Tiempo estimado de lectura de 4 a 5 minutos

Una noche de placer contigo (3)
Escrito por Pandora

Nuestro momento anterior había sido intenso, estabas recostado plácidamente sobre mi cuerpo, podía escuchar tu respiración tranquila y pausada en mi oído, transmitiéndome una paz y una tranquilidad como pocas veces había conocido. En ese momento supe que habíamos forjado un lazo entre los dos inquebrantable.

Moví mi pequeño cuerpo para acabar de acomodarme en aquel colchón tan mullidito que tanto te gustaba, pero al sentir mi movimiento, tu acto reflejo fue abrazarme y sostenerme con más fuerza, provocando en mí una gran sonrisa, pues a cada instante me demostrabas que era tuya, que sólo te pertenecía a ti, y que no me compartirías con nadie, me querías sólo para ti.

Abriste tus ojitos marrones, penetrando en los míos con aquella mirada tan profunda que tenías, dejándome ver tu alma desnuda ante mí, mientras tu veías la mía completamente para ti. Levantaste tu mano para acariciar mi mejilla, dejando yo mi cabeza recostada sobre ella, sintiendo tu piel, tu calor, tu pulso…

Entonces la mirada que tanta tranquilidad me había transmitido ahora me transmitía algo totalmente diferente, ya no era lo mismo, ahora podía ver en ella una lujuria creciente, una pasión arrolladora, un fuego que quemaría hasta el último centímetro de mi piel. Nos quitaste las mantas que tapaban nuestros cuerpos, dejando la descubierto nuestra piel desnuda y blanca, tapada por algunos mechones de mi largo cabello.

Te colocaste encima de mí, dejando que sintiera tu dura erección sobre mi sexo, acariciándolo una y otra vez, pero los dos sabíamos que eso no sería suficiente para apagar la pasión que había vuelto a florecer entre nosotros. Cogiste mis muñecas, las levantaste por encima de mi cabeza, y las uniste al cabecero con unas hermosas muñequeras de piel negra, esas que tanto te encantan.

Bajaste tus manos acariciando mis brazos, hasta llegar a detenerte sobre mis turgentes pechos. Los mirabas con completa admiración, sabías que eran tuyos, que esos pequeños pezones marrones duros que se elevaban hacia ti, sólo los podías disfrutar tú provocando que te volvieras loco de placer. Les pasaste suavemente la lengua haciendo distintos movimientos con ella, provocando que de mi boca salieran leves gemidos de placer, a la vez que comenzaba a rozar mis muslos entre sí, por la excitación que iba creciendo en mi coño.

La lengua ahora te era poco, por lo que decidiste morderlos varias veces, dando tanto dolor como placer, la combinación justa para mí. Metiste tus piernas entre las mías, colándote en mi sexo, liberando tu polla de la ropa interior, y volviéndola a rozar contra mi, querías volverme completamente loca de placer.

Sabías que era tuya, que aunque me moviera no podría escapar de tus garras, y eso te hacía sentir aún más poderoso, dejando fluir completamente al dominante que llevas dentro. De la mesilla al lado de la cama, sacaste del cajón unas pinzas, que con mucha destreza colocaste sobre mis pezones.

Necesitabas calmar tus ansias de placer sin que el momento acabara rápido, querías dilatarlo más, tenerme así a tu merced un poco más, por lo que cogiendo de ese mismo cajón un dildo, y tras juguetear con él para mojarlo con mis fluidos, lo metiste en mi coño de un sólo empujón, provocando un gran grito de placer, y una gran sonrisa de satisfacción en tu rostro.

Cambiaste tu posición, ahora te encontrabas al lado de mi cabeza, dispuesto a calmar esas ansias que tenías, así que abriendo mi boca, introdujiste lentamente tu polla en ella. En el fondo sabía que ese ritmo no era suficiente para ti, por lo que succioné con fuerza, y eso fue tu señal para saber que ya estaba lista.

Entonces aumentaste el ritmo en mi boca, podía sentir cómo me la follabas una y otra vez, mientras que yo succionaba intensamente. No sabría decir cuánto tiempo estuvimos así, pero yo era feliz por poder cumplir tus deseos. Sacaste tu polla de mi boca, volviste a colocarte entre mis piernas, donde viste lo mojada que estaba, y sonreías.

Pusiste tu boca sobre mi sexo, sentí tu aliento y mi cuerpo se dejó llevar hasta el mismo cielo, pero ahí no te detuviste, sino que utilizaste tu lengua para alargar aquel gran orgasmo que tú mismo me habías producido con tu simple aliento. Tras mi orgasmo no te detuviste, seguiste con tu boca sobre mi sexo, haciendo que el placer continuara corriendo por mis venas, no me dabas tregua, aunque sabías que era lo que necesitaba.

Agarraste mi cadera sujetándola con firmeza, a la vez que retorcías mi clítoris con tu lengua y lo mordías con tus dientes. Bajabas y subías por todo mi sexo con tu lengua, la introducías por todo lo que podías a tu paso, provocando que me retorciera encima de la cama, mientras sujetabas con fuerza mis caderas.

Ya no aguantabas más, no podías seguir esperando más tiempo a sentir tu sexo completamente enterrado en mi interior, la necesidad iba a acabar con la poca cordura que quedaba dentro de ti. Te levantaste de mi sexo, y colocándote en posición, introdujiste tu sexo hasta el fondo del mío, sin hacer paradas, suavemente pero sin dejar de moverte ni un segundo.

Por fin estábamos completamente unidos, ahora nos sentíamos en paz, todo ese fuego que ardía desbocado en nuestro interior se había calmado, o eso pensamos pues se reavivó con mas fuerza. Nuestras caderas empezaron a moverse, ya se conocían perfectamente, sabían cómo se movía la otra, por lo que rápidamente el ambiente cambió. Éramos como dos caballos desbocados, ansiosos por llegar al clímax, por dejarnos llevar por nuestras pasiones más bajas.
Sólo se oían el sonido de nuestras caderas chocando entre ellas, y el de nuestras respiraciones descontroladas mezcladas con nuestros gemidos de placer. Poco quedaba para llegar, estábamos rozando con la punta de los dedos el placer supremo, el edén.

- Córrete mi perrita.

Por fin llegó, ese sonido que anunciaba que los dos alcanzábamos el orgasmo, que los dos éramos transportados al mismo cielo, dejando que las fuerzas nos abandonaran, y reposando uno encima del otro, pero sin dejar que nuestra unión se soltara, pues ese lazo que habíamos creado, no podía romperse.


Licencia de Creative Commons

Una noche de placer contigo (3) es un relato escrito por Pandora publicado el 15-03-2021 02:35:38 y bajo licencia de Creative Commons.

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Comentarios  
Lord Hell
+2 #1 Lord Hell 19-05-2021 05:42
Una deliciosa forma de escribir. En el BDSM tambien hay sitio para la ternura
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