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Subasta de esclavas
Escrito por Pandora

Estaba cansada de mi vida tal y como la conocía, siempre yendo al trabajo, y del trabajo a casa, aunque alguna vez, me escapaba para salir un rato con algunas amigas. Tenía una en concreto, que no paraba de contarme como de maravillosa era su vida, coches de lujo, viajes a montones, y muchas más cosas con las que no os voy a aburrir, porque me aburren hasta a mí.

Un día por la mañana, me llamó esta amiga de la buena vida, y me pidió quedar a tomar un café, en una pequeña cafetería del centro, no muy lejos de mi casa. La verdad es que iré directa desde el trabajo, hoy tenía un día espantoso en la oficina, casi mejor no haber venido, pero el trabajo es trabajo y hay que hacerlo.

A la hora de marcharme para ir a la cafetería, le dije a mi secretaria que pasaría el resto de la tarde fuera, pero que si pasaba algo urgente, que por favor me avisara por todos los medios posibles. Bajé en el ascensor, y para colmo del día, me encontré allí a mi jefe, al cual sonreí con una pequeña sonrisa falsa antes de entrar al ascensor.

-¿Día duro en la oficina señorita? -Con una sonrisa en la cara-. Porque parece que se va algo antes de lo que acostumbra.
-Sí, ha sido un día bastante largo -miro a las puertas del ascensor, rezando para que se abran de una vez-. Además tengo una cita urgente que no puedo eludir señor.
-¿Con algún caballero? O con alguna amiga -Seguía con esa maldita sonrisa en la cara de quiero comerte-. Bueno, es cosa suya señorita, no me meto.

Justo entonces se abrieron las puertas del ascensor, parecía que todo lo tenía calculado, pero al mirar el reloj, me di cuenta de que tenía que divagar, e ir más deprisa para no llegar tarde a la cita con mi amiga, odiaba cuando ellas llegaban tarde, no iba a ser yo quien lo hiciera.

Por fin llegué a la puerta de la cafetería, que como era de cristal, aproveché para recolocarme un poco el pelo, que con la carrera que me había pegado, todo se me había descolocado de su sitio. Pasé a la cafetería, y vi a mi amiga en una pequeña mesa del fondo, algo retirada de las demás, cosa que no me pareció extraña, a ella le iban bastante los secretismos, le gustaba hacerse la importante. Me senté en la silla, y rápidamente, dejé mis cosas a mi lado.

-Hola, ¿qué tal? ¿Cómo estás? ¿Un día duro en la oficina? -Dijo con una amable sonrisa-.
-Sí, la verdad es que ha sido un día complicado, pero bueno, ya habrá días mejores, que le vamos a hacer -Encogí los hombros levemente-. Y por el resto bien, pero cuéntame tú, ¿estás bien?
-Sí sí, estoy perfectamente, pero es que el otro día cuando quedamos con las chicas, me dio la sensación de que estabas mal, y por eso quería hablar contigo -Puso una cara triste que no le había visto nunca, quizás realmente se preocupase por las demás-. ¿Por qué no subimos a tu casa? Seguro que estaremos más cómodas hablando que aquí -Echó un vistazo a la cafetería-.
-Tú lo que quieres es una copa de mis vinos -Solté una carcajada, cómo hacía tiempo que no lo hacía, y la verdad es que me sentaba bien-. Vamos, que así me quedo más a gusto sin la ropa del trabajo.

Pagamos la cuenta en la cafetería, y para mi sorpresa mi amiga dejó que pagara la cuenta, sin decir absolutamente nada de cuánto dinero tenía gracias a su pareja. La verdad es que no sabía si realmente conocía a aquella mujer que ahora estaba a mi lado. Salimos de la cafetería y nos dirigimos a mi casa, mientras ella mandaba algunos mensajes por el móvil, pero a penas le di importancia.

Abrí la puerta de casa, y la invité a pasar como buena anfitriona. Me quité los zapatos, y mientras ella estaba enfrascada en el móvil, aproveché para ir al dormitorio, cambiarme y volver. Cogí dos copas de vino, y serví uno de los mejores vinos que tenía, que me habían regalado en una de las innumerables cenas de empresa.

Fui al sofá y me senté cerca de ella, ofreciendo la copa de vino, la cual no tardó en coger y dejar el móvil para centrarse sólo en mí. Me ponía nerviosa que fijara esos grandes ojos sobre mi persona, la verdad es que a pesar de ser una persona con mucho carácter, también era muy tímida, lo que a veces solía extrañar bastante a la gente.

-Bueno, ahora hablemos en serio. ¿Qué tal el tema del amor? ¿Algún pretendiente a la vista? -Dijo con una sonrisa un tanto extraña, tenía la sensación de que algo tramaba-.
-Pues la verdad es que no hay nada, hace tiempo que no salgo, y las relaciones no me llegan. Si te soy sincera, hace tiempo que no me corro como dios manda.
-Pues qué te voy a contar yo, la verdad es que estoy muy feliz de como vivo ahora la verdad, tendrías que probarlo algún día.
-Claro -Solté una pequeña risilla nerviosa-.
-A mí hoy me parece un día perfecto, total, si luego te lo piensas demasiado, al final no lo harás nunca -frunce un poco el ceño-.
-Estás loca…

Justo sonó el timbre de la puerta, y le eché una mirada feroz, mientras la de ella era como de una niña a punto de recibir un caramelo. Me levanté pesadamente del sofá, hoy realmente estoy cansada, fui hasta la puerta y abrí. Para mi sorpresa había un hombre alto, y fuerte, que no dudó en pasar, al oír la voz de mi amiga gritar que estaba ahí.

Fui detrás de aquel hombre, mi amiga tendría muchas cosas que explicar, y vi como ella sin titubear, se ponía de rodillas delante de él, ¿qué era esto? ¿Por qué mi amiga estaba ahí de rodillas como si nada? Parecía un perro, no voy a engañaros.

El hombre se dirigió a mí, y me plantó un beso en los morros, como si nos conociéramos de toda la vida, así que como acto reflejo, le solté un guantazo en toda la cara. Él se apartó inmediatamente, y temiendo que me la devolviera, me parte ligeramente, pero él sin embargo, se limitó a sonreír.

-Una mujer con carácter, será más gratificante de domar -Se dirigió a mi amiga y le acarició la cabeza-. Lo has hecho muy bien, realmente bien -Ella sonrió-.
-Perdona ¿qué pasa aquí? Quiero que se vaya de mi casa, por favor, sino llamaré a la policía -Me planté delante de él, como retándole-.
-¿No te ha dicho nada? Soy su Amo, y he venido para ayudarte a ti, a descubrir este mundo, y ver si tienes lo necesario para entrar en él.

¿Me estaba retando? ¿Quién se creía ese hombre como para retarme? ¿Creía que no era lo suficientemente buena como para entrar donde decía? Pues ahora se iba a enterar, porque nadie me reta y se va tan tranquilamente.

-Perdona, pero puedo entrar en cualquier lugar, y voy a demostrártelo -Veía como sonreía, ¿quizás me retó a posta para que accediera a su juego?-.
-Muy bien, pues si estás dispuesta a hacer lo que sea para demostrarlo, quiero que te desnudes delante de mí, y de forma sexy -Sonreía malévolamente, así que confirmé que me había retirado aposta-.

Lentamente me fui desnudando, haciendo un pequeño baile sensual con la ropa y mi cuerpo, haciéndole ver, que había topado con la horma de su zapato. Al acabar de desnudarme, me estuve mirando por largo tiempo todo mi cuerpo, incluso dio un par de vueltas a mi alrededor, como si quisiera comprobar algo.

-Interesante, completamente depilada, buenos pechos, bonitas curvas. Pues la verdad es que en el aspecto físico no estás nada mal, cumplirás las expectativas de muchos.
-¿Ve cómo podía hacerlo? Esto es ridículo. 

Alargué mi brazo para coger mi ropa y volver a vestirme, pero viendo mis intenciones anticipadamente, cogió primero mi montaña de ropa, y se la dejó a mi amiga, la cual la puso debajo de su cuerpo, para que me fuera imposible recuperarla por el momento.

-No perrita, esto no ha hecho más que empezar -se giró y miró a mi amiga-, te quedarás aquí esperándome para luego irnos a casa. No te preocupes, no creo que tarde demasiado perra.
-Sí Amo.

¿Le acababa de llamar Amo? ¿Pero dónde me estaba metiendo? Al final mi orgullo sería mi perdición para siempre. Dejé que me pusiera una especie de collar en el cuello, el cual llevaba una cadena enganchada, cogió el enorme bolso de mi amiga, y tiró de mí hasta la habitación. Parecía que se conocía la casa bastante bien, pero supongo que mi amiga, la cual no sé si seguir considerándola así, se lo habría contado.

Una vez en la llegamos a la habitación, me tumbó en la cama, y del bolso de mi amiga, sacó una especie de muñequeras que me puso en las muñecas y los tobillos. Mi muñeca derecha la enganchó a mi tobillo izquierdo, y lo mismo hizo con mis extremidades de la parte izquierda.

-Bien, como es tu primera vez, no seré demasiado rudo contigo, pero hay cosas básicas que has de cumplir. La primera es referirte a mí como tu Amo, la segunda, has de pedirme permiso para correrte, y la tercera, tu palabra de seguridad es verde, la cual si la dices, cortaremos todo esto, pero dejarías de valer para esto -soltó una pequeña risilla-.
-Lo he entendido, sí.
-¿Sí que?
-Si Amo -sabía donde tocarme, cuál era mi punto débil, y que colé accedería cualquier cosa-.
-Bien perra, ahora vamos a ser un poco traviesos -se reía a carcajada limpia-.

Volvió a coger el bolso, y ahora sacó una fusta que me parecía como la que se usa en los caballos. Con una sonrisa en la cara, empezó a golpear mis pezones suavemente, podía sentir un leve dolor, pero en realidad era muy placentero. Pequeños gemidos de placer, empezaron a escaparse de entre mis labios, provocando en mi Amo, una sonrisa aún mayor de la que ya tenía.

Cuando paró, empezó a darlos sobre mi coño, y en concreto mi clítoris, el cual ya estaba hinchado, si que tan siquiera hubiera hecho falta tocarme. Este hombre sabía lo que hacía, y nada comparable a mis antiguos ligues del pasado. Mi coño se mojaba por momentos, esa pequeña sensación entre dolor y placer, me estaba encantando, y quería más.
-¿Te está gustando perra? ¿Lo disfrutas? -el sabía que sí, y aun así quería que se lo dijera-.
-Sí Amo.
-Bien.

Aumentó la frecuencia de golpes, aquella pequeña tortura, me estaba volviendo loca completamente.Quiero correrme ¿cómo es posible eso? ¡Ni me ha tocado! Tantos años conociendo a hombres que no me han dado nada, y un desconocido para mí, ha sabido desde el primer momento lo que quería. Ojalá no pare nunca.

-Amo quiero correrme por favor -sonrió-.
-No está mal perra, pero puedes hacerlo mejor -aumentó el ritmo de la fusta-. Repite ”soy una perra, que quiere correrse para usted Amo, se lo suplico”.
-Grrr -No quería hacerlo, pero necesitaba correrme, pero ¿por qué no me corría sin más?- Soy una perra, que quiere correrse para usted Amo, se lo suplico.
-Córrete perra -Sonreía abiertamente-.

¿Cómo había podido caer en ello? ¿Por qué le había dado lo que quería? No sabía cómo, pero este hombre estaba sacando mi lado dócil a relucir, mi lado rebelde es como si estuviera dormido. Al oír sus palabras, no sé por qué, me corrí intensamente, como pocas veces lo había hecho, y aun teniendo espasmos por el orgasmo, consiguió darme la vuelta, sacar su polla, y metérmela hasta el fondo.

Por dios, qué tamaño tenía aquel hombre, con cada estocada, pensé que me partiría el coño en dos. Una y otra vez, golpeaba sus huevos contra mi coño, produciéndome un placer exquisito conjunto a las penetraciones. Me agarró del pelo, y tapó mi boca con una de sus grandes manos, impidiendo que mis gemidos se escaparan de mi boca. Tras un buen rato de penetraciones y sin poder evitarlo me corrí intensamente, y él lo hizo segundos después, inundando todo mi interior.

Salió de mí, dejándome tirada en la cama, para irse al baño a limpiar. Cuando volvió, me desató, y se sentó a mi lado en la cama, y sin que me lo hubiera imaginado, comenzó a hablarme.

-¿Te ha gustado? Creo que por tu forma de mirarme, me vas a decir que sí. Pues esto sólo es el principio si quieres, podrías adentrarte en este mundo, y vivir grandes experiencias, sólo tienes que dejarte llevar. Organizamos una subasta de sumisas y esclavas este viernes por la noche, a dominantes experimentados. Piénsalo, y ya me dices algo.
-¿Estás loco? Ni en sueños pienso dejar que me subasten y me entreguen al mejor postor.
-Bueno, piénsalo, pero tendrías orgasmos tan intensos o más de los que has tenido hoy. Tienes hasta el viernes por la mañana.

Sin mediar más palabra se levantó de la cama, y se fue por la puerta, oí unos cuchicheos, y después como se cerraba la puerta de mi casa. Me metí debajo de las sábanas, la verdad es que tenía mucho en lo que pensar, jamás hubiera imaginado que tendría unos orgasmos como estos. Después del día de hoy, Morfeo no tuvo que hacer un gran esfuerzo para llevarme entre sus brazos.

Los días iban pasando, y realmente me veía como una loca, por estar realmente valorando aquella oferta que me había lanzado la pareja de mi amiga. No sabía qué decir, y mi amiga no se había vuelto a poner en contacto conmigo. La tarde del jueves, me quedé pensando en el sofá, sobre lo que sentí aquella vez, y lo penosa que había sido mi vida amorosa. Ese momento con ese hombre, sobre pasaba todas mis relaciones juntas con creces.

Decidida a hacerlo, escribí a mi amiga un mensaje que decía: “Lo haré, seré parte de la subasta”, y automáticamente me contestó con la fecha, lugar y la hora del encuentro. El viernes por la tarde me preparé para ir al sitio, me puse cosas ligeras, incluso el maquillaje no era demasiado cargado, quería algo más bien sencillo.

Un par de mujeres me llevaron a una sala enorme, donde había otro montón de mujeres desnudas, y otras que llevaban una especie de capa negra. La verdad es que todo parecía muy misterioso.


-Hola, tienes que desnudarte y ponerte esta capa por encima. Después te llamarán con el nombre de era, y tendrás que salir al escenario y quitarte la capa. Se te subastará, y quien consiga comprarte, te tapará con su chaqueta, y a partir de entonces serás suya. ¿Alguna pregunta?
-No señora.
-Bien, pues espabila, que esto va rápido.

Sin hacer esperar a nadie, me desnudé y me puse la capa, que justo cuando la estaba cerrando me llamaron para ir al escenario. La verdad es que la mujer no mentía, apenas había llegado, y ya me tocaba. Quizás era mejor así, porque sino me arrepentiría, y me largaría de aquí, realmente estaba loca, pero creo que eso me caracterizaba.

-Bien, aquí tenemos a una precisa dama -me quité la capa- de bonitas y buenas curvas, de primera calidad, así que la puja empieza en 10 mil.

Estuvieron subiendo las cantidades durante mucho tiempo, o al menos a mí me pareció una eternidad, porque no paraban de pelearse. Un caballero me miraba fijamente entre el público, no apartaba la mirada de mí, él no estaba pujando, así que no le presté demasiada atención.

-Por 50 mil a la de una, a la de dos, y a la de….
-100 mil por ella.

Todo el salón se quedó en silencio, giré mi cabeza a ver quien había sido mi comprador, porque no creo que nadie superara esa cifra, y era aquel hombre que no había apartado la mirada de mí ni un segundo. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

-Pues si nadie tiene una contra oferta, vendida a la de una, a la de dos, y a la de ¡tres!. Vendida al caballero de la capa negra. Un aplauso.

Aquel hombre subió al escenario, y me tapó con su capa, todavía no podía saber quién era, llevaba una máscara que me impedía poder saber quién era. Pagó al vendedor, y nos dispusimos a ir al coche, en el cual, no hablamos nada en todo el trayecto. Una vez que entramos a su casa, la verdad es que era enorme, y preciosa, miraba por la ventana, pero al girarme vi que él no llevaba la máscara, y entonces quedé totalmente en shock.

¡No podía ser él! ¿Qué había hecho yo para merecer esto? ¿Porqué me tenían que pasar estas cosas a mí? Ya estaba hecho, ahora era suya, completamente suya, había caído en las peores garras, en las garras.… Continuará….


Licencia de Creative Commons

Subasta de esclavas es un relato escrito por Pandora publicado el 08-10-2020 14:36:21 y bajo licencia de Creative Commons.

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Comentarios  
José Luis
+13 #2 José Luis 09-10-2020 15:29
Una manera muy especial de escribir sobre un tema tan delicado.Refleja un tema duro aunque en este caso voluntario. A la espera del segundo capitulo
Sensacion
+11 #1 Sensacion 09-10-2020 06:04
Degradación voluntaria absoluta. Hay algo peor? Es caer más bajo que la misma prostitución. El relato es bueno
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