más remedio que aguantar mi dolor que aumentaba a cada minuto. Dos cocodrilos mordían mis pezones, el muelle de las pinzas era muy apretado, estaban diseñadas para causar dolor intenso.

Mi castigo no había terminado, solo empezado. La señora agarró algo de su armario de madera y regresó con él entre sus manos enguantadas. Era una presa de madera. En un principio no lo sabía, pero pronto averigüé que servía para colocar los testículos entre dos tablillas y al girar una manivela se iban cerrando hasta oprimir los testículos con dureza. La señora la colocó sobre mis huevos y comenzó a cerrarla. Mis huevos comenzaron a sentir una presión grande, pronto fue un dolor intenso ya que continuó cerrándola hasta que mis testículos quedaron atenazados de una forma muy dura. Una vuelta más y me quedaba eunuco sin testículos. La señora se detuvo y me dejó con una presión muy fuerte en mis testículos, el dolor era muy intenso.

Mi castigo aumentaba cada vez más, tenía los pezones muy doloridos y los testículos atenazados con una fuerte presión. Deseaba suplicar, gritar, pero nada era posible con una mordaza tan eficaz. La voluptuosa señora agarró un pene de goma entre sus manos enguantadas. Se acercó a mi entre sus manos y lo mostró ante mis ojos.

- ¿Es demasiado grande ?, No te preocupes que entrará en tu culo, voy a asegurarme de ello. - Empezó a colocar un preservativo sobre el enorme pene de goma y lo lubricó con un gel líquido. Se situó detrás de mi dónde me encontraba encadenado y noté el gel frio en mi culo proveniente del enorme consolador en forma de pene. Introdujo la punta dentro de mi culo y comenzó a presionar, levemente, pero sin pausa. Poco a poco iba introduciendo el pene de goma dentro de mi ano, el dolor se intensificaba, hasta que el dolor aumento considerablemente. Comencé a retorcerme y defenderme del pene de goma, pero aquello solo agravó la situación y su ira.

- Bien, por las malas será mucho peor. ¡¡ Tú lo has querido ¡¡ , voy a introducir el pene en tu culo sin remordimientos - La señora comenzó a utilizar su fuerza y el pene fue entrando poco a poco en mi ano, apretó más y más sin detenerse. El dolor era terrible pero esta vez no se detuvo, apretó más hasta que de un último empujó entro por completo dentro de mi culo. El dolor había sido muy intenso, nunca me había introducido un consolador tan grande y con tanta dureza. Quede exhausto de sufrimiento y no había terminado, ya que me apretaba mucho en mi interior, era realmente incomodo.

- Acostúmbrate a el pene de goma, no te lo voy a sacar, te va a acompañar en tu secuestro durante mucho tiempo. Las putas como tu llevan un pene grande en su interior. ¿Te duele? a mi me da igual, lo vas a llevar dentro mucho tiempo – Sentención sin lugar a replicas ni quejas.

Mi situación se había vuelto muy complicada. Inmovilizado, amordazado y humillado, sentía dolor por todas las partes de mi cuerpo. Mis pezones eran mordidos por sus pinzas como la mandíbula de un cocodrilo. Mis huevos estrujados dentro del cepo me causaban un dolor muy intenso y ahora el pene de goma me violaba por dentro sin descanso. No había más formas de castigarme posibles, al menos eso pensaba, pero estaba equivocado.

La voluptuosa señora agarró un látigo corto de piel de su estantería de madera y regresó de nuevo hacia mi portándolo en su mano enguantada. Comenzó a blandir su látigo en el aire produciendo un fuerte silbido.

- Azotar a esclavos estúpidos es algo que adoro, podría estar horas haciéndolo. ¿Deseabas en tu fantasía ser castigado y azotado, verdad? Te voy a enseñar lo que es un verdadero castigo. El dolor será insufrible, mi látigo te producirá mucho dolor, desearas que me detenga, pero no lo haré. Llora en silencio cuanto quieras, esto va a ser muy largo te lo prometo …. Demasiado largo – Me recriminó dejándome completamente asustado.

Se situó tras de mí a varios pasos y escuché un nuevo silbido en el aire , su látigo impacto contra mi culo con dureza. Sentí un fuerte dolor, un látigo fino que quemaba como el demonio. Un ardor que marcaba la zona azotada con dureza. Levantó de nuevo su pesado brazo y volvió a descargar el látigo con dureza contra la piel de mi culo rasgándolo. Mantuvo el ritmo azotándome una y otra vez contra mi culo, no se detuvo hasta dejarlo bien marcado, el dolor era insoportable, me lo había advertido, su látigo quemaba a cada azote más y más.

ZAAAAAASSSSSS
ZAAAAAASSSSSS
ZAAAAAASSSSSS

Pronto se me escaparon las primeras lágrimas. El dolor era muy fuerte y cada azote aumentaba, ya que mi piel estaba cada vez más magullada. La señora se detuvo, creí que se había apiadado de mí, pero no estaba en lo cierto. Era mi fantasía anhelada, yo lo había deseado, ¿porque me quejaba ahora? Deseaba una señora cruel y déspota y ella lo cumplía con creces.

- Ohhhh, ya estas lloriqueando…. - Me reprendió acariciando mi rostro con su guante de goma suavemente con tono de burla y sarcasmo.

- ¡¡Esto no ha hecho nada más que empezar ¡¡, vas a recibir una azotaina dura e interminable, ya te he dicho que puedo estar azotando horas a mis esclavos y tú has sido tan estúpido desenado tu fantasía que atadito y calladito no podrás molestarme, te azotaré hasta que me duela el brazo de hacerlo. ¿cuánto podrás aguantar tú ?. Lo comprobaremos, aumentaré la fuerza de los latigazos. - . Me dijo con un tono perverso y sonriendo y comenzó de nuevo a azotarme más y más.

ZAAAAAASSSSSSSSS



La sensación que sentí fue impotencia, estaba siendo azotado duramente y no podía hacer nada para remediarlo, no podía moverme un milímetro debido a sus cadenas y esposas. Deseaba suplicar o quizás tan solo quejarme, pero tampoco podía hacerlo y mucho menos gritar. Mi boca saboreaba un sabor completamente sucio de sus bragas sucias y al tenerlas metidas tan adentro de mi boca al intentar hablar solo saborea el sucio sabor más profundamente. La señora era terriblemente sádica y sabía a la perfección lo que hacía, sabía inmovilizar y amordazar a un esclavo sin compasión. La situación me producía impotencia, lloraba de dolor, pero a ella no la importaba, más bien la motivaba, disfrutaba azotándome completamente inerte y silenciado. El dolor era muy intenso en mi cuerpo, añadido al dolor que ya sufría en pezones y testículos.


Mi culo quedó completamente marcado, dolorido, y no voy a decir rojo porque quedó morado. La señora continuó azotando mis muslos por la parte trasera, alargó mi azotina azotando primero la piel de un muslo y después la otra. El dolor era terrible y ella no se retenía. Una vez quedó bien marcada la piel de mi culo y de mis muslos, guardó el látigo en su armario. Creía todo mi sufrimiento había terminado, pero todavía no conocía bien a la vieja señora. En su armario sacó una pequeña botella, parecía alcohol, volcó la botella sobre sus guantes para impregnarlos, con aquel líquido y se dirigió hacia mí con sus guantes chorreando del líquido. Me sujetó por el cabello tirando con mucha fuerza manteniendo mi cabeza en el aire descargó su otra mano enguantada en mi culo. El dolor fue insufrible. Sus guantes estaban chorreando de alcohol etílico, al impactar su guante contra mi culo magullado me produjo un dolor muy intenso, mis magulladuras reaccionaron ante el alcohol y escocía terriblemente. La señora comenzó a reírse y levantar su mano para azotarme una y otra vez. Su mano enguantada no me hubiese producido dolor, pero mi piel magullada al contacto con el alcohol comenzó a escocerme como si me quemaran.

- ¿Te duele?... que lastima…. Vete acostumbrándote es lo que te espera a partir de hoy Cuando me plazca te romperé el culo a latigazos o correazos y luego mis guantes harán el resto – Me dijo burlándose de mi nuevamente con un tono de sarcasmo .

Fui torturado por la vieja señora sin compasión, mis lágrimas no la importaron. Me azotó una y otra vez con su mano enguantada mientras me sujetaba por el pelo. Desconozco el tiempo que había pasado, pero llevaba horas siendo castigado de diferentes formas; pinzas, pene de goma, el cepo de madera que cada vez oprimía más mis testículos, su larga y cruel azotaina a correazos y ahora sus palmadas enguantadas. Lloraba como un niño pequeño y ella se burlaba de mí. La señora decidió darme un descanso, pero sus descansos no son como yo esperaba.


- Necesito tomar un descanso…. Estoy agotada…. No te preocupes cuando regrese continuaremos. No te preocupes, voy a dejar que sigas disfrutando de tu fantasía… tres horas con las pinzas, el pene y el cepo te mantendrán entretenido…. El dolor va a ser muy intenso, llora cuanto quieras que no regresaré hasta dentro de tres horas. – La señora miró su reloj tomando la hora y sonrió Tiró del extremo de sus guantes de goma bicolores, verdes y amarillos y se los quitó de un empujón. Se los guardó en su bolsillo y se dirigió hacia la puerta de salida.

¿Pretendía dejarme así tres horas más? . Si. Era completamente cruel y se marchó de la habitación dejándome allí encerrado, inmovilizado, amordazado y completamente dolorido.

Perdí la noción del tiempo, encerrado en aquel lúgubre sótano, el tiempo se detenía y más aún cuando te duele todas las partes de tu cuerpo. El tiempo era muy lento, no pasaban los minutos ni las horas, el dolor cada vez era más intenso, pero no podía hacer nada, solo esperar que transcurrieran las tres horas y mi dueña regresara de nuevo. Intenté liberarme, pero era estúpido intentarlo, las cadenas no cedían, intenté gritar, pero era absurdo, solo degustaba más y más sabor a bragas sucias. Debía aceptar mi situación y dolor, esperar pacientemente

Parecía que habían pasado muchas horas cuando la puerta se abrió, pero solo habían transcurrido las tres horas prometidas. Mi captora regresó, me encontró tal cual me había dejado, pero completamente dolorido. La señora cerró de nuevo la puerta con llave y se acercó hasta mí, sacó de nuevo sus guantes de goma y comenzó a enfundárselos en sus manos. Escuché el chirrido de la goma intentado entrar en sus voluminosos brazos y manos. Aquel gesto me ponía completamente nervioso. Terminó de ajustarse los guantes a sus manos y pegó una palmada entre sus manos produciendo un chasquido en la habitación para llamar mi atención.

- Bien, continuaré con tu castigo. Llevas horas aquí encerrado… Debes tener hambre y sed, lo solucionaré enseguida -. Agarró un cubo de metal de un extremo del sótano y lo colocó frente a mí. Se dirigió hacia el armario y regresó con un abrebocas metálico y un embudo. Desconocía que pretendía, pero pronto empecé a averiguarlo.

Se colocó en cuclillas sobre el culo metálico apoyado en el suelo. Levanté la mirada y sin ningún tipo de pudor, la señora comenzó a defecar y orinar sobre el cubo. Quedé completamente asustado mientras la observaba hacerlo. La señora sonrió en cuclillas sobre el cubo con sus manos enguantada apoyadas sobre sus rodillas mirándome fijamente mientras me encontraba inmóvil frente a ella.

- Ahora vas a comer y beber todo …. En tu fantasía dijiste vejaciones, pues las vas a tener…. Te colocaré el abrebocas y tú decides si tragar o ir acumulando mi comida. No te preocupes yo te ayudaré con mis guantes a digerir todo, lo empujaré hasta el fondo de la garganta y tragaras …. . . La señora me dejó completamente aterrorizado. Terminó de defecar y orinar sobre el cubo, se levantó y agarró el abre bocas.

- Puedes hacerlo de una forma sencilla, tragas… o de la forma difícil, me haces enojar y te lo hago tragar. No tenemos prisa, podemos estar toda la noche si es necesario, pero te prometo que no vas a dejar una sola migaja …. Bienvenido a Ludo mantis – Sentenció la señora mientras volvió a ajustarse sus guantes a sus manos tirando del extremo de la goma.

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Ludo mentis es un relato escrito por sumisso publicado el 01-09-2022 22:09:02 y bajo licencia de Creative Commons.

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