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Sumisas de granja
Escrito por jorgina

Un día estando en la granja, una de las mujeres que llevaba la granja, me llevó a una habitación y empezó a maquillarme junto a las demás, nos puso un vestido muy sexy, ajustado y abierto tanto por delante, como por detrás, que sólo tenía un gran lazo. Parecía más un delantal que un vestido.
Las tetas fuera del vestido y un collar rosa con nuestro nombre, para cada una.
Llevábamos unos zapatos de tacón alto y unas medias blancas.
Así vestidas nos trasladaron donde estaba un grupo de personas esperando. Los seis hombres y las cuatro mujeres se sentaron sobre una especie de tronos alrededor de una gran bañera blanca. El es-pacio parecía una sala de baile modificada.
Nos reunieron a todas las sumisas y nos pusieron en fila delante de ellos. Nos hicieron agachar a mí y a un adolescente apenas hormonado y abriendo un poco nuestras braguitas por detrás, les dijeron a las otras que se hicieran caca y vomitaran dentro de ellas. Sólo tuvieron que decirlo una vez. En seguida, sendos zurullos y un poco de vomito se arremolinó en nuestros culitos que en seguida se apresuraron a tapar con las bragas que empezaron a teñirse de marrón.
Yo sentía aquella masa gelatinosa caliente y me encantaba notarla pegada a mi culo derramándose hacia mi entrepierna. Sentíamos vergüenza y placer al mismo tiempo. Nos miramos y nos besamos suave y dulcemente mientras nos tocábamos excitadas, por encima de las bragas.
Nos hicieron andar delante de ellos y mientras nos contoneábamos, la salsa iba resbalando por nues-tras medias hasta el suelo.
Las otras tuvieron que lamer todo lo que caía.
La bañera se llenó de mierda, meadas, lapos y vómitos de todos los amos componentes, así como de heces de los animales de la granja, caballos, cerdos, vacas y perros y nos hicieron entrar a todas dentro y acariciarnos entre nosotras, masturbarnos y acabar de defecar allí dentro.
Después nos llevaron al corral con los cerdos y excitados nos encularon a las cinco. Acabamos llenas de leche, caca y pipí. Mis tetas balanceaban llenas de estiércol y de orines y mi culo, igual que el de las demás, fué ensartado con una especie de maquina y unos tubos que fueron introduciéndome toda la materia de la bañera donde habíamos estado antes.
Contentas, nos devolvieron a la cuadra, donde nos esperaban más sorpresas.
A la mañana siguiente teníamos que ser las hembras de los perros y caballos del lugar, mientras los amos y amas se masturbarán excitados al vernos.


Licencia de Creative Commons

Sumisas de granja es un relato escrito por jorgina publicado el 29-05-2023 19:10:33 y bajo licencia de Creative Commons.

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