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La remodelación integral de mi esposa 2
Escrito por trascaman

Ya no puedo ni siquiera intuir el tiempo que llevo prisionera en este horrible lugar, lo único que sé es que desde que me taparon los ojos y las orejas, vivo en el más absoluto aislamiento. Solo puedo pensar mi plan de venganza en el supuesto que algún día salga de aquí. Juro que te vas a cagar Miguel. Tampoco puedo para parar de pensar en el hijo de puta que se atrevió a follarme la boca, encontraré a ese cabrón y también lo pagará. Hay un pensamiento que me perturba y que me es imposible sacarme de la cabeza. La sensación de que me violaran la boca fue horrible pero justo en el momento en que me empezaron a llenar de leche la garganta fue como una punzada de enorme placer, me avergüenza reconocer que noté como me mojaba, supongo que también se dieron cuenta mis captores. No paro de justificarme, diciéndome que son normales está clase de pensamientos en situaciones de estrés, me digo a mi misma que muchas víctimas de secuestro acaban sintiendo afecto por sus secuestradores pero eso no calma mi ansía y mis dudas. De repente he notado que alguien estaba cerca de mí, he empezado a temblar pensando en que volverían a usar mi boca a su antojo, pero para mi sorpresa he notado como de repente volvía a poder ver y oír. Ha sido como nacer de nuevo. Mi mente apenas ha empezado a asimilar el mundo que me rodea cuando vuelven a modificar mis sentidos. Alguien que me es imposible reconocer, debido a que mis ojos todavía no se han adaptado a la luz, me coloca un aparato de realidad virtual que contiene también unos auriculares supresores de ruido. Lo que pasa a continuación suma varios grados el nivel de tortura a la que estoy siendo sometida. De repente a través de la pantalla han empezado a aparecer patrones de diferentes colores y luces parpadeantes a una velocidad vertiginosa. Intento cerrar los ojos pero de alguna forma que desconozco el dispositivo que llevo en la cabeza me impide cerrar los ojos. A través de mis oídos la cosa no es mucho mejor, a un volumen infernal escucho una especie de galimatías. De hecho creo que soy capaz de distinguir el mensaje que me van lanzando a través de los auriculares pero me es muy difícil ya que creo lo que en realidad estoy escuchando no es un solo mensaje distorsionado sino muchos mensajes en bucle emitidos todos a la vez. Mis ojos empiezan a llorar en parte por el estrés al que están siendo sometidos en parte por desesperación. Me es imposible saber cuánto tiempo sufriré esta tortura y eso dispara todos mis terrores, no creo poder soportar ni un minuto más esta locura. Tras unos minutos de que se me hacen eternos, algo extraño ha empezado a suceder, tanto lo que estoy viendo en la pantalla como escuchando por los auriculares ya no parece proceder del exterior sino en el interior de mi mente. Justo en ese momento noto un líquido caliente corriendo por mis piernas y siento como empiezo a convulsionar sin control mientras mi mente se desconecta del mundo dejando entrar solamente los estímulos visuales y sonoros que cubren todo mi ser.

Cuando Mía me comunicó que la siguiente visita sería a los treinta días no pensé que se me fuese a hacer tan duro, pero por fin ha pasado un maldito mes y otra vez estoy en el coche de camino a la granja “retiro espiritual”. He intentado de todas las maneras posibles centrarme en mi trabajo y en el ocio con la intención de apartar de mí los pensamientos acerca de mi mujer pero me moría de ganas de volver y apreciar la evolución de Rebeca. Las expectaciones de mi nueva visita eran realmente altas, ya que a las dos semanas Mía se puso en contacto conmigo para indicarme que ya era el momento para empezar con las modificaciones en el cuerpo de mi mujer. Le envié por vía email las indicaciones deseadas y lo única respuesta que recibí fue un escueto “gracias por la información nos vemos en dos semanas”. No sabía exactamente lo que iba a pasar pero en mis pantalones una erección de caballo me confirmaba que estaba como loco por descubrirlo. El solo hecho de ver a Mía, por si solo ya sería suficiente motivación para viajar hasta la granja. Como siempre me recibió en su despacho esta vez vistiendo un suave vestido con un cinturón que marcaba su cintura de avispa. –Buenas tardes señor Armero- saludó cordialmente- debo decirle que sus elecciones en cuanto a la apariencia física de su mujer son de lo más acertadas. Creo que puedo decir, sin miedo a equivocarme, que será el mejor producto que haya salido de estas instalaciones. Debo confesarle- se acerco apoyando su enorme busto sobe la mesa que nos separaba- que yo misma sentí cierta excitación al leer sus requerimientos, creo que tras las diferentes cirugías quedará una hembra digna de un lugar en el Olimpo- Mi polla casi golpeó la mesa del despacho por debajo, tener semejante hembra confesándome su vertiente lésbica a un palmo de mi cara no podía provocar otra cosa. Sin más preámbulos Mía se levantó de la mesa y me guió al encuentro de mi reformada mujer. Me llevó a una pequeña sala donde me encontré a Rebeca completamente desnuda y en posición de sumisión. Aquello era increíble, nunca creí que nadie fuese capaz de doblegar la mente de mi mujer. –Debo indiciarme, con sumo orgullo, que el procedimiento de reacondicionamiento mental ha sido más que exitoso- eso era algo que saltaba a simple vista- el procedimiento en su totalidad ha tenido una duración de 20 días de forma ininterrumpida, más 10 días de recuperación. El proceso es tan intenso que el cerebro necesita de un periodo largo de reposo para poder reconfigurar las nuevas conexiones neurales, ¿no es así perra?- Rebeca automáticamente levanto la mirada mientras de sus labios salía un “cierto, ha sido algo duro pero está perra se lo agradece de todo corazón”. Aquello parecía no poder ser real. Nunca imaginé a Rebeca refiriéndose a sí misma como perra. Mía me sacó de mi asombro al indicarme que si lo deseaba podía analizar los progresos hechos en mi nueva mujer. Le ordené que se levantara y me mostrase su cuerpo desnudo. No podía creer los cambios que había habido en el cuerpo de mi mujer. Ya no había ni rastro de su fofa barriga, en su lugar había aparecido una fina línea que recorría su estomago hasta llegar al esternón. El problema es que debido a la pérdida de peso tan extrema que había sufrido sus pechos habían perdido su firmeza y colgaban como dos pequeños sacos. Mía me informo que no me preocupase por eso ya que la cirugía mamaría estaba programada en pocos días. Ordené que se voltease para poder observar su trasero. Aquello era algo fuera de lo común, las nalgas de mi mujer parecían estar esculpidas en piedra. El culo estaba totalmente prieto y en su baja espalda se marcaban un par de hoyuelos que jamás en la vida había visto en Rebeca. –Perra enseña lo que puedes hacer con tus agujeros a tu amo- dijo Mía. Mi mujer se separo las nalgas y puso su culito en pompa. Lo primero que noté era que sus gemelos y pantorrillas se marcaban debido a la posición adoptada, lo que le daba a sus piernas una forma digna de una modelo profesional. Embelesado como estaba me costó un rato fijarme en lo que estaba haciendo mi amada esposa. Sin ningún tipo de dificultad Rebeca abría y cerraba su ojete con un control de su esfínter totalmente espectacular. Su agujero se abría hasta dejar una buena abertura y lentamente volvía a cerrarse en su totalidad. Cuando el ojete de mi mujer se cerraba del todo parecía imposible creer que un segundo antes había estado tan dilatado como para albergar una buena polla. En una de las dilataciones inserte mi dedo índice, en cuanto mi mujer volvió a contraer su esfínter me quedé de piedra. Apretaba con tal fuerza mi dedo que no podía sacarlo ni tirando con fuerza. Mía sonriendo me dijo- como ve mi consejo de no sobredilatar el ojete del producto fue del todo acertado- Con cara de sorpresa y mi dedo atrapado en el culo de mi mujer no pude más que asentir dándole la razón.

-Me parece un trabajo excelente Mía- totalmente convencido-. Mía con un gesto de agradecimiento me sugirió que probase la palabra gatillo para comprobar que el condicionamiento de mi mujer era el adecuado. “Dama” pronuncié. Automáticamente mi mujer relajó su esfínter liberándome y se giró hacia a mí con una amplia sonrisa. –Cariño te he echado muchísimo de menos, no sabes las ganas que tenía de volver a verte- me dijo justo antes de darme un profundo beso con lengua. Le pregunté si le parecía bien lo que había hecho y con total franqueza me contestó- Cielo estos señores me han tratado estupendamente bien, realmente necesitaba un cambio radical en mi vida. No podía seguir por ese camino pero no era capaz de verlo. Eres mi salvador cariño, gracias por no dejarme y apostar por mi- mientras decía esas palabras, gruesos lagrimones bajaban por sus mejillas mientras lentamente se agachaba y empezaba a buscar mi polla entre mis pantalones. –Por favor déjame agradecértelo como te mereces- en cuanto liberó mi pene completamente erecto empezó a darle besos suaves en todos y cada uno de los centímetros de mi rabo. A mi lado Mía no perdía detalle. – Discúlpeme señor Armero pero no puedo darles intimidad ya que necesito estar presente para valorar la calidad del tratamiento, espero que eso no le inoportune- Escuché las palabras de Mía entremezcladas con una retahíla de sonidos de succión y suspiros entrecortados que mi esposa, de rodillas frente a mí, profería. Rebeca había dejado de lado los besos y caricias y ahora literalmente estaba devorando mi polla. En una de sus embestidas noté perfectamente como mi polla entraba de lleno en su garganta. Rebeca se quedó en esa posición sin perder ni por un segundo nuestro contacto visual. El entrenamiento a la que la habían sometido era increíble. La naturaleza me había bendecido con una gruesa polla de 21 centímetros y en ese momento estaban cómodamente alojados en la garganta de mi esposa, no solo eso sino que sacaba la lengua para masajearme las pelotas mientras largos salivazos resbalaban hasta el suelo. Tan aborto estaba mirando fijamente la cara de mi esposa que no me fijé en que Mía con total frialdad pasaba la mano por el coño de Rebeca. Se miró la mano llena de los flujos de mi amada y se chupo los dedos uno a uno. – Disculpe señor Armero si le ha sorprendido, es un procedimiento habitual, debo comprobar que la perra se estimula adecuadamente cumpliendo su principal labor, además debo comprobar que el sabor y la textura son los correctos y no han sido modificados durante alguna de las fases del tratamiento. Aquello me puso al límite de mi aguante. Tener a mi mujer comiendo, o más bien devorándome la polla mientras una mujer con cara de ángel y cuerpo de demonio se relamía con los jugos de otra mujer era algo que no esperaba para nada. Justo cuando notaba que el orgasmo estaba cerca cogí a rebeca por las axilas, la levanté y la voltee hasta empotrarla contra una pared. Fuera de mí ensarte sin precalentamiento ni lubricación el culo de mi esposa. Pude notar perfectamente como su ojete luchaba contra mi capullo pero poco a poco iba dilatándose lo justo para permitir que este se deslizara hasta sus entrañas pero siempre ejerciendo una fuerte presión contra mi polla. Era increíble ver la facilidad coma la perra en la que se había convertido mi mujer podia albergar sin problemas mi falo en sus intestinos pero siempre ofreciendo la resistencia justa para notar al mil por cien la penetración de su ano. Cada vez estaba más convencido de que había hecho una muy buena inversión.


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La remodelación integral de mi esposa 2 es un relato escrito por trascaman publicado el 25-08-2022 00:00:00 y bajo licencia de Creative Commons.

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