dama
Ella me enseño sus cadenas, me enseño sus mordazas, sus látigos, sus juguetes, me enseño sus cosas materiales, le dije esas cadenas no valen para nada, cualquiera se las puede poner, cualquiera se las puede quitar, entonces me enseño su mente, me enseño su poesía, sus letras, me enseño su alma, sus anhelos, sus fantasías, sus ansias de vivir y fue en ese momento en el que me hizo su prisionero, me encerró en su onirico mundo, no ese material del que se puede huir, me encerró en ese mundo, solo de ella, exclusivo y ahí me di cuenta que jamás podría escapar, que no quería escapar que seríamos dos perversas almas fundidas en una sola y unidas para la eternidad. letón lieto |