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Luna de Miel en Kenia-Maldivas
Escrito por Amocalabozo

CAPITULO I
DE LUNA DE MIEL EN AFRICA

Hola, me llamo Lucía, tengo 31 años, soy administrativa en una empresa mediana. Me casé hace dos años con Alvaro, dos años mayor que yo. Es ejecutivo en una empresa de automoción muy importante en el mercado.
Llevábamos ya 5 años de noviazgo, con sus altibajos, como todas las parejas, pero estábamos seguros de que nos conocíamos y que podríamos emprender una vida juntos, sin demasiados sobresaltos. Nuestra boda fue preciosa, aunque supongo que eso lo dirán todas las novias. Lo pasamos genial, con nuestras familias y todos los amigos.
Para nuestra luna de miel, elegimos un combinado Kenia – Maldivas
Los primeros siete días en Kenia, fueron agotadores, haciendo turismo como tocaba, haciendo safaris de todos los colores, en coche, andando, incluso una noche dormimos en una tienda de campaña dentro del parque. No había pasado más miedo en mi vida. Yo solo oía animales acercándose por todos lados, dispuestos a devorarnos. Menos mal que nos quedaba la segunda semana en la playa de la que sin duda no pensaba moverme en todo el día.
Allí conocimos a tres parejas más que hacían el mismo tour que nosotros y que también estaban de luna de miel. Hicimos amistad, la típica amistad de estas situaciones totalmente banales, pero bueno nos entreteníamos mutuamente.
Casualmente todos íbamos al mismo resort de Maldivas, que tenía una playa de las típicas paradisiacas que se ven en todas las postales. Rocío una de las chicas nos comentó que una amiga suya había estado allí de Luna de Miel también, y que le había hablado maravillas del hotel, y de los servicios que ofrecía, alguno de los cuales, no eran muy habituales, pero que merecía la pena probarlos.
Al llegar, vimos que efectivamente el resort, contaba con un sinfín de servicios y actividades. Alvaro en seguida se apuntó junto con los otros tres, chicos a todas las que pudo, era muy deportista. Yo me apunté a tomar el sol en la playa con las chicas, sin querer saber nada de otras actividades, tuvieran o no riesgo.
El primer día Alvaro me dijo que había estado hablando con los otros chicos, y que iban a jugar al pádel.
Yo me junté con las otras tres para disfrutar de la playa, aunque Pamela, se disculpó diciendo que ella iba a hacer unas gestiones del viaje de vuelta y que bajaría más tarde a la playa.
Bajamos después del desayuno. Buscamos el que nos pareció mejor sitio y alquilamos tres hamacas. Yo no había hecho toples en mi vida, pero las otras dos chicas lo tenían muy claro, y nada más tumbarse, se despojaron de la parte de arriba del bikini, así es que, por no ir de estrecha, y dado que allí no me iba a conocer nadie, las imité. Además, no tenía nada que envidiar a sus tetas, es más yo las tenía más bonitas y grandes.
No hay que decir que tres mujeres, jóvenes, recién tuneadas para la boda, en toples, y solas, íbamos a ser una presa fácil para los moscones, pero bueno entres las tres podríamos espantarlos.
Me dispuse a sacar de mi bolsa de playa el bote de crema, protección 40 para no quemarme mucho, y una de las chicas, Rocío, me paró.
“No, Lucía, no tienes que molestarte, ahora vienen a darnos crema”, me dijo Rocío.
“Cómo?”, dije yo.
“Es un servicio incluido en el resort. Esta incluido el dar crema con masaje, igual que el masaje de pies, si lo quieres”, me ella que contaba con el asesoramiento de la amiga que ya había estado allí.
“Y quién lo da?”, pregunté sorprendida.
“¿Ves aquellos chicos de color, con pantalón corto y camisa blanca?, Esos son”, me dijo Rocío.
Me fije. Efectivamente, estaban dando crema a otras clientas.
“Pero, te soban, claro, no sé yo si eso está bien”, le dije.
“Como te he dicho, es un servicio del Resort. Es lo mismo que si vas a la peluquería, o a darte un masaje. No pasará nada que no quieras que pase”, me dijo.
“Perdona si parezco tonta. ¿A que te refieres?”, le pregunté.
“Según me contó mi amiga, ellos van a ponerte cachonda. Te dan la crema, hasta la ingle, incluso se les puede escapar algún dedo, no se cortan en las tetas, y los pezones, ni por supuesto en el culo, que las tres llevamos al aire con el tanga. Te retiran la tira del tanga, con lo que te ven todo para darte crema en la raja del culo, hasta el mismísimo ano. Si sacas un billete de 20 euros o dólares, ellos continúan”, me dijo.
“Continúan?, ¿te follan?”, pregunté.
“Aquí por lo menos no. Claro que puedes quedar con ellos después, y si, follártelos enteros, pero con el billete lo que hacen es masajearte todo lo que no te han masajeado, es decir hacerte un dedo hasta que te corras”, me dijo.
“Madre del amor hermoso. ¿Y vosotras pensáis hacerlo?, chicas que estamos de luna de miel”, les pregunté.
Las dos me enseñaron un billete de 20 euros.
“Es una paja, Lucia, sin más, y mira lo que nos llevemos puesto pues no lo llevamos. Aquí no nos conoce nadie”, me dijo Rocío.
Joder, joder, joder, lo suyo era salir corriendo, sino ….
Vimos acercarse a cuatro de estos chicos. Uno llevaba una toalla grande en las manos, y los otros, las cremas para los masajes.
Nos dijeron un “Good morning”, y se pusieron manos a la obra.
Entre ellos hablaban en suajili, con lo que no era posible enterarse de lo que decían.
El que estaba conmigo era el que más hablaba y los demás se reían. Supongo que diría, esta puta no tiene el dinero preparado.
Pero dijera lo que dijera, Rocío tenía razón.
No era solamente el movimiento de los dedos en el masaje, si no una especie de vibración que transmitían, que la verdad, lo notabas, muy dentro, y muy abajo.
El chico seguía con su masaje, y yo con mi calentamiento. Roció me miraba tumbada boca abajo, y me guiñó un ojo. Supongo que querría decir que todo estaba bien.
Después de casi media hora de masaje
Miré a las otras, Rocío y Sole, así se llamaba la otra, ya estaban jadeando como dos perras.
Yo tenía el tanga para ir a escurrírmelo, pero el chico terminó, dándome un par de palmadas en el culo, y diciéndome algo así, como He terminado señora.
Saqué del alma un, “A moment”, y de la bolsa de la playa el monedero, sacando los 20 euros.
Se los di al chico, que no sé cuántas gracias me dio, a la vez, que me bajaba el tanga hasta quitármelo.
“Nice, beautiful”, decía mientras empezaba a acariciarme el coño.
Me separó las piernas, y empezó a masajearme el coño con ganas. Ahora entendía la misión del chico de la toalla. La extendía y hacía como una pantalla con el resto de la playa, y aunque todos sabían lo que estaba sucediendo, al menos no lo veían.
No sé lo que tendría aquel chico en los dedos, pero cada vez, que me tocaba el clítoris, era como si un sinfín de calambritos me lo recorriera. Tenía los pezones como escarpias, y los tengo particularmente grandes. El chico también se encargaba de ellos con una mano, pero lo peor, o lo mejor, fue cuando empezó a meterme dedos.
Las mismas sensaciones que me transmitía fuera, me las estaba transmitiendo ahora dentro. Aquello era demasiado.
Por instinto, y por costumbre, que es lo que hacía con Alvaro, con una mano le busque la polla al chico. Lógicamente no tardé nada en encontrársela, aunque dios santo, aquella polla no tenía final.
Era enorme, no solo de larga, que también sino de gorda. Empecé yo también a masturbársela. Sabía que aquello no lo podía hacer, no estaba bien, pero mi excitación me podía. El chico, que sin duda estaba curtido en más de mil y una batalla de estas, sin dejar de tocarme por dentro del coño puntos que hasta ahora habían sido desconocidos para mí, y me iba acercando su enorme polla a la boca.
Como una autómata, abrí la boca, y él me la metió, hasta que hizo tope con mi paladar. He de reconocer, que si en aquel instante, en vez de dirigirla hacia mi boca, la dirige hacia mi coño, me la mete igual, sin ninguna resistencia por mi parte. Estaba cochinísima, y más, que me sentía avalada por las dos chicas que se corrían conmigo.
Se la estuve chupando un rato, mientras él seguía con mi coño y ahora metía también algún dedo en mi culo.
Aquello no podía aguantarlo mucho, y me corrí como no me había corrido antes en mi vida. Hasta el chico, enseñó a los otros su mano chorreando, lo que supuse sería mi flujo, pero nunca había tenido tanto flujo así.
El chico sacó la polla de mi boca, me dio un beso en el coño y se fue a por otra clienta. Bye, bye, lady, me dijo.
Pese a no ser playa nudista, cogí el tanga en la mano, y en cueros me fui al agua, tenía que quitarme todo aquello. Rocío y Sole, me siguieron. Ya en el agua hablamos las tres.
“Que puta pasada. Nunca me había corrido así”, les dije.
“Ya, ya menudo Chorrazo le has soltado al negrito”, me dijo Rocío.
“Chorrazo?”, le pregunté.
“Sí, tía el squirting”, me contesto.
“¿Squirting?, yo siempre había pensado que eso era una leyenda urbana, que no existía”, le dije.
“Pues eso díselo al negrito, que bien que lo ha celebrado con los colegas, no les es tan fácil hacer que lo tengamos”, me dijo.
“Joder, joder, ¿y que os dicen vuestros maridos?”, les pregunté.
“Nos dirían algo si lo supieran, pero nosotras no se lo decimos, y ellos no preguntan”, me dijo Sole.
“Jo, pues yo se lo tengo que decir a Alvaro”, dije yo.
“Y que vas a ganar?”, me preguntó Rocío.
“Pues ser sincera, nos prometimos que nos contaríamos todo”, les dije.
“Eso queda muy bien, ¿pero como sabes que él te cuenta todo a ti?, además que hay de malo en esto que hacemos? Es como si nos hiciéramos un dedo, pero en vez de hacérnoslo nos lo hacen”, dijo Rocío.
“Ya, si, bueno, no sé. Tampoco le he contado que, en la despedida de soltera, se la mamé a dos Boys, y aquella vez hasta se corrieron en mi cara”, les dije.
“Y no ha pasado nada. A los maridos hay que contarles lo menos posible, no darles pie a que ellos también lo hagan si es que no lo hacen”, me dijo Rocío.
“Está bien, no se lo diré, será un secreto más, pero esto no lo repito chicas”, les dije.
“Eso ya, tu veras”, dijo Sole.
Nos pusimos la braga del bikini, y salimos del agua. Estuvimos tomando el sol hasta la hora de comer. Alvaro y los maridos de las otras, vinieron a buscarnos, se dieron un baño porque estaban sudorosos, y nos fuimos para el restaurante.
Afortunadamente, y como nosotras también nos íbamos a subir ya, teníamos puesto el sujetador del bikini.
Durante la comida, apareció el Animador del resort. Francesco. De origen italiano. Se presentó y nos dijo todas las actividades, que podíamos hacer esa tarde y esa noche.
Después de comer nos subimos a las habitaciones. Alvaro y yo estuvimos follando. Me costaba no comparar la excitación que tenía con el chico en la playa, con la de ahora. No tenía comparación. Aquello con Alvaro, parecía un ritual.
Luego, Alvaro se quedó durmiendo en la habitación, y yo me bajé de nuevo a la playa. No iba a estar mucho tiempo. Ya me escocían algo los hombros del sol.
Las otras dos chicas no bajaron, y yo estuve leyendo un libro y escuchando música, en un sol y sombra para no achicharrarme .
A las siete me subía la habitación. Nos duchamos, y nos vestimos más formal para bajar a cenar.
Durante la cena, Francesco nos invitó a todos a pasar por la discoteca, a menear un poco es esqueleto, y eso hicimos.
Allí coincidimos con Sole, Pamela y Rocío y sus maridos y estuvimos bebiendo y bailando hasta las tantas de la madrugada. Pille un par de veces a Francesco mirándome, aunque supongo que miraría a todas las tías por igual. Nos fuimos a dormir. El día había sido intenso, y supuse que el resto de los días que quedaban allí lo serían igual.


continuara


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Luna de Miel en Kenia-Maldivas es un relato escrito por Amocalabozo publicado el 06-06-2022 20:40:27 y bajo licencia de Creative Commons.

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Comentarios  
SilviaSumi
0 #1 SilviaSumi 24-06-2022 22:04
no conocía esta web y he alucinado con este relato aunque veo que me quedan muchos capítulos por leer. Un besazo desde Chile
PARTICIPA!! Escribe tu opinión

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