Sí, Amo (2)
Escrito por Angelika Jones
Angélica se derretía, hacía años que no gozaba de unos orgasmos tan intensos. Había perdido la cuenta. Cuando notó que en el interior de su coño había una explosión de semen......
—laica. ¿Sabes cómo bajar o pido ayuda?
Ella negó con la cabeza, mientras sucedía esto no paraba de tocarle el clítoris, unas veces con suavidad, otras haciéndole daño. Él cogió el teléfono y llamó.
—Hola, cornudo. Laica tiene un problema y te necesita... Adiós —dijo antes de colgar el teléfono—. Le ordené que contigo fuera frío, que cada vez obtuvieras menos placer. Quería saber si merecía una perra de tu nivel ¿Cuánto tiempo hace que no tienes sexo anal? ¿Qué has pensado al verlo con la joya en el culo?
A Angéla le habían puesto los cuernos. No era ella la infiel y no le molestaba.
—Que si la habías puesto de golpe y había llorado. ¡Ahhhh!
—Por lo que veo no te ha hecho pena.
—Ahora menos, el cornudo me ha entregado, se dejó seducir.
Oyeron la puerta, pasos y lo vieron entrar en el comedor.
—cornudo fuera los pantalones, te presento a laica, mi perrita. Delante mío quiero ver tu ojete, ¿enjoyado aún?
—Sí, Amo.
Cuando se acercó a Amo se lo sacó de golpe y le puso el plug en la boca.
—Estás preciosa —le dijo con desprecio—. Ahora le das una mano a laica y con la otra la sujetas de la cintura. —Él puso las manos en la cintura de Angélica—. Zorrita, ahora te levantaré.
Angélica estaba nerviosa, tenía que seguir las instrucciones para no hacerle daño a Amo. Cuando se puso de pie una gran cantidad de semen cayó del coño. Se giró para ver a Amo y se percató que tenía la polla sucia. Se la introdujo de golpe en la boca y noto como iba creciendo.
—cornudo, le has hecho pasar demasiada hambre. Sácate lo que tienes en la boca y limpia el suelo.
Juan siguió las órdenes y Angélica se sentía alegre de ver cómo lo menospreciaba. Ella notaba como volvía a lubricarse. Se encontraba valorada por ese hombre.
—Como es tu primer día, delante del cornudo, laica, te dejo elegir. ¿Quieres que le parta el culo al cornudo y termine descargando en tu recto, el cornudo mirará? O ¿prefieres que te penetre mientras el cornudo mira? Para de limpiar y responde con sinceridad.
Angélica odiaba a su pareja, pero no quería que Juan sufriera.
—La b —respondió con nerviosismo—. Preferiría que no me vea disfrutar.
—Has escuchado, cornudo. Tu pareja tiene más principios que tú. Laica, te recuerdo que él te entregó.
—Ha hecho que me regale orgasmos. Me ha entregado a una polla mayor y a usted que la sabe usar, no como él. Ahora digo: soy suya Amo.
Amo se quedó mirando a Angelica, esa mujer tenía principios y ya era suya, se le había entregado. Una idea le pasó por la cabeza.
—¿laica te han dado bien por el culo? —Ella negó con la cabeza y Amo rio—. cornudo he cambiado de idea. Mirarás y escucharás los orgasmos que tendrá ella.
Le regaló una mirada con sonrisa a Angélica y esta se colocó de pie a su lado. Amo le empezó a acariciar la parte interna de los muslos y ella se estremeció. Notaba como empezaba a lubricar y jadeó. Amo sonrió y le introdujo el dedo corazón y el índice en el coño, las uñas en la pared que compartía con el recto y empezó a acariciarla.
—¿Sabes qué toco el punto G, cornudo?
Angélica no paraba de gemir, los orgasmos se le unían, y Juan siguió se enfado al ver a su novia gritar de placer.
—Voy a gozar con esto, comido.
Amo se acercó a Juan con un plug de un tamaño enorme entre las manos.
—laica, en la mochila hay unas cuerdas. —Mientras ella las buscaba Amo se acercó a Juan—. De rodillas y la boca abierta.
Juan hizo caso a Amo y este le puso una silla delante. Sin delicadeza le ató un brazo a cada para y fue hacia atrás. Le observó el culo y puso la punta del plug en su ano, le dió un empujón y se lo metió de golpe. Juan ahogó un grito y separó más las rodillas.
Amo no le ató las piernas y se dirigió al sofá donde Angélica se había puesto de rodillas.
—Eres una buena zorra —dijo mientras le introducía un dedo en el ano.
Con ese dedo realizó pequeños círculos: reía al oír a Angélica jadear y disfrutaba al ver la cara de Juan. Decidió introducirle un segundo dedo para ampliar el agujero. Ella tubo un fuerte orgasmo cuando los sacó y le puso la polla en el coño.
—Solo es para lubricarla.
Se la sacó y puso la punta de la polla en el recto. La sujetó de las caderas y la hizo entrar hasta la mitad, con otro empujón la entró toda y puso las manos a jugar en los pechos de ella.
—Zorra, ¿quieres que la nueva? —Ella afirmó con la cabeza.
Amo consideró que la cavidad ya se había adaptado y le hacía suaves movimientos, mientras le estiraba los pezones.
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