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Culos enrojecidos II
Escrito por Erothica90

Durante unos instantes, mi madre, con la boca tapada por su mano, y nosotros, Merche y yo, nos estuvimos mirando y observando. Mi madre respiraba muy agitadamente y nos miraba, sobre todo a la desnuda Merche, y no porque estuviese aún desnuda después de la gran follada, y de los intensos golpes que le propiné en su culo. Sino porque era ella ¡Merche! De repente se giró y desapareció rápidamente, en silencio.

Merche y yo nos miramos también en silencio y comprendimos la difícil situación. Terminamos de vestirnos, pero cuando me vio vestido y calzado, Merche me miró con un rostro profundamente dolorido y me dijo:

- Miguel, ve tú a hablar con tus padres. La vas a tener buena. No solo me has vuelto a ver y has follado conmigo, sino que además, lo has hecho en su propia casa, porque este almacén es parte de la casa, siempre lo ha sido. Y no olvides nunca que son tus padres, a pesar de todo son tus padres, y yo solo soy una puta depravada.

Yo encendí un cigarrillo y me quedé de pié, quieto, pensando hasta que lo terminé. Miré a Merche con todo mi amor, y con voz muy seria le dije:

- Cariño, hace unos minutos hemos hablado de nosotros, nuestro pasado y nuestro futuro. Siempre nos hemos querido los dos y hoy, por fin, nuestros cuerpos se han unido para siempre. Todo lo que te he dicho y prometido lo quiero cumplir ¿lo quieres hacer tú? Es decir ¿realmente quieres que vivamos juntos, tú hagas tu pervertida vida de puta y porno-actriz, y me mantengas hasta que yo pueda encontrar trabajo? Porque si me dices que si, tal y como te he prometido, si mis padres me ponen problemas, esta misma noche les dejaré y me iré contigo.

Merche me miró con unos ojos cada vez más brillantes, se acercó a mí, me cogió las manos, se las puso en los doloridos y enrojecidos glúteos y dijo muy lentamente:

- Te juro por lo más sagrado que hay en mi corazón, que es el amor que siento por ti, que desde hoy seré tu sumisa, tu esclava. Trabajaré de puta depravada y jamás me negaré a cumplir ninguna orden tuya. Haré todo el porno duro que me contraten. Me entregaré a todo lo que sea sexo pervertido y sadomaso, y tú y solo tú, serás quien controle los gastos y mi dinero. Renuncio a todo por ti y me entrego totalmente a ti, sin condiciones de ninguna clase. Es más, todo cuanto poseo lo pondré a tu nombre, porque tengo propiedades y dinero mío. Dime que me vaya contigo y nos iremos juntos.

Nuestras bocas se aplastaron y nuestros labios se fundieron en un extraordinario beso. Nunca olvidaré ese beso. Fue un beso de amor, del amor más grande jamás contado. Una chica de 18 años, prostituta de lujo, actriz porno depravada y que quería seguir haciendo lo mismo, entregándose a mí, como mi sumisa y esclava. Y yo, con 19 años, sin un céntimo en el bolsillo y sin trabajo. Bueno, había terminado 2º de carrera y gracias a mi físico y a mi polla, Merche me había dicho que también yo hiciera porno con ella ¿sería capaz yo de hacerlo y de compartir con ella ese mundo tan distinto al mío?

No quise entrar con ella a mi casa por el almacén, dimos la vuelta por la calle, y cuando iba a abrir con mi llave la puerta, salió mi madre y me dijo:

- Tú entras, pero esa puta no!

Miré a Merche y ella asintió. Yo entré en la casa con mi madre y me llevó hasta la cocina donde ya la mesa estaba preparada para cenar los tres... y mi padre de pié, con los brazos cruzados y apoyado contra la pared y con cara de mala leche acojonante:

- Hoy hijo, nos has ofendido y nos has humillado. Has olvidado los años que te hemos dedicado y todo lo que hemos hecho por ti. Esa puta te ha dominado siempre, desde vuestra más tierna infancia, incluso los años que habéis estado separados, y ahora no queremos perder más tiempo. Tienes que elegir ahora mismo, o estás con nosotros, tu familia, o te vas con esa puta y de esta casa para siempre. Tú mismo.

Miré con bastante sorpresa a mis padres. Sus expresiones eran duras, sus ojos estaban secos ¿es que realmente eran incapaces de darse cuenta que esa mujer y yo estábamos inseparablemente unidos desde que crecimos juntos? ¿Supieron mis padres alguna vez lo que era amor, comprensión, cariño...? Les miré con tristeza, con profunda tristeza, pero creo que fue en ese momento, cuando me erigí en el Amo de la relación entre Merche y yo, porque me hice AMO de mí mismo. Sin decir una palabra, fui al piso donde estaba mi dormitorio, cogí una bolsa, recuerdos personales que guardé en su interior, bajé a la cocina, metí la mano en el bolsillo de mi pantalón, cogí el llavero de la casa y el almacén, lo deposité en la mesa y solo les dije:

- Lamento que no entendáis lo que Merche y yo hemos sido siempre. Lo mal que lo hemos pasado y como nos habéis hecho sufrir. Entre mi amor con vosotros y mi amor por Merche, me quedo con este, porque por muy puta que realmente lo sea, es mucho más puro y limpio. Al fin y al cabo, solo sois mis padres porque una noche follasteis. Siempre sabréis dónde estamos, si queréis venir a vernos, será también vuestra casa.

Di media vuelta, cerré la puerta de la calle, cogí la mano de Merche que estaba sollozando pausadamente y nos fuimos a nuestro destino, a nuestro futuro. En la fonda nos dieron una habitación con una cara de extrañados al verme increíble. Merche se arregló un poco y nos fuimos a cenar a un bar cercano. Nos sentamos luego en la terraza tomando unas copas y fumando, hasta que nos echaron por el cierre y nos fuimos a pasear. Fumábamos, hablábamos, guardábamos silencio mientras meditábamos lo hablado, y a las 5 de la madrugada y más de un paquete de tabaco después, nos acostamos y nos dormimos.

Yo ya me había puesto al día de la vida nada religiosa de Merche, y comprendí que midiendo 187 cm de alto, musculoso, con una polla de 23 cm x 3,5 o 4 de diámetro, si quería ganar dinero rápido tenía que hacer porno. Pero también comprendí que si iba a hacer eso, me iba a pringar para toda la vida. Si me entregaba, aunque solo fuese parcialmente al mundo porno y bdsm, porque yo quería hacer mi carrera de Derecho, sería para ser el puto Amo de Merche. Y esta, nuevamente lo aceptó poniéndose en medio de la calle de rodillas y jurándomelo.

Nos despertamos casi al mediodía, nos dimos una buena ducha, puse crema, entre risas y juegos como si aún fuéramos niños, en el culo de Merche, comimos en el bar, fuimos a por su coche y me quedé sorprendido ¡un precioso y caro Range Rover!, y al ver mi rostro de sorpresa, me pregunta:

- ¿Tienes carnet de conducir?
- Si claro ¿por qué?

Se acercó a mí, me cogió la mano y sin soltarla, depositó en ella las llaves con una amplia sonrisa, mientras me decía:

- Porque mi Amo, si no conduces tú podemos tener problemas, al menos yo, ya que aunque ya tengo los 18 años, no tengo carnet de conducir. Me examino en unos días.
- ¿Y quién ha conducido los casi 400 km que hay desde donde vives hasta aquí?
- Pues quién lo va a hacer, yo. El que no tenga carnet no quiere decir que no sepa conducir. Y además no hay cosa más maravillosa que una sumisa se arriesgue a lo que sea para obsequiar a su Amo con un precioso todo terreno. Este coche es tuyo Miguel. Él me ha traído hasta ti y el coche es tuyo. Está a nombre de mi sociedad de la que desde mañana mismo, tú serás el Presidente. Nos esperan en la Notaría. Esta noche ya hemos hablado de mí y de los cambios en mis negocios. Pues bien, yo dejo de ser la presidenta y lo eres tú que eres mi Amo, con un sueldo de 140.000€ anuales más beneficios. La directora general seguirá siendo Ingrid, ya te la presentaré. Conoce todo lo referente al sexo como si lo hubiese parido ella. ¿Nos vamos mi amor?

Di una amplia mirada en todo el vehículo y dos cosas llamaron mi atención: a) un cuchillo jamonero extraordinariamente afilado, dentro de una funda de piel, en la guantera, y b) un maletín de aluminio en el portamaletas, ancho, que me dijo Merche, con una amplia sonrisa, que tenía consoladores y otros "juguetes". No lo miré.

Durante bastantes kilómetros mi cabeza era un enorme caos. La tarde anterior se presenta en el pueblo mi antiguo, grande y eterno amor, después de casi 8 años sin saber nada el uno del otro. Follamos como locos, le doy una enorme paliza en su culo tal y como ella me mandó. Quiere convertirme en el Amo de una jovencita "con pasta" gracias a su vida sexualmente depravada. Discuto con mis padres. Rompo con ellos y me voy de casa. Yo no llevo encima ni 300€. Y ahora, la puta que se dice mi sumisa, me regala un coche que vale la leche de Euros.

¿Le he pedido yo algo? Le he dado yo órdenes para que me facilite la vida? Soy un ignorante en materia bdsm, mucho más en las relaciones amo/sumisa, pero lo que debe estar muy claro en cualquier mente, es que el Amo manda, y la sumisa obedece. Y hasta ahora, está yendo todo del revés ¡es ella quien toma las decisiones y quién manda! Frené el coche sacándolo de la carretera dándole un susto de narices a Merche. Me bajé del mismo y me puse a pasear en silencio mientras fumaba. Merche quiso bajar pero ¡se lo prohibí! Y a pesar de su cara de sorpresa, obedeció.

Paseé mientras fumaba tres o cuatro cigarrillos, quizá más. Me apoyé en un algarrobo. Yo era inteligente, aplicado, de buenas notas. Mis profesores alababan mi capacidad de racionamiento y deducción... y de saber encajar las piezas. Y en ese momento mi cabeza era una enorme computadora comparando datos y ofreciéndome opciones y soluciones. Y de repente, el que sonrió fui yo. Abrí el maletero, abrí el maletín de aluminio y todo lo que vi allí me sorprendió. Varios consoladores de tamaños super, un arnés con una polla gordísima y dos huevos con vibrador. Cogí un enorme consolador negro de unos 7 cm de diámetro y el más grande de los dos huevos con su correspondiente mando. Y también una gran toalla playera roja, que dejé en el asiento posterior. Miré a Merche y le dije:

- ¿Realmente quieres que sea tu puto Amo?
- Sí Miguel, todo lo mío es tuyo. Absolutamente todo. Y yo soy tu primer objeto.
- Baja del coche -le ordené imperiosamente-

Yo era un ignorante en materia porno-sexual y bdsm, y en mi estado nervioso quise hacerle daño, humillarla. La veía muy superior a mí, su difícil vida la había hecho adulta siendo niña, pero malpensé qué, o bajaba sus humos o yo nunca sería su Amo. La agaché contra su asiento, levanté su faldita, y todo su culo, todavía sonrosado quedó expuesto a mi vista. Merche se puso sobre su asiento, de modo para que yo pudiese golpearla de nuevo, cosa que hice con rabia y con muchos nervios. Cuando vi que su culo estaba granate intenso y ardía de calor, me bajé los pantalones y le metí la polla hasta el fondo de su vagina sin problemas.

Durante largos segundos, se la metí y saqué doblando mi cuerpo, luego la saqué y se la metí en el culo. Y al mismo tiempo, metí mis manos dentro de su camiseta y le agarré las preciosas y duras tetas. Y fui jugando con su cuerpo. Mis manos lo levantaban, lo doblaban en el asiento, me dejaba caer completamente encima de ella... siempre agarrándolo por las tetas, mientras mi polla cambiaba de agujero.

Pero yo no conocía a Merche y sus disfrutes sexuales. Su cadera, sus piernas, todo su culo, acompasaba mis penetraciones y la muy puta, en lugar de quejarse estaba disfrutando y corriéndose. Quise vengarme de sus disfrutes agarrando con fuerza sus enrojecidas y maltratadas nalgas como si amasara pan, pero solo conseguí que ese dolor la hiciese correrse de nuevo. Instantes más tarde, apenas me corrí dentro de su culo, y notó cómo me quedaba parado, preguntó:

- Y ahora ¿qué mi Amo?

Y eso amig@s ¿Y ahora qué? Yo le alargué el consolador y el huevo para que se los introdujese. En completo silencio y mientras yo me subía los pantalones, "mi sumisa" se introdujo primero el huevo, y con bastante esfuerzo a pesar de estar llena de semen, se fue introduciendo el consolador que pesaría cerca de un kilo y medio. Cuando ya no pudo más con sus manos, subió al coche y se dejó caer sobre el asiento, ya con la toalla doblada. Un par de movimientos más y todo ese enorme consolador estuvo dentro de sus intestinos. Se puso cómoda y el cinturón, y apreté el mando a tope. Un enorme estremecimiento sacudió el cuerpo de Merche que giró su cabeza y me miró sonriente con los ojos brillantes. Y de repente, me vino un pensamiento, varias veces repetido, y lo expresé en voz alta:

- Merche ¿para qué quieres el cuchillo jamonero tan afilado que hay en la guantera?

El rostro de Merche cambio bruscamente. Su sonrisa se hizo triste, sus ojos se cerraron unos instantes, su cabeza se inclinó. Y su respuesta, en voz muy baja, me conmovió y me demostró que iba en serio.

- Miguel, si no me hubieses recibido como me recibiste ayer. Si no hubieses venido conmigo hoy, y con todo esto se hubiesen incumplido mis esperanzas de ser felices los dos para siempre ¿qué crees que hubiese hecho con ese cuchillo?
- ¿Hubiese habido anoche un cadáver en el pueblo?

Durante unos instantes, me miró con una tristeza infinita. Lentamente, su mano izquierda avanzó sobre la mía derecha y la noté extraordinariamente fría mientras me decía:

- Sí, hubiese habido un cadáver, pero no te preocupes, no hubieses sido tú ni nadie de tu familia.

Un volcán de sensaciones, de emociones, de ideas imposibles de indicar, se revolvió en mi interior y supe que muchas cosas estaban cambiando dentro de mí. La miré con amor, pero no fui capaz de darle un beso. Simplemente separé su mano, arranqué el coche y seguimos el viaje. Durante muchos kilómetros no nos dijimos una palabra, todo fue un absoluto silencio. Varias veces conecté el huevo vibrador y al menos dos veces y siempre en silencio, Merche se corrió. En la segunda corrida, se mordió el labio inferior.

Más de una hora después, tuvimos que parar en una pequeña gasolinera para repostar, y mientras yo llenaba el depósito, Merche se bajó y se dirigió a su interior para pagar. Al ver que nuevamente ella tomaba decisiones, pulse el vibrador a toda potencia y cuando salió, el dependiente y luego una señora, se asomaron en la puerta. Su cara era un poema y sus fluidos bajaban por sus piernas ¡había tenido una buena corrida!

Pero esas dos personas tenían una buena visión de lo puta que era ella, ya que mi amor seguía llevando puesto el enorme consolador y el huevo, y además del sonido de la vibración, su microfaldita permitía ver esas "cosas". Y para mi sorpresa, me sentí orgulloso de que esa cerda fuese mía.

Cuando llegamos a su pueblo, a su casa, me di cuenta de lo extraordinario de esa ubicación. El pueblo estaba entre montañas a 4 km de la autopista y la casa, no era una casa. Era una antigua granja de varios edificios, pero lo mejor, es que debajo de ella y aprovechando unas grandes grutas, durante la guerra incivil se hicieron unos refugios y estancias. Ahora estaba todo completamente modernizado y era un centro de reuniones orgiásticas y fiestas sadomaso, y un estupendo estudio de cine porno. Y a solo 2 km del pueblo.

Nos estaba esperando en la puerta principal Ingrid, la directora general de la sociedad y antigua supervisora de las instalaciones. Una mujer cercana a los 50 años, alta, seria, rubia, musculosa, que se acercó a Merche y le dio un beso en los labios, y me miró detenidamente a mí. Sería casi tan alta como yo, pero además llevaba unos taconazos increíbles, por lo que me ganaba en bastantes centímetros. Y muy a lo centroeuropeo, en lugar de darme dos besos, me tendió la mano y me la estrechó con fuerza, como marcando distancia y músculos. Yo lo miraba todo sorprendido. Aquello era enorme y no era nada barato de mantener. Y mirándome a los ojos me dijo:

- Gracias por haber venido con Hilda. Tenía miedo que no vinieses, que la rechazaras por su vida y que se suicidase. Siempre que estés a su lado, me tendrás al tuyo sin condiciones. Todo esto no tenía objeto para ella, si no era para vivirlo contigo.

NOTA: Hilda es el nombre "profesional" de Merche en el mundo porno.

Apenas terminó de decir eso, una mujer joven, negra, alta, con enormes tetas siliconadas, aros grandes en sus pezones, de los que colgaban una campana de uno y un pito del otro, muy tatuada, salió de la casa rápidamente y se arrodilló ante mi amor y le besó los pies. Merche me miró y me dijo:

- Esta puta negra es nuestra cerda doméstica. Lo mismo folla, que cocina, hace las camas, o friega. Estará solo para nuestro servicio personal las 24 horas, toda su vida. Solo tienes que decirle qué necesitas y ella te lo hará. Incluso te traerá los látigos que necesites para golpearla a ella, a mi o a cualquier otro. Como es cerda, no tiene nombre, así que su nombre es: Sinnombre, pero si te parece largo, la puedes llamar simplemente Tú. Y este caballero, Sinnombre, es el nuevo Amo. El puto Amo absoluto.

Y Sinnombre se levantó y se tiró a mis pies besándolos. Luego se incorporó un poco para decirnos que la cena ya estaba preparada y lista para servir ¡en cuanto yo lo dijese! Miré a Merche, esta me volvió a sonreír ¡cómo me volvía loco esa mujer! y dijo:

- Tú dirás cuando cenamos. Podemos ducharnos luego y así no se enfría ni se recalienta luego. En estas instalaciones casi se respeta más el horario de centroeuropa que el español, ya que muchas actividades están conectadas por internet vía satélite.

Nos sentamos en la mesa del comedor íntimo "solo" para 10 personas, Merche, Ingrid y yo. Pero no la sirvió Sinnombre, sino un hombre, también joven y negro, musculoso, tatuado y desnudo, que tenía su polla dentro de una jaula de acero con una bola colgando y que yo supuse sería algo de castigo. Y así me lo confirmaron:

- John está castigado esta semana. La pasada semana, en una porno solo pudo follarme 4 veces. Y al día siguiente solo pudo entretenernos a Ingrid y a mí durante unas tres horas ¡y yo lo compré como semental! -me dijo Merche- ¡menuda mierda de semental! También me sirve como mayordomo y conductor.

Vi como le caían unas lágrimas a John, que dejó la bandeja de la comida sobre el aparador y se puso de rodillas ante Merche, mientras sollozando le decía:

- Mi ama, el día anterior recibí el telegrama de la noticia de la muerte de mi padre. Mi cabeza estaba en mi padre, mi familia, mi tribu. Sé que soy su esclavo semental y mi ama sabe que he llegado a estar noches enteras complaciéndola. Solo deme unos días y si lo desea, la volveré a preñar como el año pasado.
- Y acaso no debiste honrar la memoria de tu padre follándonos como loco y sin parar ¿qué pensaría tu padre de ti? ¿qué diría la tribu de tu hombría? ¿Qué crees Amo que es este semental, capaz solo de correrse 6 o 7 veces con nosotras en tres horas?

Yo estaba alucinado de todo lo que veía y lo que oía, pero jamás mi polla había estado tan dura. Aquello me estaba excitando como jamás me había imaginado, y cuando mi novia me dijo lo que ahora voy a relatar, ¡me corrí dentro de mis pantalones!

-Mi Amo -dijo Hilda hablándome a mí- esta es la vida bdsm que vas a ver y llevar aquí. Y John tiene razón, el año pasado me dejé preñar, pero el feto era niño y yo solo quiero tener niñas, y la primera de todas una mulata. No te importará ¿verdad mi Amo, que tenga una mulata con John?

Yo no supe qué contestar. Pero me esperaba una larga sobremesa en el despacho privado de Merche. Sinnombre trajo un servicio de café completo y dos botellas, coñac y whisky, ambas de reconocidas marcas, vasos y copas enormes maravillosamente talladas, y una caja de puros habanos del nº 2. John, que sabía lo que las dos mujeres tomaban, me lo preguntó a mí y coincidimos en el coñac. Se llevó el resto y John sirvió las bebidas, eligió los puros, los cortó y nos los dio a cada uno para que los encendiésemos. Se sentó Ingrid en el sillón de la mesa, y empezó a relatar lo que al día siguiente iba a pasar en la notaría.

Yo sería el Presidente de la sociedad. Ingrid sería la directora general y supervisora de las instalaciones. Merche sería la dueña absoluta de todas las acciones y propiedades. Pero yo tendría también Poderes generales absolutos. Prácticamente sería el puto Amo que había dicho Merche, ya que podía venderlo todo y quedarme el dinero. Toda la sociedad estaba dedicada al sexo más pervertido posible y al porno, y habían fines de semana con más de doscientas personas disfrutando sexualmente de nuestras instalaciones. Y muchos de ellos, también de la buena cocina y servicios de spa.

Y de dónde había sacado Merche todo esto? Eso era para mí, un absoluto agujero negro. Al menos por ahora. Y se firmaría ante notario (también estarían allí sus abogados) que Merche se sometía a mí en todo su cuerpo y voluntad. Se convertía en mi esclava y yo estaba autorizado para marcarla, tatuarla, descuartizarla y si hacía falta, disolverla en ácido. Y esto lo digo de broma, porque como estudiante de derecho, sabía de sobra que este tipo de contratos no son legales y por lo tanto, son inútiles. Pero al menos, Merche de esta manera, se entregaba, ella y sus propiedades, totalmente a mí.

El acto en el despacho del notario (a unos 20 km de distancia) duro casi dos horas, y estuvieron presente dos abogados del bufete, abogado y abogada. Ingrid y yo aceptamos nuestros cargos y yo recibí el contrato de sumisión. Cuando salimos del despacho, Merche se veía radicalmente distinta, ya no sonreía, estaba como ausente. Y aún quedaba la visita al banco, del que nada me habían contado. Cuando salimos del mismo, yo tenía en mi nueva cuenta personal muchos miles de euros, dos importantes tarjetas de crédito con unos saldos altísimos, y era el apoderado general de la sociedad con poderes absolutos sobre todo.

Nos fuimos a comer a una cafetería cercana y los tres hablamos poco. Cada uno de nosotros estaba pensando en todo esto y nuestras mentes estaban bloqueadas. Mientras tomábamos café y copas, Ingrid encendió un purito que sacó de su bolso, Merche apagó su cigarrillo y le cogió otro, y yo seguí con el cigarrillo. Al arrancar el coche, puse el navegador para volver, y las dos mujeres se rieron muy a gusto ¡yo no sabía por dónde tenía que ir a lo que ya podría llamarse "mi casa"!, ¡menudo Amo!, y enrojecí de vergüenza más de lo que estuvo el culo de mi Merche. Al menos, con esas risas por mi ignorancia, se rompió el hielo entre los tres y la vuelta fue más amena.

Al volver, me enseñaron detenidamente todas las instalaciones en la superficie y las subterráneas, y me presentaron a varios y varias actrices porno, que estaban rodando escenas de sexo duro y de bdsm. Fue la primera vez que veía azotar dos hombres a una mujer desnuda, atada sobre un potro y con las piernas colgando, pero también atadas. Su culo y muslos eran granate subido, y sus gritos estaban apagados por la bola que tenía dentro de la boca, que la que caía bastante saliva.

Todos los papeles del notario y banco, fueron chequeados y guardados en la caja fuerte del despacho, cuya combinación me dio, y al cerrar de nuevo la caja, Merche se quedó un momento quieta mirándola, e Ingrid preguntó a Merche:

- ¿Estás segura Hilda de llegar hasta el final? Solo hace 48 horas que lo conoces.
- No Ingrid, no hace 48 horas que lo conozco. Miguel y yo ya estábamos unidos siendo espíritu, antes de ser materia. Yo daría mi vida por él ahora mismo incluso atada a 4 caballos y desmembrada. Y soy yo quién se da, Miguel solo recibe.

Cogió un mazo de llaves que estaban encima de la mesa y me miró fijamente a los ojos. Su mano estaba agarrotada sobre las llaves. Sus ojos, grandes y preciosos, brillaban. Y después de unos momentos de silencio, me preguntó:

- ¿Eres Miguel absolutamente consciente de lo que hoy ha sucedido?
- Estoy absoluta e increíblemente consciente, no olvides que empiezo en pocas semanas 3º de Derecho y toda mi corta vida la he pasado trabajando en los negocios de mi padre.
- Pues entonces, no hace falta hablar más.

Se acercó a mí y yo extendí mi mano para coger las llaves. Y entonces se produjo lo que yo jamás me hubiese imaginado. Al llegar a mi altura, me miró fijamente y se puso de rodillas ante mí, besó mis zapatos, alzó su mano derecha y me entregó las llaves. Luego, volvió a bajar la mano y apoyando sus dos manos también en el suelo, me dijo:

- Tal y como te prometí anteayer, ayer y por escrito ante notario y mis abogados hoy, yo, Mercedes, tu Merche, también conocida en el mundo del sexo como Hilda, me entrego a ti como tu sumisa. Mi cuerpo y mis propiedades son tuyos. Sabes bien lo que en estos dos días hemos hablado, sabes cuales son mis negocios y a qué me dedico. Soy una puta supercara y depravada y actriz porno. Tú serás mi Amo y como Amo, tu voluntad será ley. Hasta ahora todo te lo he dado yo y necesito solo una última respuesta tuya a una pregunta mía ¿deseas aceptar a esta puta como tu sumisa y ser totalmente mi Amo y mi dueño para siempre?
- Si Merche, si Hilda. Seré tu Amo. Y en estos mismos momentos, pido a Ingrid que me enseñe a serlo de verdad, para que nunca puedas arrepentirte de mí.

Miré a Ingrid y esta asintió. Ingrid además de consejera de la sociedad, era Dómina y experta en temas sadomaso, por eso fue contratada en esa casa más de 10 años antes por el anterior propietario. Mucho antes que llegase Merche.

Me agaché para coger de sus brazos a Hilda, mi sumisa, mi amor, y al levantarla le di un beso en los labios. Hilda iría por un camino de mi vida y Merche por el otro. Y yo sería la unión de esos dos caminos tan distintos. Pero entonces intervino Ingrid:

- Miguel, necesito unos minutos con Hilda ¿puedo llevármela y esperar tú esos minutos en este despacho? Volveré lo antes posible.

Me senté en un sillón, encendí un cigarrillo, y unos minutos más tarde volvió Ingrid y me pidió que la acompañase. Bajamos a las grutas y nos dirigimos a una sección interior bastante escondida, y al penetrar en una cueva de altas paredes, de unos 50-60 m2, tenuemente iluminada en el centro y con grandes sombras en los laterales, llena de elementos de tortura, vi, justo debajo del foco un potro gimnástico, relativamente grande y con una ligera pendiente en sus extremos. Un cuerpo humano, totalmente desnudo sobre él.

Con sus manos atadas sobre unas argollas que sobresalían, su estómago sobre esa ligera pendiente y sus pies que colgaban sin tocar el suelo, atados a otras argollas de las patas del potro. Su cabello maravillosamente rubio y sus nalgas aún rosáceas, me permitieron identificar sin problemas a ese cuerpo ¡era Merche, o Hilda! Y estaba preparado para mi disfrute.

Y entonces oí la voz de Ingrid:

- Miguel, tú aún no perteneces al mundo bdsm por lo que te es un mundo desconocido, y juré a mi antiguo Amo y propietario de esta sociedad, que cuidaría de lo que él más quería ¡a su perrita Hilda!, su heredera. Aquí tienes a Hilda, que muy voluntariamente se ha entregado a ti, y ahí la tienes atada y para tu disfrute como Amo. En la mesa pequeña tienes varios tipos de palas para que la golpees con las manos o con las palas que quieras, solo glúteos y muslos.

** Los látigos, pinzas, cánulas y otras muchas cosas, te las iré enseñando a usar poco a poco, y te garantizo que antes de 6 meses serás un Amo muy experto. Tenemos unos maniquís, que cuando los golpeas se puede comprobar si lo has hecho bien o mal. Irás aprendiendo sobre ellos, porque si desollas viva con el látigo a Hilda, y ella no pronuncia la palabra de seguridad, no te diré nada, pero si la lastimas cuando ella la pronuncie ¡ten por seguro que te mataré! Y mis juramentos Miguel, son sagrados. Puedes empezar cuando quieras.

Me dirigí hacia el potro, besé las dos nalgas de mi amor. cogí una paleta y le di varias paletadas. Cogí luego otra, y volví a golpear con fuerza. Merche empezó a respirar con intensidad y su cuerpo se movió ligeramente. Luego cogí una larga con tres agujeros en el centro y golpeé con más fuerza. Y a la segunda paletada, Hilda se corrió con enorme intensidad y estremecimiento. La golpeé otras 3 o 4 veces más. 23 en total, según me dijo Ingrid.

Dejé la paleta sobre la mesa junto a las otras, y desde allí mismo le dije a Ingrid, oyéndolo perfectamente mi amor.

- Ingrid, quiero que cuando creas que estoy cerca de saber usar los látigos, fustas, cañas y todos los aparatos de provocar impactos, me lo digas, porque quiero que los uses en mí, todos ellos. Si yo no sé lo que duelen, no sabré nunca el dolor que provoco. Y no sabré nunca si me paso o si no llego. Y si yo no soy lo bastante hombre, lo bastante y verdadero Amo para mi amada Merche, es que no merezco ser parte de este mundo ¿querrás enseñarme plenamente?

Ingrid sonrió aviesamente y solo me dijo:

- Puedes estar seguro que sabrás cual es el dolor de cada uno de los objetos de impacto ¡Te lo garantizo!

Y la voz de Merche/Hilda, que me decía entrecortadamente pero con fuerza:

- Gracias Miguel... gracias mi amor. ¡Te quiero!


Licencia de Creative Commons

Culos enrojecidos II es un relato escrito por Erothica90 publicado el 01-10-2020 22:06:54 y bajo licencia de Creative Commons.

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Comentarios  
DOM ROOM
0 #7 DOM ROOM 20-01-2021 05:22
Para mi este es el mejor de la saga
Quizá Miguel
+10 #6 Quizá Miguel 13-10-2020 21:28
Gracias por tus dos relatos... Lulú
Erothica90
+16 #5 Erothica90 07-10-2020 12:18
Gracias por vuestros comentarios tan amables. Ya estoy preparando el III relato y espero os guste.
Y acepto sugerencias de experiencias propias, como me ha pedido una amiga.
Muchos besos de vuestra amiga Erothica90
AnnaBCN
+14 #4 AnnaBCN 04-10-2020 15:26
Soy seguidora de tus escritos Erothica90. Un beso
Adiestrador2011
+17 #3 Adiestrador2011 02-10-2020 20:22
Me gusta. Para nada en modo esquema ni complicado de leer. Siga asi, por favor. Esperando la siguiente entrega.
Evira
+13 #2 Evira 02-10-2020 13:35
me gusta la manera tan directa como esta escrita. la encuentro de lo más excitante. un beso
Ramstein
+18 #1 Ramstein 02-10-2020 05:40
Alucinante relato. Lo he tenido que leer dos veces para ver detalles pero una manera tan clara de contar las cosas ayuda. Buen trabajo
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