Del mundo swinger al BDSM

Eres, soy, un buenos8

me parece una opción valiente y muy válida la que habéis tomado. Además siendo matrimonio debe ser aún más gratificante y placentero ese camino. En las relaciones sexuales pienso que es bueno avanzar y nunca detenerse. Mi más sincero apoyo. Un besito para los dos.

Me llamo Mariana y nací el 5 de mayo de 1983, y ya llevo 17 años casada con el hombre de mi vida.
Tuvimos nuestra primera experiencia swinger, cuando -durante un viaje a Brasil- conocimos un matrimonio de brasileños que nos "inició" en el intercambio de parejas, y nos gustó tanto que nunca paramos.
La pandemia, nos obligó a terminar con las relaciones personales y por lo tanto nos vimos sometidos a un alejamiento forzado del mundo swinger y todo lo que significa.
Con mi marido necesitábamos nuevas sensaciones para darle una "calentada" a nuestro lecho matrimonial.
Fue así que decidimos incursionar en el mundo del BDSM, de pronto siendo yo y mi marido inexpertos en este mundo no estamos haciendo lo que podría formar parte de lo que a vista de los "ortodoxos" de esta forma de cultura no sea precisamente lo que se practica por parte de los que llevan mucha experiencia, pero lo encontramos hasta en cierto sentido como una forma de "autoconocimiento" o "autodescubrimiento".
Descubrimiento que se da tanto para quien sufre el tormento, ( en este caso yo ) como para quien lo aplica, ya que permite que un hombre tan dulce como mi esposo se muestre de una forma diferente y hasta sorprendente para mí, que despues de tantos años de matrimonio, creía conocer todas sus facetas.
No disponemos de ningun objeto diseñado específicamente para el tormento, usamos cosas caseras, cuerdas de cortina para amarrarme, esposas, collar de "perra" comprado en un PET SHOP, cadenas compradas en la ferretería, y alguna toalla o un cinturón de cuero para azotar, aunque mi favorito sea el spanking con la mano.
Nunca usamos palabras de seguridad ni nada por el estilo, a fin de cuentas somos matrimonio, y entre nosotros hay una superlativa confianza en que nadie se va a exceder.
El límite lo marco yo cuando no soporto el tormento y rompo en sollozos mi esposo sabe que debe parar.
Aunque ya sucedió que estando mi esposo azotándome, rompí a llorar, y automáticamente mi marido se detuvo, a lo que yo le grité ¡ no pares puto !!! y cuando siguiò yo le gritaba, mas duro !!! hazlo mas duro !!!
Lo que me dejó sorprendida cuando descubrí que despues de cierto límite el dolor se vuelve placentero y porque no decirlo -adictivo- y que las lágrimas de la sometida, no necesariamente indican desagrado.
Seguramente a estas alturas muchos foristas que lean mi aporte estarán pensando que yo y mi esposo estamos haciendo todo mal, o que lo que hacemos no es BDSM, y seguramente estarán en lo correcto.
No se si cuando termine la pandemia yo y mi esposo volveremos al mundo SW o buscaremos incursionar en el universo del BDSM al principio como aprendices y espectadores y luego entregarnos de lleno a la práctica.
El tiempo y la pandemia tienen la respuesta.
M.A.R.I.A.N.A.