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La reunión anual
Escrito por SoniaSev

Este relato es la continuación de “Mi amo Rufus” y “Los amigos de mis amos”. Si no los has leído aún, léelos primero para entender este relato.
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Dedicado a mi amo Sergio, luz y guía de mi vida.
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Los días siguientes a la visita a casa de los amigos de mis amos transcurrieron con normalidad, salvo la actitud de mi amo Rufus.

Al entrar en casa aquella noche, se dirigió a mi para olisquearme. Aún olía a la leche del amigo y los flujos de la amiga de mis amos. Por bien que había intentado limpiarme, el olor había quedado impregnado en mi cara. Mi amo Rufus sabía que le había sido “infiel” y, dado su carácter posesivo conmigo, no lo aceptaba de buen grado, aunque no podía más que enfadarse conmigo y no con sus dueños. Rufus era un perro muy inteligente y sabía bien qué batallas debía librar y cuáles no.

Notaba el enfado de mi amo Rufus a cada momento. Me trataba con desdén durante los siguientes días y las acometidas mientras me follaba eran muchísimo más duras que de costumbre mostrándome así su rabia por lo que había hecho. En alguna me provocaba tanto dolor que lloraba cuando él terminaba y, lejos de acercarse para consolar mi dolor, volvía con actitud altiva y orgullosa a su colchón desde donde me observaba llorar en el suelo.

“La reunión anual”, no paraba de escuchar a mis amos repetir durante los siguientes días. Parecían entusiasmados y nerviosos al mismo tiempo.

- ¿Crees que debemos ir? -preguntaba mi ama
- La verdad es que no lo sé. No sé si ya está preparada o va a ser contraproducente. Tenemos que pensarlo bien –le respondía él

Los oía hablar con otros amigos por teléfono y, por lo que podía entrever de las conversaciones, sus amigos los animaban a ir mientras que ellos mostraban aún sus dudas y contestaban con evasivas.

Pasaron varias semanas y, una vez que mi amo Rufus ya había olvidado el ‘incidente’, mi ama me reclamó a su habitación una noche. Allí, situada en postura de sumisa frente a ella, escuché lo que tenía que decirme:

- Esclava. Tu amo y yo le hemos dado muchas vueltas durante estos días y, al final, hemos decidido ir a la “reunión anual” -me dijo mientras se quitaba la ropa para meterse en la ducha
- Te preguntarás qué es eso de la “reunión anual”. Supongo que no lo sabes -continuó
- Una vez al año, personas y parejas con esclavas se reúnen en una casa para presentar en sociedad o para mostrar sus avances en la educación de sus esclavas. Hasta ahora no hemos ido porque no teníamos esclava fija y después estábamos en pleno proceso de tu educación. Pero, este año creemos que es el momento para mostrarte y estar orgullosos de ti. Ya te daremos los detalles que necesitarás saber, que son pocos. Lo que sí te ordenamos es que nos hagas sentir orgullo y que no nos defraudes. Hemos invertido mucho en tu educación y esperamos que estés a la altura -finalizó
- Ama, no se preocupe. Seré la esclava que ustedes imaginaron cuando me acogieron y podrán estar muy orgullosos de mi igual que yo lo estoy de mis amos. Jamás imaginé tanta felicidad al poder servir y obedecer a alguien como ustedes –le contesté mientras besaba y lamía sus zapatos tal y como mi ama me había educado para hacer.

- “Gracias es una palabra vacía, no vale nada. El agradecimiento hay que demostrarlo con hechos. Cuando quieras agradecer algo, no digas gracias. Haz ver que estás realmente agradecida” -me repetía continuamente mi amo cada vez que les agradecía algo a él o a mi ama - “Es parte de tu educación, no lo olvides, esclava”.

Al despertar una mañana, me lavé la cara e hice mis necesidades en el arenero como de costumbre. Me dirigía sigilosa a la cocina para preparar el desayuno de mis amos cuando me sorprendió que mi ama ya estuviera despierta. Estaba revolviendo el armario y sacando ropa para dejarla sobre la cama.

Me arrodillé y, en posición sumisa, le dije:

- Señora. Iba a preparar el desayuno. ¿Necesita que le ayude?
- No, esclava. No es necesario. Prepara el desayuno y luego hablamos. Vamos a hacer las maletas porque nos vamos unos días a la “reunión anual”. Salimos esta tarde. -me respondió sin mirarme mientras buscaba algo.
- Como usted ordene, mi ama -respondí

Mientras mis amos desayunaban y yo hervía la leche recogida de las inseminaciones de mi amo Rufus del día anterior, mi amo me hizo un gesto para que me acercara a ellos.

Arrodillada y mirando al suelo me dispuse a escuchar.

- Bueno. Creo que tu ama ya te explicó el otro día que habíamos decidido ir contigo a la “reunión anual” -comenzó diciendo
- Sabes lo importante que es y que cualquier fallo, aparte de ser castigado con dureza cuando volvamos a casa, nos dejará en muy mal lugar, ¿lo entiendes? -me preguntó
- Si, mi amo -respondí mientras asentía con la cabeza.
- Bien. La cosa será de la siguiente manera. Esta tarde saldremos para dormir en un hotel de la ciudad a donde vamos y así poder estar ya allí cuando amanezca. La reunión es por la tarde-noche, pero tu ama quiere llegar antes para ir a la peluquería por la mañana y acicalarse para estar guapa. La acompañarás. No podemos presentarte en sociedad así. Debes lucir preciosa -añadió
- Una vez que entremos en la reunión no hablarás, ni mirarás a la cara a nadie. La privacidad en estas reuniones es un asunto muy serio. Harás todo lo que nosotros te ordenemos y nada más. Si alguien que no seamos nosotros te ordena algo, te tendremos que dar permiso diciéndotelo, con un gesto o con un leve pellizco de nuestra mano en tu mejilla. Esa será la señal. ¿Lo entiendes? -me preguntó

Volví a asentir con la cabeza.

- Todo lo que allí ocurre debe quedar allí. Es una falta muy grave para una esclava como tú hablar o insinuar lo que allí ocurra.
- Señor. Quiero que sepa que se van a sentir muy orgullosos de mí. Haré todo lo que ustedes me ordenen para que así sea –le dije sin un atisbo de duda en mi voz una vez que mi amo me dio permiso para hablar.

Mi ama preparó las maletas y no quiso que le ayudara, mientras yo recogía la casa y hacía de comer.

- Esclava. Tómate este somnífero. Vamos a bajar ya al coche y queremos que duermas durante todo el camino. El sitio donde vamos es algo que no debes conocer –me dijo mi ama mientras alargaba la mano con una pastilla y un vaso de agua, que me tomé sin dudar.

Bajamos al garaje y nos montamos en el coche. No tardé ni cinco minutos en caer rendida de sueño.

Cuando desperté estábamos ya en nuestro destino, en el garaje de un hotel.

Descargué las maletas del coche y seguí a mis amos a metro y medio de distancia –tal y como me había enseñado mi ama- hasta el ascensor y, de ahí, directamente a la habitación.

Llegamos cansados pero mis amos querían disfrutar uno del otro y así también relajar los nervios antes de la "reunión anual”. Así que ayudé, como de costumbre, a su placer gimiendo de forma acompasada con mi ama y preparando y limpiando el pene de mi amo.

Esa noche dormí sobre el suelo a los pies de la cama de matrimonio de mis amos, agradeciendo el gesto de dejarme dormir en la misma estancia que ellos en lugar de hacerlo en la bañera, como era costumbre entre amos y esclavas.

A la mañana siguiente mi ama me dejó su ropa del día anterior sobre la cama para que me vistiese y me ordenó seguirla, a metro y medio de distancia, a la peluquería del hotel.

- Buenos días. Teníamos cita a esta hora para dos personas –dijo mi ama al entrar.
- Por supuesto, pasen y siéntense allí -le respondió la recepcionista de la peluquería.
- ¿Quieren peinado, lavado, …? -preguntó una chica monísima que se acercó a nosotras.

Mi ama se acercó a ella y en voz baja le explicó el peinado que quería para mi mientras la chica asentía y me miraba sonriendo.

Cerré los ojos y me dejé hacer mientras la chica me hablaba intentando darme conversación.

- Es sorda y muda. No insista porque no le va a contestar –le espetó mi ama.

Mientras me ponían guapa, noté cómo agarraban mi mano derecha y comenzaban a también a hacerme la manicura.

Tras hora y media en el local, y guapas como nadie, salimos de la peluquería y nos dirigimos de nuevo a nuestra habitación. Allí nos recibió mi amo, que exclamó al vernos:

- ¡Válgame el señor! ¡Qué bellezones! -gritó mientras apretaba una nalga de mi culo y yo me ruborizaba.
Después del almuerzo, mi ama se acercó a mí:
- Ya es hora de arreglarnos para irnos. He dejado la ropa que debes llevar sobre la cama. Desnúdate y cámbiate -me dijo con voz autoritaria

Me dirigí a la cama y comencé a vestirme. Tacones de aguja de charol negros de 12 cm, medias negras con brillo con una blonda de encaje, tanga negro de terciopelo adornado con perlas y pequeños brillantes incrustados junto con un corpiño negro con liguero incorporado.

Pasamos al baño donde mi ama comenzó a maquillarme. Labios rojo intenso y sombra de ojos oscura. Me miré al espejo y me veía guapísima con el recogido que me habían hecho en la peluquería por la mañana y mis uñas bien cuidadas y pintadas del mismo tono de rojo que mis labios.

Antes de salir, mi ama se colocó delante de mí y me dio un beso en la mejilla.

- Hoy es un gran día, esclava. Sé que soy muy pesada, pero la reunión de hoy es muy importante para tus amos y para ti. Hoy debes demostrar todo lo que te hemos enseñado en este último año. Experimentarás cosas nuevas y maravillosas y, cuando salgamos de la reunión, seguro que serás una esclava mejor de lo cuando entraste –me dijo mientras mi amo, por detrás de mi abría mis nalgas e insertaba un plug con cola de conejo en mi ano de un solo golpe.

- Todo eso es muy bonito y está muy bien, pero no se te ocurra dejarnos en mal lugar esta noche. Sé sumisa y demuéstranos lo buena esclava que eres -añadió mi amo.

A continuación, me colocó un abrigo largo que me tapara todo el cuerpo para no armar ningún escándalo en los pasillos del hotel. Bajamos en el ascensor, nos montamos en el coche y nos dirigimos hacia nuestro destino.

El navegador GPS se equivocó un par de veces, pero al fin, cogimos la carretera correcta y llegamos a la verja de entrada a una finca. Una persona completamente vestida de negro y gafas de sol oscuras se acercó a la ventanilla y recogió la invitación que mi amo le ofreció sin mediar palabra. Abrió la puerta y nos indicó que podíamos pasar.

Recorrimos un carril de tierra con muchos baches. En cada salto del coche notaba como el plug que me había colocado mi amo se hundía cada vez más en mi culo. Al final del carril se atisbaba una casa con un porche, frente al que aparcó mi amo.

Mis amos bajaron del coche y me abrieron la puerta para que yo pudiera hacerlo. Tanta atención hacia mí me daba a entender que, sí, yo sería la protagonista y que mis amos querían cuidarme mucho para que me luciera en la “reunión anual” frente a otros amigos y conocidos. Querían presumir de esclava.

Subimos los escalones que nos separaban de la puerta y otro hombre también vestido completamente de negro paró en seco a mis amos para ofrecerles una pequeña caja que no tardaron en abrir. De ella extrajeron en primer lugar un collar precioso con muchos brillantes que colocaron en mi cuello, además de una correa que amarraron al collar. Después, unos tapones para los oídos. Antes de colocármelos, mi ama me dijo:

- Agáchate para que pueda colocártelos bien. Estos tapones te aislarán por completo y no permitirán que escuches nada, aunque alguien te grite a medio metro de distancia. Todas las esclavas los llevarán puestos esta noche. No debéis oír nada de lo que ocurra dentro. Sería de mal gusto que una esclava pudiera hacerlo.

A continuación, también sacó una mordaza con bola que colocó dentro de mi boca

- Ni tampoco que pueda ver -añadió mi amo mientras me colocaba un antifaz que tapaba mis ojos, que era lo último que había en la caja, al mismo tiempo que me retiraban el abrigo.

Mi ama dio un pequeño tirón de la correa hacia abajo y tal y como me había educado me puse de rodillas primero y a cuatro patas después cuando comenzamos a andar.

Les seguí como un perrito hasta lo que parecía un gran salón donde, por las vibraciones que podía captar, parecía que ya había mucha gente.

Estaba completamente desorientada. No podía ver, ni oír, ni hablar. Intentaba rozar mi piel con las piernas de mi ama y de mi amo para tener una referencia y no sentirme perdida.

Cuando mis amos se paraban para charlar con alguien, un pequeño tirón de la correa me hacía ver que tenía que ponerme de rodillas en posición sumisa, junto a mis amos. A veces, notaba una mano que levantaba mi cara para ser mostrada a alguien. Otras veces varias manos manoseaban mi cuerpo probando la dureza de mis senos o de mis muslos. Mis amos se encontraban orgullosos de su esclava y la mostraban a todos sus amigos y conocidos.

Podía sentir como mis amos y el resto de las personas de la reunión lo estaban pasando muy bien y las buenas vibraciones y caricias que de vez en cuando me dispensaban en la mejilla mis amos me hacían ver que estaba siendo aceptada y alabada por todos sus amigos. Aquella satisfacción hacía que me sintiera muy feliz y empezara a notar mojado mi coño.

Después de aquello comenzó a sonar una música atronadora. A pesar de los tapones que llevaba en mis oídos y que me mantenían en el más absoluto silencio, el volumen de la música era tan alto que podía, al menos, distinguir que aquello que sonaba era música de baile.

Noté un tirón de mi cadena y me volví a poner a cuatro patas siguiendo a mi ama por toda la sala hasta un largo pasillo que recorrimos en línea recta. Al final del mismo, giramos a la derecha y entramos en una habitación que los asistentes a la reunión llamaban el “aparcamiento de esclavas”. Allí, mi ama me acercó a una pared y enganchó la cadena a una percha para que no pudiera ir a ningún lado y me colocó unas esposas en mis muñecas. Quedé allí quieta en la más completa oscuridad y silencio esperando a que mis amos vinieran a recogerme cuando finalizara el baile.

Al poco noté como más esclavas eran traídas por sus amas y “aparcadas” de la misma forma que yo. No podíamos comunicarnos porque, en primer lugar, nos estaba completamente prohibido por nuestros amos y, en segundo lugar, nos era materialmente imposible por las mordazas, ataduras y antifaces que nos impedían cualquier tipo de interacción.

Creo que había pasado una hora cuando noté como empezaban a recoger a algunas esclavas. Siempre de una en una, mientras yo seguía esperando a mis amos.

Por fin, llegó mi turno y la caricia sobre mis hombros de la mano de mi ama me tranquilizó al reconocerla. Me llevó de vuelta al salón y allí me tumbó boca abajo en el suelo. No entendía nada. Creía que ya nos íbamos y ahora estaba tumbada boca abajo en el suelo, en lo que parecía una malla de una hamaca.

Entre varias personas ataron mis muñecas y mis tobillos a unas cuerdas y, después de asegurarse de que los nudos estaban bien fuertes, las cuerdas se tensaron y me elevaron un metro sobre el suelo. La malla sostenía mi cuerpo a esa altura al mismo tiempo que mis brazos y piernas se abrían estiradas por las cuerdas.

Alguien me quitó la mordaza y sacó la bola de mi boca. Antes de que me diese tiempo a tragar toda la saliva que había acumulada en mi boca me colocaron otra mordaza con un gran aro que impedía que cerrara la boca manteniéndola siempre abierta y casi desencajando mi mandíbula.

Seguía sin entender nada. No podía ver ni oír lo que pasaba y ahora estaba elevada sobre el suelo, con mis piernas y brazos bien abiertos y con mi boca abierta de par en par.

Mi ama se acercó a mí y me dio un leve pellizco en la mejilla. “Esa es la señal”, pensé de inmediato. Mis amos me estaban dando permiso para interactuar con otras personas en la reunión. Lo que no sabía en ese momento es el tipo de interacción que sería.

A continuación, alguien sacó el plug con cola de conejo de mi culo e insertó un gancho con una gran bola en el extremo dentro de mi ano. Lo introdujo bien dentro y a continuación lo enganchó a una cadena que, en el otro extremo, tenía dos pequeños ganchos que introdujo en mis orificios nasales. Tensó la cadena y provocó que mi cuello se estirara hacia atrás para mantener mi cabeza bien erguida. Esto me provocaba dolor en mi ano por la tirantez que unía el gancho a mi cabeza. Si intentaba cualquier movimiento con mi cabeza dejándola caer hacia delante, el gancho introducido en mi culo me causaba un dolor insoportable.

De pronto me comenzaron a colocar pinzas en todos los dedos de mis pies y mis manos y, también, a clavarme agujas por todo el cuerpo. En mis piernas, en mi culo, en mi espalda, en mi cuello, en mis pechos, …

Cuando terminaron de clavarme agujas por todo cuerpo alguien accionó un interruptor y la corriente eléctrica comenzó a recorrer todo mi cuerpo, que empezó a retorcerse. Habían puesto también una pinza en el gancho que tenía introducido en mi culo, lo que hacía que la corriente eléctrica llegar hasta lo más profundo de mi ser a través del gancho.

No recuerdo el tiempo que estuve recibiendo descargas, pero lo que sí recuerdo es que aquello venció cualquier atisbo de resistencia que pudiera tener.

A continuación, las descargas pararon y alguien se colocó debajo mía, en el espacio entre la malla que me mantenía elevada y el suelo y enganchó un vibrador a la anilla con la que mis amos habían sellado mis labios vaginales delante de mi clítoris. Accionó el vibrador y no tardé ni un minuto en notar mi coño derramando flujos sobre el suelo.

Una poya se introdujo en mi boca, hasta la campanilla de un solo golpe. Me cogió desprevenida y no supe reaccionar hasta pasado unos segundos en los que me acostumbré y dejé hacer al amo que estaba follándome la boca, hasta que terminó dentro de mí.

A continuación, otra poya se introdujo en mi boca. Esta era mucho más gruesa que la anterior y la corrida ya no la supe retener, al tener forzadamente la boca abierta.

Cuando la tercera poya entró en mi boca una nueva me penetró mi coño, lo que provocó vaivenes de la hamaca hacia delante y hacia atrás de forma acompasada, empujando una poya y otra de forma alterna en mi boca y mi coño.

Cuando dos nuevas poyas me penetraron la boca y el coño dos chorros de orina comenzaron a apuntar a mi boca. De tal forma que cuando la poya salía de mi boca, otros dos amos meaban dentro de mi boca llenándola de orina.

Todo ello, acompañado de latigazos en mi trasero y nuevas descargas eléctricas de forma continua.

Cuando ya no pude aguantar más tuve un orgasmo, seguido de otro y de otro…. Lo que provocó que mi cuerpo colapsara y comenzara a convulsionar y a retorcerse de placer mientras no paraba de tener orgasmos de forma continuada.

Para terminar, mientras mi cuerpo se movía con movimientos espasmódicos, todos los amos me rodearon y, la mitad de ellos, orinaron sobre mi cuerpo y, la otra mitad, se corrieron derramando su leche también sobre mi cuerpo.

Lo último que recuerdo es a mi ama ayudándome a caminar hacia una habitación con ducha. Allí me aseó mientras yo seguía temblando de placer.

- Esclava, ha sido maravilloso. Tendrías que haber visto la cara de satisfacción de tu amo. Estaba henchido de orgullo. El resto de amos no paraban de felicitarlo por ti. Nunca antes otra esclava ha sabido satisfacer a tantos amos y sentirse tan humillada como lo has hecho tú hoy -me dijo mientras me enjabonaba.

No podía articular palabra ni moverme como para agradecer tal y como me habían enseñado a mi ama. Fue ahí donde perdí el conocimiento.


Licencia de Creative Commons

La reunión anual es un relato escrito por SoniaSev publicado el 27-12-2022 01:09:33 y bajo licencia de Creative Commons.

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